En un lugar destacado dentro de la popular “city porteña”, San Martín 216, se encuentra el edificio más antiguo relacionado con la banca de la ciudad de Buenos Aires. Este barrio durante el siglo XIX nucleó a la mayoría de los residentes ingleses dedicados básicamente al comercio, al por mayor y al menudeo, con tiendas sobre la calle Piedad, actual Bartolomé Mitre; desde 1810, en la “Sala de Comercio”, instalada en los altos del local de 25 de Mayo y Cangallo, se hacían cotizaciones y transacciones de valores.1
La Bolsa en nuestro país y sus edificios
Esta institución tiene su origen en la propuesta de Bernardino Rivadavia que, como ministro de Martín Rodríguez, alentó su fundación y, aunque la medida fue aprobada por el Consulado, los problemas políticos del momento no justificaron su permanencia.
Con el paso de los años los comerciantes porteños incrementaron sus actividades y se complicaron las operaciones financieras. Eso llevó a que en 1848 surgiera la idea de crear una sociedad de corredores, que se instaló en un principio en la calle Florida, en el escritorio de uno de sus miembros, don Francisco Achinelli. Se la conocía como el “Camoatí”, denominación guaraní de la colmena de abejas, en parangón con el acelerado movimiento diario de sus integrantes.
Llevados por las circunstancias, el lugar de encuentro fue cambiando, siempre dentro de la misma zona. Después de la caída de Rosas se instalaron en la esquina de Reconquista y Bartolomé Mitre, donde actualmente se encuentra el Bank Boston. Sus funciones se limitaban a fijar el precio del oro y algunos títulos y acciones, sin llegar a satisfacer las necesidades de una auténtica Bolsa de Comercio.
Por ello, el 1° de julio de 1854, bajo la presidencia del Sr. Francisco Balbín, se reunieron 118 comerciantes caracterizados de esta plaza y constituyéndose en Tribunal de Comercio, fundaron la Bolsa. Su primer local estuvo en la esquina de Cangallo (actual Teniente General Perón) y San Martín, donde hoy se encuentra Telefónica Argentina. Sus rápidos progresos y su creciente prosperidad pronto reclamaron la habilitación de un local más adecuado y por ello adquirieron a la familia Bosch el actual terreno de San Martín 216 con el objeto de construir un nuevo edificio.
Para ello se convocó a un concurso con un presupuesto previsto de 700.000 pesos moneda corriente de la Provincia de Buenos Aires, que equivalían a $ 28.000 fuertes. Los proyectos recibidos fueron doce. Se eligió el presentado por los arquitectos Henry Hunt y Hans Schroeder, que por esa época tenían su estudio en Piedad 29 (hoy Bartolomé Mitre) quienes, a partir de ese encargo, se dedicaron a la construcción de edificios específicamente diseñados para la actividad bancaria en la ciudad de Buenos Aires.
Ejemplo de ello fueron el antiguo Banco de Londres (1867), la casa central del Banco de la Provincia de Buenos Aires (1869) y el Banco Hipotecario de la misma provincia (1872). Con anterioridad trabajaron en obras de diversa índole en la campaña bonaerense, como puentes, muelles e iglesias. En 1856 habían construido en estilo gótico la iglesia de la colectividad alemana, todavía existente y el Teatro Coliseum de la calle Lavalle, inaugurado en 1865 y decorado por el pintor Pallière. Sobre este edificio trae un amplio comentario “El Diario del Domingo” del 22 de abril de 1866 que lo ilustra con un dibujo de Juan L. Camaña.
Hunt y Schroeder habían establecido en 1858 su primer estudio de arquitectura en la calle Corrientes 23 (numeración antigua) y en 1875 el primero de ellos intervino en las reformas realizadas para “modernizar” la Pirámide de Mayo.
Los modelos arquitectónicos europeos
Para el edificio de la Bolsa porteña, los arquitectos Hunt y Schoerer actuaron en coincidencia con el refinado gusto europeo de la época, cuyos antecedentes son dignos de recordar. Se considera que la banca, como hoy se la conoce, tuvo sus orígenes en las actividades derivadas del comercio mediterráneo y, específicamente, en el siglo XIV en Italia, pero en el siglo XVI la hegemonía comercial había pasado a Londres y Amsterdam. En ambas ciudades se debieron construir edificios adecuados para estos fines.
La Real Bolsa de Londres y la Amsterdam Beurs tenían un patio abierto y claustro. Ocurrido el incendio de Londres de 1666 ese edificio se destruyó y el arquitecto Edward Jarman construyó entre 1667-1671 uno nuevo con una fachada resuelta dentro de las líneas de edificación greco-romanas, respetando la estructura anterior.
Iñigo Jones (1573-1652), proyectista reconocido de la familia real, impuso luego de sus viajes a Italia hacia 1560 y 1613, el estilo de Palladio,2 rápidamente aceptado por el gusto de la refinada clase señorial inglesa durante la época georgiana, deseosa de construir edificios organizados en su totalidad de acuerdo con reglas racionales, tanto en la planta como en el alzado. Este estilo fue el elegido para el Banco de Inglaterra cuando construyó en 1732 su propia sede.3
En Inglaterra, como en algunos otros países de Europa, donde la clase burguesa detentaba poder económico, ya se había conformado para el siglo XIX, una tipología arquitectónica para bancos y bolsas, compuesta de una fachada con elementos ornamentales clásicos y en su interior un patio porticado.4
Historia del edificio y análisis estilístico
En esta obra, los arquitectos Hunt y Schoerer se adaptaron a la mentalidad sajona de la mayoría de los habitantes del barrio de Catedral al Norte y a la imagen canónica de la Casa Central del Banco de Inglaterra y de algunas de sus sucursales.5
El viajero británico Thomas J. Hutchinson describe este edificio con admiración: “Es un precioso edificio pequeño, levantado en 1861, en la calle de San Martín. En él la vida cambista de Buenos Aires lucha vigorosamente cada día. Por fuera, la Bolsa, con sus cuatro faroles de primer orden, tiene toda la apariencia de un respetable banco europeo. Por dentro me pareció, en mi visita a las 2 de la tarde, sujeto a inconveniencias. Está iluminado por arriba, y en el centro de la sala principal hay un pequeño círculo de aserrín que está encerrado y que al principio creí que hubiera sido hecho para un volatín de liliputienses, hasta que comprendí ser el círculo alrededor del cual los compradores se reúnen a la mágica voz del corredor. En los altos hay un cuarto de lectura y la luz y la ventilación parecen bastantes”.
El aspecto más destacado del edificio de San Martín 216 es su fachada, que, de acuerdo con los antecedentes descriptos, reúne elementos arquitectónicos dispuestos en un orden lógico y racional, que la definen dentro del neoclasicismo austero de fines del siglo XVIII y principios del XIX.
Este estilo relaciona las formas sobrias de la antigüedad con la idea de estabilidad y seriedad, imagen que la institución bancaria o bursátil necesitaba.6 Dividido en un cuerpo central y dos laterales, el acceso está compuesto por tres entradas de características similares, jerarquizándose la del medio al colocarle a ambos lados dos columnas elevadas sobre basa, con fuste liso y capitel jónico. Los cuerpos laterales están limitados por pilares definidos que acentúan el contraste de luces y sombras.
El “piano nobile” se separa de la planta inferior por un fuerte cornisamiento de neto origen italianizante, donde una balaustrada limita los balcones de los tres cuerpos. Las ventanas de la planta alta se ubican en relación armónica con los vanos de la planta baja. Están limitadas por pilastras con capiteles de orden corintio. Los vanos correspondientes a los cuerpos laterales están coronados con frontis triangulares y todo el conjunto es rematado por un importante frontis similar que comprende todo el cuerpo central.
El edificio original constaba de un gran patio central, compartido por las dos plantas, rodeado de oficinas y cubierto por un lucernario de bóveda de cañón, de hierro y vidrio. En el centro se encontraba el podio donde se reunían los cambistas. La planta alta estaba destinada a locales complementarios y vivienda del gerente.
Le antecede un pequeño atrio limitado por una elegante reja con faroles, detalle compartido con la Catedral Anglicana de Buenos Aires, sita en 25 de Mayo 282. Este espacio anterior, además de realzar la fachada, establece una mayor vinculación con el planteo urbanístico londinense.
Durante más de 20 años funcionó la Bolsa en este local, hasta que resultó pequeño. Se formó una sociedad anónima exclusivamente destinada a la construcción de un nuevo edificio. La inauguración de la nueva sede se realizó en 1885, en el lugar donde hoy se encuentra el frontis de la Casa Central del Banco de la Nación Argentina.
El viejo edificio fue adquirido por el Gobierno Nacional en 1886 para sede del Banco Hipotecario Nacional, luego fue ocupado por la Caja de Conversión, el Crédito Público Nacional y el Banco Industrial, hasta que en 1942 fue cedido en comodato al Banco Central.
Con el tiempo sufrió modificaciones, sin grandes cambios estructurales, para ser adaptado a las funciones de las instituciones que allí se alojaron, hasta que se refaccionó el espacio central en 1966, al constituirse la sede de la Cámara Compensadora y se ubicó en la planta baja el centro de cómputos. Se eliminó su doble altura colocando un techo que en el primer piso está rodeado de la balconada de fundición agregada en la reforma de 1871.
En la década del 80 del siglo XX se le agregó un segundo piso. Esta incorporación fue ponderada por el Director del Museo de la Ciudad de Buenos Aires, arquitecto José María Peña por haberse realizado conservando la armonía de su fachada.
Desde 1989 funcionan en él la Biblioteca “Dr. Raúl Prebisch” y el Museo Numismático “Dr. José Evaristo Uriburu”. Este último tiene por objeto coleccionar, exhibir y custodiar piezas monetarias hispanoamericanas y nacionales que circularon en el actual territorio argentino desde el siglo XVI hasta nuestros días.
Abrió sus puertas al público el 31 de mayo de 1941, gracias a la actuación del Dr. J. E. Uriburu, primer vicepresidente del Banco Central, quien se ocupó de clasificar y habilitar la muestra. Por esa destacada actuación, en 1968 se le impuso su nombre.
Además, el estudioso puede consultar la biblioteca especializada en historia monetaria que brinda información actualizada por la constante incorporación de bibliografía. Los libros y revistas son sistemáticamente fichados facilitando su uso, en forma rápida.
Se reciben delegaciones estudiantiles a quienes se los introduce en la muestra con una charla ilustrada con diapositivas que didácticamente permite la visión de la totalidad de las piezas expuestas. Posteriormente, habiéndose logrado despertar el interés en el material expuesto, los educandos se acercan a las vitrinas convenientemente motivados, lográndose una mejor disposición ante el hecho cultural.
La “Biblioteca Raúl Prebisch”, por su parte, reúne la más importante colección de libros de temas bancarios y económicos y es de consulta pública.
Este edificio, ante el cual en muchas ocasiones, transeúntes distraídos hacen la señal de la cruz, saludándolo como a un templo católico, ostenta en su fachada una placa evocativa que señala su carácter público. Dice así: “San Martín 216. En este histórico edificio sesionó la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. 28 enero 1862 – 7 septiembre 1885. Edificio del Banco Central desde 1940. Homenaje de la Academia Argentina de la Historia. Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Junta de Estudios Históricos de San Nicolás. 23 de agosto de 1995”.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año II – N° 8 – Marzo de 2001
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: ARQUITECTURA, Edificios Públicos, Comercios, TEMA SOCIAL, Vida cívica,
Palabras claves: La Bolsa, sociedad de corredores, transacciones, ingleses, calle florida
Año de referencia del artículo: 1886
Historias de la Ciudad. Año 2 Nro8