Hasta los albores del siglo XIX no existió en Buenos Aires “ninguna enseñanza orgánica, científica y oficial de las distintas ramas del arte de curar”.1 El Tribunal del Protomedicato, inaugurada por el Virrey Juan José de Vértiz y Salcedo el 17 de agosto de 1780, tuvo a su frente al Dr. Miguel Gorman. Se ocupaba de todas las cuestiones vinculadas a la salud, como el mejoramiento de hospitales, control de títulos y exámenes de idoneidad de médicos, cirujanos, barberos, parteras, flebótomos, etc., que deseaban ejercer su profesión dentro de la jurisdicción. También asesoraba a los tribunales de justicia y autoridades y disponía medidas profilácticas ante los casos de epidemias.
Escuela de Medicina
El Protomedicato fue reconocido oficialmente por España dieciocho años más tarde, durante el reinado de Carlos IV. A sus funciones administrativas agregó la educacional, ya que se lo autorizó a crear una Escuela de Medicina, para lo cual fueron designados dos catedráticos, el Dr. Miguel Gorman para la enseñanza de Medicina y el Dr. José Alberto Capdevila y Pallares para la cirugía. Este último, alegando razones de salud, no asumió el cargo, designándose entonces a Agustín Eusebio Fabré.
Con la firma de estos docentes se presentó a las autoridades un plan de estudios de seis años de duración, que seguía en sus lineamientos al de la Universidad de Edimburgo. Las clases debían comenzar el 1° de enero y finalizar el 20 de diciembre de cada año, en tanto los exámenes se llevarían a cabo en el mes de febrero del año siguiente a cada período lectivo, y al cabo de tres años tenía que comenzar una nueva rotación. Las clases se iniciaron el 2 de marzo de 1801 y estuvieron a cargo de Fabré, quien se ocupó de las materias previstas para primer año: Anatomía y Vendajes. Las correspondientes al segundo año se postergaron hasta el mes de julio de 1802 porque el Dr. Gorman, responsable de las materias Química Farmacéutica y Filosofía de la Botánica, presentó su renuncia. Entonces se hizo cargo el Dr. Cosme Mariano Argerich, criollo que había obtenido el título en la hoy desaparecida Universidad catalana de Cervera.2
A varios de los investigadores que se han ocupado de la marcha de los estudios universitarios en nuestro país, les llamó la atención esa temprana inserción de la Química en el primer plan de estudios. En los fundamentos del plan que se elevó a consideración del Virrey Gabriel de Avilés en julio de 1800, se lee: “Es innegable que no se puede ejercer con dignidad la medicina sin un previo y regular conocimiento de la Química, Farmacia y Botánica. A este fin, en el segundo año se darán los elementos de Química Farmacéutica y las nociones esenciales de Botánica conforme a los conocimientos que en día se poseen sobre estas ciencias.”3
De acuerdo con la documentación existente, la enseñanza de esta asignatura se realizó sobre la base de los trabajos de Lavoisier (1743-1794). Como la flamante escuela carecía de laboratorios e instrumental, el Dr. Argerich debió emplear aparatos y material que pedía en préstamo al Real Colegio de San Carlos o Carolino, antecesor del actual Colegio Nacional de Buenos Aires.
El Dr. Pedro Mallo proporciona una interesante referencia sobre los exámenes que rindieron esos primeros alumnos. Tuvieron lugar los días 4, 5 y 6 de julio de 1803, fueron públicos y se presentaron trece alumnos que en presencia del Dr. Gorman y otros médicos, cirujanos, boticarios, oidores y contadores mayores,4 fueron interrogados sobre un vasto temario que incluía meteorología, curtiembre, vitrificación, empleo de abonos en la agricultura, etc.
El buen desempeño de los alumnos confirmó la erudición y capacidad docente del Dr. Argerich, el segundo de una larga dinastía de médicos. Tanto los estudiantes que se inscribieron en 1802 como los cuatro que lo hicieron en 1804, al comenzar la segunda rotación, tuvieron un brillante desempeño junto con sus profesores en los hospitales de sangre que se improvisaron en Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807.5
Instituto Médico Militar
Al producirse la Revolución de Mayo de 1810, la Escuela Médica del Protomedicato languidecía afectada por la escasez de alumnos y la falta de recursos y espacio donde desarrollar sus actividades, lo que en ocasiones obligó a los catedráticos a dar clase en sus propios domicilios. Dos años después, prácticamente había dejado de existir cuando mayor era la demanda de médicos por parte de los ejércitos libertadores.
En mayo de 1813, la Asamblea General Constituyente creó el Instituto Médico Militar, cuya finalidad era preparar cirujanos para los ejércitos de la patria, actuando desvinculadamente del Protomedicato. De hecho, sus profesores y alumnos formaban parte del Cuerpo Médico Militar.
Concluida la etapa colonial de los estudios médicos, se iniciaba la castrense, que había de durar hasta 1821 para luego dar paso a la universitaria, que es la que ha llegado hasta nuestros días. Esta división en tres épocas pertenece al Dr. Juan Ramón Beltrán y es la que, con pequeñas variantes, han adoptado otros historiadores de la medicina.
Este Instituto comenzó a funcionar en 1814 bajo la dirección del Dr. Argerich, autor del plan de estudios que también era de seis años de duración y en el que la Química se enseñaba en tercer año. A su ingreso, los alumnos debían poseer conocimientos de latín, lógica y física. Las clases se dictaban en tres lugares: en el hospital Bethlemítico o de Santa Catalina, ubicado en la manzana comprendida entre las actuales Balcarce, Defensa, Méjico y Chile, en un local vecino al Protomedicato y en las aulas del Colegio de San Carlos.
Alicia Casais de Corne asegura que la enseñanza de las materias de tercer año estuvo a cargo, hasta 1815, del Dr. Salvio Gaffarot, un catalán que había estudiado en el Real Colegio de Cirugía de Barcelona y se supone que llegó a estas tierras en 1803. Actuó como médico militar en Colonia del Sacramento y en Buenos Aires, prestó servicio médicos durante las invasiones inglesas, en 1818 se lo designó conjuez en el Tribunal del Protomedicato y en 1822 fue secretario de la recién fundada Academia de Medicina. Falleció en esta ciudad en 1840.6
La Universidad. La Escuela de Medicina
La creación de la Universidad el 12 de agosto de 1821 por iniciativa de Bernardino Rivadavia, durante el gobierno de Martín Rodríguez, presagiaba el comienzo de una etapa floreciente para la medicina en Buenos Aires. Se decretó el cese del Instituto Médico Militar y su personal pasó a integrar el Departamento de Medicina, uno de los cinco que constituían la Universidad. El Dr. Cristóbal de Montufar, quien en 1820, a la muerte de Cosme Argerich, había pasado a ejercer su dirección, se convirtió en el primer Prefecto de la nueva escuela, cargo equivalente al actual Decano.
El Protomedicato fue reemplazado por el Tribunal de Medicina, se clausuró el Hospital Bethlemítico y sus enfermos pasaron a la “Residencia” que se levantaba junto a la iglesia de San Telmo, en la calle Comercio.7 Ya desde 1799, los Bethlemitas habían comenzado a trasladar los pacientes convalecientes, “locos” y crónicos de su hospital, en el que sólo habían permanecido los casos agudos. Una vez relevados estos religiosos de la administración hospitalaria, tales responsabilidades fueron confiadas a los civiles. A la par, el establecimiento cambiaba su denominación por la de Hospital General de Hombres. Por sus tétricas salas desfilaron varias promociones de médicos en contacto directo con el dolor y la enfermedad. Allí recibieron enseñanza práctica, efectuaron guardias y se desempeñaron como practicantes internos o externos, según vivieran o no allí.8
En 1824 se lo dotó de un anfiteatro anatómico, importante avance para la época si se tiene en cuenta que dos décadas atrás, Agustín Fabré realizaba las disecciones al aire libre en el camposanto del hospital Bethlemítico.
Cabe destacar también que a la inspiración de Rivadavia se debió, en 1822, la fundación de la primera Academia de Medicina de Buenos Aires, que en esta etapa inicial tuvo existencia efectiva escasamente durante treinta y seis meses.
Las reformas introducidas interesaron a los jóvenes en la carrera médica y fue así que entre 1827 (año en que egresaron los primeros alumnos) y 1834, obtuvieron su diploma 60 médicos. A partir de 1835 y hasta 1852, la enseñanza de la medicina sufrió los efectos de la reducción, primero, y de la supresión del presupuesto universitario, después. A ello se sumó la turbulencia de las pasiones que en esos días agitaban los espíritus de los ciudadanos. A pesar de los inconvenientes de ese período, “se graduaron bien que mal 168 médicos y entre ellos algunos que fueron célebres como Francisco Javier Muñiz, Guillermo Rawson, Claudio Mamerto Cuenca, Federico González Catán…”9
Facultad y academia
A dos meses de la batalla de Caseros, en abril de 1852, Vicente López y Planes fue designado Gobernador de la provincia de Buenos Aires por Urquiza. El decreto respectivo fue refrendado por su propio hijo, Vicente F. López, que estaba a cargo del Ministerio de Instrucción Pública. López y Planes reorganizó la Escuela de Medicina en base a ocho cátedras y un plan de estudios de seis años de duración.
En octubre se completó la renovación del cuerpo médico de Buenos Aires al ser distribuido en tres secciones: la Academia de Medicina, el Consejo de Higiene y la Escuela de Medicina, erigida entonces como Facultad. Esta última fue instalada en el Hospital General de Hombres y la dirigía, con el cargo de “Presidente”, el Dr. Juan Antonio Fernández.10
Los primeros edificios
En 1854 el Dr. Fernández obtuvo del Gobierno un terreno de 29 varas y 6 pulgadas de frente por 70 de fondo, ubicado frente a la iglesia de San Telmo, en la calle Comercio 61,11 donde se edificó el primer edificio propio que tuvo la Facultad de Medicina en Buenos Aires. Fue habilitado siendo su presidente el Dr. Francisco Javier Muñiz. Poseía una modesta fachada, con un amplio jardín al frente, planta baja y un piso, y sus cuerpos laterales sobresalían del edificio. Allí funcionó la facultad aproximadamente hasta 1880, y hacia 1886 se instaló un establecimiento educacional que todavía subsiste, aunque con un edificio diferente.
Ante la inminente demolición del viejo Hospital General de Hombres, algunas de las cátedras fueron trasladadas al Hospital Buenos Aires, al que poco tiempo después se le cambiaría el nombre por el de Clínicas. Esto motivaría que en 1880, durante el decanato del Dr. Manuel Porcel de Peralta, se encomendara a los académicos Pedro Mallo y Pedro Antonio Pardo gestionar la compra o construcción de un nuevo edificio. Recordemos, de paso, que en 1874 el Dr. Porcel de Peralta había inaugurado la etapa de los decanos que sucedió a la de los presidentes en la dirección de la facultad.
Resultaba lógico que el nuevo edificio se levantara en las cercanías, por lo que se eligió la media manzana baldía ubicada frente al hospital mencionado, en Córdoba y Andes con contrafrente a la calle del Temple12 que pertenecía a la familia Atucha. Las obras se iniciaron en 1886 con la Maternidad, que luego sería sede de la Academia de Medicina y de la Facultad hasta 1895. El presupuesto se elevó a $ 342.286,51 y el edificio se inauguró el 12 de octubre de 1895.
Sede provisoria
Después de vender el edificio de la calle Comercio al Consejo Nacional de Educación en 60.000 pesos, la facultad alquiló una casa contigua en la calle Tacuarí entre Méjico y Chile. El inmueble contaba con tres grandes patios sobre los que se abría una serie de cuartos. Allí se continuaron dictando las clases teóricas. El Dr. Gregorio Aráoz Alfaro, quien estudiara en ese lugar, decía que “poseía un aula poco espaciosa que era pomposamente llamada Salón de Grados para los exámenes de tesis. Puede decirse que no había un solo laboratorio pues si bien existía un pequeño gabinete de histología, en realidad los alumnos no lo conocíamos”.13
El mismo autor refiere que en 1886 los estudiantes de primer año de medicina, entre los cuales se contaba, debían concurrir con frecuencia desde la calle Tacuarí hasta el anfiteatro de anatomía que había sido instalado precariamente en un galpón de madera, en un baldío de la calle Córdoba. En esa misma manzana se estaba construyendo el nuevo edificio destinado a albergar una población de trescientos cincuenta y siete alumnos, cálculo erróneo como se podría comprobar poco tiempo después.
El segundo edificio
Cuando el 12 de octubre de 1895 coincidiendo con el acto de colación de grados, el decano Leopoldo Montes de Oca procedió a inaugurar oficialmente el edificio de Córdoba y Andes, resultó evidente que era más que insuficiente para satisfacer la demanda educativa de los 855 inscriptos en las escuelas de la facultad: 642 en Medicina, 122 en Farmacia, 50 en Obstetricia y 41 en Odontología, a los que habría que agregar 45 solicitudes de matrícula en trámite.14 Por otra parte, las nuevas cátedras creadas en los últimos años urgían a las autoridades para que se las proveyera de locales adecuados para desarrollar sus tareas.
Ante la situación planteada, el diputado nacional Dr. Eliseo Cantón había presentado, el 17 de mayo de 1895, un proyecto de ley disponiendo la expropiación de la media manzana lindera (Córdoba, Junín, Viamonte) al edificio ya construido, donde en esos tiempos existía una fundición y herrería que producía ruidos molestos y humo, perturbando en consecuencia a las pacientes internadas en la Maternidad de la Escuela de Parteras.
Al aprobarse la iniciativa, sobre el terreno se concretó una edificación de dos pisos en base de los planos del arquitecto Gino Aloisi, construcción destinada a la Escuela Práctica de Medicina y Morgue. Allí funcionó también el Instituto de Anatomía Patológica, que por razones sanitarias no era aconsejable que continuara en el Hospital de Clínicas, y los pabellones destinados a la enseñanza de Anatomía Descriptiva y Topográfica, Medicina Operatoria, Toxicología, Bacteriología, etc.
La inauguración
Estas ampliaciones fueron inauguradas el 5 de julio de 1908. El acto contó con la presencia del presidente de la República, Dr. José Figueroa Alcorta. El Dr. Cantón, quien durante los trece años que duró la construcción de este edificio siguió con atención la marcha de los trabajos e interpuso más de una vez su influencia para obtener fondos, fue quien pronunció el discurso de rigor. Agreguemos que cumplía su primer período como decano de la Facultad de Ciencias Médicas (1906-1912).
Buenos Aires podía contar con un establecimiento educativo que, a su calidad arquitectónica, añadía un conveniente ordenamiento de aulas, locales, laboratorios y anfiteatros, todos bien provistos de instrumental y material pedagógico. Un siglo había pasado desde que se iniciaran los estudios médicos y recién se contaba con las instalaciones adecuadas.
Adelantándose al futuro, Cantón dijo ese día que “La grande y trascendental obra educacional y científica de la Facultad de Medicina aún está lejos de hallarse terminada, pues si es verdad que las materias de laboratorio poco dejan que desear, las clínicas llevan en cambio pesadamente su existencia, luchando con todas las dificultades inherentes a una pobreza franciscana”.
Policlínico
Fue por eso que, mientras como decano ponía a la Facultad en posesión de este moderno edificio que complementaba lo ya construido, en su calidad de legislador el Dr. Cantón acababa de presentar un nuevo proyecto de ley para la construcción del Policlínico José de San Martín. Su idea era que reemplazara en su día al Hospital de Clínicas, que ya entonces resultaba insuficiente para la enseñanza de las asignaturas cuyas cátedras habían comenzado a dispersarse por los hospitales municipales de la ciudad.
Al cumplirse el centenario de la Revolución de Mayo, se realizaron en el país varios congresos científicos en adhesión al acontecimiento. Los profesionales extranjeros que visitaron la facultad quedaron gratamente impresionados, sorprendidos por la prestancia del edificio y la intensidad de la actividad docente que en él se desplegaba.
En 1913, durante el segundo decanato del Dr. Cantón, se agregó un tercer piso a la Escuela Práctica de Medicina y Morgue, y se modificó la fachada sobre la calle Córdoba para armonizarla con el resto de las construcciones. Ello permitió dotarla de un imponente frontispicio, hoy realzado luego de la restauración concretada por su nuevo ocupante, la Facultad de Ciencias Económicas.15 Años después, se incorporaría el Policlínico José de San Martín vislumbrado en los sueños del Dr. Eliseo Cantón.
La Facultad de Medicina permaneció algo más de medio siglo en este límite norte del barrio de Balvanera, para cruzarse luego al lugar que hoy ocupa.
Notas
1- BELTRÁN, Juan Ramón, “La Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires vista a través de una breve síntesis histórica”, en Revista Argentino Norteamericana de Ciencias Médicas, Año I, N° 1, Buenos Aires, mayo de 1943, págs. 123/130.
2- LARDIES GONZÁLEZ, Julio, “Medicina Vireinal y Protomedicato”, en revista “Todo es Historia”, Buenos Aires, 1977, págs. 51/63.
3- MALLO, Pedro, “Páginas de Historia de la Medicina en el Río de la Plata. Desde sus orígenes hasta el año de 1822”, en Anales de la Facultad de Ciencias Médicas (3 tomos), Buenos Aires, 1897-1898-1899, editado por Agustín Etchepareborda, Tacuarí 359, Buenos Aires.
4- Hay autores que afirman que el naturalista español Félix de Azara también asistió al acto.
5- MALLO, Pedro, op. citada.
6- CASAIS DE CORNE, Alicia Elena, “Medicina Argentina” en “Panorama histórico de la Medicina argentina”, revista “Todo es Historia”, Buenos Aires, 1977, págs. 67/91.
7- Actual Humberto I°.
8- BONNET, E.F.P., “El Hospital General de Hombres (Apuntes para una historia sanitaria de Buenos Aires)”, en “La Prensa Médica Argentina”, volumen 67, N° 8, año 1980, págs. 372/385.
9- TUMBURUS, Juan, “Síntesis Histórica de la Medicina Argentina”, Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 1926, págs. 61/88.
10- RUIZ MORENO, Aníbal, “Primer Centenario de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires” en “Orientación Médica”, Buenos Aires, año I, N° 13, págs. 245/249 y “CENTENARIO DEL ACTA DE INSTALACIÓN DE LA FACULTAD DE MEDICINA (Crónica de la sesión extraordinaria del H. Consejo Directivo), Buenos Aires, 1953, 67 páginas.
11- Hoy Humberto I° 343.
12- Hoy José Evaristo Uriburu y Viamonte, respectivamente.
13- ARÁOZ ALFARO, Gregorio “Crónicas y estampas en el pasado”, Buenos Aires, 1938, 363 páginas.
14- CANTÓN, Eliseo, “Historias de la Medicina en el Río de la Plata desde su descubrimiento hasta nuestros días 1512-1925”, Tomo IV, Buenos Aires, 1926.
15- ARCE, José, “Un capítulo para la historia de la Facultad de Ciencias Médicas. Cómo nació y fue realizada la idea del nuevo edificio”, Buenos Aires, 1942.
Alcira Zarranz
Docente universitaria de la Facultad de Medicina, UBA, en la especialidad “Historia de la Medicina”
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año III – N° 14 – Marzo de 2002
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Inauguraciones, piedras fundamentales, Edificios destacados, Edificios Públicos, Terciarios y universidades, SALUD, Hospital,
Palabras claves: clinica, hospital de clinicas, medicina, facultad
Año de referencia del artículo: 1890
Historias de la Ciudad. Año 3 Nro14