En la calle Sarmiento 546, que es entre San Martín y Florida, de la Capital Federal, hay una placa de bronce que dice:
Aquí nació el 30 de marzo de 1793
Don Juan Manuel de Rosas
Homenaje de la Municipalidad de la Ciudad
de Buenos Aires
Buenos Aires, 20 de noviembre de 1992
Debajo de esta hay otra, de mármol, que indica:
Al Brig. Gral.
D. Juan Manuel de Rosas
1793-30 de marzo-1993
Instituto de Investigaciones
Históricas Juan Manuel de Rosas
Adolfo Saldías asegura en su Historia de Rozas y su época, que comenzó a publicar en 1881, que Rosas nació “en la calle Cuyo (Sarmiento) número 94”, sin precisar a qué época corresponde esa numeración y a quién pertenecía esa casa.
Carlos Ibarguren escribió que Rosas nació en la casa paterna de su madre, Agustina. Con tal precisión comienza su libro Juan Manuel de Rosas: “El 30 de marzo de 1793, en la casa grande del finado don Clemente López, situada en la acera norte de la calle Santa Lucía (Sarmiento), doña Agustina López de Osornio, esposa del joven militar León Ortiz de Rosas, daba a luz a su primer hijo varón”. Como se verá más adelante, hay un error de apreciación en la orientación del frente de la casa.
Antonio Dellepiane, en su libro Rosas, dice: “…una joven porteña unida en matrimonio a un teniente entonces al servicio del rey español daba a luz un niño que, con el andar de los años y el vaivén oscilatorio de los hechos históricos, debía aplicar en su país un régimen de análogo terrorismo, en oposición a la corriente de ideas y de cambios sociales producidos por aquel que imperaba a su nacimiento.
“Por ese tiempo, el matrimonio Ortiz de Rosas-López de Osornio vivía en casa de la familia de la esposa. El padre de esta, don Clemente López de Osornio, oriundo de Buenos Aires, había sido sargento mayor de milicias y a la par pudiente hacendado, propietario del Rincón de López, establecimiento de ganadería situado sobre la boca del río Salado, donde junto con uno de sus hijos, encontró la muerte en 1783, a manos de los indios salvajes. Siete años más tarde, su hija Agustina, ya de veintiún años de edad, contraía matrimonio con el teniente León Ortiz de Rozas que frisaba en los treinta.”
Pero, más allá de estas aseveraciones que, tras una detenida lectura de la documentación revisada en el Archivo General de la Nación, podrían no ser tan precisas, lo incomprensible es la ubicación de las placas en esa calle y en el solar en que se encuentran, ya que allí, al tiempo de nacer Juan Manuel de Rosas, tenían la quinta Cecilio Sánchez de Velasco y su mujer, Magdalena Trillo, padres de Mariquita Sánchez de Thompson. Y las placas fueron colocadas para indicar la casa paterna de Agustina López de Osornio.
Sánchez de Velasco modifica sus casas
En la sucesión de Florencia Thompson, viuda de Lezica, quinta hija del primer matrimonio de Mariquita Sánchez de Thompson, se encuentra que desde 1770 vivía Cecilio Sánchez de Velasco en una amplia casa quinta de unos 5.000 metros cuadrados (media manzana). Ocupaba dicha quinta una cuadra de la calle Santa Lucía (Sarmiento), entre las de San José (Florida) y La Santísima Trinidad (San Martín), lugar donde hoy se encuentran las placas. El ancho de este lote era de 40 metros al Sur. En ese expediente sucesorio se adjuntó un plano detallado de las construcciones que allí se levantaban.1
El 7 de agosto de 1788, Cecilio Sánchez de Velasco, en nota dirigida al gobernador intendente general, dice que “en la calle de Santa Lucía (Sarmiento) y esquina a la de San José (Florida) tiene unas casas antiguas las que quiere reedificar como demuestra el plano adjunto; como asimismo otras tres casas en la calle de San José (Florida) y en la de la Merced (Perón) quiere abrir puertas y ventanas y otras menudencias; por lo que cumpliendo con el mandato de este Gobierno a fin de no se le ponga embargo.
“A.V.S. suplica le conceda la correspondiente licencia”.
Luego de la intervención de los alarifes maestros mayores de esta Capital dio visto bueno a la obra Joaquín Antonio de Mosquera, capitán del Real Cuerpo de Ingenieros y juez de policía.
Así, el 19 de agosto “ha concedido el Gobierno a Don Cecilio Sánchez de Velasco la licencia que ha pedido para reedificar unas casas que tiene sobre la calle Real de Santa Lucía (Sarmiento) esquina a la de la Merced (Perón); con otras varias obras que quiere construir en otra que tiene sobre la calle Real de San José (Florida), según consta del reconocimiento practicado por los Alarifes Maestros Mayores de esta Capital cuya diligencia con el plano y vista de dichas obras que ha presentado corre unida al expediente concluido sobre la materia con fecha de ayer, que original queda con los de su clase en la Secretaría de Gobierno de esta provincia a cuyo contenido me refiero siendo del cargo de los mismos Alarifes Maestros Mayores el exacto cumplimiento a las reglas generales establecidas con cuanto más conduzca a la seguridad y decoración ppea. Consultada por ser así conforme a lo que de dicha expediente resulta”.
Por ese entonces, agosto de 1788, hacía tres años que Cecilio Sánchez de Velasco ya era albacea de la sucesión de don Clemente López de Osornio y de María Manuela Rubio, por lo que tenía a su cargo a los menores Agustina Teresa de 19; José Silverio de 14 y Petrona Josefa, de 15.
En su testamento,2 fechado el 23 de mayo de 1844, María Sánchez de Mendeville declaró que las propiedades que le quedaban eran: “Mi casa habitación, situada en la calle del Perú (Florida) número ochenta y siete, la siguiente, número noventa y uno; la esquina número ochenta y seis en la calle ya nombrada y la de Cuyo (Sarmiento) y las cuatro casas siguientes en dicha calle de Cuyo (Sarmiento) número ochenta y cuatro, ochenta y dos, ochenta y setenta y ocho”.
Sobre una de esas casas que Cecilio Sánchez de Velasco modificó y construyó en 1788, como ya se dijo, se han colocado las placas mencionadas al principio de esta investigación con un fundamento que no condice con la realidad. En la Dirección de Catastro de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, en la Nomenclatura Parcelaria Circunscripción 14, Sección 1, Manzana 27, parcela 1 d. Calle Sarmiento 546, 552 y 562 (numeración actual) entre San Martín y Florida, están los datos que corresponden a la casa que fue de Cecilio Sánchez de Velasco, y en la planilla catastral se anotó: “Por expediente 78.206/92 dispónese la colocación placa en homenaje a don Juan Manuel de Rosas, por Ordenanza 46.218, Decreto 1031 de fecha 5 de julio de 1993”. Y en los considerandos se manifiesta que allí estaba la casa paterna de la madre de Rosas. Como se ve, por lo señalado anteriormente, esto es algo que no responde a la verdad histórica.
La casa de Clemente López de Osornio
En el Padrón de la Ciudad de Buenos Aires de 1778,3 se puede leer que en la “Calle de Sta. Lucía (hoy Sarmiento), cera al Norte de Leste á Oeste”, vivían las siguientes personas:
Dn. Clemente López, 70 años, casado, Sargento Mayor, español.
Da. María Manuela Rubio, 38 años, su mujer, española.
Dn. Andrés, 21 años, hijo de ellos, soltero, español.
José Silverio, 2 años, hijo de ellos, español.
Mariano José, 8 meses, hijo de ellos, español.
Agustina Teresa, 7 años, hija de ellos, española.
Petrona Josefa, 3 años, hija de ellos, española.
Esclavos:
María, 40 años, casada, negra.
Feliciana, 42 años, casada, negra.
Damiana, 21 años, soltera, negra.
Teodora, 18 años, soltera, negra.
Josefa, 11 años, negra.
Pascuala, 5 meses, negra.
Lorenza, 5 años, libre, mestiza.
Juliana, 25 años, libre, india.
Este padrón, cuyos datos corresponden a 1776, muestra cómo estaba compuesta la familia de Clemente López de Osornio, casado en segundas nupcias con María Manuela Rubio, y la cantidad de esclavos que tenía. E indica que la casa estaba en la acera que mira al norte. Esto se corrobora cuando en dicho padrón se ubica a los “Religiosos del Combate de Nuestra Señora de la Merced” en la “cera al Oeste calle de San Francisco”; otro tanto sucede con el “Palacio Arzobispal”, que lo registra en “plaza Mayor cera al Sur”. Aquí se utilizó la contracción de la proposición a y el artículo el para indicar que mira al.
Clemente López de Osornio estuvo casado en primeras nupcias con María Martina de Arroyo. De este matrimonio nacieron dos hijos: Catalina y Andrés Ramón; este último aparece como hijo de Clemente y de Manuela Rubio en el listado mencionado.
En 1783 murieron el padre y su hijo Andrés en la estancia que tenía Clemente en el Pago de la Magdalena, a orillas del Salado en su desembocadura en la bahía de Samborombón, al ser atacados por un malón de indígenas.
Dos años más tarde, en 1785, murió su segunda esposa, María Manuela Rubio.
En su testamento, María Manuela nombró albaceas y tutores de sus hijos -por ese entonces ya había muerto el menor, Mariano José- a Cecilio Sánchez de Velasco en primer lugar y en segundo a Felipe Arguibel, abuelo de Encarnación de Escurra y Arguibel.
Cuando murió María Manuela, las edades de sus hijos eran: Agustina, 16 (nació el 28 de agosto de 1769); Petrona, 12 y Silverio, 11 años.
En la sucesión4 se dice que a poco de morir la madre de los niños, que había estado un tiempo convaleciente en la chacarita de San Francisco, también falleció su hermana María Inés.
María Manuela fue enterrada el 17 de agosto de 1785, el día siguiente al de su muerte, en la iglesia de Nuestra Señora de la Merced, en Perón y Reconquista.
Por orden del protomédico debieron “desenladrillar” y picar las paredes y el techo de los cuartos de las dos difuntas. Y se quemaron en el bajo de la Recoleta “los trastos” (muebles del dormitorio, cama, colchón, ropero, ropa blanca y personal), así como la ropa blanca y el colchón de Agustina Teresa, la hija mayor, por estar contaminados.
La propiedad fue tasada para que corriera el expediente sucesorio, y allí dice: “La casa que quedó por muerte de Dn. Clemente López de Osornio que se halla situada en el barrio de la Merced y cuadra o calle, que va del Río para Santa Lucía (hoy Sarmiento), a las dos cuadras y media para el oeste de la esquina de la cerca del convento de Nuestra Señora de la Merced”.
Aquí queda bien definida la cuadra donde se levantaba dicha casa. Si se cuentan las dos cuadras y media a partir de Reconquista, que es donde están la iglesia y el convento de la Merced, nos encontramos en Sarmiento entre Florida y Maipú. Allí tendrían que estar colocadas las placas y no donde hoy se encuentran, si allí, en casa de Clemente López de Osornio, hubiera nacido Juan Manuel de Rosas.
Además, si nos atenemos a la numeración que da Adolfo Saldías, Cuyo (Sarmiento) 94, vemos que en el Registro de los Capitalistas para la Contribución Directa de la Parroquia de la Catedral al Norte,5 de 1846, esa numeración corresponde a Sarmiento entre Florida y Maipú, es decir, una cuadra más al oeste de donde se colocaron las placas.
Otro tanto se puede observar en el Censo de la Ciudad de Buenos Aires de 1855: Cuyo (Sarmiento) 94 corresponde a la cuadra que está entre Florida y Maipú. Y en ambos documentos, en el de Registro de Capitalistas y en el del Censo, la cuadra donde se ubicaron las placas es la propiedad indicada como de Margarita Thompson, cuyos números coinciden con los declarados en su testamento.
Con su frente al Norte, al ordenar las capellanías
Corrobora la orientación correcta de la casa de Clemente López de Osornio la escritura pública por la que se le devuelven a Agustina López de Osornio de Rozas las Capellanías que reconocía dicha casa.6 Esta dice que “se encuentra ubicada en la calle Cuyo (Sarmiento) 94 y su terreno se compone de 21 varas (18,19 metros) de frente al Norte y 67 y cinco tercios de vara (59,46 metros) de largo, en el que a los 27 y un sexto de varas (23,52 metros) entre el edificio de la lindera por ese costado haciendo un martillo de 2 varas (1,73 metros) de ancho y 3 y dos tercios (3,18 metros) y 23 (19,92 metros) de fondo, resultando de esto que el terreno en su fondo tiene de ancho 28 1/8 varas (24,36 metros). Linda por su frente, calle en medio, con casa del finado Juan Almeida, por el fondo con la de Pedro Osua, para el costado del Este con la de Simón Xlier y la de Francisco Baldez, la de Santiago Lencinas y la de Manuel José Guerrico y por el Oeste con la del finado Francisco Salgado”.
Esta declaratoria es un documento más que confirma que la casa se hallaba ubicada sobre la acera que da al Norte y entre Florida y Maipú, ya que en esa época —1836— la numeración 94 estaba entre esas calles.
Dónde estaría hoy ubicada la casa de Clemente López de Osornio
La Dirección de Catastro de la Municipalidad de Buenos Aires tiene registrada en la Sección 1, Manzana 19, Parcela 2, calle Sarmiento números 626, 630, 632 y 636, entre Florida y Maipú, la casa que fue de Clemente López de Osornio. En la plancheta podemos ver las dimensiones del terreno, que son coincidentes, con muchísima aproximación, seguramente debido a los modernos equipos en uso para hacer una mensura, con las anotadas en la sucesión y posterior escritura en 1836, que se menciona más arriba, salvo el martillo en el frente que se anexó en 1850.
Actualmente se encuentra allí emplazado el Nuevo Acceso Centro Recaudador Sucursal Centro del Banco Ciudad.
Este dato echa por tierra todas las elucubraciones que se hicieron hasta ahora sobre cuál sería el predio actual que correspondería a la mencionada propiedad, y esclarece la orientación del frente del terreno, que mira al Norte.
Como dato curioso cabe señalar que las medidas del terreno prácticamente no fueron alteradas en los últimos 200 años, a pesar de los cambios de dueño y de las distintas construcciones que se levantaron durante todo ese tiempo. Salvo, como se dijo, la pequeña porción (martillo) que se anexó en el frente en 1850.
Aquí en Sarmiento 626, 630, 632 y 636 deberían haberse colocado las placas si hubiera certeza de que ese fue el solar natal de Juan Manuel de Rosas.
Medidas del terreno según las épocas
Anotadas Catastro
en 1836 Municipal
Medición
de 1964
Frente de 21 varas 1 8,19 m 18,16 m
Costado E. 67 5/3 varas 59,46 m 58,065 m
Costado O
A las 27 1/6 varas 23,52 m 23,07 m
Martillo de 2 varas 1,73 m 1,36 m
A las 23 varas del fondo 19,92 m 19,67 m
Martillo 3 2/3 varas 3,18 m 2,48 m
Administración de Cecilio Sánchez de Velasco
Al revisar el expediente sucesorio de los padres de Agustina se encuentra un minucioso control de egresos e ingresos en la testamentaría, como todo lo relacionado con la manutención, el alquiler y la reparación de la casa paterna de los menores.
La situación económica para mantener las propiedades y a los tres deudos se tornó crítica y Cecilio Sánchez de Velasco decidió vender algunos esclavos y muebles.
Así, en este punto encontramos que el comienzo novelado que hace Carlos Ibarguren de la biografía de Juan Manuel de Rosas peca de mucha imaginación cuando dice respecto del nacimiento del niño: “Las negras Feliciana, Damiana, Pascuala, Teodora y demás esclavas, y la india libre Juliana, criadas en la casa, se agolpaban en el vasto patio, impacientes por penetrar en la alcoba de la amita y conocer la criatura”. Por ese entonces ya hacía siete años que Damiana, Pascuala y Teodora habían sido vendidas y Feliciana, natural de Angola, casada con el negro libre José Rodríguez, tendría por ese entonces 67 años y, por como estaba la situación, es muy probable que también hubiera sido vendida cuando Agustina aún no había contraído enlace.
Cecilio Sánchez de Osornio contestó, ante una demanda7 de Catalina López, hija del primer matrimonio de Clemente y hermanastra de Agustina, por la venta de los esclavos: “…que la testamentaría necesita fondo para sostener sus gastos y pagar otras deudas pues ya yo estoy medio aburrido de los suplementos que le tengo hecho”.
El 20 de diciembre de 1786, a poco más de un año de la muerte de Manuela Rubio, el defensor general de Menores le pidió a Cecilio “que suspenda la venta de esclavos y que los ponga en conchavo en parte segura hasta las resultas de la división de los bienes de la testamentaría a su cargo para que no causen más gastos a ellos”.
En febrero del año siguiente, 1787, cuando Agustina tenía 18 años y aún era soltera, “se le permite -a Cecilio Sánchez de Velasco- la venta de bienes con tal que no sean de alguna que pueda ser muy necesaria o muy útil a los herederos”. También se lo autoriza “a vender las piezas de plata labrada”.
El estado de la casa
Por la tasación de la propiedad hecha en la testamentaría se sabe la distribución y la cantidad de habitaciones que tenía la casa a la muerte de la madre de Agustina:
* Dos cuartos a la calle, de alquiler.
* Otro para el servicio de la casa.
* Una puerta grande con zaguán.
* Una sala con aposento, al Norte.
* Dos cuartos al Este.
* Otro, seguido al aposento, al Oeste.
* Otros dos de azotea, al Oeste.
* En el traspatio, un corredor grande.
* Cocina.
* Dos cuartos para criados.
* Horno de cocer por lugar común.
* Un pozo de balde.
* Lugar común para la casa.
* Dos ídem en los cuartos de alquiler.
Como ya se mencionó, a la muerte de la madre de Agustina y de su tía se desarmaron completamente dos cuartos, a los que les fueron quitados el piso, los revoques y el techo. Por ser una casa vieja y con falta de mantenimiento fue deteriorándose mientras transcurría el tiempo de la testamentaría.
Permanentemente debían hacerse reparaciones en los cuartos de alquiler para poder arrendarlos.
Cecilio Sánchez de Velasco y León Ortiz de Rozas, este ya casado con Agustina, pidieron al defensor general de Menores, el 14 de abril de 1791, “salgan a remate judicial la estancia y la casa de la ciudad”.
A los pocos días, el 26 de mayo de 1791, presentaron otro escrito en el que manifestaron: “…pero aún para estos es útil y ventajosa la venta de la casa como en caso necesario protestamos dar información de utilidad, así porque la referida casa sin venderse no proporciona sino quebrantos en sus refacciones, y en el tiempo que está sin alquilarse sin embargo de tener puesto papel desde poco tiempo después del fallecimiento de la Da. María Manuela Rubio, como porque sin duda les es más conveniente a los menores que reducida a dinero se ponga este a usurar…”.
En agosto de 1785, al morir Manuela Rubio y Díaz, la casa quedó desocupada. Esto se confirma por el pago del servicio de iluminación, en cuyo recibo consta que estuvo desocupada los últimos cuatro meses de ese año. Y en el siguiente, 1786, sucedió lo mismo: por cuatro meses la casa quedó desocupada.
Por el estado en que se encontraba la propiedad, con dos cuartos desarmados, con una buena cantidad de esclavos, muebles y platería vendidos, y por el tiempo que estuvo deshabitada, todo parece indicar que allí no vivieron, después de la muerte de su madre, los menores Agustina, José Silverio y Petrona Josefa. Como tampoco, posteriormente, el matrimonio León Ortiz de Rozas-Agustina López de Osornio. Estos se casaron en 1790.
A los cuartos se les pusieron los pisos, revoques y techos en abril de 1791; el 13 de ese mes se le abonó “a Bartolomé Tesón por 15 días de trabajo y 18 días de 2 peones para embostar y enladrillar los dos cuartos que se picaron y desenladrillaron por el contagio que pudiera tener, mudar puerta a uno de ellos y recorrer todos los tejados de la casa. Por blanquear los dos cuartos que se picaron”.
Al otro día, 14 de abril de 1791, Cecilio y León pidieron que se rematara la casa.
Dos meses antes, el 24 de febrero, se había arreglado la vereda de la propiedad y colocado 9 postes labrados de ñandubay. También se le abonó a “Pedro Robles por hechar un umbral nuevo a la puerta del cuarto de la calle, arreglar estas, poner un contrapiso, recorrer la ventana del cuarto del patio, desarmar el coche”.
Por el tenor de las reparaciones podría decirse que la casa no estaba habitable para tres menores y su personal de servicio, como se estilaba en la época, y menos aún cuando se casó Agustina. Además, debe considerarse que la casa tuvo por mucho tiempo cartel de alquiler, lo que obligaba a tenerla desocupada.
De allí que es poco probable que Juan Manuel de Rosas haya nacido en la casa de su abuelo Clemente López de Osornio.
Corrobora aún más el estado un tanto precario en que se encontraba la casa el testimonio de Cristóbal de Aguirre, presentado como testigo por Sánchez de Velasco ante el defensor general de Menores a fin de conseguir la autorización para rematarla. Esto sucedía el 3 de junio de 1791, dos meses después de haber realizado las reparaciones.
Dijo el testigo: “…es constante a todo el mundo que cualesquiera finca para que no se deteriore es preciso tener particular cuidado en repararla y especialmente siendo de la clase de la que se le pregunta, que por ser antigua construcción se hace forzoso estar contínuamente reparándola, a fin de que medio subsista en cuyos reparos es necesario gastar aún quizás más de lo que pudiera producir estando contínuamente alquilada, lo que no sucederá vendiéndola, que en este caso la cuidará el que la compre, y se evitará el perjuicio que en los reparos amenaza a los menores”. Luego respondió: “Que la casa y cuartos que contiene han estado varias veces con papel de alquiler, y que aquella no la ha visto nunca alquilada, y estos pocas ocasiones”.
Cecilio Sánchez de Velasco, no conforme con ello, solicitó que se convocara a nuevos testigos para confirmar lo dicho. Así se procedió en el juicio, el 1° de julio de 1791, en el que estos testigos afirmaron lo siguiente:
“La finca sin venderse no sólo se menoscaba y deteriora sino que es preciso hacerle continuos reparos sin perjuicio de los menores y demás interesados.
“Desde el fallecimiento de Doña María Manuela Rubio han estado la casas y cuartos con papel de alquiler sin que se haya logrado alquilarla a excepción de dos cuartos que lo han estado en ocasiones.”
“Don Cecilio Sánchez de Velasco ha tenido que componerla diferentes veces.”
La casa salió a remate el 9 de julio de 1791 y no hubo comprador.
Se volvió a sacar a remate el 31 de mayo de 1797 y tampoco apareció comprador.
Pedro Nolasco Arroyo, hermano de María Martina de Arroyo, que fue la primera esposa de Clemente López de Osornio, pidió que volviera a salir a remate el 17 de diciembre de 1800, para poder cobrar su parte acordada como herencia.
Volvió a salir a remate el 3 de julio de 1802.
El 10 de julio de 1802 la casa se sacó nuevamente a remate: “Compareció José Francisco Vidal y ofreció por ella 6.000 pesos de dinero de contado. Así, como no se mejoró la oferta, se suspendió el remate y se dio cuenta a los interesados.” Lo firma el escribano Inocencio Antonio Agrelo.
Finalmente la casa pasó a poder8 de Bartolomé González y su esposa, Petronila Alvarez. Bartolomé González era cirujano del regimiento fijo de Buenos Aires.
Petronila era oriunda de San Antonio de Areco y testó en la Villa del Luján el 23 de septiembre de 1807. Murió el 30 de septiembre.
Entre sus bienes declaró la casa que había sido de Clemente López de Osornio.El matrimonio tuvo dos hijas: Tomasa y Juana Josefa González y Alvarez, esta casada con Juan Antonio Arana.
A la muerte de Bartolomé González —”ex cirujano propietario del Regimiento de Infantería fijo de Buenos Aires— y de su mujer la casa fue heredada por sus hijas Juana Josefa y Tomasa González y los hermanos menores de estas; probablemente, el padre se casó en segundas nupcias y tuvo hijos de ese matrimonio.
El doctor Valerio Arditt, o Arditi, promovió en 1833 juicio contra Juana Josefa González por cobro de dinero que le adeudaba por obligación hipotecaria del 20 de febrero de 1832, ante el escribano Luis López. Juana Josefa le había pedido 10.000 pesos en préstamo dando hipoteca por la parte que le correspondía a ella de la propiedad paterna. Ella estaba casada9 con Juan Antonio Arana, “vivía10 en la chacra que fue de Simón Pereyra, contigua a la de Victoriano Rubio, situada entre la de Caseros y Morón”.
En 1833, la propiedad de Cuyo (Sarmiento) 94 estaba alquilada al doctor José Francisco Ugarteche, que vivía con su esposa, Josefa Echenagucía, y su hijo Carlos.
Valerio Arditti murió en julio de 1834. Su viuda, Angela Rojas, curadora de sus hijos menores, continuó la acción llevando la casa a remate.
Durante el proceso del juicio continuado por la viuda de Valerio Arditti y ya en los pasos finales, cuando la casa iba a ser subastada públicamente, ante el extravío de los títulos de propiedad, fueron citados a comparecer como testigos León Ortiz de Rozas y su mujer, Agustina López de Osornio.
Agustina Rozas dijo que “le consta que la casa era de sus padres y el albacea Cecilio Sánchez de Velasco, curador también de la señora exponente vendió la finca al padre de Juana Josefa González y la escritura fue firmada por su esposo, León Ortiz de Rozas, como heredero mayor. De la escritura no recuerda ante qué escribano fue otorgada”.
León Ortiz de Rozas dijo lo mismo que su esposa “y que no recuerda en qué oficina se extendió dicha escritura”. Esto sucedió el 24 de febrero de 1836, más de 30 años después de haberse vendido la finca.
Como la casa de López de Osornio tenía una serie de capellanías dispuestas por los padres de Agustina Teresa López de Osornio y Rubio, madre de Rosas, ante el remate de la propiedad decidió hacer el traslado de dichas capellanías, “para entregar la casa libre de todo censo o gravamen”. Así, el 19 de julio de 1836 (Juan Manuel ya tenía 43 años), ante escribano público,11 dejó constancia de que “por fallecimiento de sus autores (por ese entonces hacía 51 años que había quedado huérfana de padre y madre) se hallan diseminadas varias fundaciones de Capellanías o pías memorias que aquellos piadosamente mandaron fundar…” Y el escribano actuante apuntó: “La señora compareciente ha reclamado dos capellanías que gravitaban sobre la casa paterna de sus finados padres don Clemente López de Osornio y Doña María Manuela Rubio y Díaz, que había pasado por ventas al finado Bartolomé González y sucesivamente a sus herederos Doña Tomasa y Doña Juana Josefa González”.
En otra escritura,12 esta del 1ro. de agosto de 1836, se lee que José María Ezcurra (hermano de Encarnación, la esposa de Rosas) compró en remate, por intermedio de Fernando Ramos, la casa de la cual habla Agustina en la escritura arriba mencionada.
El primer remate, que se anuló, fue el 27 de octubre de 1834. La había comprado el rematador Fernando Rojas, en puja con Andrés Pueyrredón, por un importe de 32.000 pesos. En el segundo remate, el 13 de octubre de 1835, la compró el rematador Fernando Ramos, en 30.200 pesos, que luego manifestó que la había adquirido con dinero de José María Ezcurra.
Como antecedente de los dueños anteriores, en la escritura aparece que la sucesión de Clemente López vendió a Bartolomé González y Petronila Alvarez esta propiedad de la calle Cuyo (Sarmiento) número 94, con un terreno de 21 varas al norte y 67 varas de fondo al sur.
Lindaba, en el año de dicha escritura, 1836, al Norte, calle de por medio, con la propiedad del finado Juan Almeida; al Sur, con Pedro Osuas; al Este, con Simón Meier, Francisco Baldez y Lensinas Guerrico, y al Oeste, con la propiedad del finado Francisco Salgado.
En 1850, Ezcurra le compró13 a Juana Inzúa, que tenía la casa lindera, Cuyo (Sarmiento) 98, “un pequeño martillo que por el costado Este tiene a su favor la finca de la propiedad de la otorgante, compuesto aquel de 3 1/4 varas de frente al Norte y 5 3/4 varas de fondo”. Ezcurra pagó, por el martillo, 9.500 pesos moneda corriente.
Inzúa le vendió este martillo porque “se ha desplomado14 el techo de la pieza a la calle que sirve de sala a la finca de mi propiedad. Por convenir mejor a mis intereses le vendo al señor José María Ezcurra un pequeño martillo que tenía a su favor mi casa, y lindaba por el costado Este con la propiedad del señor Ezcurra. El producido de la venta va a ser invertido en mejoras a la finca…”.
La casa quedó vacía
Si los niños no habitaron la casa paterna después de la muerte de su madre, ¿adónde fueron a vivir?
Y ahora entramos en el terrreno de una disquisición. Se revisaron los registros de los escribanos desde 1785, año en que murió la madre, hasta 1793, que es cuando nació Juan Manuel de Rosas. En ese período no se pudo encontrar compra de propiedad destinada a vivienda por parte de la sucesión o por Cecilio Sánchez de Velasco o por León Ortiz de Rozas.
Se puede pensar que los menores se quedaron en la casa paterna, en forma muy precaria; el niño Silverio estuvo pupilo en el Colegio de San Carlos, los dos primeros años después de la muerte de la madre, alternando su estada, principalmente durante los meses de verano, en la estancia. Aquí habría una coincidencia con los recibos del servicio de iluminación, que solamente se pagaron ocho meses en 1785, por estar el resto del tiempo desocupada. Y hay un recibo del cobrador de la iluminación que dice que la casa estuvo vacía desde septiembre de 1786 hasta junio de 1787, o sea diez meses. Año, este último, en que estaba fechado el recibo. Lo firmaba Juan Fernández de Puente.
Luego pudieron ir a vivir a una casa más pequeña alquilada o bien Sánchez de Velasco les dio alojamiento en una de las casas que modificó y rehizo su frente en 1788, que daba por Sarmiento entre San Martín y Florida. Si allí vivieron y allí se instaló el matrimonio Ortiz de Rozas-López de Osornio, bien pudo nacer Juan Manuel en ese solar donde hoy están las placas. Que realmente señalarían el lugar de su nacimiento y no la casa paterna de Agustina, como dicen los considerandos de la ordenanza municipal 46218, del 24 de septiembre de 1992 y el decreto 1031/93, de imposición de las placas.
¿Dónde vivió Rosas, ya mayor, con sus padres y de casado?
El 4 de junio de 1803, Agustina López de Osornio, “con amplia facultad de su esposo Dn. León Ortiz de Rozas, Capitán del Regimiento de Infantería de esta capital”, compró15 “una casa en la traza de esta ciudad calle de San Carlos (hoy Alsina) una cuadra para el poniente de la iglesia de San Juan, que hace esquina edificada en terreno de 19 varas (16,45 metros) de frente al Norte y 52 1/2 varas (45,47 metros) de fondo al Sur, lindera por el frente, calle Real de por medio, con casas que fueron de la finada Juana María Gutiérrez, por el poniente, también calle por medio, por hacer esquina, con casas de Da. María Manuela Villarino, por el Sur con el convento de monjas Capuchinas y por el Este con casas de Dn, Juan de Arraga y cuyas casas pertenecían a Da. Josefa Catalina Cuebas por herencia de sus padres Dn. Miguel de Cuebas y Da. Juana Romero y Peralta”. La propiedad había sido hipotecada y sacada a remate en varias oportunidades. Su estado era de deterioro. La casa la compraron por 5500 pesos, de los cuales pagaron 3.000 al contado y por el resto finalizaron el pago el 17 de enero de 1807.
Es la esquina de Alsina y Tacuarí. Tuvo inicialmente la siguiente numeración: Alsina 122 y Tacuarí 81. Hoy lleva por números: Alsina 892 y 894; Tacuarí 202, 214 y 236.
Salvo la ochava, que se practicó en 1982, el terreno aún hoy conserva las mismas medidas que cuando lo compraron Agustina y León Ortiz de Rozas.
Allí vivieron hasta que se mudaron a Defensa 73, 75 y 77, entre Alsina y Moreno, al llegar a esta, frente al paredón del templo de San Francisco. Allí murieron. León Ortiz de Rozas, el 13 de agosto de 1839. Agustina López de Osornio, el 12 de diciembre de 1845.
En esa casa vivió con sus padres Juan Manuel de Rosas cuando estaba en la ciudad, aún después de casado, hasta que se mudó a la casa de sus suegros, en Moreno entre Bolívar y Perú.
En la Primera Invasión Inglesa Juan Manuel tenía 13 años. Al respecto dice Adolfo Saldías en su Historia de la Confederación Argentina:16 “Fueran las consideraciones con que lo miraban por el nombre y posición de su familia, o por la influencia que él mismo se había creado entre sus compañeros, el hecho es que, así que se inició la resistencia que debía concluir con la reconquista de la ciudad de Buenos Aires, Rozas se llevó a su casa de la calle Cuyo a varios de sus jóvenes amigos, los incitó a la pelea, los armó como pudo y se presentó, a la cabeza de ellos, al general Liniers”.
Saldías lo considera viviendo, por ese entonces (1806) en la casa de sus abuelos maternos, cuando en realidad esa propiedad ya había sido vendida y él vivía con sus padres en la esquina de Alsina y Tacuarí.
Un tiempo desconocido
Este trabajo, si bien señala algunas precisiones que hasta hoy eran desconocidas, abre un gran interrogante sobre la vida de los hijos de Clemente López de Osornio y de Manuela Rubio, después de la muerte de esta, y sobre cuál fue la primera morada del matrimonio de Agustina López de Osornio y León Ortiz de Rozas. Sólo se ha podido esbozar una posibilidad totalmente imaginaria ante la falta de documentación fehaciente. En cuanto al resto, los documentos marcan el camino de las casas de las familias. a
Notas
1.- Con motivo de una nota publicada por el Arq. Luis Grossman, en el suplemento Arquitectura del diario La Nación, del 24 de mayo de 1995, en la que se trataba la ubicación actual de la que fue la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, en la calle Florida, entre Sarmiento y Cangallo, el profesor Victorio L. M. Noguera Bustamante le envió una carta aclaratoria acompañada por una copia del plano que se hizo de la propiedad y que él procedió a “copiarlo con santa paciencia”. Este documento se encuentra en la testamentaría de Florencia Thompson, viuda de Lezica. Este plano, copiado por el profesor Noguera Bustamante, es el que reproducimos en estas páginas.
2.- Archivo General de la Nación, Registro 1, año 1844, escribano Pablo Izarrualde.
3.- Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía. Padrón de la Ciudad de Buenos Aires. Tomo 11. Documentos para la Historia Argentina. Facultad de Filosofía y Letras. Página 62.
4.- Testamentaría 6726. AGN.
5.- Archivo General de la Nación, Sala X 26.5.4.
6.- Registro 6. Año 1836. Página 230 vuelta. AGN.
7.- Testamentaría 6726. AGN.
8.- Testamentaría 5903. AGN.
9.- Tribunal Civil. Legajo A Nro. 34, Año 1833. C.8 A.5 Nro. 11. Valerio Arditti contra Juana Josefa González. Archivo General de la Nación.
10.- Ibídem.
11.- Archivo General de la Nación, Registro 1, año 1836, fj. 257.
12.- Archivo General de la Nación, Registro 6, año 1836, fj. 230 v.
13.- Archivo General de la Nación, Registro 5, año 1850, fj. 520 v.
14.- Ibídem.
15.- Registro de Escribanos Nro.5, años 1802-1803, foja 139. AGN.
16.- Tomo I, página 16. Editorial Hyspamérica, 1987.
Carlos Fresco
Historiador y periodista
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año III – N° 15 – Mayo de 2002
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Palacios, Quintas, Casas, Estatuas, monumentos y placas, Políticos, legisladores, autoridades, Cosas que ya no están, Mapa/Plano
Palabras claves: Rosas, nacimiento, vivió
Año de referencia del artículo: 1836
Historias de la Ciudad. Año 3 Nro15