Los periódicos reclamos de protección jurídica y restauración de la antigua casona de Defensa 346 al 60 actualizan la polémica sobre la verdadera casa que habitó durante su vida porteña el presidente Rivadavia.
En la calle Defensa entre Moreno y Belgrano, ostentando los números 346 al 360, se alza una imponente casona colonial del último tercio del siglo XVIII. Aunque bastante remozada y transformada, es hoy uno de los pocos edificios de altos y bajos de esa época que se conservan en la zona, denominada antiguamente Barrio de Santo Domingo, mal llamada por algunos San Telmo y catastralmente dependiente de la Parroquia de Monserrat.
Dicha propiedad mostró mucho tiempo en su frente una modesta placa de bronce con la leyenda: AQUI VIVIÓ BERNARDINO RIVADAVIA, colocada por alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires, sustraída hace unos años y nunca repuesta. Ello movió a diversas instituciones a solicitar sin éxito a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, la declaración formal de “Monumento Nacional”, proponiendo diversas alternativas para su rescate y puesta en valor.1
El pedido es lógico, ya que habiendo sido habitada por Rivadavia, lo incongruente es que nunca haya sido declarada antes, por lo menos de interés histórico, aunque, por sus características arquitectónicas, se encuentra incluida dentro del rubro APH, o sea, el “Área de Protección Histórica”. Esto le brinda un mínimo y precario resguardo, pero no le garantiza llegar a convertirse sin escrúpulos ni sentimentalismos, primero en un baldío y luego en un moderno edificio de oficinas. Pero ocurre frecuentemente con casas protegidas por esa norma simplemente declaratoria, que se pueden demoler sin sanciones penales para los contraventores.2
Pero existe ante todo una cuestión fundamental. ¿Habitó realmente don Bernardino la casona que tradicionalmente se menciona como de su propiedad? Es el interrogante que dilucidaremos en este trabajo, ampliación de un artículo anterior que, publicado hace ya más de dos décadas en un medio restringido, ha pasado casi desapercibido.3
Los bienes del presidente Rivadavia
Bernardino Rivadavia falleció en España el 2 de septiembre de 1845 bajo dos disposiciones testamentarias, suscriptas en Cádiz y Madrid, respectivamente. Su juicio sucesorio, en que tuvo activa participación como albacea su amigo Manuel José Cobo, se abrió en Buenos Aires donde residían sus hijos y se conserva actualmente en el Archivo General de la Nación.4 Surge de allí que Rivadavia no murió pobre; poseía importantes bienes propios en gran parte heredados, como la extensa quinta familiar de la parroquia de la Concepción y la finca de la calle Defensa que motiva esta investigación.
En resumen, sus bienes eran, concretamente: la quinta mencionada; una casa en la calle de la Catedral (hoy San Martín) con los números 57 a 61 de la primitiva numeración; la casa de Defensa (entonces llamada de la Reconquista) números 145 a 149 también de la primigenia denominación; acciones de la Sociedad Rural Argentina por 4.600 pesos; acciones por más de 100.000 pesos fuertes en un Banco de Río de Janeiro (que le redituaban una respetable suma); acciones del antiguo Banco Nacional por 28.000 pesos y el mobiliario, platería y bienes de uso de la casa que habitaba en Cádiz, y que tan ingratamente le sustraían sus sobrinas políticas las señoritas Michelena.
Para entrar en tema, dejemos de lado los bienes muebles, las acciones y la casa de rentas de la calle Catedral para centrar nuestra atención en su finca de la calle Defensa que, como consta en la sucesión, fue heredada de su padre. Podría tener relación con esta casa, plantearnos el siguiente interrogante: ¿Dónde nació Rivadavia?
La casa natal del prócer
Tercer hijo de don Benito González de Rivadavia y de su primera esposa doña María Josefa de Rivadavia y Rivadeneyra, su principal biógrafo, el profesor Ricardo Piccirilli, nada dice sobre el particular, aunque acota: “…creció en la casona espaciosa del barrio del Alto y a la edad de seis años fue preso de la tristeza de saber muerta a la madre”. Más adelante, señala este autor, que gran parte de su infancia transcurrió en la quinta paterna de la parroquia de la Concepción: “En ella tuvo su hogar —dice— allí grabó las impresiones de la infancia…”, etc.5
Tampoco se expide sobre el mismo asunto, su otro biógrafo, el Dr. Alberto Palcos. Ricardo de Lafuente Machain, sin precisar la fuente en que basa tal afirmación, señala por su parte que en Defensa 463, vivía don Benito González de Rivadavia y que: “En ese sitio nació y vivió su hijo don Bernardino, primer presidente argentino..”6
Es casi seguro que don Bernardino nació en la casa paterna de la calle Defensa, pues aunque el doctor Benito González Rivadavia transcurría su vida habitando ya su casa del barrio de Santo Domingo, ya su quinta de la Concepción, por más acogedora que hubiera sido esta última, distaba bastante del centro como para poder atender con rapidez y eficiencia a su esposa parturienta. Pero es una simple especulación.
El domicilio paterno
La casa de don Benito era tan amplia que a fines del siglo XVIII, arrendó parte de ella a los hermanos Liniers, lo que pese a la morosidad de sus inquilinos en el pago de los alquileres, selló una afectuosa relación con los Rivadavia.
La había heredado de su suegro, quien a su vez la había obtenido en la partición de los bienes de su padre político don Antonio de Rivadeneyra. Este último adquirió la propiedad el 1º de octubre de 1728 a doña Petrona Cabral, esposa del Alguacil Mayor Francisco Díaz Cubas.
En la escritura de compraventa, la vendedora menciona: “unas casas que tengo y poseo por mías propias en el varrio del Sor. Sto. Domingo y se componen de una sala de cinco tirantes con una división de adove y su puerta, dos quartos de media agua todo cubierto de teja, su corredor al este y poniente y pozo de balde todo sercado de pared edificada en treinta y un baras de frente”.7
No parece que esta sea la casa de don Benito; el caserón colonial que se menciona en los documentos fue construido en ese lugar muchos años después, pues contaba con grandes adelantos, altos y bajos, techos de teja y un primer y segundo patio. Allí vivió el niño Bernardino con su padre y la segunda esposa de éste, doña Ana María de Otalora.
Llegados los hermanos Rivadavia a la mayoría de edad, reclamaron la herencia materna que les correspondía al irascible y autoritario abogado de la Real Audiencia, lo que dio lugar a un dilatado pleito con muchos agravios que durante largos años fue la comidilla del Buenos Aires de entonces.
La herencia de don Bernardino
Al parecer, Bernardino Rivadavia fue el único de los hermanos que mantuvo relaciones relativamente cordiales con su padre, y al contraer enlace con doña Juana del Pino en 1809, recibió la casa como parte de su legítima herencia materna, aunque la cesión recién se legalizó en la sucesión de don Benito. Esta adjudicación con motivo de su casamiento surge en forma indubitable en un documento del 16 de junio de ese año. Se trata de un escrito en que sus hermanas Tomasa, Gabriela y Manuela González Rivadavia le echan en cara su proceder.
Dice allí textualmente el abogado que las patrocinaba: “…haviéndose casado Dn. Bernardino Rivadavia, hermano de mis instituyentes, han sabido estas que el padre común le ha señalado y entregado a cuenta o por total de su herencia materna la casa situada al costado del Conbento del Señor Santo Domingo, donde vive el Señor Asesor General del Virreinato, por cuyo motivo parece que se le a significado a este señor que desaloxe para havitarla el Dr. Bernardino con su familia”.8
Este documento es importantísimo, pues certifica que desde la fecha de su casamiento o poco después, Rivadavia habitó esa casa como legítimo y único propietario, sin descartar sus esporádicas visitas y permanencias en la quinta de la Concepción, donde se había recluido su padre con el resto de la familia. En esta última propiedad de extramuros, falleció don Benito, el 28 de septiembre de 1816, como surge también en forma indubitable de los documentos de su testamentaria iniciada ese mismo año.9
Esta quinta, que luego sería propiedad de don Bernardino, tenía dos cuadras cuadradas pobladas con árboles frutales y por un plano que se conserva en el Archivo General de la Nación, sabemos con exactitud el lugar que ocupaba la casa principal donde habitaban los dueños. Es la actual esquina sudeste de San José y Carlos Calvo, por ese entonces en el Cuartel 22.10
Hemos seguido hasta ahora la trayectoria de Rivadavia prácticamente desde su niñez hasta su casamiento y hemos visto figurar allí una sola casa paterna en la calle Defensa que luego se le adjudicaría definitivamente y que conservó hasta el momento de su muerte. Dónde estaba situada es el quid de la cuestión.
La casa de la calle de la Defensa
Ricardo de Lafuente Machain señala que don Benito González de Rivadavia vivía en la actual Defensa 463, pero Alfredo Taullard opina, en cambio, que la casa paterna de Rivadavia se encontraba ubicada: “Al costado de San Francisco, en Defensa al 346…”11 El primer autor mencionado acota a su vez que en Defensa 346 al 356 “vivió don Bernardino Rivadavia en plena actuación política”.12 Aquí la casa única se bifurca en dos: Defensa 463 una; Defensa 346 al 56 la otra. Se trata sin lugar a dudas de dos sitios diferentes.
Para poner un poco de orden en este intríngulis sobre la auténtica casa paterna de Rivadavia, debemos volver un poco atrás en el tiempo. Así, en la escritura de compraventa de su bisabuelo materno de 1728, se menciona la primitiva casa lindando: “por la frente ques al este calle en medio con la Iglesia del Combento del Sr. Sto. Domingo; por el sur con sitio de mi hermana Da. Antonia Cabral, por el poniente con fondo de las casas de Dn. Jerónimo Descobar y por el norte con casas que fueron de Dn. Antonio Guerreros…”13
El escrito de sus hermanas que citamos más arriba tampoco deja dudas sobre su ubicación “al costado del Convento del Señor Santo Domingo”, calle por medio. Así lo señala también en su documentada obra el Dr. Palcos: “…esa casa, situada enfrente de Santo Domingo, estaba indisolublemente ligada a la vida sentimental del héroe. (Se refiere en este caso a Liniers). Doña Martina Sarratea —continúa—, hija del dueño de la finca vecina conquistó su corazón enamorado y endulzó su viudez…”, la cita es aprovechable en su referencia catastral.
Y señala este autor que Rivadavia, en un escrito de 1806 al referirse a esta propiedad (entonces de su padre), acota complacido que se trata de la “casa que dejó el excelentísimo señor Liniers”. Continúa el Dr. Palcos: “Tal vez por esta razón acrecentó su cariño por ella. Allí se instaló luego Rivadavia, allí paso largos años; allí pensó sus mejores iniciativas; allí se alojó cuando fue Presidente de la República”.14
Esta afirmación sobre la efectiva y real ocupación de la vivienda por parte de Rivadavia, no fue una mera expresión lírica de Palcos; está debidamente documentada. Así, por ejemplo, en la sucesión de su padre, en la hijuela de adjudicación que data del 10 de noviembre de 1826, al referirse a esta finca, se expresa textualmente que se trata de la “casa que ocupa” el excelentísimo Señor Don Bernardino Rivadavia.
Esta casona, de tan gratificantes recuerdos para su propietario, fue conservada celosamente durante toda su vida y al morir se menciona en la sucesión como situada en la “calle de la Defensa antes Reconquista”, bajo los números 171, 173, 175 y 177 de la primitiva numeración. El nombre Defensa se colocó a partir de 1859, mientras Reconquista quedó para su continuación norte del otro lado de la Plaza Mayor, que por ese entonces se llamaba calle de La Paz.
En los inventarios y tasaciones de la finca realizados al iniciarse la testamentaria de Rivadavia, uno de cuyos folios reproducimos, se menciona la casa como ubicada en la “calle de la Reconquista 147” con un terreno “frente Leste” que “se compone de 21 1/2 vs. y su fondo al Oeste con setenta”. O sea que estaba mirando al Este hacia la iglesia de Santo Domingo y su fondo al Oeste.
Esta casa, la que habitó Rivadavia hasta su alejamiento del país, aparece claramente delineada en el Plano catastral del Ingeniero Pedro Beare de 1860 en Catedral al Sur, Sección 2da. Cuartel 4to., en la manzana delimitada por las calles Defensa, Belgrano, Bolívar y Venezuela. La propiedad que figura allí en posesión de doña Petrona Demaría de Arana, lleva el número XI y puede comprobarse que tiene las 21 1/2 varas de frente originales y 68 varas de fondo (en lugar de las 70 que se le adjudicaban en la sucesión de don Bernardino).
En una escritura posterior se mencionan sus linderos: “por el frente, calle dicha por medio, con el Convento de Santo Domingo, por el fondo con Don José Juan de Larramendi; por el norte con los herederos de don Juan Facundo Quiroga y por el sur con Petrona Demaría de Arana”.15 Curiosamente el general Quiroga fue su vecino, aunque para esa época Rivadavia ya no vivía allí.
A su vez, en el Gran Mapa Mercantil de la Ciudad de Buenos Aires, editado por la Litografía de Kratzenstein en la década de 1870, la propiedad aparece lindando por el norte con la Botica y Droguería de Antonio Demarchi (yerno de Quiroga) y por el sur con el contador José Joaquín de Arana, más tarde de su esposa Petrona Demaría. La casa de Rivadavia estaba ocupada por el estudio del abogado Lorenzo Torres y en parte arrendada a la Casa de Remates y Comisiones de Martiniano Bonorino.
La primitiva numeración que figura en el Plano Catastro de la Ciudad de Buenos Aires de Pedro Beare, o sea la mencionada Reconquista 171, 173, 175 y 177, fue cambiada a partir de 1888 pasando a ser 451, 453 y 461.
Más aún, se conserva una fotografía de ella publicada en la revista Caras y Caretas en 1913, en un artículo que lleva el sugestivo título de “Las casas de los Presidentes” y el siguiente epígrafe: “Don Bernardino Rivadavia y su casa, Defensa 453, ocupada hoy por un taller mecánico”.16
Hasta entonces nadie había puesto en duda esta afirmación.
En esa época era propiedad de doña Clara Anchorena de Uribelarrea y estaba alquilada a la firma Mateo Serra y Cía., que figuraba como taller mecánico y depósito de maquinarias. Los inquilinos Serra la compraron en pública subasta en 1930 y la demolieron poco después, para edificar el nuevo edificio de la firma.
En el Apéndice, damos a conocer por primera vez, todas las cesiones y compraventas desde 1728 hasta 1965 para llegar a ubicar el predio por sus actuales propietarios, el Sindicato de Luz y Fuerza, de forma tal que con esta documentación a la vista, no quede absolutamente ninguna duda sobre cuál fue la verdadera y única casa que habitó en Buenos Aires Bernardino Rivadavia.
La casa de Defensa 350
En cuanto al hermoso edificio colonial de Defensa 350, que en los últimos años ha sido erróneamente identificado como “casona de Rivadavia” y que ha motivado el anhelo de que sea declarado finalmente “monumento histórico nacional”, no sólo no perteneció a ningún miembro de la familia Rivadavia, como surge de un minucioso estudio de sus títulos de propiedad, sino que tampoco fue habitado por el prócer.
Y esto tiene una explicación lógica: siendo Rivadavia dueño de la inmensa finca de altos y bajos con dos patios frente a Santo Domingo, ¿qué sentido hubiera tenido alquilar para vivir otra casa ajena distante cincuenta metros de la misma?
Observemos que, mientras la numeración de la verdadera casa de Rivadavia es impar, la de la supuesta finca histórica, propiedad hoy de los descendientes de Bencich, la tiene par y está situada en la vereda de enfrente a más de 50 metros una de otra.
La ubicación catastral es diferente, las dos están situadas en la Circunscripción 13, Sección Segunda, pero la apócrifa surge en la Manzana 51, Parcela 8, mientras la legítima lo es en la Manzana 40, Parcela 20.
¿Cuándo comenzó la atribución a Rivadavia de la casa de Defensa 350? Creemos que a fines de la década de 1930, coincidiendo probablemente con la demolición de la verdadera casa del prócer.
Taullard ya afirma esto en 1940 y desde entonces fue defendida esta atribución, especialmente por los admiradores del estadista que no podían resignarse a perder la emblemática “casa de Rivadavia”.
Tan es así que cuando le hice llegar a mi querido maestro el profesor Alberto Roveda, del Instituto Rivadaviano, la documentación que antecede, no le dio mayor importancia y siguió defendiendo su posición, manifestándome que la atribución de la finca de Defensa 350 como casa del prócer, se debía a “una antigua tradición”; que las tradiciones debían respetarse, etc.
Para resumir; creemos con la indubitable documentación aportada en el curso de este trabajo, haber demostrado que no existe una casa de Rivadavia de Defensa 350; ella nunca fue propiedad ni la habitó el prócer, pero no deseamos terminar este informe sin dedicarle un párrafo.
Mirando el tema con absoluta objetividad, esta hermosa casona tiene los suficientes méritos arquitectónicos, como uno de los últimos y escasos exponentes de la vieja fisonomía del Buenos Aires virreinal del fines del siglo XVIII que aún sobreviven, como para que la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos la declare de interés y provea todos los instrumentos legales para su conservación futura.
Aunque nunca haya habitado allí don Bernardino Rivadavia.
Apéndice
Estudio de los títulos que demuestran que la casona de Bernardino Rivadavia es la ocupada hoy por el moderno edificio del Sindicato de Luz y Fuerza, en la calle Defensa 453 al 461.
1728. Octubre 1º – Venta de Petrona Cabral a don Antonio de Rivadeneyra ante el escribano Domingo Lezcano, de : “…unas casas que tengo y poseo por mías propias en el varrio del Sor. Sto. Domingo y se componen de una sala de cinco tirantes con una división de adove y su puerta, dos quartos de media agua toda cubierto de teja, su corredor al este y poniente y pozo de balde, todo sercado de pared edificada en treinta y un baras de frente y el gueco de sitio y setenta de fondo, que lindan por la frente ques al leste calle en medio, con la Iglesia del Convento del Sr. Sto. Domingo, por el sur con sitio de mi hermana Da. Antonia Cabral, por el poniente con fondo de las casas de Dn. Jerónimo Descobar y por el norte con casas que fueron de Dn. Antonio Guerreros, las quales me pertenecen por haverlas heredado de mis padres…” Precio de venta: 2100 pesos de plata acuñada.
(Archivo General de la Nación. Protocolos Antiguos. Sala IX. 49-1-4. Folio 529 y siguientes).
A la muerte de don Antonio de Rivadeneyra hereda la propiedad su hija Feliciana, casada con don José de Rivadavia.
1777. Noviembre 30. Fallece en Buenos Aires don José de Rivadavia y hereda su hija María Josefa de Rivadavia y Rivadeneyra, esposa del Dr. Benito González de Rivadavia, quien aporta esta casa a la sociedad conyugal.
1809. Adjudicación informal de Benito González Rivadavia a su hijo Bernardino.
1816. Septiembre 28. Fallecimiento de Benito González Rivadavia y sucesivo inicio de la testamentaria.
1826. Noviembre 10. Adjudicación definitiva de la propiedad a Bernardino Rivadavia por el Juez Dr. Roque Sáenz Peña. Foja 57 de la sucesión de don Benito que dice así:
“Hijuela de adjudicación al Excelentísimo Señor Don Bernardino Rivadavia de los treinta y tres mil seiscientos cuarenta y ocho pesos dos y cuarto reales que le han correspondido por la lejítima paterna y materna con las demás acciones demostradas en los números cuarenta y cinco a cuarenta y tres en la casa número nueve que ocupa el Cuartel cincuenta calle de la Reconquista. Primeramente se le adjudica para pago de su haber catorce mil ochocientos treinta y cinco pesos cuatro y tres cuartos reales total valor de la casa que ocupa con descuento de mil setenta y un pesos dos y tres cuartos reales que por principal y réditos reconoce y debe pagar a los accionistas, compuesta de 21 y 1/2 varas de frente al Este por sesenta y siete y media de fondeo (aquí en el fondo solo se le dan seis y medias varas lo que es una equivocación como se ve por la tasación practicada). El resto de su haber se le adjudica en otros bienes. Esta cuenta que fue aprobada en diez de noviembre de mil ochocientos veinte y seis por el Juez Doctor don Roque Sáenz Peña a la foja cincuenta y siete, fue levantada por el Contador Don Juan Angel Vega. Todo consta del expediente que hoy existe en la oficina a cargo del Escribano Victorica al que me remito. Buenos Aires, Setiembre veinte de mil ochocientos setenta y dos. Francisco María Ramiro. Escribano”.
(Archivo General de la Nación.
Registro 3, 1874. Escritura de
30 de septiembre ante Laureano Carballeda).
1845 – Septiembre 2. Fallecimiento en Cádiz de Bernardino Rivadavia y sucesivo inicio de su testamentaria en Buenos Aires. Heredan sus hijos.
1856 – Diciembre 24. Venta de Bernardino Rivadavia (h) por sí y como apoderado de su hermano Martín y Adolfo Conde, como apoderado de Salvador Maldonado a doña Petrona Demaría de Arana, ante el escribano Mariano Cabral.
1873 – Febrero 10. Venta de Bernabé Arana a Gregorio Torres. Le corresponde a Arana por herencia de su finado padre José Joaquín Arana, según aparece en su hijuela corriente a fojas 54 de los autos testamentarios. Esta hijuela se le adjudicó del dinero que existía en el Banco, la suma de ciento noventa y cinco mil veinte pesos moneda corriente para la compra de esta casa a los señores Rivadavia, como efectivamente la compró su señora madre doña Petrona Demaría de Arana. Según declaración de esta última “… la casa pertenecía al otorgante por haber sido comprada con los fondos que al efecto se le dieron en la hijuela, cuya manifestación así como un convenio respecto a una deuda pendiente entrambos celebraron, fue aprobada por el Señor Juez en lo Civil Doctor Don Jorge Echevarría, en veintitrés de agosto de mil ochocientos setenta y dos”.
(A.G.N. Registro 19. 1873.
Escribano Artola. Folio 81v.)
1874 – Septiembre 30. Gregorio Torres vende a doña Clara Romana Maximiana Anchorena de Uribelarrea: “La casa espuesta perteneció en su origen a Don Bernardino Rivadavia, quien la adquirió por habérsele adjudicado en la testamentaria de Dn. Benito González Rivadavia, según consta de la hijuela respectiva, como lo comprueba el certificado espedido por el Escribano Dn. Francisco María Ramiro que original existe archivado en el Banco Hipotecario…”
(A.G.N. Registro 3. 1874.
Tomo 2. Escribano Laureano Carballeda)
1930 – Diciembre 23. El Dr. Antonio M. Lynch en representación de la sucesión de Clara Anchorena de Uribelarrea vende a los esposos Vicente Serra y Ana María Bernasconi. La propiedad, puesta a remate, fue adjudicada a Serra por el martillero Juan Carlos Naón y estaba ubicada en la “calle Defensa N° 171 al 177 hoy números 441 a 461”. Clara Anchorena estaba casada con Manuel de Uribelarrea, quien falleció el 26 de noviembre de 1892, pero esta casa no se incluyó en la sucesión de su esposo por ser un bien propio de la titular.
(Colegio de Escribanos.
Archivo de Protocolos. Registro 215. 1930.
Folio 397. Escribano Manuel Q. Bullrich)
1938 – Julio 19. Declaratoria de herederos en la sucesión de Ana María Bernasconi de Serra tramitada ante el Juzgado de 1ra. Instancia del Dr. Hernán Maschwitz. Secretaría de Horacio López Cabanillas. La propiedad se adjudica a Vicente Serra, Juan Vicente Serra y Carlos Pedro Serra.
1938 – Diciembre 26. Los anteriores tres propietarios venden la casa a la “Sociedad Comercial Colectiva Serra Hermanos”.
(C. de E. Registro 97. 1938.
Folio 440v. Escribano Arnaldo Enrico)
1939 – Diciembre 9. La Sociedad Comercial Colectiva Serra Hermanos” se transforma en “Serra hermanos Sociedad de Responsabilidad Limitada” y transfiere el dominio de esta propiedad, al igual que todos sus bienes y créditos a su sucesora.
(C. de E. Registro 211. 1938.
Folio 1004. Escribano Amaranto C. Fraga)
1952 – Julio 26. Por cambio de sociedad, “Serra Hermanos SRL.” transfiere todos sus bienes a “Serra Hermanos Sociedad Anónima, Industrial y Comercial”, incluyendo entre ellos la casa de “Defensa 449 al 461 actual, anteriormente 453 al 449”.
(C. de E- Registro 149. 1952.
Folio 94. Escribano Juan Di Noia)
1955 – Agosto 31. “Serra Hermanos S.A. Industrial y Comercial” vende en comisión a “Sande Constructora S.R.L.”, siendo el verdadero comprador “Edifa Edificadora Financiera S.A.”, quien demuele el edificio.
(C. de E. Registro 243. 1955.
Folio 4172.
Escribano Raúl F. Gaucheron)
1959 – Diciembre 19. “Edifa Edificadora Financiera SA”, representada por sus Directores, Félix San Martín y Luis Carlos Destéfano, vende el terreno baldío de Defensa 449 al 461 a Humberto Eusebio Bellora.
(C. de E. Registro 307. 1959.
Escribano Pedro Saúl Briones)
1961 – Noviembre 20. Humberto Eusebio Bellora vende a “Edifix Sociedad en Comandita por Acciones”, la propiedad ubicada en la zona sud, parroquia de Monserrat, Circunscipción 13 con su “frente calle Defensa antes 449 al 461, después 453 al 461, en la actualidad un terreno baldío entre Belgrano y Venezuela midiendo 18 metros 61 centímetros de frente al este por 60 metros 62 centímetros de fondo al oeste. Linde por su frente al Este la calle Defensa, por su contrafrente al Oeste, propiedad que fue de José Juan de Larramendi; por su costado norte propiedad de los herederos de Juan Facundo Quiroga y por el costado Sur con propiedad que fue de Petrona Demaría de Arana”. Nominación catastral: Circ. 1. Sec. 2. Manzana 40. Parcela 20.
(C. de E. Registro 390. 1961.
Escribano Simón Weinschelbaum)
1965 – Junio 11. Ante el escribano Conzi, “Edifix” vende al Sindicato de Luz y Fuerza, quien construye en ese terreno el moderno edificio actualmente existente.
Notas
1.- El 25 de mayo de este año, La Nación publicó una Carta de Lectores de la museóloga Silvia Bayá Casal, quien ve “con preocupación que en la calle Defensa al 300, en el llamado casco histórico de la ciudad, sigue en pie, aunque cada vez más deteriorada y abandonada, la casa que habitó Bernardino Rivadavia, nuestro primer presidente. Había una pequeña placa de los alumnos del colegio que lleva su nombre, pero por supuesto fue robada y ni ese detalle queda, para mal de los argentinos. En mis frecuentes recorridas por ese barrio de Monserrat, observo con tristeza su total decaimiento. Como dijo el arquitecto Peña, ‘también pueden convertirse en restaurantes porque el hecho comercial no está peleado con la cultura, si se hace con dignidad’. Justamente hace unos años funcionó allí la taberna Viejos Tiempos con un gran retrato de don Bernardino y la bandera argentina, pero no pudo seguir y hoy la casa corre peligro de desaparecer. ¡Qué bueno sería restaurarla y convertirla en casa museo, con detalles de la vida y de la época de nuestro prócer! Es inexplicable que las autoridades a cargo de nuestro patrimonio histórico y edilicio no hagan nada.”
2.- Tal lo sucedido con la casa de Millán, fundador de Flores que databa de 1825 y más recientemente, en el mismo barrio, con la residencia de la familia Piana. La técnica empleada con esta última, es la que se aconseja para destruir impunemente monumentos nacionales: se comienza a demoler el interior y se deja la fachada intacta. Cuando el hecho está consumado, el Monumento Histórico no existe más. No hay ninguna sanción. Solución totalmente irracional, pues debemos convenir que hoy, nadie que tenga una casa de esa importancia y antigüedad, querría demolerla.
3.- Boletín del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, Nº 12. Buenos Aires, 1981.
4.- A.G.N. Tribunales, Sucesión 7801, Bernardino Rivadavia, Año 1845.
5.- Piccirilli, R., Romay, F. L. y Gianello, L., Diccionario Histórico Argentino. Tomo VI. Buenos Aires, 1954.
6.- de Lafuente Machain, R., El barrio de Santo Domingo. Buenos Aires, 1968.
7.- A.G.N. Protocolos Antiguos, Sala IX, 49-1-4, Folio 529v. y siguientes.
8.- A.G.N. Tribunales, Sucesión 7777, de María Josefa Rivadavia, 1803, Folio 25.
9.- A.G.N. Sucesión 7781 de Benito González Rivadavia,1816. Menciona Piccirilli una versión inexacta que corrió en la época, según la cual, don Benito habría muerto fusilado en Entre Ríos de regreso de un viaje al Paraguay. (Ver, Rivadavia y su tiempo, Tomo I, pág. 16, Peuser, Buenos Aires, 1960.
10.- A.G.N. Tribunales Administrativos, 1831, Legajo 35, Exte. 1254.
11.- Taullard, A., Los planos más antiguos de Buenos Aires, Buenos Aires, 1940, pág. 202.
12.- Lafuente Machain, R., obra citada, pág. 18.
13.- A.G.N. Protocolos Antiguos, Sala IX, 49-1-4, Folio 529v. y siguientes.
14.- Palcos, A., La visión de Rivadavia, Buenos Aires, 1936.
15.- A.G.N. Registro 3, Tomo 2, Escribano L. Carballeda. Escritura del 30 septiembre 1874, compraventa de Clara Anchorena a Gregorio Torres.
16.- Caras y Caretas, año 1913.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año V – N° 27 – Agosto de 2004
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Políticos, legisladores, autoridades, Presidentes,
Palabras claves: Bernardino Rivadavia, herencia, casa natal, patrimonio, restauración
Año de referencia del artículo: 1850
Historias de la Ciudad. Año 5 Nro27