Muy poco se conoce de él. Dos de sus obras más importantes no perpetuaron su nombre pero trascendieron en el tiempo: eran las propiedades de Rosas, que posteriormente fueron sede de importantes instituciones públicas, una de ellas hasta comienzos del siglo XX. Sus trabajos como mensurador y tasador. Su última intervención conocida como decano de alarifes.
Palermo de San Benito no conoció mano de arquitecto ni de ingeniero. Todos sus edificios, caminos, puentes y su paisajismo se debieron solamente a la labor de un humilde y desconocido maestro albañil que supo conquistar, vaya uno a saber como –presumimos que por su eficiente labor y obediencia– el beneplácito del Restaurador de las Leyes.
Miguel María Cabrera, así se llamaba este desconocido personaje que convivió con Rosas durante muchos años, llevó a cabo la construcción de la quinta de Palermo y el camino homónimo, la refacción y ampliación de la casa de Moreno y Bolívar, solar que habitaba Juan Manuel en la ciudad, y obras en sus estancias.
Después de la caída de Rosas, intervino en innumerables tasaciones de terrenos y edificios importantes hasta fines del siglo XIX; como reconocimiento a su larga actuación lo encontramos en 1882 (tenía 74 años) convocado como uno de los más antiguos Maestros Mayores de la Provincia de Buenos Aires, y dirigido por el Jefe de la Sección de Arquitectura del Departamento de Ingenieros, Pedro Benoit, “a formar un arco y macizar con ladrillo mezcla el todo de la excavación” para contener la caja de piedra con diversos documentos y medallas alusivos cuando se fundó la ciudad de La Plata.1
El último domicilio registrado de Miguel Cabrera, como tasador público,2 figura con oficina en Tucumán 250 (numeración que en ese entonces se ubicaba entre Florida y Maipú). El propietario de esta casa era Antonio Devoto.
Distintos documentos encontrados han permitido conocer muchos aspectos de este vecino de Buenos Aires que se dedicó durante toda su vida a la construcción. Sin embargo, lo que aún no se ha podido hallar es la fecha de su muerte. Como tampoco se ha podido saber con quién se formó en el arte de la construcción.
Cabrían aquí las palabras con que Manuel Mujica Láinez comienza la Vida de Aniceto el Gallo3: “La falta de datos rigurosos envuelve la primera parte de su existencia con mañanera neblina. Todo se torna conjeturas y deducciones ante quien pretende estudiarla a la luz de documentos prolijos… Los enigmas se yerguen alrededor de su pobre cuna”. Que, en este caso, aplicado a Miguel Cabrera, también alcanzaría tal feliz definición a la última parte de su existencia.
Nada se sabe tampoco sobre su educación. Por los documentos hallados se puede decir que era un hombre que había recibido instrucción: su letra clara, las frases bien armadas, los cálculos precisos de sus tasaciones y las conversiones de varas a metros (cuando éstas apenas se habían definido) que utilizó en sus planos y las obras realizadas hablan de alguien que supo cómo se empuñaba la cuchara. Llegó a conocer y a dominar el arte de construir y mensurar tierras en el Río de la Plata desde de la década del 30 hasta fines del siglo XIX.
Ignorado o subordinado
La mayoría de los que escribieron sobre la quinta de Rosas en Palermo ignoraron su participación; otros, lo pusieron como segundón.
Hoy, los documentos hallados permiten asegurar que sólo Miguel Cabrera intervino en toda la obra de Palermo de San Benito, si bien es cierto que Rosas tuvo una participación activa en las decisiones y hasta en el estilo de la casona y que quiso mantener el existente en la casa quinta que compró a Carlota Núñez de Holterhoff en 1839 e hizo ampliar para ser su residencia.
Adolfo Saldías no hace participar a Miguel Cabrera, dice que4 “Rozas comenzó a hacer construir la casa habitación bajo los planos y dirección del maestro don Santos Sartorio”. Esta declaración es un tanto curiosa ya que Saldías fue un hombre que tuvo acceso a la mayor documentación de Rosas y que la utilizó para escribir su obra magna; y también el testimonio directo de los hombres contemporáneos en todo lo relacionado con Palermo en la época de Rosas. Es más, el padre de Saldías, también de nombre Adolfo, escribano, era compadre de Miguel Cabrera y vecino lindero de su quinta, limitada por la avenida Córdoba y las calles Gallo y Tucumán y frecuentaba su casa, por lo que mantenía una estrecha relación con éste, con su mujer y su suegra.
Julio Irazusta5 dice de él: “Otro de los corresponsales de Rosas en esta época (1844) era don Miguel Cabrera, que tendría un gran almacén de suministros. Me parece que era el principal contratista que utilizaba para los trabajos de Palermo. Una cuenta de Cabrera cobraba a Rosas por reparación de un buque para S.E. 30.895 pesos. Sería el pontón que Rosas tenía anclado en la costa del río. El 16 de agosto de 1844, éste escribía a aquel cómo debía hacer la plantación de nogales y sauces en la quinta, de acuerdo a un plano que siempre se tiene en cuenta en la carta. Y en fecha que no pone en el encabezamiento, pero deduzco de otra carta de Rosas a Schöo en que se habla de los naranjos y los lienzos para envolverlos…”.
Sólo el general Isaías José García Enciso6 rescata a Miguel Cabrera; dice con toda claridad: “Por decreto del 22 de junio de 1870 se designa como cuartel del Colegio Militar recientemente creado, el edificio que sirviera de residencia a Juan Manuel de Rosas y que desde Caseros había sido destinado a distintos menesteres en forma temporaria. […] Construida en estilo colonial, más bien chata y de grandes proporciones para la época, con pisos de baldosas y cielorrasos de maderas. En sus aulas y recintos se mantenían aún muebles, estufas, alfombras, arañas y espejos que ornamentaron el lugar en tiempos de su primitivo propietario. De dichos enseres, rojos sillones de jacarandá, un escritorio de caoba, una cómoda y una caja de caudales, forman hoy el mobiliario del museo que funciona en la casa histórica de Caseros, dentro del predio del Colegio Militar en El Palomar. […] Su construcción […] le fue confiada al maestro mayor de obras Cabrera.”
¿Quién era Miguel Cabrera?
El veinte de marzo de 1822 enterraron en la iglesia de San Nicolás7 a Marcos Cabrera. Era natural de Córdoba del Tucumán, hijo de Francisco Cabrera y de Francisca Rodríguez. Tenía cuarenta años y antes de morir había recibido los Santos Sacramentos.
Se casó con Jacinta Salces, con la que tuvo ocho hijos, los que a la fecha de su muerte eran todos menores de edad y uno finado.
Ellos eran: Feliciano, el mayor; le seguía José Alvaro y Miguel María, nuestro personaje, era el tercero en sucesión y por ese entonces contaba con 13 años. Después de él nacieron María Nemesia, María Águeda, que ya había muerto, Mariano de las Mercedes, Feliciana y Marcos.
Solamente las dos hijas mujeres fueron bautizadas en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad. El 20 de enero de 1811, al otro día de su nacimiento, recibió el sacramento María Nemesia,8 siendo su madrina doña María de la Cruz Salas.
María Águeda fue bautizada el mismo día que nació, el 5 de febrero de 1813; fueron sus padrinos Juan Francisco Zeballos y Francisca Lomes. Ambas actas están firmadas por el doctor Mariano Medrano en el Libro Primero de Bautismos de Españoles de la mencionada iglesia.
Los hijos varones fueron bautizados en la iglesia de San Nicolás de Barí. Así, Miguel María Cabrera9 recibió el agua bendita de manos del doctor Gavino Fresco el 30 de septiembre de 1808, un día después de su nacimiento. Tuvo como padrinos a Cristóbal Pereyra e Hilaria Gonzáles. Firmó la correspondiente acta bautismal Julián Joaquín de Gainza, cura rector de dicha iglesia parroquial.
Su hermano inmediato mayor, José Álvaro Cabrera,10 anotado como Josef Albaro, fue bautizado, también por el doctor Gavino (en el acta figura Savino) Fresco, el 20 de febrero de 1806. Había nacido el día anterior, y su padrino fue Florentino Samorano.
El 10 de marzo de 1822 Marcos Cabrera, padre de los mencionados, estaba gravemente enfermo y hasta sus últimos momentos fue atendido por el doctor Francisco Cosme Argerich. Temeroso por el sustento y futuro de su familia, aquel día declaró como bienes en su testamento11 “la casa de mi habitación sita en el cuartel número 18, Cangallo esquina Talcahuano, y otra situada al lado de mi madre política que es un medio cuarto12 de tierra con su frente y fondo correspondiente con lo edificado en ella”. Don Marcos tenía un almacén de ramos generales, calificado más bien como tienda.
En 1850, Feliciano Cabrera hijo de Marcos y Jacinta Salces, compró13 a sus hermanos la casa paterna “formando ángulo de esquina a las calles Cangallo y Talcahuano, construida en terreno que se compone de diez y siete y media varas de frente que miran al Norte con setenta de fondo que jiran al Sud”.
Feliciano Cabrera, el primogénito de la familia y hermano mayor de Miguel Cabrera, tuvo pulpería14 en la calle de la Piedad (Bartolomé Mitre) 224 de la vieja numeración, entre Suipacha y Carlos Pellegrini.15
Las primeras referencias
El 15 de junio de 1832, a los 24 años, trabajó16 como tasador con el maestro mayor de la ciudad Miguel de Abila y otro de apellido Villa.
El 17 de octubre de 1838, el administrador de la Casa de Carros Fúnebres, Luciano de Isla, manifestaba al jefe del Departamento de Policía, don Bernardo Victorica,17 “que el piso del pajar, con la parte que toma el techo del zaguán de la administración está hundido y amenaza desplomarse, lo que sería de consecuencia tanto para el servicio como para la utilidad con que quedaran algunos materiales que puedan aprovecharse. Así mismo el techo de la maestranza se llueve de un modo extraordinario: del mismo modo se podrían reparar algunos calces interiores para que no sufran mayor detrimento”. El mismo día Victorica le pidió a Isla que elevara el presupuesto de las reparaciones.
El depósito se encontraba en la calle del Parque (Lavalle) 92 de la vieja numeración, entre Reconquista y San Martín.
Tres meses después, Islas elevó el presupuesto haciendo la salvedad de que “y no se ha evacuado antes por no haber operario que pudiese hacerse cargo”. Ese presupuesto estaba hecho de puño y letra por Miguel Cabrera, que por ese entonces ya tenía 30 años.
Al final del detalle de esta minuta Cabrera registró: “Trabajos de maestros y peones… 580 pesos”, el total con todos los materiales incluidos era de 1.537 pesos.
Llama la atención que pasaran tres meses antes de encontrar un albañil que quisiera encargarse de estos trabajos, ello bien puede indicar que no había muchos capacitados para estos menesteres y los pocos que existían estaban ocupados o que también se le escapara a los trabajos para el Estado, no siempre buen pagador.
Estas actuaciones, una vez en poder del jefe de policía, las giró para su aprobación al “Arquitecto D. Santos Sartorio”. Y aquí se pierde todo rastro, hasta el momento, de este trabajo.
Por ese entonces Miguel Cabrera ya estaba casado y su suegra, Ana Gómez de la Vega, vivía en casa de él.
En un censo18 realizado entre 1837 y 1838 aparece un Miguel Cabrera con domicilio en la calle de Garantías (actual Rodríguez Peña), cuartel 24 de suburbios.
El 13 de julio de 1839 le envió una factura19 a Felipe Senillosa por un trabajo hecho en el “Puente de Barracas perteneciente albañilería”. En él pasa los jornales de 8 días de un oficial y 3 de un peón. En ese tiempo, Senillosa era presidente del Departamento Topográfico y prefecto del Departamento de Ciencias Exactas en la Universidad. En enero de 1839 pasó a integrar como juez, y luego como vicepresidente, el tribunal de Recursos Extraordinarios.
Frente al Parque Argentino
Los saltos son muy grandes en el tiempo marcado por los documentos hallados, por lo que gran parte de la vida de este personaje aún no se conoce.
El 7 de marzo de 1842 (Cabrera tenía 33 años) concurrieron a la escribanía de Juan Pablo Isarrualde20 la mujer de Miguel Cabrera, Olegaria Alegre, y el hermano de él, Mariano. También se presentaron Cirilo Fortín y Justa Escalera de Burgos. Todos firmaron sendas escrituras de compra de lotes. Se los vendió Pablo Juárez. Estaban ubicados en la avenida Córdoba entre Uruguay y Paraná. Medían 8 varas21 de frente, que daban al Sur, y 60 de fondo hacia el Norte, salvo el de Cirilo Fortín que hacía esquina con Paraná, por lo que medía 23 varas22 que daban a Córdoba y 60 sobre Paraná.
El de Mariano Cabrera, hermano de Miguel, comenzaba a 20 m de Paraná hacia Uruguay y el de Olegaria Alegre, mujer de Miguel Cabrera, comenzaba a casi 34 m de Paraná hacia Uruguay; entre ellos estaba el lote de Justa Escalera.
Frente a estos lotes, entonces calle Córdoba de por medio, estaba la quinta de Santiago Wilde,23 padre del doctor José Antonio Wilde.24 La quinta comprendía el área delimitada por la avenida Córdoba, Uruguay, Viamonte y Paraná. Allí se instaló por 1828 un jardín público como el Vauxhall de Londres, llamado Parque Argentino.
En dicha quinta había un restaurante, sala de té, salones de baile, escenarios para conciertos al aire libre y funcionaba un teatro donde debutó la primera compañía francesa de comedias. Allí también se levantó la primera carpa de un circo en Buenos Aires. Y en ese lugar falleció el Deán Funes, en 1829, mientras paseaba por el parque, víctima de un paro cardíaco.
Los domicilios comerciales de Cabrera fueron: en 1864, Lavalle (antes del Parque) 173, entre Florida y Maipú.25 En 1866, Cerrito 176, entre Tucumán y Lavalle.26 En 1874, Córdoba 232, altos, entre Maipú y Esmeralda.27 En 1878-1879, Córdoba 390, entre Cerrito y Libertad.28 En 1886, en Tucumán 250, entre Maipú y Esmeralda. La propiedad era de Antonio Devoto.29 En estos domicilios figura como tasador público.
En la quinta de su Excelencia
En documentos de la Secretaría de Rosas se encuentra a Miguel Cabrera (tenía 35 años) ocupado en labores de constructor para el Gobernador30 en el mes de noviembre de 1843, cuando éste ya pasaba largas temporadas en Palermo de San Benito31 pero no había empezado las ampliaciones de la casona. Por esa época Rosas había dejado de habitar la primera morada que tuvo,32 junto al río, la que a fines del siglo XIX fue el café de Hansen.33 Por ese entonces (1843), Rosas estaba instalado en la que compró a Carlota Núñez de Holterhoff34 en 1839, cuando su mujer Encarnación Ezcurra ya hacía un año que había muerto.35
Miguel Cabrera figura en las planillas36 que detallan las compras y las tareas realizadas en la construcción, escritas de puño y letra por él. En noviembre de 1843, trabajó 8 días y tres cuartos a 15 pesos, y 12 días a 35 pesos. En diciembre de 1843 y enero de 1844 aparece con 23 días a 35 pesos por jornal. Inmediatamente, al mes siguiente, en febrero de 1844, ya tenía asignada una mensualidad de 3.000 pesos.
Realmente algo llamativo. Rosas pagaba a sus capataces, como para tener una referencia, 300 pesos mensuales.
En ese momento se estaba haciendo simultáneamente la ampliación de la casa quinta de Palermo de San Benito y la de las casas que Rosas tenía en la ciudad, que ocupaban toda la cuadra de la calle Moreno entre Bolívar y Perú, y parte de estas dos.37 Una de las casas, había pertenecido a su suegro; cuando éste murió Rosas se la compró38 a su suegra y cuñadas en mayo de 1838, cuatro meses después de que adquiriera la primera quinta en Palermo. Cinco meses39 más tarde murió su mujer Encarnación Ezcurra.
Miguel Cabrera intervenía en ambas ampliaciones, en la de la quinta y en la de la ciudad.40
En esas planillas, de fines de 1843 y principio de 1844, también figura su hermano menor Marcos como albañil; años más tarde, después de la caída de Rosas, se los volverá a encontrar en trabajos que realizaron juntos en 1861 en la estancia de Benito Pazos, en Baradero, provincia de Buenos Aires.41
En noviembre de 1843 parecería que comenzaron las obras en Palermo y en la casa de la ciudad simultáneamente, empleando dos oficiales y ocho peones. El que más tiempo trabajó fue Ricardo Dabis, 13 días a 14 pesos, era el peón que más ganaba; el oficial Domingo Castillo, 12 días a 20 pesos y los 20 días y 3/4 de Miguel Cabrera. Estos son algunos de los que figuran en la lista de trabajadores.
Los trabajos se iniciaron en la primera casa quinta que Rosas compró, que estaba muy próxima al río, y que aparece en las planillas con el nombre de la quinta chica, donde años más tarde se instaló el Café de Hansen.42
Mientras Cabrera estaba plenamente dedicado a las obras de Palermo y las casas de la ciudad, a fines de 1844, el 15 de noviembre, se casó su hermano Marcos, el que lo acompañó al principio en Palermo y años más tarde juntos emprenderían algunas otras obras. Fue su esposa Isabel Castro. La mujer de Miguel Cabrera, Olegaria Alegre, fue testigo de la boda.
Casi cinco meses después, el 5 de abril de 1845, Miguel Cabrera (tenía 37 años) y su mujer Olegaria Alegre fueron padrinos del casamiento en segundas nupcias de Pedro Nolasco Calderón con Mercedes Barrionuevo en la quinta de Palermo de San Benito.
Calderón era un capataz de suma confianza que tenía Juan Manuel de Rosas. En ese momento administraba el matadero y saladero del arroyo de Maldonado,43 en Palermo. Desde allí, además, se abastecía de carne para dar de comer a todo el personal que trabajaba en la quinta; diez reses se faenaban por día para ello. Por otra parte, Calderón tenía una pulpería44 en el arroyo de Maldonado.
En 1865, trece años después de la muerte de Calderón, Miguel Cabrera hizo la medición y tasación de los terrenos que aquél tenía sobre el Arroyo Maldonado, linderos con lo que sería el primer cementerio de la chacarita. Estas fueron las primeras tierras que compró45 Agustín Comastri en 1866.
“Su afectuoso patrón”
Miguel Cabrera desarrolló en Palermo una intensa actividad, ocupándose simultáneamente de las ampliaciones y modificaciones de la casa en la ciudad. También se hizo cargo de la Calera en las Barrancas de Belgrano, donde se fabricaban ladrillos y se extraía cal. Atendía también todo lo relacionado con las construcciones en el matadero y saladero y en las estancias: en la de San Martín y en la del río Salado.
El trato de Rosas hacia él era muy afectuoso, las notas que le dirigía las encabezaba con: “Mi estimado Dn. Miguel”. Y se despedía con: “Deseo la salud de Ud. como su afectuoso patrón”. El intercambio de ideas sobre las construcciones y ordenamiento general de la quinta solían hacerlas en forma personal y Cabrera siempre le presentaba un croquis que Rosas solía denominar el planito. Después, éste decidía sobre las propuestas y le daba las últimas indicaciones por escrito.
El estilo de la quinta y una carta aclaratoria
El 3 de febrero de 1899 La Nación publicó un artículo que se titulaba: “La casa de Rozas –Su demolición–Cómo se ha efectuado– Concurso de público–Una carta explicativa”. Cierra el artículo el siguiente texto: “Hemos recibido la siguiente carta: San Fernando, febrero 2 de 1899.- Señor director de La Nación: Acabo de leer el artículo de La Nación de hoy, a propósito de la casa de Rozas, en Palermo, y me apresuro a escribirle para explicar la aparente contradicción que pueda haber en cierto detalle con el artículo que sobre el mismo asunto le mandé ayer.
“Pueden ser perfectamente exactas todas las informaciones que Alfredo Segui46 les ha dado, pero me parece que hay error en la época a que se refiere año 1840. Y tanto es así, que en el último período ‘El edificio y los alrededores’, dice que ‘el edificio era de forma cuadrilonga y en cada ángulo recto había una especie de baluarte etc., etc.’ Efectivamente, así era después de que estuvo terminado todo el edificio de Palermo y se ha conservado hasta ahora con algunas variantes cuando se destinó a colegio militar.
“En los años 1840 a 1842, casi puedo garantirle que el edificio de Rozas en Palermo era tal cual lo decribí en el artículo que ayer le remití; y como creo, decía, lo constituían (hablo del departamento de él y de su hija Manuela) con techo de azotea, su despacho oficial, su dormitorio, salita de recibo de Manuela, dormitorio de ésta, cuarto de vestir de ésta y comedor. Este cuerpo de edificio47 fue la base del futuro Palermo en su estilo; y creo haberle oído decir muchos años después al maestro Cabrera (persona de íntima amistad con mi familia), que Rozas le recomendó que al formar los planos de la nueva construcción que le encomendaba, siguiese el orden y sistema de las habitaciones existentes, las que acabo de mencionarle.
“Acabo de apercibirme de otra información del artículo de La Nación que me confirma lo que antes le decía en cuanto a la época de las referencias de Seguí: es el párrafo que empieza: ‘Manuelita ocupaba cuatro habitaciones hacia la parte del edificio que da frente al norte, etc., etc.’; esto es positivo, pero lo es también que las ocupó cuando se concluyó la obra que dirigió Cabrera, pues recuerdo muy bien que así nos lo dijo en casa este amigo…” La carta finaliza con: “Y basta por hoy. Con el aprecio de siempre lo saluda su affmo.– Julio Núñez”48.
Al finalizar la nota, en un apartado, el diario aclaró: “Hemos recibido, efectivamente, el artículo a que alude el Sr. Núñez en su carta, pero aunque contenga datos interesantes, creeríamos abusar de nuestros lectores insistiendo sobre un asunto que ya hemos tratado con la extensión debida.”
Tío y tutor
A principios de abril de 1848 murió Juan Reyes. Cuatro años antes había muerto su mujer, Dorotea Salces y Cabrera. Dejaron cuatro hijos menores de edad, eran sobrinos de Miguel Cabrera.
Juan Reyes tenía un “boliche de abasto” y 19.050 pesos moneda corriente49 que quedaron en poder de Miguel Cabrera al ser designado albacea. Dos de los sobrinos, una mujer de 18 años y un varón de 16, vivían en la casa de Miguel Cabrera; la menor, de 12, vivía con Marcos Cabrera, hermano de Miguel.
Este fue nombrado tutor de los menores y albacea testamentario; cuando esto ocurrió Cabrera no pudo concurrir al acto de la firma de aceptación del cargo. Argumentó que fue debido a “sus ocupaciones públicas en Palermo”.
Para preservar el patrimonio de los huérfanos, Cabrera compró,50 en enero de 1850, a su hermano Marcos, con el dinero que había dejado el difunto padre, una casita en Cangallo 380, entre Talcahuano y Uruguay, en 20.000 pesos moneda corriente. En la escritura se asentó que “El dinero pertenece a los menores en igualdad de partes correspondiente a su haber hereditario”. La compra se hizo ante el Defensor General de Menores, que la autorizó.
La casa fue alquilada y la renta producida fue administrada por Cabrera como un ahorro para sus sobrinos.
Pero, en abril de 1850, a los tres meses de la compra de la casa, Cabrera renunció a la curatela, tras reiterar en varias oportunidades al Defensor de Menores la imposibilidad de seguir ocupándose de la administración de sus sobrinos “por el recargo continuado de mis incesantes atenciones”. En ese tiempo estaba en plena ejecución el “Camino de Palermo”.51
Los menores nombraron tutor a su tío político Nicolás Robles. Este, “receloso de que la casita comprada por Cabrera no valiese la suma enunciada, solicitó del Señor Juez de primera Instancia […] que se integrase a dichos menores de la enunciada suma de los veinte mil pesos, y con tal motivo se suscitaron varias articulaciones resultando que Don Miguel Cabrera ofreció, para que concluyesen todas las discusiones en la testamentaria indicada, 20.500 pesos moneda corriente por la expuesta casa”.
Así, Cabrera adquirió52 la casita queriendo dar “al juzgado –con este proceder– el comprobante más decisivo de la sanidad e integridad de mi procedimiento en la compra a mi hermano” y, además, entregó al juez el total de los alquileres recaudados.
Terreno para la fabricación del gas
Hoy es la Plaza Fuerza Aérea Argentina, antes Plaza Britannia, donde está la Torre de los Ingleses, frente a la Plaza San Martín y a la Estación Retiro del ex Ferrocarril General Bartolomé Mitre; allí se instaló la Compañía Primitiva de Gas en 1856 y estuvo hasta 1909.
En los primeros días de marzo de 1855 Saturnino Salas53 comisionó54 “al maestro mayor de albañilería Miguel Cabrera y al ingeniero de este departamento Pedro Pico para que previa una vista de ojos del terreno que se ha delineado y debe darse en venta a la Comisión Directiva del Gas, lo avalúen…”.
Pedro Pico y Miguel Cabrera informaron en esa oportunidad: “… después de reconocer el terreno amojonado para la plantación del edificio que debe servir para la fabricación de gas sobre la rivera del Río en el bajo frente al Cuartel del Retiro: en vista de la calidad de las tierras y de la circunstancia de que gran parte de este terreno es bañado por el Río en las mareas normales, en vista también de los trabajos que sobre dicho terreno es necesario hacer para utilizarlo, y del precio a que se ha vendido un terreno inmediato de la misma naturaleza del presente, hemos avaluado de común acuerdo este terreno a razón de 250 pesos moneda corriente por cada vara de frente con el fondo hacia el agua […] lo cual por las 160 1/4 varas que resultan de frente, importa la cantidad de 40.062 pesos 4 reales”.
Muerte de su esposa y juicio con su suegra
El 12 de diciembre de 1860 murió su mujer, Olegaria Alegre. En diciembre de 1853 Cabrera y Olegaria testaron (él tenía 45 años); se nombraban mutuos beneficiarios si uno u otro55 moría primero. Así, anotaron: “Declaramos por bienes de nuestra exclusiva propiedad que poseemos en la actualidad los siguientes: la casa de nuestra habitación sita en esta ciudad en la calle de Córdoba, cuartel 29; con más un terreno que está situado en la misma calle y cuartel formando esquina a la del Paraná…” Habían comprado los lotes de Justa Escalera, el de su hermano Mariano y el de la esquina que adquiriera Cirilio Fortín, con lo que formaron una extensión de tierra apreciable en un lugar apartado de la ciudad pero no muy lejano, y allí vivieron después de la caída de Rosas cuando Cabrera abandonó Palermo de San Benito (en ese tiempo Cabrera contaba con 43 años).
En ese testamento, Cabrera declaró que introdujo en la sociedad conyugal un capital de 70.000 pesos moneda corriente. Se habían casado en 1832, cuando tenía 24 años; su suegra Ana Gómez de la Vega vivía con ellos.
A la muerte de su mujer, en 1860, Cabrera quedó en una situación económica un tanto preocupante, “sin poder satisfacer56 ni aquellas deudas más apremiantes por falta de recursos, agotados en la penosa enfermedad que terminó con la existencia de mi esposa”. La asistió el prestigioso doctor Ventura Pedro Bosch quien, siendo unitario, fue el médico de confianza de Rosas a quien atendió de su cálculo uretral.
En la testamentaria, Cabrera y su suegra presentaron de común acuerdo los inventarios, tasaciones y la cuenta de partición de bienes. “Ambos manifestaron la entera conformidad con tales operaciones.”
Pero, al poco tiempo, la suegra –mujer un tanto insidiosa–, que ya tenía 90 años, le inició un juicio a Cabrera acusándolo de que la había echado de su casa y que con actos fraudulentos se había abusado de su avanzada edad para despojarla de lo que le correspondía, que Cabrera había procedido con dolo y engaño y que la partición de bienes era nula por el bajo monto de las tasaciones. Cabrera negó todos estos argumentos.
Este largo litigio finalizó con el dictamen del juez favorable a Cabrera, sosteniendo que Ana Gómez de la Vega no había podido probar ninguna de las acusaciones. Solamente introdujo un apartado en el cual estipuló que Cabrera debía rendir la cuenta que demostrara la utilidad de lo cobrado con posterioridad al cierre de la sucesión, que era la deuda que tenía José Manuel Riera con éste por la construcción de su casa.
La casa de Lavalle 173 y 175
El 4 de diciembre de 1850 Cabrera permutó con Vicenta Bargas un terreno de 17 1/2 varas de frente al sur y 70 de fondo en la calle Lavalle, entre Esmeralda y Suipacha. Al oeste tenía como lindera a la Hermandad de ánimas de San Nicolás. En el lote, Cabrera construyó dos casas.
Esta propiedad estuvo permanentemente hipotecada por él y su mujer Olegaria Alegre desde el 1º de mayo de 1851 hasta su venta: “Las hipotecas fueron a diversas personas pues se cancelaba una y se abría otra.”
Finalmente, después de la muerte de su mujer, Cabrera se la dio a Mariano Billinghurst57 para rematarla. Las dos casas se vendieron en 1.050 onzas de oro (446.250 pesos moneda corriente). Con parte de ese dinero pagó una cantidad de deudas que había contraído con la larga enfermedad de su esposa y canceló la hipoteca de la propiedad que era de 125.000 pesos moneda corriente.
Vecino de Saldías
En mayo de 1860 Cabrera compró varios lotes para formar una quinta. La compra la hizo siete meses antes de que muriera su mujer Olegaria. La finca estaba en la calle Gallo –ésta aún no se había abierto al momento de la compra– hacia el este, entre Tucumán, por donde hizo la entrada, y avenida Córdoba, en el barrio de Balvanera, en el límite con Recoleta y Almagro. Ese lugar era conocido, en ese entonces, como “el bajo de los Hornos, en el cuartel 50, parroquia de Balvanera”.
Allí construyó “tres viviendas, dos altillos, un corredor, un pequeño mirador y una vivienda con pared de tablas y techo de teja, un pequeño aljibe y pozo de balde. Las paredes exteriores de la casa estaban revocadas”.
En el inventario que se hizo a los dos años de la muerte de su mujer figura: “Ha puesto baranda al frente de la calle, cercado el terreno con partes de ñandubay y alambre y colocado un portón a la calle de Tucumán. Ha puesto arboledas y almácigos así como parrales y hecho zanjas.”
Lindero por el oeste tuvo su quinta Adolfo Saldías (padre), la que estaba de Gallo hacia el oeste, hacia Sánchez de Bustamante. Cabrera firmó la escritura de compra de Saldías como testigo, el 6 de junio de 1860.
El 8 de octubre de 1870, Miguel Cabrera y Adolfo Saldías permutaron una pequeña fracción de sendos terrenos para emparejar la línea divisoria de las quintas. Esas fracciones eran apenas de unas 3 varas y poco más de frente por 140 y 150 varas de fondo, respectivamente.58
Al abrirse la calle Gallo, Saldías y Cabrera perdieron parte de sus terrenos. San Luis aún no estaba abierta y en los planos de 1886 figuraba como calle “Temple (Viamonte) proyectada”.59
¿Otro Cabrera? ¿Otros tiempos?
En el capítulo Nuestras quintas en su libro Tradiciones y recuerdos de Buenos Aires, Manuel Bilbao relata lo siguiente: “… y la de Cabrera en Córdoba y Gallo, propiedad del coronel de este nombre y en la cual había permanentemente lista buena caballada para cualquier evento, y a donde llegó el célebre rastreador Camilo, que acompañó a Rosas cuando éste se retiró de Caseros, y del cual se perdió en el camino por astucias de aquél, llegando a lo de Cáneva, en Suipacha entre Cangallo y Bartolomé Mitre, de donde se le envió a esta quinta”. Aparentemente esto sucedía el 3 de febrero de 1852, pero Miguel Cabrera no era coronel y aún no había adquirido la quinta en Gallo y Córdoba, esto sucedería ocho años más tarde y allí nunca tuvo caballada.
Un espíritu advenedizo
César Bogo, en su libro Fraternidad Centenaria60 comenta cómo se formó la Congregación Doctrinal La Fraternidad, con el propósito de estudiar y divulgar el Espiritismo.
Esta congregación finalmente se llamó La Fraternidad. Los esposos Ugarte (Antonio y su mujer Rosa B.) “en busca de vivienda y lugar para la sede de la sociedad, encuentran una preciosa casa ubicada en medio de una gran quinta, con muy buenas comodidades para la habitación de la familia, la escuela y la sociedad”. Así, “El 1º de abril de 1881, se trasladan a Córdoba y Gallo, la Quinta o Mirador de Cabrera… y que por ende, seguía siendo también el domicilio particular de ellos, el amplio espacio disponible les permitió instalar cómodamente el Colegio”, que era para niños y lo llamaron Liceo Espiritista.
El alquiler de la quinta de Cabrera “era módico, 24 nacionales, suma ínfima en relación a lo que se ofrecía, teniendo en cuenta que anteriormente se alquilaba en cien pesos.
“¿Qué pasaba?
“La casa aquella estaba encantada. Por las noches solían oírse fuertes golpes y gritos, que tenían alterados a los pocos vecinos de los alrededores, pues en aquellos tiempos, eran lugares muy poco habitados.
“Para los Ugarte, aquello no fue óbice. Allí tendrían una ocasión perfecta para aplicar el trípode y de tratar de limpiar el lugar de agentes extraños. Se dispusieron las cosas como era debido, y se enteraron de que el autor de todo ese bochinche había sido un arriero que transportando hacienda, había parado en el lugar en 1848, y cuando se hallaba durmiendo, esperando que aclarara para seguir la marcha, unos bandidos lo asesinaron. Como éste no había sido trigo limpio, quedó desde entonces aferrado a la materia, elevando su protesta de ese modo.
“Costó algún tiempo adoctrinar al espíritu advenedizo, pero al fin se consiguió conjurar la situación, con la consiguiente terminación de los ruidos y el inicio de la tranquilidad, para ellos y para el barrio”.
Trabajos de mensura y tasación
Desde que abandonó Palermo, después de la batalla de Caseros, Cabrera intervino en innumerables tasaciones, muchas de ellas en los tres ramos: albañilería, carpintería y herrería; y en la factura de presupuestos de albañilería. Algunas de ellas son:
° En 1854 tasó una obra de albañilería practicada por el maestro mayor Serafín Ruiz en la casa de Eulalia Canedo, Reconquista 113 (entre Corrientes y Lavalle).
° En 1860 José María Baca y Miguel Cabrera practicaron la tasación de la finca “Santa Lucía” de Barracas. El dueño de las tierras era, en ese entonces, Antonio Modolell, con el que tuvieron un juicio61 por el cobro de los honorarios. En el mismo intervino Adolfo Saldías (padre) como Secretario del Juzgado. Por ese tiempo Saldías y Cabrera ya eran vecinos en Balvanera.
° En 1861 tasó la casa de la testamentaria de Juana Acosta de Escobar,62 en Salta 125.
° En enero de 1862, un rancho y el terreno en México, pasando Combate de los Pozos para el oeste, parroquia de Monserrat, perteneciente a la testamentaria63 del moreno Abelo Robles.
° A fines de ese año, a “vista de ojos” en los ramos de albañilería, carpintería y herrería, una casa de Timoteo Almansa en Charcas 349 y 351 (entre Talcahuano y Uruguay).
° En 1863, las casas de Francisco Acevedo,64 en Lavalle 44 y 46 (entre Reconquista y San Martín), Esmeralda 107 (entre Sarmiento y Corrientes), Estados Unidos 195 (entre Chacabuco y Piedras), Carlos Pellegrini 59 al 67 (entre Bartolomé Mitre y Cangallo). A fines de ese año tasó la propiedad de Santos Auge en Arenales, cuartel 31, parroquia de Balvanera.
La casa de la calle Carlos Pellegrini
En 1860 José Manuel Riera le encargó a Miguel Cabrera la construcción de una casa en la calle de Las Artes 283 (Carlos Pellegrini entre Viamonte y Tucumán). Con esta obra también Cabrera debió entablar un juicio65 al propietario por cobro de deuda.
En el expediente consta la siguiente declaración de Cabrera: “comenzada la construcción, que según el ajuste debía ser para un solo piso, quiso el propietario que se hiciera de modo que pudiese recibir, cuando se quisiera, un edificio de altos. Agrandó luego sus miras, y exigió que se hiciera, fuera de lo estipulado, porción de obras de adorno o de comodidad para la casa.
“Naturalmente, al manifestar esa exigencia, manifestó también la disposición de pagar sobre el precio primitivo, el precio adicional de esas obras que demandaban un aumento de material y de trabajo.
“En esa inteligencia yo no tuve inconveniente en complacerlo, y las obras se hicieron.
“La casa está concluida hace tiempo, entregada por mí, recibida y habitada ya por el dueño…”.
En octubre de 1861 tuvo lugar el juicio verbal entre Miguel Cabrera, acompañado por su abogado el doctor Marcelino Ugarte, y Manuel Riera con su representante legal el doctor Nicolás Avellaneda. Manuel Riera manifestó en esa audiencia que: “En la casa que me construyera el maestro Cabrera se estaban sintiendo deterioros provenientes de la mala construcción. En estos días pasados se cayó con peligro de algunas vidas la campana de la cocina, y los revoques se estaban viniendo abajo por toda la casa”. Por ello solicitó “que una comisión de peritos nombrada por V.S. proceda a reconocer la casa, y exponga en un informe cual es su estado actual, y cuales son las causas de donde han provenido los daños referidos y que se están infiriendo”.
Finalmente, se nombró una comisión de destacados profesionales que estaba integrada por los ingenieros Eduardo Taylor, Carlos Enrique Pellegrini y Mariano Moreno, la que hizo la correspondiente tasación de la obra. Su dictamen fue contundentemente favorable para Miguel Cabrera: “después de una prolija medición y cálculo, tanto de los materiales y obra de mano, como de sus valores, con arreglo a los precios corrientes más módicos […] importa la referida evaluación la cantidad de 247.518 pesos, lo que constituye el haber total de Miguel Cabrera, debiendo descontar de esta suma la cantidad de 155.000 pesos que importan los recibos de cantidades abonadas a cuenta que nos ha presentado José Manuel Riera, y abonar éste a Cabrera 92.518 pesos…”. Este importe es el que Cabrera tuvo que desglosar para determinar si había una ganancia para dividir con su suegra.
En la Estancia de Baradero
En 1861, poco tiempo después de comprar las tierras en Balvanera, Miguel Cabrera levantó el plano y dirigió una obra para Benito Pasos en su estancia en Baradero. Fue una construcción importante pero terminó en un juicio66 ya que Pasos no cumplió con los pagos. Allí, Cabrera trabajó con su hermano Marcos.
Las casas de Fernando Alfaro en San Isidro
Fernando Alfaro fue electo, en su propia casa, donde se congregaron destacados vecinos, para ocupar el cargo de primer Presidente Municipal de San Isidro.
En 1859 se desempeñó como Prefecto de la Policía en el pueblo de San Vicente, hasta que después de Cepeda fue reemplazado por un sujeto de pésimos antecedentes: Coroliano Márquez. Partidario mitrista, Alfaro fue perseguido por los seguidores de Urquiza. Próximo a embarcar en las playas de Quilmes para exiliarse, Coroliano Márquez le dio alcance y lo fusiló el 9 de noviembre de 1859; tenía 75 años.
Cecilia Muñoz de Alfaro declaró el 9 de marzo de 1861, al iniciar la testamentaria67 de su marido, que había quedado viuda de Fernando Alfaro, “que como es de pública notoriedad que mi esposo fue barbaramente asesinado en su puesto de Prefecto de San Vicente en el año anterior, dejando cuatro hijos menores”. Y más adelante apuntó: “Propongo al maestro mayor don Miguel Cabrera, con calidad de que practique la tasación de las fincas en los tres ramos”.
Seis eran las casas de Alfaro: una en la calle Ituzaingó formando esquina con la actual avenida del Libertador, que era su vivienda, donde se instaló el primer gobierno municipal en 1856. Hoy esa construcción integra la actual sede municipal.
Otra casa se encontraba en “la calle Ituzaingó formando esquina con la calle Maipú”. La tercera estaba en Maipú con el fondo dando a Brown. La cuarta con el frente a Ituzaingó y con frente también a Almirante Brown. Otra con frente a la calle Ituzaingó y su fondo a la calle Brown.
Y la sexta se encontraba frente a la plaza principal y por el costado del fondo daba a Ituzaingó. Para esta última, Cabrera hizo, además, el presupuesto de “una obra de albañilería que proyecta hacer la señora de Alfaro”. Ella había declarado que “la testamentaria comprende una finca valiosa pero que por su estado de deterioro requiere urgente reparaciones para su conservación […] para que pueda tomar del Banco los fondos indispensables para hacer frente a las refacciones que demanda la expresada finca por su estado ruinoso sin cuyo hecho no sólo se hace improductible sino también amenaza la perdición”. Esta propiedad, por partición de bienes, perteneció a dos de los hijos del matrimonio: Manuela y Alejandro.
Su testamento
El 5 de julio de 1862, ante el escribano Mariano Cabral,68 Cabrera dictó su último testamento. En él pidió que su cuerpo fuera sepultado “en el cementerio público de católicos de esta ciudad”, declaró que no tuvo descendencia, y que sus bienes eran: “casa calle del Cerrito 176 y la casa quinta calle de Córdoba, cuartel 50, parroquia de Balvanera, con terreno69 de 60 varas de frente al Norte y 150 de fondo, frente a la quinta de Leblanc –es la quinta que era lindera con la de Adolfo Saldías–”. Declaró una deuda de 160.000 pesos moneda corriente al Banco y Casa de Moneda.
Nombró albaceas a su sobrina política Casimira Alegre y en segundo lugar a Luis Federico Argerich.70 Y nombró como única y universal heredera a esta sobrina política, Casimira Alegre, “con la obligación que le impongo de atender a la educación, alimentos y cuidados de sus hermanos Luisa y Rosalinda Alegre durante la minoridad de éstas. Si falleciera mi heredera Casimira Alegre sin sucesión le subrogará en la herencia su hermana Rosalinda Alegre con la misma obligación y condición respecto de su hermana Luisa”.
Uno de los más antiguos Maestros Mayores
El 19 de noviembre de 1882, en la ciudad de La Plata, con motivo de la fundación,71 se hizo una excavación de cuatro metros de largo, tres de ancho y tres de profundidad, en la que se depositó una caja de piedra de las canteras de Azul, que contenía en su interior otra de plomo, dentro de la cual se colocaron diversas reliquias que tenían que ver con la fundación y la colocación de la piedra fundamental de la ciudad. Los más antiguos Maestros Mayores de la provincia de Buenos Aires (Miguel Cabrera figuraba primero en la lista) “dirigidos por el Jefe de la Sección de Arquitectura del Departamento de Ingenieros, D. Pedro Benoit, procedieron a formar un arco y macizar con ladrillo mezcla el todo de la excavación antes mencionada”.
En el acta constaba que en los centenarios de la fundación esa caja podría ser abierta. Así se hizo el 19 de noviembre de 1992.
Lo que dejan los documentos
El nombre de Miguel Cabrera no trascendió en el tiempo como algunas de sus obras: dos de ellas fueron Palermo de San Benito y la casa de Rosas en la ciudad, que ocupaba media cuadra de Bolívar, toda la cuadra de Moreno y media cuadra de Perú. Ambas eran construcciones muy importantes para la época y después de la caída de Rosas fueron ocupadas por instituciones significativas del país.
Palermo de San Benito fue sede del gobierno de Rosas, luego allí se hizo en 1858 la primera exposición agrícola; en 1865 se inauguró la Escuela de Artes, Oficios y Agronomía; en esa escuela Mitre organizó una Sección Militar para la formación de oficiales, y la misma permaneció en actividad hasta 1868. En 1870, comenzó a funcionar en esa casa el Colegio Militar hasta 1892, cuando fue trasladado a San Martín. En marzo de 1893 fue la sede de la Escuela Naval hasta enero de 1899. La casa se demolió el 3 de febrero de ese año.
La casona de Moreno entre Bolívar y Perú fue asiento del gobernador de Buenos Aires, Vicente López, en 1852. Allí se instaló la Suprema Corte de Justicia cuando la fundó Mitre. Sarmiento inauguró, en parte de esa casa, la Escuela Modelo. En 1885, cuando el edificio del Correo se anexó a la Casa de Gobieno, aquél se trasladó a la casa de Rosas hasta 1901.
Miguel Cabrera fue un buen Maestro Mayor, así lo confirmaron los ingenieros Mariano Moreno, Carlos Enrique Pellegrini y Eduardo Taylor cuando inspeccionaron la obra de altos que realizó en la calle Carlos Pellegrini.
Todo parece indicar que gozaba de buena fama y estima entre sus vecinos, solo basta leer los pedidos que hacen a los jueces para que intervenga Cabrera en las tasaciones de sus propiedades y para que inspeccione lo que otros constructores tasaron.
Fue un hombre dedicado a su familia, protector de ella, más cuando había menores huérfanos a los que cobijó y protegió sus bienes. Sólo se lo encuentra criticado por personas insidiosas, como el tío político de sus sobrinos, su suegra y uno que otro que quería sacar provecho con abuso.
De los juicios que se conocen siempre salió airoso, en ellos presentó las pruebas para salvar su buen nombre y honor.
Fue “un federal de notoriedad” como aparece en los documentos de la época de Rosas, pero luego de la caída de éste, no fue molestado y sí considerado en su arte y actitudes por prestigiosos profesionales y personas de bien.
La modestia y una notable bonhomía parecen haber signado toda su trayectoria y como los dotados de ese espíritu prefirió pasar inadvertido en las empresas que llevaba a cabo. Así pasó al olvido; mientras, la historia rescata sus obras.
Notas
1.- Citado por el arquitecto Alberto S. J. De Paula en La ciudad de La Plata, sus tierras y su arquitectura, p. 99. Ediciones del Banco de la Provincia de Buenos Aires, 1987. El 19 de noviembre de 1982, al cumplirse el centenario de la fundación de la ciudad de La Plata, se dio cumplimiento a lo expresado en esa oportunidad, por lo que oficialmente fueron abierta a la cripta y la urna que contenían las reliquias que allí se depositaron en 1882.
2.- Gran Guía de Buenos Aires de 1886, editada por Hugo Kunz y Cía.
3.- Manuel Mujica Láinez, Vida de Aniceto el Gallo, Capítulo I: “La cuna andariega”. Emecé Editores S.A. Edición 1991.
4.- Citado por Adolfo Saldías en Historia de la Confederación Argentina, capítulo LIX: “El gobierno supremo (1848)”, p. 208, tomo III, Biblioteca Argentina de Historia y Política, Hyspamérica, 1987.
5.- Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia. Edición de Jorge E. Llopis. Impresa en 1975. Tomo V, p. 82.
6.- Historia del Colegio Militar de la Nación. Círculo Militar. Biblioteca del Oficial. 1970.
7.- Iglesia de San Nicolás. Libro quarto de entierros de personas españolas. Comienza en 19 de julio de 1819 a 1834. El templo se encontraba en la manzana delimitada por avenida Corrientes, Carlos Pellegrini, Lavalle y Cerrito. El paredón lateral izquierdo ocupaba toda la cuadra sobre avenida Corrientes. La entrada daba por Carlos Pellegrini.
8.- Libro primero de Bautismos de Españoles de esta Santa Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Piedad.
9.- Iglesia de San Nicolás. Libro septimo para los bautismos de Españoles de esta Iglesia Parroquial de Sn. Nicolás Obispo Dedicante Sus curas Rectores Dn. Julián de Gainza y el Dr. Dn. Mario Medrano. Para el año de 1806 a 1811.
10.- Ibídem.
11.- Testamentaria 4844, año 1822. AGN.
12.- Se denominaba cuarto de tierra al lote de 17 1/2 varas de frente por 70 varas de fondo. En metros tenía: 15,15 de frente por 60,62 de fondo. En realidad era un cuarto de un cuarto de manzana, ya que esta es de 140 varas de lado.
13.- Reg. 5 1850. Fj. 426. AGN.
14.- Almanaque Político y de Comercio de la ciudad de Buenos Ayres para el año de 1826.
15.- Para determinar entre qué calles quedaba dicha numeración se confrontaron los datos hallados en las escrituras de la época de Rosas y se tomó como referencia las numeraciones de las casas que hacían esquina.
16.- Sala X 27.5.1a. AGN.
17.- Sala X 25.2.2. AGN.
18.- Sala X.25.4.2. AGN.
19.- Sala X 43.1.6. AGN.
20.- Registro 3 (1842-1843), fojas 42 a 45. AGN.
21.- Estos terrenos medían 6,93 m de frente por 51,97 m de fondo.
22.- 19,92 m de frente por 52 m de fondo.
23.- Su verdadero nombre era James Wild. Contador, periodista, fundador del periódico Argos, escritor de obras de teatro, entre otras cosas.
24.- Médico, periodista, director de la Biblioteca Nacional. Autor del libro Buenos Aires desde 70 años atrás. Nació en 1814. Murió en 1885.
25.- Figuraba como Maestro Mayor en el ramo de albañilería. Aparecido en El Avisador, Guía General de Comercio y Forasteros. Buenos Aires 1864, p. 148. La ubicación entre las calles fue tomada del plano de Pedro Beare 1860-1870. Museo de la Ciudad de Buenos Aires.
26.- El Avisador, Guía General de Comercio y Forasteros. Buenos Aires, 1866. p. 158. La ubicación entre las calles fue tomada del plano de Pedro Beare, 1860-1870. Museo de la Ciudad de Buenos Aires.
27.- Tomado del plano de Pedro Beare 1860-1870. Museo de la Ciudad de Buenos Aires.
28.- RUIZ, Francisco, Gran Guía General, Comercial de la República Argentina. Estadística, Agricultura, Administrativa de 1878-1879. Biblioteca Nacional, número 22.379. Aquí figura como albañil. La ubicación entre las calles está tomada del plano de Pedro Beare 1860-1870. Museo de la Ciudad de Buenos Aires.
29.- Gran Guía de la Ciudad de Buenos Aires. Editada por Hugo Kunz y Cía. Director Edelmiro Mayer, p. 508. Bs. As., 1886. La ubicación entre las calles está tomadas de la misma guía.
30.- Sala X 26.3.2A. AGN.
31.- Hasta ahora se ha encontrado un solo documento que Rosas fecha en La Encarnación de Palermo de San Benito, mayo 20 (mes de América) de 1846. Es una carta dirigida al general José de San Martín.
32.- Registro 1. 1838. AGN.
33.- SALDÍAS, Adolfo, Historia de la Confederación Argentina, Tomo III. Hyspamérica. Página 208.
34.- Registro 1, 1839. AGN.
35.- Encarnación Ezcurra murió el 19 de octubre de 1838.
36.- Sala X C 43. A 2. Nº 8. AGN.
37.- Sala X 26.4.1. AGN.
38.- Registro 6, 1838. AGN.
39.- Encarnación Ezcurra murió el 19 de octubre de 1838.
40.- Sala X 26.4.1 AGN.
41.- Tribunal Civil, legajo C nº 109, año 1861. AGN.
42.- Historias de la Ciudad. Una revista de Buenos Aires. Año VII, Nº34.
43.- Estaba en la fracción de tierra limitada hoy por las avenidas Luis María Campos, Santa Fe y Dorrego.
44.- CUNIETTI-FERRANDO, Arnaldo J., San José de Flores. El pueblo y el partido (1580-1880), Buenos Aires 1977.
45.- “Las tierras de Comastri”, en Historias de la Ciudad. Una revista de Buenos Aires. Año IV, Nº 22.
46.- Es coronel Alfredo G. Seguí (1835-15 de septiembre de 1899). En la batalla de Caseros combatió con las tropas rosistas. Tuvo varios destinos militares e intervino en diversos combates. Pasó a situación de retiro en 1895.
47.- Se refiere a la casa que había en la quinta que compró a Carlota Núñez de Holterhoff el 10 de marzo de 1839. Registro 1 1839. AGN.
48.- Julio Núñez fue periodista y crítico musical (1834-1905). Fundó La Gaceta Musical. Colaboró en La Prensa y en La Nación, firmando como “O.Z.”
49.- Testamentaria Nº 7804. AGN.
50.- Registro 5 1850. AGN.
51.- Historias de la Ciudad. Una revista de Buenos Aires. Año VII-Nº 35.
52.- Registro 7 1850-1851. AGN.
53.- Saturnino Salas era el presidente del Departamento Topográfico desde 1852.
54.- Sala IX 23.9.2. AGN.
55.- Testamentaria 3529. Año 1861. AGN.
56.- Testamentaria 3529. AGN.
57.- Fue rematador, comerciante, industrial y político.
58.- Reg. 11 1870. Fj. 398. AGN.
59.- Testamentaria 8277. AGN.
60.- César Bogo. 1880-1980. Fraternidad Centenaria. Síntesis de la actividad desplegada en 100 años por la Asociación La Fraternidad. Edición: La Fraternidad.
61.- Legajo 115. Año 1862. Tribunal Civil. AGN.
62.- Testamentaria 3529. AGN.
63.- Testamentaria 8094. AGN.
64.- Testamentaria 3536. AGN.
65.- Tribunal Civil. Letra C. Año 1862. AGN.
66.- Tribunal Civil C Año 1861 – Leg. Nº 109. AGN.
67.- Testamentaria 3529. AGN.
68.- Registro 3 1862. AGN.
69.- La quinta medía 60 metros de frente por 130 de fondo.
70.- Era “compadre de sacramentos” de Cabrera.
71.- La Ciudad de La Plata, sus tierras y su arquitectura. Arq. Alberto S.J. de Paula. Ediciones del Banco de la Provincia de Buenos Aires, 1987.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año VIII – N° 45 – marzo de 2008
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: ARQUITECTURA, Edificios destacados, Palacios, Quintas, Casas, Oficios, Vivienda,
Palabras claves: Miguel María Cabrera, albañil, Rosas
Año de referencia del artículo: 1830
Historias de la Ciudad. Año 8 Nro45