Contrariamente a lo sucedido en Buenos Aires, donde se acuñaron varias medallas de premio y conmemorativas de las Invasiones Inglesas por parte de los españoles, no se conoce ninguna medalla contemporánea uruguaya que haga referencia a los acontecimientos producidos durante la ocupación británica. En este número de “Historias”, Hugo M. Puiggari se refiere a las piezas argentinas y a las dos únicas medallas inglesas relacionadas con Buenos Aires. Por ello consideramos importarte incluir aquí esta colaboración especial de Hugo Mancebo Decaux, que complementa el artículo anterior haciéndonos conocer una tercera pieza de origen británico otorgada a sargentos del Regimiento 95 de Rifleros por la toma de Montevideo. Esta es, por su parte, la única condecoración al valor otorgada oficialmente por el gobierno inglés relativa a la campaña del Río de la Plata.
Las Invasiones Inglesas constituyeron episodios de características muy especiales, que repercutieron política y económicamente en la vida de las dos grandes ciudades del Plata, Montevideo y Buenos Aires. La región cambió a partir de los acontecimientos desencadenados por el intento de los ingleses de establecerse en Sud América, después de la conquista del Cabo de Buena Esperanza, en África.
El fracaso británico por conquistar militarmente el Plata, no fue impedimento para que iniciaran en el acto la conquista comercial: hallaron muy lucrativa, para estos fines, la producción de estas tierras. Los que fueran enemigos durante las invasiones, pronto serán aliados en España, peleando codo con codo para derrotar a Bonaparte.
Habiendo fracasado el primer intento de apoderarse de Buenos Aires por parte de las tropas comandadas por Beresford, ciudad a la que ocupó desde el 26 de junio al 12 de agosto de 1806, los invasores se reagrupan y reciben refuerzos de tropas comandadas por Sir Samuel Auchmuty. Entre estas venía el Regimiento 95 de Rifleros.
El 5 de enero de 1807, los ingleses llegaron a Maldonado y tras breve combate tomaron la ciudad y fortificaron la isla de Gorriti. El 13 abandonaron Maldonado, dejando una pequeña fuerza en la mencionada isla para desembarcar el 16 de enero a 9 millas de Montevideo donde tuvieron una pequeña escaramuza con los españoles, ocasión en que fue muerto un clarinetista inglés. El 19, Auchmuty avanzó sobre la ciudad y se detuvo a dos millas de la Ciudadela. El 20 los españoles salieron con 6000 hombres, compuestos de una columna de caballería y otra de infantería. Aquella atacó el flanco izquierdo de Auchmuty y la otra el otro costado. Esta infantería fue atacada a fondo por el Regimiento de Fusileros pero no pudieron doblegar su resistencia, convirtiéndose en una encarnizada batalla que les costó a los españoles entre 200 y 300 muertos.
En la “Historia de la Brigada de Rifles” del coronel Willoughby Verter, encontramos una interesante descripción de Montevideo en esa época: “La ciudad de Montevideo, en el momento era una ciudad compacta, groseramente ovalada de forma, con una milla y media de largo por una milla de ancho. Estaba enclavada en una intersección rocosa proyectándose hacia el mar, el cual la rodeaba en tres de sus lados. Las defensas marítimas consistían en trece bien construidas baterías poderosamente armadas. El lado terrestre formaba una saliente. La costa sur tenía 100 yardas de largo y la norte cerca de 1200. La línea general de detención era una piedra de 4 pies de ancho y 15 de alto y en la saliente, una bien construida ciudadela amada con 20 cañones y 4 morteros, comunicaba la ciudad con un puente levadizo. Esta era la fortaleza que debieron enfrentar los ingleses y que contaba con 6000 hombres para su defensa”.
El comandante Auchmuty hizo bajar las baterías y cañones de sus barcos e inició el 2 de febrero un intenso bombardeo, tratando de causar daños a las murallas. Finalmente lograron abrir una brecha cerca del portón y el 3 de febrero a las 3 de la madrugada iniciaron el asalto, llegando a ella antes de que los defensores se dieran cuenta. Dada la oscuridad reinante y a que los españoles habían tapado la brecha con fardos de cuero, el capitán Dickinson y el mayor Gardner no pudieron localizarla en un primer intento, debiendo soportar el cañoneo español que barrió con 25 a 30 hombres de la compañía Ford Hope.
El primero en localizar la brecha y trepar por ella fue el capitán Renny al mando de la 40° Light Company, quien fue herido mortalmente. El capitán Dickinson, guiando las tropas de asalto pudo pasar la brecha subiendo a gatas; algunos entraron en la ciudad y otros treparon el muro y abrieron el portón para que entrasen sus camaradas.
La ciudad fue asaltada, peleándose calle por calle. Algunos fusileros treparon al campanario de la Iglesia Matriz, desde donde abrían fuego contra los montevideanos. A las 8 y media de la mañana se rindió la guarnición, quedando un saldo de 800 muertos, 500 heridos y 2000 prisioneros. El resto escapó en botes por el puerto. Las bajas británicas fueron muy pocas: 6 oficiales y 110 hombres muertos, 21 oficiales y 238 hombres heridos.
Alberto M. Salas en su “Diario de Buenos Aires”, escrito al estilo de un cronista de la época, narra el episodio de la toma de Montevideo de la siguiente forma: “Por vías muy indirectas han llegado algunas noticias de Montevideo, donde se dice que los hospitales están llenos de heridos y que los muertos han sido muchos, en cantidad que no se puede determinar debido a que después de la lucha se los enterró sin cumplir ningún requisito de identificación. A la buena de Dios.
Los ingleses han tenido muchas bajas durante el ataque a la ciudad, que se llevó por una brecha abierta cerca del Cabo Sur, a eso de las dos o tres de la mañana del día 3 de febrero, y aunque al principio avanzaron sin ser oídos, luego tuvieron que soportar un fuego mortífero de los nuestros, que se cobraron la derrota a un alto precio. Aunque tomaron la ciudad la resistencia se prolongó en la Ciudadela, que se rindió a las luces de la mañana. Hubo saqueo y pillaje, pero después se restableció el orden y hubo severos castigos a los desmanes de la soldadesca. El Cabildo fue protegido y sesiona normalmente, colaborando en el gobierno de la ciudad con el gobernador inglés. Se dice, además, que han arribado, de inmediato del triunfo inglés, gran cantidad de naves mercantes inglesas, que están desembarcando sus manufacturas y su gente. Hay quien escribe que los comerciantes que se han alojado en la ciudad pasan de 2000 personas, y que ya no hay casa que no albergue alguno de ellos, y que toda la ciudad es un verdadero baratillo. Los ingleses esperan hacer grandes negocios en cuanto ataquen a Buenos Aires. Muchas de las tropas inglesas han establecido campamento en el Cordón, y ya han reparado el daño que hicieron en las murallas e incluso las están reforzando. Los prisioneros fueron embarcados en los transportes, pero dejaron en tierra, previo juramento, a todos los hombres casados en Montevideo. El Gobernador y los demás jefes, así como el clero y todos los funcionarios han debido jurar fidelidad a Su Majestad Británica.”
La conducta de los rifleros fue sobresaliente en la ocasión y con la sanción de una Orden General, el duque de York destacó sus comportamientos, mientras a once sargentos del regimiento 95 se les entregaban medallas de plata al valor.
Los premiados fueron los sargentos Callum, Fair, Hoult, Mac Gibbon, Mac Kay, Mac Kechie, Nesbitt, Ross, Small, Staples y Thorpe. Una de estas piezas se encuentra en Montevideo, propiedad de los señores Juan Ignacio Risso y Adolfo Linardi, socios de la acreditada y conocida Librería Linardi y Risso, ubicada en la Casa del Vicario, en la calle Juan Carlos Gómez 1435. Risso formó una espléndida colección de monedas uruguayas, válidas como base para la instalación del Museo Numismático del Banco Central del Uruguay. A su gentileza debemos el conocimiento de esta extraordinaria joya numismática.
La pieza tiene en el anverso la Corona Real, de la cual pende un cuerno y en el medio el número 95. En el círculo se lee. RIFLE REGIMENT. El reverso es liso y tiene la inscripción: MONTE VIDEO / 3rd FEBY. 1807, y debajo tres sellos de platería. El primero con el busto real, el segundo con un león pasante y el tercero con la letra M. Estos punzones oficiales de la platería inglesa, corresponden al año 1807.
¿A cual de los once sargentos que mencionamos perteneció la medalla en poder de Linardi y Risso? No lo sabemos. Sí conocemos, que fue la única condecoración oficial otorgada por la toma de Montevideo en la campaña inglesa del Río de la Plata.
El fracaso británico por conquistar militarmente el Plata, no fue impedimento para que iniciaran en el acto la conquista comercial: hallaron muy lucrativa, para estos fines, la producción de estas tierras. Los que fueran enemigos durante las invasiones, pronto serán aliados en España, peleando codo con codo para derrotar a Bonaparte.
Habiendo fracasado el primer intento de apoderarse de Buenos Aires por parte de las tropas comandadas por Beresford, ciudad a la que ocupó desde el 26 de junio al 12 de agosto de 1806, los invasores se reagrupan y reciben refuerzos de tropas comandadas por Sir Samuel Auchmuty. Entre estas venía el Regimiento 95 de Rifleros.
El 5 de enero de 1807, los ingleses llegaron a Maldonado y tras breve combate tomaron la ciudad y fortificaron la isla de Gorriti. El 13 abandonaron Maldonado, dejando una pequeña fuerza en la mencionada isla para desembarcar el 16 de enero a 9 millas de Montevideo donde tuvieron una pequeña escaramuza con los españoles, ocasión en que fue muerto un clarinetista inglés. El 19, Auchmuty avanzó sobre la ciudad y se detuvo a dos millas de la Ciudadela. El 20 los españoles salieron con 6000 hombres, compuestos de una columna de caballería y otra de infantería. Aquella atacó el flanco izquierdo de Auchmuty y la otra el otro costado. Esta infantería fue atacada a fondo por el Regimiento de Fusileros pero no pudieron doblegar su resistencia, convirtiéndose en una encarnizada batalla que les costó a los españoles entre 200 y 300 muertos.
En la “Historia de la Brigada de Rifles” del coronel Willoughby Verter, encontramos una interesante descripción de Montevideo en esa época: “La ciudad de Montevideo, en el momento era una ciudad compacta, groseramente ovalada de forma, con una milla y media de largo por una milla de ancho. Estaba enclavada en una intersección rocosa proyectándose hacia el mar, el cual la rodeaba en tres de sus lados. Las defensas marítimas consistían en trece bien construidas baterías poderosamente armadas. El lado terrestre formaba una saliente. La costa sur tenía 100 yardas de largo y la norte cerca de 1200. La línea general de detención era una piedra de 4 pies de ancho y 15 de alto y en la saliente, una bien construida ciudadela amada con 20 cañones y 4 morteros, comunicaba la ciudad con un puente levadizo. Esta era la fortaleza que debieron enfrentar los ingleses y que contaba con 6000 hombres para su defensa”.
El comandante Auchmuty hizo bajar las baterías y cañones de sus barcos e inició el 2 de febrero un intenso bombardeo, tratando de causar daños a las murallas. Finalmente lograron abrir una brecha cerca del portón y el 3 de febrero a las 3 de la madrugada iniciaron el asalto, llegando a ella antes de que los defensores se dieran cuenta. Dada la oscuridad reinante y a que los españoles habían tapado la brecha con fardos de cuero, el capitán Dickinson y el mayor Gardner no pudieron localizarla en un primer intento, debiendo soportar el cañoneo español que barrió con 25 a 30 hombres de la compañía Ford Hope.
El primero en localizar la brecha y trepar por ella fue el capitán Renny al mando de la 40° Light Company, quien fue herido mortalmente. El capitán Dickinson, guiando las tropas de asalto pudo pasar la brecha subiendo a gatas; algunos entraron en la ciudad y otros treparon el muro y abrieron el portón para que entrasen sus camaradas.
La ciudad fue asaltada, peleándose calle por calle. Algunos fusileros treparon al campanario de la Iglesia Matriz, desde donde abrían fuego contra los montevideanos. A las 8 y media de la mañana se rindió la guarnición, quedando un saldo de 800 muertos, 500 heridos y 2000 prisioneros. El resto escapó en botes por el puerto. Las bajas británicas fueron muy pocas: 6 oficiales y 110 hombres muertos, 21 oficiales y 238 hombres heridos.
Alberto M. Salas en su “Diario de Buenos Aires”, escrito al estilo de un cronista de la época, narra el episodio de la toma de Montevideo de la siguiente forma: “Por vías muy indirectas han llegado algunas noticias de Montevideo, donde se dice que los hospitales están llenos de heridos y que los muertos han sido muchos, en cantidad que no se puede determinar debido a que después de la lucha se los enterró sin cumplir ningún requisito de identificación. A la buena de Dios.
Los ingleses han tenido muchas bajas durante el ataque a la ciudad, que se llevó por una brecha abierta cerca del Cabo Sur, a eso de las dos o tres de la mañana del día 3 de febrero, y aunque al principio avanzaron sin ser oídos, luego tuvieron que soportar un fuego mortífero de los nuestros, que se cobraron la derrota a un alto precio. Aunque tomaron la ciudad la resistencia se prolongó en la Ciudadela, que se rindió a las luces de la mañana. Hubo saqueo y pillaje, pero después se restableció el orden y hubo severos castigos a los desmanes de la soldadesca. El Cabildo fue protegido y sesiona normalmente, colaborando en el gobierno de la ciudad con el gobernador inglés. Se dice, además, que han arribado, de inmediato del triunfo inglés, gran cantidad de naves mercantes inglesas, que están desembarcando sus manufacturas y su gente. Hay quien escribe que los comerciantes que se han alojado en la ciudad pasan de 2000 personas, y que ya no hay casa que no albergue alguno de ellos, y que toda la ciudad es un verdadero baratillo. Los ingleses esperan hacer grandes negocios en cuanto ataquen a Buenos Aires. Muchas de las tropas inglesas han establecido campamento en el Cordón, y ya han reparado el daño que hicieron en las murallas e incluso las están reforzando. Los prisioneros fueron embarcados en los transportes, pero dejaron en tierra, previo juramento, a todos los hombres casados en Montevideo. El Gobernador y los demás jefes, así como el clero y todos los funcionarios han debido jurar fidelidad a Su Majestad Británica.”
La conducta de los rifleros fue sobresaliente en la ocasión y con la sanción de una Orden General, el duque de York destacó sus comportamientos, mientras a once sargentos del regimiento 95 se les entregaban medallas de plata al valor.
Los premiados fueron los sargentos Callum, Fair, Hoult, Mac Gibbon, Mac Kay, Mac Kechie, Nesbitt, Ross, Small, Staples y Thorpe. Una de estas piezas se encuentra en Montevideo, propiedad de los señores Juan Ignacio Risso y Adolfo Linardi, socios de la acreditada y conocida Librería Linardi y Risso, ubicada en la Casa del Vicario, en la calle Juan Carlos Gómez 1435. Risso formó una espléndida colección de monedas uruguayas, válidas como base para la instalación del Museo Numismático del Banco Central del Uruguay. A su gentileza debemos el conocimiento de esta extraordinaria joya numismática.
La pieza tiene en el anverso la Corona Real, de la cual pende un cuerno y en el medio el número 95. En el círculo se lee. RIFLE REGIMENT. El reverso es liso y tiene la inscripción: MONTE VIDEO / 3rd FEBY. 1807, y debajo tres sellos de platería. El primero con el busto real, el segundo con un león pasante y el tercero con la letra M. Estos punzones oficiales de la platería inglesa, corresponden al año 1807.
¿A cual de los once sargentos que mencionamos perteneció la medalla en poder de Linardi y Risso? No lo sabemos. Sí conocemos, que fue la única condecoración oficial otorgada por la toma de Montevideo en la campaña inglesa del Río de la Plata.
Información adicional
Año VII – N° 37 – agosto de 2006
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Ejército, Policía y fuerza pública, POLITICA, Hechos, eventos, manifestaciones, Historia, Política
Palabras claves: Ocupación Británica, Montevideo, Uruguay, Medallas
Año de referencia del artículo: 1806
Historias de la Ciudad – Año VI Nro 37