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Ciudad de Buenos Aires

Cristóbal Colón en el mármol

Edgardo José Rocca

Piedra fundamental del monumento, colocada el 24 de mayo en el Parque Colón., 1910.

Al haberse cumplido el pasado año los quinientos años de la desaparición física del Almirante del Mar Océano, Cristóbal Colón, ocurrida el 20 de mayo de 1506 en Valladolid, es oportuno recordar los antecedentes del monumento erigido en su memoria
en esta ciudad, verdadera obra de arte estatuario que enorgullece el acervo plástico de Buenos Aires.

El 20 de octubre de 1904 se inauguró el Parque Colón, como complemento en la parte posterior de la Casa de Gobierno, de acuerdo al proyecto del Director de Paseos, ingeniero Carlos Thays, según la Ordenanza 27.549 del 28 de octubre de 1894, publicada en el Boletín Municipal N° 14.505.
El mismo colocaba al Palacio de Gobierno en una posición dominante, teniendo en cuenta la diferencia existente de cinco metros de nivel entre Paseo Colón y las calles Bouchard y Azopardo, ubicándose en su centro, un monumento, que dominaría todo ese nuevo entorno de la Casa Rosada ganado al río por la construcción del Puerto Madero.
Una amplia escalera monumental pondría en comunicación las avenidas laterales, permitiendo a los paseantes el fácil desplazamiento hacia la nueva Estación Central de Ferrocarriles, proyectada sobre Paseo Colón. La superficie de esta plaza, de 81.000 metros cuadrados, se extendía con jardines estilo Renacimiento, puentes, estatuas, balaustradas, vasos ornamentales y adornos de la fundición Val D’Osne, relacionados con la Casa de Gobierno, desde Rivadavia y Piedad (Bartolomé Mitre) hasta Victoria (Hipólito Irigoyen) al sur.
Este proyecto de Thays no se llevó a cabo y luego de varios emprendimientos, el llamado parque se inauguró en 1904. Su frente semicircular recuerda las medidas de la Aduana Nueva o de Taylor, que se encontraba en el mismo solar.
La avenida que bordea a la parte este, mirando al río, que va de norte a sur y de sur a norte se denomina La Rábida, por el célebre monasterio español ubicado a cinco kilómetros del puerto de Palos donde Colón, Alonso Pinzón, Fray Juan Pérez y Fray Antonio de Marchena, buscaron el apoyo de los Reyes Católicos para el viaje.

Antecedentes en la Argentina
Durante la época colonial, las autoridades y habitantes no evocaron a este navegante. Las primeras manifestaciones recordatorias fueron efectuadas recién durante la segunda mitad del siglo XIX, una vez consolidada la Unidad Nacional. Actualmente ostentan el nombre de Colón dos ciudades, una en la provincia de Entre Ríos, sobre el río Uruguay, y otra en la de Buenos Aires, y algunas localidades de Santa Fe, Mendoza, Salta, San Luis y San Juan, así como un partido de Córdoba con cabecera en Jesús María.
Avenidas, calles y plazas con su nombre se encuentran diseminadas en todo el territorio de nuestro país, como la concurrida avenida Paseo Colón de nuestra ciudad que lleva su nombre desde 1857 y el teatro lírico que en el solar del ángulo nordeste de Reconquista y Rivadavia frente a la Plaza de la Victoria, hoy parte de Plaza de Mayo, fue erigido en el mismo año por Carlos E. Pellegrini. Funcionó hasta 1887 y fue reemplazado en 1908 por el actual frente a la plaza Lavalle.
Importantes asociaciones de inmigrantes italianos han tomado el nombre de Colón, destacándose la Asociación Cristóforo Colombo que aloja una escuela italiana propiedad del Gobierno de Italia, levantada en el barrio de Belgrano.

Recordatorios del Gran Navegante
El primer monumento a Colón fue erigido en Cuba el 12 de octubre de 1862 y, catorce años más tarde, se inauguró otro, el 12 de octubre de 1876 en Filadelfia, Estados Unidos. El mismo año su figura era evocada en la ciudad de Lima, capital del Perú y más tarde Chile honraría su memoria en setiembre de 1877.
En la plaza Acquaverde de Génova, se levanta el monumento al descubridor de América; teniendo en su base cuadrangular la inscripción “A Cristóforo Colombo, la Patria“. La figura del Almirante, avanza un pie, mirando hacia el mar, los ojos en la obsesionante Chipango. Como en un bastón, se apoya en el ancla madre de su carabela “Santa María“.
En la Argentina, el primer homenaje escultórico data de 1871, cuando el comerciante genovés Juan B. Castagnino, un respetado vecino de Villaguay, Entre Ríos que llegó a ser Intendente de esa ciudad, finalizó uno de los más importantes edificios de esa localidad, colocando en el parapeto del frontispicio una estatua de Colón. Constaba de tres elementos realizados en mármol importados de Italia: un busto del navegante, un globo terráqueo y una carabela. Estos cuerpos escultóricos fueron llevados desde el puerto de Buenos Aires en un pequeño vapor que realizaba el viaje hasta Concordia y luego en una legendaria carreta.
Por iniciativa de las colectividades italiana, española y francesa de la ciudad de Chivilcoy, se inauguró un monumento a Colón en 1892. Al siguiente año, fue levantado otro en Gaiman, una población fundada por galeses en Chubut, a 15 km de Trelew. Consta de una pirámide de cuatro metros de altura sobre una base cuadrangular, teniendo en cada lado una dedicatoria en galés, español, italiano e inglés.
El 27 de mayo de 1897, la Municipalidad de Buenos Aires y recibió un monumento a Colón de la escultora María Aguirre de Vasilizos, destinado a los salones del Teatro Colón y que fue emplazado en 1921 en la plaza Coronel Martín Irigoyen ubicada en una propiedad particular entre las calles Fonrouge, Cassio, Larrazábal y Caaguazú.
En 1899, en la estancia “La Polvareda” próxima a Bernal, el genovés Agustín Pedemonte hizo esculpir una estatua de Colón para luego donarla a la Municipalidad de Quilmes, estando actualmente emplazada en Bernal.
El 18 de febrero de 1900, en la ciudad de Mar del Plata se inauguró la estatua de Colón en el parque que lleva su nombre, que bordea la avenida homónima.

Germina una idea
Como una avalancha de historia, llegaron los festejos del Centenario de 1910. Naciones amigas brindaban tributos recordatorios de amistad y confraternidad que, con el tiempo se instalaron en distintas plazas públicas de la ciudad.
La colectividad italiana tomó la iniciativa de erigir en Buenos Aires un monumento al “ligur valiente“ como lo llamaba el conde Leopardi, partiendo esta idea del Círcolo Italiano, entidad inaugurada en 1873. Sus primeras autoridades fueron: Presidente el doctor Carlos Gallarani y Consejeros: P. Tarnasi, G. Ramorino, J. Bonadeo, F. Olivieri, R. Ferro, G. Ramorino, E. Cohen, G. Caprile y G. B. Repetto, ocupando de 1900 a 1924 la residencia de la calle Florida 8 de Vicente Devoto donde se reunían los miembros del Comité encargados de los trabajos relacionados con el monumento.
En agosto de 1907, se inauguró en sus salones una exposición de bocetos de los escultores Biondi, Ferrari, Maccagnani y Zocchi, que habían llegado en grandes cajas desde Italia a bordo del vapor “Umbría”.

Antonio Devoto
En un principio Antonio Devoto pensó costear por sí solo el monumento y ofrecerlo a la Argentina como testimonio de reconocimiento hacia esta tierra que tan bien lo recibió, eligiendo a Cristóbal Colón como la personalidad más significativa para representar el símbolo de la solidaridad ítalo-argentina.
Encargado el trabajo, hecho el boceto y ya aprobado el presupuesto de gastos, Devoto creyó oportuno asociar a su iniciativa a un núcleo de amigos, resolviendo llamar a toda la colectividad a participar en ella, ya que la inmensa mayoría de los residentes italianos compartía los afectos del iniciador y tenía, por lo tanto, el derecho y el deber de cooperar en la realización del proyecto.
Se constituyó así el Comité Pro Monumento a Cristóbal Colón, siendo designado presidente Antonio Devoto, quien tuvo como colaborador a Lorenzo Pellerano como Vicepresidente, al doctor Juan D. Rolleri designado Secretario y al doctor Cittadini, entre otros, que lo acompañaron en esta ardua y difícil tarea. Los cuatro hermanos Devoto, Antonio, Bartolomé, Tomás y Cayetano colaboraron donando fuertes sumas de dinero.

Un notable escultor
Finalmente el Comité se pronunció a favor del trabajo presentado en un concurso nacional, por el escultor italiano Arnaldo Zocchi, nacido en Florencia en 1862 y fallecido en Roma en 1940. Discípulo de su padre, el escultor Emilio Zocchi, no tardó en destacarse utilizando para sus obras el mármol estatuario de blancura homogénea, sin vetas. En 1886 presentó en la Exposición Internacional de Roma un monumento dedicado al pintor “Pier della Francesca”, obteniendo la gran medalla de oro. Labró el ecuestre de Garibaldi y un Michelangelo. Acaso sea la estatua ejecutada para el ingeniero A. Brisse, la obra máxima de Zocchi, el mármol “San Antonio di Padova”, un conjunto que se encuentra reproducido en varias ciudades italianas y de América del Sur.

Colocación de la piedra fundamental
El monumento a Colón debía estar listo para ser inaugurado en 1916, centenario de la jura de nuestra Independencia, pero a causa de la Primera Guerra Mundial se atrasaron los trabajos, siendo imposible finalizarlos para esa fecha.
La piedra fundamental fue colocada el 24 de mayo de 1910, considerando al monumento como un obsequio de la colectividad italiana residente en nuestro país con motivo de las fiestas del Centenario.
Al acto asistieron el presidente de la República, José Figueroa Alcorta, el presidente de Chile, doctor Pedro Montt, el intendente municipal Manuel J. Güiraldes, altas autoridades italianas encabezadas por el embajador extraordinario del rey de Italia, Honorable Ferdinando Martini y el ministro plenipotenciario, conde Vincenzo Macchi di Cellere, representantes de los tres poderes nacionales, militares, Bomberos Voluntarios de la Boca y numerosos delegados de las instituciones del barrio de la Boca.
En medio del entusiasmo del numeroso público asistente, hicieron uso de la palabra el embajador extraordinario de Italia, el intendente municipal y brevemente el presidente de la República, desde un palco levantado sobre la avenida Paseo Colón, detrás de la Casa de Gobierno, de cara al parque que linda con el Puerto Madero.

El monumento
El monumento a Cristóbal Colón es de mármol estatuario extraído en las canteras de Carrara, utilizando más de 1400 toneladas y cubre una superficie total de 174 metros cuadrados. Fue realizado totalmente en el taller que el artista poseía en su país.
El trabajo llegó al puerto de Buenos Aires desarmado, con sus piezas talladas numeradas, junto con su autor, quien dirigió personalmente el montaje de la obra. Todo el monumento es sumamente alegórico, eligiendo Zocchi los elementos que le brindaba la Academia, que en Europa eran pautas pasadas de moda, pero en nuestro país seguían siendo de mucho agrado.
El 15 de junio de 1921, se inauguró con una ceremonia que alcanzó extraordinario lucimiento con la presencia del presidente de la república, Dr. Hipólito Irigoyen, con todos sus ministros, el ministro de Italia embajador especial del rey Víctor Manuel III, doctor Vittore Cobianchi, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, representantes del Congreso Nacional, del Consejo Deliberante, miembros del Comité Organizador, delegados y directivos de la Federación de Sociedades Italianas, Centro de Cultura Latium y distinguidas personalidades de la colectividad.
Este notable monumento consta de tres partes perfectamente distinguibles: una amplia base constituida por un bloque de mármol de 35 toneladas, cuya superficie sinuosa simboliza las aguas del océano, una columna y la estatua propiamente dicha.
Mide 26 metros de altura; su peso es de 115 toneladas. Por tales motivos debieron construirse previamente cimientos muy profundos y fuertes para que sirvieran apropiadamente de apoyo y sustentación, teniendo en cuenta que el Túnel de Carga del Ferrocarril Oeste que une Caballito con Puerto Madero, pasa a pocos metros de los mismos, encontrándose una pequeña comunicación entre ellos por la cual se aprecia el paso de los convoyes desde el segundo subsuelo del basamento, según hemos podido comprobar personalmente. El andamiaje de hierro fue realizado por la firma “Vasena Hermanos”.
Sobre la base, se eleva la columna de 40 toneladas en un solo bloque, coronada por un capitel jónico sobre el que descansa la estatua de 6,10 metros de altura. Para izarla se montó un guinche hidráulico en la parte superior del andamiaje donde lo había instalado el Director General de Navegación y Puertos, Ing. Humberto Canale, para lo cual se emplearon tres días, y a cuyo pie se encuentra la inscripción:“A Cristóforo Colombo”. “Italicus, Romae-MCMVIII– MCMXX” – “PALOS 3 AGOSTO MCDXCII”.
El navegante se presenta en actitud de escrutar el océano o mirar hacia España desde donde partió, teniendo entre sus manos cruzadas los papeles de navegación o el contrato de Capitulación con las firmas “Yo el Rey, Yo la Reina” y su designación de Almirante del Mar Océano, Virrey y Gobernador General de todas la tierras descubiertas, con el derecho al diez por ciento de todas las mercancías “ya sean perlas, piedras preciosas, oro, plata, especias“, único juez de todas las posibles objeciones de otros mercaderes sobre las atribuciones del Almirante.
La fachada del monumento da hacia el este. Debajo del pilar, en el frente se halla la proa de una embarcación impulsada por cuatro vigorosas figuras de marinos, una alegoría que representa la salida del puerto de Palos, el lanzamiento al mar de la nave con la proa engalanada de guirnaldas de hojas de roble y gruesas cadenas, que ha de conducir la Civilización hacia lugares desconocidos. Todas las figuras son de gran tamaño entre 3,50 y 5 metros.
La Civilización está representada por una figura que lleva en la mano derecha una antorcha; apoya su mano izquierda en el hombro del Genio alado señalando la tierra lejana. La Ciencia aguarda sentada en actitud pensativa. Los argonautas ayudan a poner el barco en el mar. En la base se encuentra la inscripción: “Palos III Agosto MCDXCII”. Sobre esta cara este se observan unas marcas y roturas, huellas de disparos de proyectiles ejecutados durante la revolución de 1955.
En la base del frente norte, hay un altorrelieve con una escena que representa el juramento de Colón a los Reyes Católicos con la firma de las Capitulaciones de Santa Fe, donde se les reconoce como Soberanos de los mares que recorrería el navegante, exponiendo el proyecto de su audaz empresa. No debemos olvidar que los caminos a Oriente habían sido obstruidos por los árabes instalados en Turquía, por lo tanto encontramos arriba de este altorrelieve la alegoría que representa a un hombre barbado llevando sobre la espalda un lobo marino. Es el Dios Océano con su larga barba al viento, hijo del Cielo y de La Tierra; Dios de ese Océano Atlántico que debe cruzar la expedición colombina, o “Proteo” hijo de “Neptuno”, dios del mar, de los ríos y las fuentes, pastor de los rebaños de lobos marinos, focas y de todas las demás clases de seres acuáticos, siendo por eso, que el carro de “Neptuno” se encuentra tirado por cuatro caballos marinos o delfines. Sobre ese lado, en la columna está la inscripción en latín:

“Veniant annis
Secula seris quibus Oceanus
Incula terum laxen, e ingens
Poteat Telus Tiphisque nenos
Detegat Orbis nec fit Terris
Ultima Fille. “

En el lado sur está representado el retorno del Gran Navegante a España luego de siete meses. Su llegada a Lisboa y de allí a Barcelona donde se encontraban los Reyes Católicos, y en lugar de especies, gemas y telas preciosas, Colón trae naturales de la tierra descubierta, plumas, pájaros raros y pequeños objetos de oro, estando Fernando sentado e Isabel de pie. Como alegoría, un mundo y una figura femenina simbolizando la redondez de la Tierra y la teoría que el navegante desplegó en la corte española para realizar su viaje.
En el lado oeste, el posterior del monumento, que mira a la Casa de Gobierno, un grupo de personas simboliza los primeros desembarcos en el Nuevo Continente. En la parte superior, una figura femenina con los ojos vendados, representa la Justicia o el Porvenir, aferrando con su mano derecha una gran rama de palma y la otra, apoyada sobre una antigua ancla de barco. Detrás, hombres que sostenidos por la Fe, clavan la cruz como símbolo de la civilización cristiana en el suelo de América.
El escultor grabó su nombre sobre ese lado, acompañado de la leyenda “Molis Artifix”, ”Artista de la Piedra”.
En la parte posterior se abre la entrada a una cripta que se encontraba resguardada por una férrea puerta labrada de estilo romano en mármol macizo que pesaba ochocientos kilos, destruida en 1986 por un atentado de manos criminales que colocaron una bomba sin importarles la cultura y menos el arte.
Los cuatro ángulos de la base del monumento se encuentran unidos por un alto relieve representando guirnaldas de laurel detrás de las cuales asoma un abanico de hojas de palma
Esta puerta era la guardiana de la cripta circular que tiene en su marco frases del navegante vertidas en el diario de su hijo Diego, como “Buscar el Levante por el Poniente”, y un importante zócalo de mármol rosado y “bardiglio”. A esta habitación se llega bajando cuatro escalones y contiene o contenía, una urna de bronce enviada por la Comuna de Génova con un ladrillo de la casa de Colón. Esta urna descansa sobre un trozo de mármol antiguo que la Comuna de Roma sacó del Foro Palatino, para donarlo a los italianos residentes en Buenos Aires.
Del centro cuelga una gran lámpara votiva de hierro forjado entre cantidad de estrellas doradas que se destacan en un cielo azul que se confunden en un friso pictórico circular al óleo sobre tela, obra del pintor italiano Francisco Pablo Parisi, nacido en Tarento en 1857, que decoró la Catedral de Buenos Aires (presbiterio, cúpula, la nave principal y las laterales). La pintura representa la historia de la navegación desde las tres carabelas de la gran empresa, los diversos tipos de embarcaciones que surcaron el Océano Atlántico en los siglos posteriores hasta el “Giulio Cesare” y al final unos aviones biplaza. Se nota que tiempo atrás se lo intentó restaurar, pero el trabajo no fue bien efectuado.

En la actualidad
Recientemente fue recuperada la cripta sobre la parte desenterrada y puesta a la vista de los restos de la Aduana Nueva o de Taylor, con una puerta de rejas. Allí se inauguró el Centro de Interpretación del Casco Fundacional dedicado a revelar la historia anterior a su fundación, con una muestra permanente de videos, fotos y dibujos que muestran la evolución de la zona donde nació nuestra ciudad.
Podemos observar cómo era la planicie porteña cuando al territorio llegaron las naos españolas, el reparto de tierras, las primeras edificaciones, la construcción del Fuerte San Baltasar de Austria y la Plaza Mayor, el entorno y la Aduana construida por el inglés Taylor, el desarrollo gradual de la Casa de Gobierno y lo que nos queda de los objetos donados por la colectividad italiana en 1921.
El 12 de octubre de 1925, al pie de este se ejecutó por primera vez el “Himno a Colón en el Día de la Raza”, del músico y compositor italiano Juan Serpentini, nacido en Recanati en 1864, con letra de Julio F. Picarel.
Este monumento de Cristóbal Colón, tal vez un poco olvidado por el lugar en que se encuentra, en el centro del Parque que lleva su nombre, fue varias veces modificado. En un principio tenía en las cuatro esquinas sendas fuentes de forma cuadrangular con bancos de madera, y frondosa vegetación compuesta por árboles como laurel tin, tipas, plátanos, palmeras, magnolias, robles, hiedras, entre otras. El 11 de setiembre de 1984 el Intendente Municipal, en conmemoración del Día del Arbol, participó en la plantación de palmeras en la nueva arteria removida de La Rábida, que realizaron los alumnos de la Escuela Nº 4 de la Ciudad de Buenos Aires, vinculando el parque con la Casa de Gobierno y la Plaza de Mayo.
En estos días, a ochenta y cinco años de su inauguración, vemos que nuevamente se encuentran realizando otra remodelación integral del sector denominado Parque Colón Norte que abarca también la Plazoleta Nuestra Señora de las Nieves, copatrona de la ciudad. [Ilustraciones de la colección del autor.]

Bibliografía
Diario La Prensa, Colección. / Diario La Nación, Colección.
Almanaque del Mensajero para el año 1922 publicado por Viuda de M. Sundt, Buenos Aires, 1922.
Revista PBT, Año 7, Nº 288, año 1910.
BALIARI, Eduardo, “Los Monumentos”, Buenos Aires, Ministerio de Cultura y Educación, 1972.
GANDÍA, Enrique de, Historia de Cristóbal Colón, Buenos Aires, 1942.
MARONESE, Leticia, TOTO, Carlos M., ESTÉVEZ, Carlos A., Monumentos y Obras de Arte en el espacio público de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, Comisión de Preservación del Patrimonio Histórico-Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, 2001.
PETRIELLA, Dionisio, Vida de Colón, Buenos Aires, Asociación Dante Alighieri, 1991.
ROCCA, Edgardo José, “El Almirante de la Mar Océano”, Boletín Cefiloza Nº 170, Lomas de Zamora, 2004.
TAVIANI, Paolo E., Cristóbal Colón, genio del mar, Buenos Aires, 1995.
ZAGO, Manrique, Buenos Aires y sus esculturas, Buenos Aires, Edición del autor, 1981 playón. A la izquierda se observa aún el Edifico de Rentas Generales construido por el arquitecto Taylor y demolido en 1943.

Información adicional

HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año VIII – N° 43 – octubre de 2007
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991

Categorías: Efeméride, Inauguraciones, piedras fundamentales, Estatuas, monumentos y placas, Plazas, Parques y espacios verdes, Cosas que ya no están
Palabras claves: Colon, Arnaldo Zocchi, Parque Colon

Año de referencia del artículo: 2020

Historias de la Ciudad. Año 8 Nro43

Maquetas presentadas por el escultor Arnaldo Zocchi y exhibidas en el Círculo Italiano de la calle FLorida.

Inauguración del Monumento a Colón. Fotógrafo no identificado, 1921. Archivo Cuarterolo.

Llegada del presidente de la República, José Figueroa Alcorta, al acto de colocación de la piedra fundamental.

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