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San Nicolás

Templos del barrio de San Nicolás

Luis O. Cortese

Fachada de la Iglesia de San Nicolás de Bari., C. 1950.

Si de gran importancia son muchas de las construcciones religiosas ubicadas en este barrio, entendemos que éste, por su carácter
de fundacional, adquirió, con el paso del tiempo y por los históricos episodios que se desarrollaron en su territorio, características
particularmente trascendentes que se transfirieron a los lugares y a los numerosos templos que aquí se encuentran.

Iniciaremos este recuerdo con la iglesia de San Nicolás, aquella que le diera su nombre a esta frecuentada zona de nuestro Buenos Aires.

San Nicolás de Bari
Su establecimiento primigenio estuvo en la esquina noroeste de Carlos Pellegrini y Corrientes. Se erigió a partir de 1708 gracias a una donación de Domingo Acassuso realizada en 1706 y reemplazó un oratorio que previamente se había levantado en el lugar.
Del nombre conferido a la parroquia surgió la denominación del barrio.
Entre muchos otros, en este templo fueron bautizados el 26 de septiembre de 1778 el esclarecido patriota Mariano Moreno y, en 1821, Bartolomé Mitre.

“Así llega San Nicolás a 1881, fecha en la cual su párroco, Marcial Álvarez contrata a Juan Martín de Burgos para que la refaccione. La iglesia cambia poco; se pavimenta el atrio, se refuerzan las salientes, se reparan deterioros y nada más. Menos afortunada es en 1904, cuando vuelve a ser reparada, esta vez por Prins; este la “italianiza”, le borra lo típico, le modifica su torre y la convierte en un híbrido más de Buenos Aires.”1
La plaza seca frente al viejo templo de San Nicolás será el escenario donde el 23 de agosto de 1812, se celebre una fiesta en la cual la torre de la iglesia aparece embanderada en blanco y azul, con lo cual se considera que resultó ser ésta la primera vez que nuestra enseña patria creada por Manuel Belgrano se exhibió –como tal–, al pueblo porteño.

“Fue esa torre, precisamente, lo último en sucumbir; como un barco cuyo mástil con la bandera es lo último que se hunde. Cayó así para siempre en aras de un progreso que no permitía conservarla…”2

Tomada por las autoridades la decisión de apertura de las avenidas Diagonal Norte y 9 de Julio y, además, el ensanche de la calle Corrientes, la presencia de este edificio histórico interfería con las obras.
Las tratativas para la expropiación del templo, que las autoridades nacionales y municipales realizan con el arzobispado, culminan con su demolición poco tiempo después de iniciadas. La última misa se celebró el 16 de agosto de 1931.
La actual iglesia de San Nicolás fue erigida en la avenida Santa Fe entre Uruguay y Talcahuano, en el barrio de Retiro.

Catedral Metropolitana
En realidad, el edificio actual es el sexto levantado en este sitio, que fuera el que originalmente le asignara Don Juan de Garay en 1580, en la intersección de las actuales Rivadavia y San Martín.
El primer templo, de 1584, se construyó en Reconquista y Rivadavia, pero sus condiciones eran tan precarias que en 1593 fue necesario edificar uno nuevo, decisión tomada por el gobernador del obispado, fray Martín del Barco Centenera.3
El gobernador Hernandarias de Saavedra, en 1603, ordenó la erección de una nueva iglesia, dada la precariedad que afectaba también a aquella.
Ya desde 1614 se entronizó en ella a San Martín de Tours, patrono de la ciudad, pero pocos años después, en marzo de 1616, la construcción sagrada se derrumbó.
Entonces se comenzó a levantar un nuevo templo en 1618, también realizado con los precarios materiales habidos en la zona: barro, cañas y maderos del litoral y poco más.
En 1620, el papa Paulo V creó la diócesis de La Trinidad, siendo su primer obispo fray Pedro de Carranza y Salinas, y la iglesia fue elevada al rango catedralicio en 1622.
Llegado el año 1668, el entonces obispo Cristóbal de la Mancha y Velazco inició las obras para la construcción de un nuevo templo, con planos propios y con ladrillos de los hornos jesuíticos, obra que finalizó en 1671.
En esa época el portugués Manuel Couto realizó, por encargo del gobernador José Martínez de Salazar, la capilla del Santo Cristo, que todavía subsiste.
Pero el hombre propone… y poco después resultó necesario también echar abajo esta construcción.
Un nuevo templo fue elevado en 1682, con una planta “…basilical, de tres naves, seis capillas a cada lado, fachada, pórtico y dos torres… Se hizo con maderas de pino, cedro y caoba. También se usó lapacho de Corrientes…”4, pero su precariedad era tal que –la tradición se lo atribuye–, el hermano jesuita Andrés Blanqui debió rehacer las torres en 1722 y también la fachada, inaugurada hacia 1727.
Pero no acabaron aquí los pesares de este hito religioso y arquitectónico de la historia de la ciudad de Buenos Aires, pues

“Tras un derrumbe total en 1752, la iglesia definitiva fue proyectada en 1754 por el arquitecto saboyano Antonio Masella. Tiene tres naves e importantes capillas laterales; en el crucero, la cúpula, proyectada por el Arq. Álvarez de Rocha en 1770, se eleva sobre un alto tambor; el profundo presbiterio, bajo el cual se encuentra el Panteón de los Canónigos –en el que son enterrados los dignatarios de la Catedral– termina en un muro testero recto.”5

La nave central se finalizó en 1770 pero, en 1778, una comisión determinó la demolición del frente y de las dos torres para reedificarlas y adecuarlas a las nuevas dimensiones del templo, ya que provenían de los tiempos de Blanqui.
Recién llegado el año 1822, Próspero Catelin, uno de los arquitectos europeos que fue contratado por el gobierno de Rivadavia para emprender obras imprescindibles para el desarrollo del país, junto a Pierre Benoit, diseñó la fachada actual, con doce columnas y el frontis triangular. Pasarían cuarenta años hasta que se finalizara el revoque de las columnas.
La ornamentación del interior del frontispicio representa el reencuentro del patriarca Jacob con su hijo José y fue realizada entre 1860 y 1863.
Se atribuye esta obra a José Dubourdieu, quien le habría otorgado un sentido simbólico, que se relaciona con otro “reencuentro”, el de la provincia –y la ciudad– de Buenos Aires, con el resto de la Confederación Argentina en 1860. Mientras tanto, en 1822 recibió el órgano de la iglesia de Santa Catalina; en 1830 se colocaron los primeros bancos y el embaldosado en blanco y negro y en 1840 se instalaron las arañas que subsistieron hasta 1904.
Entre las obras de arte que se conservan en su interior, se destacan el altar mayor, de 1785, obra de Isidro de Lorea, tallista y constructor navarro arribado a nuestra ciudad en 1768.
La sillería del presbiterio y las imágenes religiosas de la Virgen de los Dolores, en la capilla ubicada a la izquierda del altar mayor, que está dedicada a su advocación, son representativas de la calidad de los tesoros que guarda ese templo.
Los dos púlpitos fueron realizados entre 1789 y 1790 por Juan Antonio Gaspar Hernández, el mismo a quien el Real Consulado, por sugerencia de Manuel Belgrano, nombrara primer director de la Escuela de Dibujo y quien tendría a su cargo, en 1811, los planos de la Pirámide de Mayo.
El coro de los canónigos y el trono arzobispal original fueron obra del ebanista Carlos Cascarini y la iluminación eléctrica responsabilidad del Ing. Jorge Newbery, Director de Alumbrado de la comuna porteña en la época.
Los motivos artísticos del pavimento central del templo, que podemos admirar actualmente, se deben al diseño del Arq. Carlos Morra, y el material fue fabricado en Inglaterra. Cubren aproximadamente 2.600 m2.
Muchas de las decoraciones del interior del templo fueron obra del pintor Francesco Paolo Parisi, nacido en Tarento en 1857 y llegado a Buenos Aires hacia los años 1880. Aquí fue docente y fundó en 1890 una academia muy prestigiosa.
Decoró a partir de noviembre de 1899 y finalizó durante ese mismo mes de 1900, la bóveda del presbiterio con “La disputa del Templo”, “Cristo y la Samaritana” y “Cristo y la mujer adúltera”, de 9,50 x 4,50 m y “San Simón”.
“El triunfo de la religión”, pintura con la que Parisi engalanara la cúpula, se perdió a mediados de la década de 1920, producto de la humedad y la falta de cuidado.
En las naves laterales realizó también decoraciones, y en la central ubicó “La Asunción de la Virgen”.
En 1930 regresó a radicarse definitivamente en Roma, luego de habérselo declarado Caballero de la Orden de Corona de Italia por su obra a favor de esta colectividad en nuestro país.6 El órgano –ubicado en el coro– fue adquirido en Alemania en 1874 y pertenece a la casa Walcker.
En la cripta –mandada a restaurar por el cardenal Copello en 1943– , reposan los restos de algunos de los tiutulares de la arquidiócesis porteña, como Aneiros, Espinosa, Bottaro, Laffite y Caggiano.
El templo fue declarado Monumento Histórico Nacional el 21 de mayo de 1942 y, en el transcurso del Año Sanmartiniano de 1950, se colocó en el frente del templo una lámpara votiva.

El mausoleo de San Martín
La Ley de traslación de los restos de San Martín fue sancionada en 1864, aunque su cumplimiento se retrasó hasta 1880.
Algunos años antes, en abril de 1876, el entonces arzobispo, monseñor Aneiros y el Cabildo de Canónigos autorizaron por unanimidad el uso para ese fin de una capilla que había servido en otros tiempos de baptisterio.
El proyecto original contemplaba que en el frente oeste se erigiese un altar a Santa Rosa de Lima y un sarcófago en el frente sur.
Así se le comunicó al arzobispo, aunque al año siguiente hubo un cambio en el proyecto y el mausoleo se erigió en la capilla de Nuestra Señora de la Paz, que había sido colocada bajo esa advocación en 1751 por el obispo Marcellano y Agramont, que había traído consigo una imagen de la misma.
La obra fue realizada por el Consejo de Obras Públicas bajo proyecto del arquitecto sueco Enrique Aberg.
Fue necesario el ensanche de la capilla, que adquirió una forma octogonal, resultando iluminada por luz cenital.
El 28 de mayo de 1880 llegaban a esta Capital los restos del general San Martín, traídos desde Francia para su descanso definitivo en las tierras que ayudó a liberar del yugo hispánico. Desde el navío y entre la multitud, se trasladaron a la catedral y, después de celebrado el correspondiente oficio fúnebre, fueron depositados en el monumento el 29 de mayo de ese año.
El escultor italiano Camilo Romairone,7 llegado a la Argentina en 1870, proyectó modificaciones en la capilla donde descansan los restos del Libertador,
“Faltaba esa reliquia a nuestra tierra,
este homenaje a nuestro honor faltaba;
la memoria del héroe reclamaba
en la patria el sepulcro que hoy se cierra.”8

El monumento que contiene los restos del Libertador está realizado casi en su totalidad en mármol rosado y fue encargado al escultor francés Albert-Ernest Carrier-Belleuse (1824-1887), autor de la estatua de Manuel Belgrano en Plaza de Mayo.9
Su base es de mármol rojo de Francia y la lápida de mármol rojo imperial. El sarcófago es de mármol de color negro.
El mausoleo está rodeado por tres esculturas que representan a cada uno de los países que liberó San Martín: Argentina, Chile y Perú.
Junto a él se hallan las urnas que contienen los restos de los generales Juan Gregorio de Las Heras –depositada en 1906– y Tomás Guido y del Soldado Desconocido de la Independencia, cuya urna fuera colocada en 1945.

Obispos y arzobispos porteños
Los obispos y arzobispos de nuestra ciudad residieron cotidianamente en el barrio de San Nicolás porque en él se encontró siempre la silla titular y la curia eclesiástica. Fueron los siguientes:
* Pedro de Carranza y Salinas, un sevillano de la Orden de los Carmelitas, que ejerció su cargo desde el 30 de marzo de 1620 hasta su muerte, el 29 de febrero de 1632;
* Cristóbal de Aresti Martínez de Aguilar, nacido en Valladolid, de la Orden Benedictina, desde el 3 de diciembre de 1635 hasta su muerte en 1641;
* Cristóbal de la Mancha y Velazco, nacido en Lima, Perú, de la Orden de los Predicadores (dominicos), desde el 31 de agosto de 1641 hasta su fallecimiento el 4 de julio de 1673;
* Antonio de Azcona Imberto, desde el 9 de mayo de 1676 hasta el 19 de febrero de 1700;
* Gabriel de Arregui, de la Orden de los Franciscanos Menores, desde el 23 de junio de 1712 hasta 1716, en que se lo designó obispo del Cuzco;
* Pedro de Fajardo, monje trinitario andaluz, desde el 22 de mayo de 1713 hasta su muerte el 16 de diciembre de 1729;
* Juan de Arregui, también franciscano y el primero nacido en Buenos Aires, desde el 22 de noviembre de 1730 hasta el 17 de diciembre de 1736, cuando falleció;
* José de Peralta Barrionuevo y Rocha Benavídez, dominico limeño, desde el 19 de mayo de 1738 hasta su nombramiento como obispo de La Paz, el 14 de junio de 1746;
* Cayetano Marcellano y Agramont, cuzqueño, desde el 23 de enero de 1749 hasta su designación en la diócesis de Trujillo, el 23 de mayo de 1757;
* José Antonio Basurco y Herrera, nativo de Buenos Aires, desde el 2 de abril de 1757 hasta su fallecimiento el 5 de febrero de 1761;
* Manuel Antonio de la Torre, español, quien primero fuera obispo del Paraguay, con sede en Asunción, desde el 14 de julio de 1762 hasta su muerte, el 20 de octubre de 1776;
* Sebastián Malvar y Pinto, franciscano español, desde el 19 de octubre de 1777 hasta su designación como arzobispo de Santiago de Compostela, en España, el 15 de diciembre de 1783;
* Manuel Azamor y Ramírez, también español, a partir del 27 de enero de 1785 hasta su muerte, el 2 de octubre de 1796;
* Pedro Inocencio Bejarano, granadino, ocupó el obispado entre el 3 de julio de 1797 hasta su nombramiento como obispo de Sigüenza, el 23 de febrero de 1801;
* Benito de Lué y Riega, español de Asturias, recordado por sus polémicas posiciones políticas ante la Revolución del 25 de Mayo de 1810 quien, sin embargo, ejerció el cargo desde el 9 de agosto de 1802 hasta su muerte, el 22 de marzo de 1812;
* Mariano Medrano y Cabrera, porteño, primer obispo argentino y antes administrador apostólico de la diócesis, desde el 7 de octubre de 1829 hasta que falleció el 7 de abril de 1851;
En marzo de 1866 la Santa Sede elevó de jerarquía a la jurisdicción, la que adquirió el rango de arquidiócesis.
* Mariano José de Escalada Bustillo y Zeballos, porteño que desde el 23 de junio de 1854 fue titular del obispado porteño, dirigió el arzobispado hasta su muerte, el 28 de julio de 1870.
* Federico León Aneyros, porteño, famoso por sus controversias con Domingo F. Sarmiento, desde el 25 de julio de 1873 hasta su deceso el 3 de septiembre de 1894;
* Uladislao Castellano, nacido en la provincia de Córdoba, ejerció el cargo entre el 12 de septiembre de 1895 y su deceso, el 6 de febrero de 1900;
* Mariano Antonio Espinosa, porteño, recordado por su activo paso en la barraquera parroquia de Santa Lucía. Ejerció el cargo entre el 24 de agosto de 1900 y el 8 de abril de 1923, fecha de su fallecimiento.
Entre esta fecha y 1926, la arquidiócesis primada de la Argentina quedó vacante ya que, ejerciendo el derecho de patronato, el gobierno del presidente Marcelo T. de Alvear, a través de su ministro de Relaciones Exteriores, Ángel Gallardo, propuso como arzobispo a monseñor Miguel de Andrea, obispo de Temnos (in partibus infidelis), a quien la Santa Sede, por motivos que nunca aclaró oficial y debidamente a la República Argentina, rechazó.
La insistencia de Alvear en la defensa de los derechos que la Constitución Nacional otorgaba al Estado en materia de patronato y la intransigencia de Pío XI y su secretario de Estado, cardenal Pietro Gasparri, en su desconocimiento culminaron, luego de largo tiempo, con una negociación que derivó en el nombramiento de fray José María Bottaro y Hers, nacido en San Pedro, de la Orden de los Franciscanos Mayores, quien ejerció el cargo desde el 9 de septiembre de 1926 hasta su fallecimiento el 20 de julio de 1932.
Lo sucedió Santiago Luis Copello, nacido en San Isidro, primer cardenal argentino, desde el 20 de septiembre de 1932 hasta su nominación como canciller de la iglesia el 25 de marzo de 1959.
Entre esta última fecha y el 8 de agosto del mismo año, cuando falleció, fue arzobispo Fermín Emilio Lafitte, nacido en Peyrun, Francia, antes obispo de la ciudad de Córdoba.
El cardenal Antonio Caggiano, nacido en Coronda, provincia de Santa Fe, fue hasta el 15 de agosto de 1959 arzobispo de Rosario y ejerció en Buenos Aires desde esa fecha hasta su retiro, el 22 de abril de 1975.
Los sucedieron los cardenales Juan Carlos Aramburu, cordobés, hasta su retiro el 10 de julio de 1990 y Antonio Quarracino, nacido en Salerno, Italia, desde ese día hasta su muerte el 28 de febrero de 1998.
En la actualidad y desde aquella fecha, ejerce la titularidad de la arquidiócesis porteña el jesuita cardenal Jorge Mario Bergoglio, S.J., nacido en el barrio de San José de Flores.10

Basílica de Nuestra Señora de la Merced
Está ubicada en Reconquista 207 y fue habilitada en el año 1733, aunque su construcción recién finalizó en 1779.
Su piedra fundamental se colocó en 1721, aunque según Luqui Lagleyze, “…por diversas referencias podría remontarse su construcción a 1702… Los planos quizás se debieran al hermano Juan Krauss, S.J. y en su dirección podrían haber intervenido… “ los jesuitas Andrés Blanqui y Juan Bautista Prímoli.11
Esta opinión es corroborada por la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos.
El retablo del altar mayor es obra de Tomás Saravia, mientras que entre 1789 y 1790 se construyó el órgano, que fue sustituido en 1897.
Cuenta con importantes altares barrocos y rococós con imágenes entre las que se destaca el “Cristo de la Humildad y la Paciencia”, del siglo XVIII.
Entre los hechos trascendentes que ocurrieron en este templo cabe recordar que Santiago de Liniers instaló en su atrio el comando de sus tropas. El 12 de septiembre de 1812 tuvieron lugar en él los esponsales del luego general José de San Martín.
El convento, con ingreso por el Nº 269 de la calle Reconquista, existía ya en el siglo XVII. Probablemente fue reconstruido cuando se iniciaron las obras del templo, por los mismos autores. Fue ocupado por los defensores de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas de 1806 y utilizado como cuartel para las tropas en la guerra contra el Brasil. Clausurado en 1823, desde 1834 funcionó allí una escuela para huérfanas, entre otros usos.
“A pesar de los agregados y modificaciones que ha sufrido a lo largo de doscientos años, actualmente conserva la imagen propia de la arquitectura del período colonial.”12

Hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX, como a tantos templos porteños y en el contexto de la “europeización” que tal vez con mayor precisión podríamos denominar “italianización” de nuestra ciudad, se le realizaron modificaciones que, en consecuencia, terminaron haciéndole perder el carácter “colonial” original. Como dijera un diario de la época,
“…¿Quién reconocería en la iglesia actual el humilde templo de hace veinte años, donde nuestros abuelos y nuestros padres iban a rezar? La humilde capilla del antiguo convento ha llegado a ser una iglesia parecida a las más ricas basílicas de Roma y Francia …”13

Participaron de esta remodelación Luigi Rossi, Ernesto Bellandi y Salvatore Nobili.
En este caso se cercó el atrio con rejas ornamentales y se colocaron estatuas en los nichos mientras el frontis curvo resultó ornado con “… un grupo escultórico que representa a Belgrano ofreciendo su bastón de mando del Ejército del Norte a la Virgen de la Merced.”14
Restablecidas las órdenes, los mercedarios no recobraron este convento sino hasta el 24 de mayo de 1963.
Declarada Basílica Menor por Benedicto XV en 1917, en 1942 lo será por parte del gobierno argentino como Monumento Histórico, mientras que en 1957 se le otorgará tal carácter al Convento aledaño.

Convento e iglesia de Santa Catalina de Siena
Se encuentra en la manzana rodeada por la avenida Córdoba y las calles San Martín, Viamonte y Reconquista; su construcción, con un patio con galerías se inició en 1738 y se habilitó en 1745. Pertenecía a una congregación de monjas dominicas de clausura y durante las Invasiones Inglesas de 1807 fue ocupado por las tropas británicas.
El templo adjunto, en la esquina de San Martín y Viamonte tiene un arco de medio punto en su frente, con una única torre sobre el lado izquierdo del edificio y una sola nave; sus altares datan de los siglos XVIII y XIX. Iglesia y convento fueron remodelados hacia 1920, perdiendo su carácter original y adquiriendo uno italianizante, con pilastras toscanas.15
Parte de los espacios que hasta no hace mucho ocupaban huertas, jardines y el cementerio de la congregación, son hoy una playa de estacionamiento y en los mismos se prevé la construcción del edificio que se supone será el más alto de Buenos Aires.
El convento de clausura, expuesto a cualquier mirada indiscreta desde los altos edificios vecinos a medida que la ciudad crecía, fue trasladado hacia la provincia de Buenos Aires.

Iglesia de San Miguel
La iglesia de San Miguel –momentáneamente clausurada–, se ubica en la esquina de las calles Bartolomé Mitre y Suipacha. En ese lugar, la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo, creada para ayudar a los pobres en los avatares de la enfermedad y la muerte, levantó en 1733 un primitivo templo, que resultó derrumbado en 1780. En el mismo sitio se iniciaron las nuevas obras en 1782, y se inauguraron el 21 de noviembre de 1788.
Vecinos al templo, estaban el hospital de San Miguel, una escuela y un asilo para huérfanas que se inauguró en 1755 y el cementerio anexo, que fuera clausurado hacia la mitad del siglo XVIII, “… el cual, pese a ser el primer fin de la Hermandad… debió suprimirse pues fue prohibido a requerimiento de los sacerdotes de otros templos vecinos que aducían los perjudicaba en sus ingresos.”16
También su estilo original fue alterado por las obras del inspirado arquitecto y pintor italiano radicado en la Argentina Augusto Ernesto César Ferrari (Módena, 1871-Buenos Aires, 1970), quien “… adquirió, junto con monseñor Miguel de Andrea, los materiales para la iglesia… y fue el autor de buena parte de los cuadros que adornan ese templo y responsable de su arquitectura exterior… Restauró los cuadros… luego del incendio ocurrido en la misma durante la revolución de 1955…”17
Las modificaciones se sucedieron entre 1918 y 1922 y le dieron un carácter impresionante, tanto por la calidad cuanto por la extensión que alcanzaron las decoraciones pictóricas, en las que sin duda debe haber influido el por entonces párroco, monseñor Miguel de Andrea, quien poco después fuera un frustrado candidato al arzobispado de Buenos Aires.
Acotemos que Ferrari era el padre del conocido artista plástico argentino contemporáneo León Ferrari.
Sólo la torre se conserva sin mayores cambios desde la reedificación llevada a cabo hacia 1830, mientras que el interior resultó muy modificado, al igual que su frente, que fuera “…redecorado con columnas, recuadros, cruces en relieve y frisos con mosaicos venecianos…”18
Serios problemas aquejan en la actualidad al templo de San Miguel. Hacia el año 2000 debió ser clausurado por el pésimo estado en que se encontraba. La necesidad de realizar importantes refacciones motivó recién en los últimos tiempos a la Dirección Nacional de Arquitectura a comenzar algunas obras conducentes a su restauración.

Nuestra Señora de la Piedad
Se levanta en la esquina de Bartolomé Mitre y Paraná y tuvo como origen un oratorio construido en 1762 por el matrimonio de origen portugués Gomes-Fernández, el que no llegó a verla concluida, legando al obispado –por carecer de sucesión– el templo y la quinta vecina. “En 1774 es declarada junto con… la Inmaculada Concepción, única iglesia que podía dar derecho de asilo.”19
A fines de 1779 llegó a este templo Sor María Antonia de la Paz y Figueroa quien, junto a dos acólitas, venía caminando desde Santiago del Estero, suponiéndose que en él se asilaría unos días. Fue su voluntad ser enterrada en el cementerio vecino a la iglesia. Al morir veinte años después en su celda de la Santa Casa de Ejercicios de la calle Independencia, se cumplió su pedido.
Sería en 1866 cuando se comenzaran las obras del nuevo templo, de estilo neoclásico, con tres naves, poseedor de una alta cúpula y dos torres. Cuatro columnas con capiteles corintios sostienen el frontispicio.
Fue obra de los arquitectos Nicolás y José Canale, padre e hijo, autores de numerosos edificios públicos y privados en el Buenos Aires de la época y se la inauguró parcialmente en 1875. Juan Antonio Buschiazzo, otro profesional italiano, continuó con los trabajos al fallecer ambos Canale. El altar mayor fue consagrado en agosto de 1912.
Este templo sufriría algunas modificaciones hacia la década de 1980 cuando, sobre el sector sur y con entrada por Paraná, se amplió la escuela parroquial, construcción que alteró las características de la edificación original.
En esa misma época se colocó una reja y otras decoraciones en el frente del templo, sobre Bartolomé Mitre.

Templos de otras confesiones
Entre los templos de diversas confesiones existentes en nuestro barrio de San Nicolás encontramos cuatro muy importantes.

Templo de la Congregación Israelita Argentina
También en el barrio de San Nicolás se encuentra el Templo que la Congregación Israelita Argentina –entidad fundada en 1862–, levantó sobre la calle Libertad 785, frente a la plaza Lavalle.
Se trata de la sinagoga porteña más importante, tanto por su valor arquitectónico comopor su historia, para la comunidad judía, cuya primera congregación iniciara sus pasos en el ya lejano 1862.
Su piedra fundamental se colocó en 1897, y el proyecto estuvo a cargo del arquitecto Norman. Entre 1932 y 1934 se realizaron las obras de modificación del edificio, tarea que fuera encarada por el arquitecto Alejandro Enquin y el ingeniero Eugenio Gartner.
En el interior del recinto se pueden observar distintos elementos de significación religiosa, mientras que en la cúpula está inscripta una invocación del Deuteronomio, que dice: “Oye, Israel, al Señor, nuestro Dios, el Señor es uno”.
Los pisos graníticos se combinan con el mármol de columnas y ornamentos, creando un ambiente sobrio.
La fachada –con un importante arco central– reúne elementos simbólicos propios de esta religión, por lo que está decorada con las Tablas de los Diez Mandamientos, la Estrella de David y doce medallones que representan las Tribus de Israel, combinados con un estilo arquitectónico similar al de las sinagogas alemanas de mitad del siglo XIX.
En la propiedad vecina se encuentra ubicado el Museo Judío de Buenos Aires “Dr. Salvador Kibrik”, cuyo patrimonio está compuesto por importantes documentos y objetos pertenecientes a destacados integrantes de la colectividad en la Argentina, así como de la inmigración de los primeros colonos judíos llegados a la Argentina y una biblioteca con ejemplares de especial valor. En 2000 este templo fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Catedral Anglicana de San Juan Bautista
En la calle 25 de Mayo 276/282 se encuentra la Catedral Anglicana de San Juan Bautista. La congregación había iniciado su actividad en 1825, luego del decreto de libertad de cultos proclamado por Bernardino Rivadavia.
El terreno donde se encuentra fue donado por Rosas a la comunidad británica, siendo a la vez uno de los primeros ejemplos de arquitectura neoclásica del país y el templo más antiguo entre los no católicos, obra del ingeniero inglés Richard Adams, realizada con los aportes del gobierno británico y de Thomas Withfield.
Fue inaugurada en 1831 con la denominación de Iglesia Episcopal Británica de San Juan Bautista, convirtiéndose en catedral a partir de 1964.
El actual edificio, producto de reformas iniciadas hacia 1880, consta de una nave central, dos naves laterales con vitrales de motivos religiosos, presbiterio y coro.
Esta tarea fue responsabilidad del arquitecto inglés William T. Green, quien no varió en demasía la estética austera del protestantismo, que caracterizara al templo original. Fue declarada Monumento Histórico Artístico.21

“En 1930, con proyecto del arquitecto inglés Tolhurst y dirección de su colega Sidney Follet se completó el diseño de la capilla de la Epifanía y la zona del órgano, a ambos lados del coro.”20

Primera Iglesia Evangélica Metodista
Es de austero estilo neogótico; su techo a dos aguas de madera, apoyado en cabriadas inglesas, es bien visible desde su exterior, y resalta entre las construcciones de mil estilos o directamente sin estilo alguno de la avenida Corrientes. Está ubicada sobre el número 718.
Se erigió en 1874, también sobre un lote que oportunamente había donado Juan Manuel de Rosas, bajo proyecto del arquitecto Enrique Hunt. Su órgano se instaló en 1882.
Allí funcionó en algún momento la Sociedad Protectora de Animales. En su ámbito se realizan numerosos conciertos corales y orquestales, ya que la acústica del lugar realza estas actividades.

Tempo de la Congregación Evangélica Alemana
En Esmeralda 162 está instalado el Templo de la Congregación Evangélica Alemana, de estilo gótico como el anterior. Una reja separa su frente de la estrecha vereda. Fue obra del ya nombrado arquitecto Eduardo Taylor y se inauguró en 1853.

Notas
1.- LUQUI LAGLEYZE, Julio A., Las Iglesias de la Ciudad de la Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires (1536-1810), Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Serie Cuadernos de Buenos Aires, N° 57, Buenos Aires, 1981, p. 95.
2.- LUQUI LAGLEYZE, Julio A., op. cit., p. 95.
3.- Sacerdote y escritor, (1535-1605), autor del poema “Argentina y Conquista del Río de la Plata, con otros acontecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y estado del Brasil” (1602) en el que por vez primera se utiliza el nombre de “Argentina” para designar nuestro territorio.
4.- LUQUI LAGLEYZE, Julio A., op. cit., p. 37.
5.- COMISIÓN NACIONAL DE MUSEOS, MONUMENTOS Y LUGARES HISTÓRICOS, Monumentos Históricos de la República Argentina, Secretaría de Cultura y Comunicación, Presidencia de la Nación Argentina, 2000.
6.- PETRIELLA, Dionisio y SOSA MIATELLO, Sara, Diccionario Biográfico Ítalo-Argentino, Buenos Aires, Asociación Dante Alighieri, 1976.
7.- Camilo Romairone realizó numerosas obras en mármol, que se encuentran en el Museo Histórico Nacional, en el de Luján, Casa de Gobierno, etc.
8.- GUIDO Y SPANO, Carlos (1827-1918), “Ante los restos del Gral. San Martín”, poema, en Carlos Guido y Spano – Rafael Obligado–Poesías, antología, en “Capítulo– Biblioteca Argentina Fundamental”, CEAL, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1980.
9.- Algunos investigadores dan los nombres de Louis Robert (1848-1913) o Henri Dasson Carrier-Belleuse como autores de esta obra. El primero es hijo de Albert, al igual que Pierre (1851-1932), mientras que del otro no hemos encontrado dato alguno. Ante la duda hemos optado por seguir el criterio de Vicente Gesualdo y otros historiadores del arte y aceptar a Albert-Ernest Carrier-Belleuse (1824-1887) como autor de esta obra.
10- Algunos de estos datos han sido extraidos de
www.catholic-hierarchy.org/bishop.
11.- LUQUI LAGLEYZE, Julio A., op. cit., p. 56.
12.- COMISIÓN NACIONAL DE MUSEOS…, op. cit., p. 164-165.
13.- Diario La Nación, Buenos Aires, 21 de septiembre de 1894.
14.- COMISIÓN NACIONAL DE MUSEOS…, op. cit., p. 178.
15.- COMISIÓN NACIONAL DE MUSEOS…, op. cit., p. 191.
16.- LUQUI LAGLEYZE, Julio A., op. cit.
17.- PETRIELLA, Dionisio y SOSA MIATELLO, Sara, op. cit.
18.- COMISIÓN NACIONAL DE MUSEOS…, op. cit., pp.190-191.
19.- LUQUI LAGLEYZE, Julio A., Las Iglesias de la Ciudad…, op. cit.
20.- GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, Dirección General de Patrimonio, Guía Patrimonio Cultural de Buenos Aires – Edificios, sitios, paisajes, Buenos Aires, 2003, Nº 1, p. 133.
21.- DIRECCIÓN GENERAL DE PATRIMONIO, op. cit., Nº 1, p. 133.

Información adicional

HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año VIII – N° 45 – marzo de 2008
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991

Categorías: Edificios destacados, Iglesias y afines, Cosas que ya no están
Palabras claves: obispos, arzobispos, mausoleo de San Martín, Nuestra Señora de la Merced, San Nicolás de Bari.

Año de referencia del artículo: 1800

Historias de la Ciudad. Año 8 Nro45

La catedral metropolitana hacia 1723.

Detalle del altar de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced.

La tradicional iglesia de la Piedad en la calle Bartolomé Mitre.

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