Publicadas en La Prensa en 1956 y 1968, se refieren a la casa donde Urquiza recibió y promulgó la Constitución Nacional, tema del que poco se sabía entonces y al lugar de fallecimiento de Remedios de Escalada de San Martín. Después de la lectura de la carta de Bartolomé Galíndez no quedan dudas acerca de que la Constitución se promulgó en la quinta de Unzué sobre Rivadavia, antes de llegar a Carabobo. No obstante, gracias a esta polémica, tenemos una vívida descripción de la quinta de Terrero que Argüero alcanzó a conocer en su juventud y donde se firmó el pacto de Unión Nacional. En cuanto al fallecimiento de Remedios de Escalada, hoy se sabe documentadamente que acaeció en la quinta de su hermano Bernabé (después de Navarro Viola) y hoy Parque de los Patricios. En ambas polémicas, sale a relucir la tradición oral, demostrando su endeble valor frente a la inapelable prueba documental. Por nuestra parte, debemos señalar que los Escalada no tuvieron casa en el pueblo de Flores, sino muchos años después de Caseros. Sin embargo, podemos afirmar sin error, que Remedios murió en Flores. En efecto, en esa época (1823) la quinta de don Bernabé estaba situada en jurisdicción del partido de San José de Flores. Los cuatro protagonistas de estas esclarecedoras polémicas fueron miembros de la Junta de Estudios Históricos de San José de Flores; Galíndez fue su primer presidente fundador en 1938; el general Arana, presidente años después; y los otros dos, destacados miembros de número.
Dr. Luis Argüero y Bartolomé Galíndez
Gral. Adolfo Arana y Ricardo M. LlanesLa casa en que se promulgó la Constitución
La Prensa, 12 de noviembre de 1956
Señor Director:
En un artículo aparecido en La Prensa del domingo 28 de octubre último, dedicado a San José de Flores, se asientan algunos datos sobre el hermoso barrio, que no se ajustan a la verdad histórica. Han sido recogidos por el cronista, a no dudarlo, en medio de las exigencias de la diaria fiebre de la edición, leyendo a vuelo de pájaro documentos y libros y sin el tiempo necesario para oír el testimonio de algún viejo vecino, imprescindible para relatar la historia de las quintas florenses.
Dice el articulista que el general Urquiza recibió de manos de la comisión del Congreso formada por los doctores Del Carril, Gorostiaga y Zapata, el 24 de mayo de 1853, el ejemplar príncipe de la Constitución Nacional, a la que pondría su “Cúmplase” al día siguiente, “en la residencia de Urquiza, calle de la Federación (hoy Rivadavia), cerca de Carabobo, en la quinta de Unzué”. Erróneo. El trascendental acto se realizó en el cuartel general del vencedor de Caseros, establecido en la casa quinta de don Juan Nepomuceno Terrero, socio, compadre y, a la sazón, apoderado judicial de Rosas. Esta propiedad que el tiempo fue parcelando, se extendía entonces desde la hoy calle Donato Álvarez a Boyacá y desde Rivadavia a Gaona, extendiéndose también hasta el sur de Rivadavia. La casa, que el autor de estas líneas llegó a conocer y que fue demolida pocos años después de 1920, se encontraba en la esquina misma de Rivadavia y Boyacá, al nordeste, donde hoy existe un bar que hace cruz con una farmacia. Esta casona era de una sola planta y con los consabidos tres patios. El del frente, embaldosado y con una verja de hierro sostenida con pilares de ladrillo; el segundo, con piso de tierra, veredas marginales y con dormitorios a los lados, frutales y un aljibe en el centro, y el tercero, separado del segundo por una verja, destinado para dependencias y habitaciones de servicio. A la izquierda del patio frontero, estaba el dormitorio de don Juan Nepomuceno, a la derecha su escritorio, y al norte la sala y el comedor de la casa, habitaciones principales donde deben haberse desarrollado los actos trascendentales de nuestra historia que tuvieron como actor a Urquiza y como escenario a San José de Flores. En el segundo patio vivaquearon los soldados de la escolta del Libertador, quienes –según testigo presencial– hicieron leña para matear con los naranjos que lo poblaban…
Recuerdo que la esquina de la casona, el dormitorio de Terrero, según he dicho, era la de Rivadavia y Boyacá y estaba para la fecha de su demolición fuera de la línea de edificación moderna, tal como puede verse en el plano Catastral y mural de Buenos Aires publicado por la Municipalidad en 1907. En este sitio figura también en el plano de Adolfo Sourdeaux “de los alrededores de Buenos Aires”, editado allá por 1850. No estuvo, pues, la casa de Terrero, como se dice en la séptima columna del artículo de “La Prensa” en “Rivadavia y Terrero”, calle esta última que, por otra parte, aún no había sido abierta en 1859 y que tardaría años aún en serlo.
En la casona de Terrero se han desarrollado los siguientes hechos de nuestro pasado:
1°) Allí, donde hacía escala cuando iba a sus estancias, Rosas conferenció con Quiroga, estando este último a punto de partir en misión diplomática hacia las provincias del norte, de las que no debería regresar con vida.
2°) En casa de Terrero esperó Rosas que los restos del Tigre de los Llanos llegaran hasta el frente de la iglesia de San José para ser acompañados luego, solemnemente, hasta la de San Francisco, en el centro.
3°) En la misma casa, no obstante lo escrito por el articulista, Urquiza recibió la Constitución Nacional y, el 25 de mayo de 1853, le puso su “Cúmplase” promulgatorio, mientras rendían honores las tropas del coronel Lagos –cuyo cuartel general estaba en la quinta de Peña, (hoy Yerbal y Artigas)– y cantaban echadas a vuelo las campanitas de San José…
4°) Allí, el 10 de julio de 1853, fueron firmados los acuerdos de libre navegación con los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Brasil.
5°) Y, finalmente, y como bien lo dice el articulista, en esa casona se firmó el Pacto de Unión Nacional, el 11 de noviembre de 1859, entre los delegados de la Confederación y los de Buenos Aires.
Mi discrepancia fundamental con el articulista –aparte de la ya anotada sobre la exacta ubicación de la casa de los Terrero– existe, pues, acerca del lugar donde Urquiza recibió y promulgó la Constitución Nacional que hoy nos rige. Él afirma que tal cosa sucedió en la quinta de Unzué, en Flores, y yo en la de los Terrero, como arriba he escrito. Esto me fue relatado por un testigo presencial, ha poco fallecido, don Martín Gregorio de Yañiz, sobrino de don Juan Nepomuceno Terrero, morador en la quinta a la fecha de los sucesos y culto caballero que conservó hasta el fin de sus días tan feliz memoria que me pudo describir, argenta por argenta, cómo era la propiedad de sus tíos…
Otro sí digo: En la sección segunda del mismo número de “La Prensa”, aparece una fotografía del viejo Flores, esquina de las calles Unión y Sudamérica, “que llevan hoy los nombres de Ramón Falcón y General Artigas, respectivamente”. Inexacto: Ramón L. Falcón y Pedernera, se habría querido escribir.
De toda forma, el tema del verdadero lugar donde se promulgó la Constitución Nacional se presta a la investigación. Bien merece la pena, pues debería aclararse de una buena vez dónde ocurrió el acto memorable, para que se colocara allí una placa de bronce, que señale a las generaciones venideras el solar desde donde el pueblo argentino reemprendió su marcha de paz, libertad y progreso que Rosas interrumpiera. Y que en la placa se trascribiera el decreto del 25 de mayo de 1853, que saludaron los cañones federales y la campanitas de la iglesia del pueblo de las quintas añosas, donde aún florecen las glicinas y enrejadas ventanas dejan filtrar valses de nostalgia.
Luis E. Argüero
Neuquén 1534 – Capital
Juez nacional en lo penal correccional
Sitios históricos de San José de Flores
La Prensa, 15 noviembre de 1956.
Señor Director:
En la edición del 12 de noviembre, ese diario publicó una carta del doctor Luis E. Argüero acerca del artículo aparecido en la edición de 28 de octubre, vinculado con la historia de San José de Flores. Sostenía el autor de la carta que la Constitución Nacional no fue promulgada en la casa de Unzué sino en la de Terrero; que esta última se hallaba situada en la esquina de Boyacá y Rivadavia, lado N. E. y no en otro lugar de la quinta, y que los tratados de libre navegación de los ríos habían sido firmados en la casa de Terrero, agregando el Brasil a los países citados por “La Prensa”, Francia, Inglaterra y los Estados Unidos.
Para don Saturnino J. Unzué, ya fallecido, Urquiza había sido huésped de sus mayores en 1853. Me hizo conocer, además, que esa casa quinta había sido adquirida en ese año. Presumimos que lo fue en los primeros meses, pues el 4 de marzo ya estaba ocupada por los representantes de Urquiza. Don Pedro Etcheberry, antiguo vecino ya fallecido, sostenía que en esa casa, la de Unzué, había vivido Urquiza. Igual opinión escuché del coronel Daniel de Escalada, cuya familia había habitado en Flores desde los primeros años del siglo XIX. El coronel Nicolás Scasso y su hermano Ángel, con quienes visité la casa acompañado de varios amigos, nos recordó que su padre la señalaba como “la casa de la Constitución”. El título de propiedad de los Scasso en Flores, se extiende a 1853, y desde antes de este año eran pobladores. Estas son las referencias tradicionales. Veamos las constancias.
Los delegados del gobierno federal –el ministro de Relaciones Exteriores, doctor Luis J. de la Peña, el general Ferré y el doctor Facundo Zuviría–, ocuparon la quinta de Unzué en los primeros días de marzo de 1853 (carta que de la Peña dirigió el 3 de marzo a Urquiza). En una nota del ministro de Relaciones Exteriores dirigida al coronel Lagos, jefe de las fuerzas sitiadoras, se encuentra este encabezamiento: “Casa de Unzué, marzo 5 de 1853, 9 y 1/2 hora de la mañana”, así como en otra del 9, dirigida al gobierno de la provincia se observa arriba de la página: “Casa de Unzué”.
La nota del 9, día de la fecha del primer pacto firmado con los representantes de la provincia, general José María Paz, Dalmacio Vélez Sarsfield, Lorenzo Torres y Nicolás Anchorena, es dirigida al gobierno de Buenos Aires, y los delegados nacionales mencionan la quinta de Unzué.
En el informe de Buenos Aires, dado a conocer por “El Progreso” del 16 de mayo y “El Nacional” del 17, se afirma lo siguiente:
“Bajo tales auspicios se abrieron éstas (las conferencias) en la casa del señor Unzué, en donde se interrumpieron, no cuatro veces como dice el general Urquiza, sino solamente dos.”
Haciendo referencia a esa misma información, “El Federal Argentino”, editado en Flores –edición del 19 de mayo– expresaba:
“La presencia de los ilustrados ministros del Brasil y de Bolivia (mediadores) en el lugar de las conferencias, recabada por el general Urquiza también…”. No olvidemos que estamos a pocos días de la promulgación de la Constitución y que los representantes anteriores de Urquiza se habían alejado el 13 de marzo, fracasada su gestión. De manera que la casa quedó libre para ser ocupada nuevamente.
Urquiza llegó a Flores el 24 de marzo. El 24 de mayo los delegados del Congreso Constituyente, Del Carril, Gorostiaga y Zapata, se hicieron presentes en el cuartel general ante el coronel Hilario Lagos. Hablaron Del Carril y Lagos. Ese mismo día los recibió en audiencia pública el general Urquiza. Los delegados entregaron sus credenciales, como lo habían hecho con Lagos y, junto con aquella, lo hicieron con el ejemplar príncipe de la Constitución, firmado por todos los constituyentes, y varias leyes de las cuales eran portadores. Habló Del Carril y contestó Urquiza. El 25 de mayo el vencedor de Caseros firmó el decreto de promulgación y la circular dirigida a los gobernadores ordenando jurarla el 9 de julio (edición de la Junta de Estudios Históricos de San José de Flores). En toda la documentación revisada no he hallado una sola vez la cita de la casa de Terrero, pero sí, varias veces, la de la casa de Unzué. Esto demuestra que el diario no estaba equivocado.
El lugar que ocupaba la quinta de Terrero es, para el autor de la carta citada, la esquina de Boyacá y Rivadavia. El doctor Argüero no discute la creencia de “La Prensa” acerca de que en esa casa se firmó el pacto de Unidad Nacional del 10/11 de noviembre de 1859 por el cual se reintegró la provincia de Buenos Aires a la Confederación. Es un hecho histórico que ya no se puede negar. Lo que se puede discutir es en qué lugar del solar estaba edificada la vivienda. Digamos, en este aspecto, que existían dos casas. De ambas tenía referencias de vecinos y compartía, debido a ello, la opinión del diario. Hasta ahora no había existido discusión. La presencia remozada del plano de Sourdeaux le da en estos momentos la razón al doctor Arguero.
Sostiene el autor de la carta que los tratados de libre navegación de los ríos se firmaron en la casa quinta de Terrero. Considero que no está establecido. Habría que pensar con más lógica en la casa de Unzué, pues si Urquiza vivía en esos momentos en aquella, Del Carril y Gorostiaga, firmantes de nuestro gobierno, debieron hallarse al lado de Urquiza.
En el artículo de “La Prensa” se citan tres convenios celebrados con Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. El doctor Argüero menciona un cuarto, firmado con el Brasil. El diario está en lo cierto, pues los tratados son los que cita. (Ver tratados de 10 de julio de 1853, firmados en Flores; ley del Congreso Constituyente de 14 de septiembre de 1853; canje de las ratificaciones, hecho que tuvo lugar en Paraná el 11 de marzo de 1854; y ley del Congreso Nacional del 2 de diciembre de este último año). Cuidaban, eso sí, los tratados de Flores, de reservar expresamente para el Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay el derecho de hacerse parte de aquellos concedido por la cláusula 7°, es decir, de suscribir los mismos. Existe otro tratado de 27 de julio que se firmó con los Estados Unidos sobre comercio y amistad, pero no fue en Flores, pues Urquiza ya se había alejado. El Congreso lo ratificó por ley de 3 de septiembre de 1854.
Bartolomé Galíndez
El autor de esta carta es un escritor que ha publicado muchos trabajos históricos y se ha dedicado con preferencia a temas vinculados con San José de Flores.
Lugar del fallecimiento de Remedios de EscaladaLa Prensa, 8 diciembre 1968
Señor Director:
He leído un artículo muy interesante del escritor señor Ricardo M. Llanes titulado “Dónde murió la esposa del general San Martín”, en La Prensa del domingo 1° del corriente mes. Dicho artículo en realidad no aclara nada, pues sólo se trata de una hipótesis. En la Junta de Estudios Históricos que tengo el honor de presidir poseemos una versión a la que damos entero crédito.
Fue miembro de nuestra Junta, hace varios años, el coronel Daniel M. de Escalada –ya fallecido–, que en diversas oportunidades relató el hecho de que, cuando niño, su padre, que venía a menudo a San José de Flores, lo llevó ante lo que fue quinta del coronel Manuel de Escalada (luego general a las órdenes de San Martín) en la hoy calle Pedernera 143, cuyos croquis poseemos, de propiedad actualmente de la Sociedad Española de Socorros Mutuos, y le decía: “Aquí estuvo muy enferma Remeditos, falleciendo en esta quinta”.
Dado el autor de la versión, descendiente directo de los Escalada, la hemos tomado como verídica mientras no se pruebe lo contrario, pues las demás versiones carecen, en nuestra opinión, de validez efectiva como documentos probatorios del luctuoso suceso.
Según nos relataba el coronel de Escalada, en esa quinta también la visitó varias veces el general San Martín en su corto noviazgo.
Sobre esto tenemos otro dato de importancia, en nuestra opinión. En esa propiedad existían dos grandes palmeras, en una de las cuales había una placa de bronce –que se extravió al demoler la propiedad– en la que se hacía referencia a la circunstancia mencionada.
Recordemos también, como refuerzo de la hipótesis del fallecimiento, que San José de Flores era en aquella época el lugar de veraneo de muchas familias patricias, por su fama de lugar sano y alto, favorable para enfermedades pulmonares (se sabe con evidencia que doña Remedios falleció de tuberculosis), entre las que contaba la del entonces coronel Manuel de Escalada.
La lógica también nos dice que cuando vino de Mendoza estaba muy delicada de salud y es posible que para evitarle el difícil tramo entre San José de Flores y la capital (bañados de Caballito y Almagro), que obligaba a efectuar generalmente el viaje en carreta, la hayan alojado en la quinta de su hermano, esperando mejor momento para trasladarla a la ciudad.
Adolfo Arana
General de División retirado.
Históricos de San José de Flores.
Fray Cayetano 437, Capital Federal.
La Prensa, 16 diciembre 1968
Señor Director:
Sin ánimo de polemizar, pues no podría yo hacerlo con quien respeto y estimo en alto grado, le solicito la publicación de esta carta en contestación a la del señor general de división don Adolfo Arana. Dice el señor presidente de la Junta de Estudios Históricos de San José de Flores, al referirse a mi nota “¿Dónde murió la esposa del general San Martín?” que La Prensa publicó el domingo 1° del corriente mes: “Dicho artículo en realidad no aclara nada, pues solo se trata de una hipótesis”. Por el contrario: afirmo que lo hipotético de mi nota desaparece cuando comienza por asomar la verdad. Veamos:
1°) Los historiadores por mi mencionados, al ocuparse de la enfermedad de la esposa del general San Martín, hablan de “una quinta de la familia a inmediaciones de la ciudad” y de “una quinta que estaba por donde hoy es la calle Caseros”. Por supuesto: ellos están en lo hipotético porque suponen pero no aclaran. Pero lo cierto es que tanto Rojas como Capdevila, y por último el historiador Enrique H. Puccia, hablan de la “quinta en la calle Caseros” y no en San José de Flores.
2°) El doctor Ernesto Quesada, al decirnos en su conferencia del año 1915: “Pues bien, don Bernabé de Escalada –habitando la quinta patronímica (léase paterna) que después fue de Bunge y más tarde de Navarro Viola…” aclara indiscutiblemente aquello del punto exacto de la quinta de la calle Caseros donde murió María de los Remedios de Escalada de San Martín.
3°) Escritores amantes del barrio de Flores, como Arturo Mañé y C. Rolando Ramírez Juárez, que han escrito hermosos trabajos sobre esta histórica parroquia, lo mismo que Rómulo Carbia, su primer historiador, no han recordado que en la finca de Pedernera 143 falleció Remedios de Escalada. El mismo diario la Prensa, que en su edición del domingo 28 de octubre de 1956 publicó un extenso trabajo conmemorativo en ocasión de celebrarse el sesquicentenario de la parroquia de San José de Flores, entre los hechos históricos que recuerda no cita para nada el fallecimiento de la ilustre dama en aquel lugar; menciona sí, entre los nombres de las quintas, el de Remedios de Escalada. Empero, en 1806 no figuran en Flores ni los nombres de las quintas ni los de las familias cuyo detalle ofrece La Prensa. Por ello es de suponer que la finca de Pedernera 143 fue un día propiedad del coronel Manuel de Escalada que sirvió a las órdenes de San Martín, que había nacido en 1795 y murió en Buenos Aires en 1871 y que este, en recuerdo de su hermana extinta, quiso que se la conociera con el nombre de Remedios de Escalada.
4°) Conocí y traté, precisamente en el barrio de Flores, al coronel Daniel M. de Escalada, cuya versión oral –quiero así creerlo– creó la tradición del fallecimiento de doña Remedios en la casa de la calle Pedernera; tradición muy respetable y estimada, pero la verdad histórica reclama algo más que versiones orales: el documento probatorio del hecho o lugar en cuestión. Y yo lo he señalado en la nota de referencia. Por lo demás, no es valedero “como refuerzo de la hipótesis del fallecimiento en San José de Flores” el argumento “de la fama de lugar de veraneo de muchas familias patricias”, pues, por aquella época de aire en libertad y arboleda frondosa, tan saludable resultaba veranear en Flores como en Belgrano o Barracas al Norte.
Tampoco es de creer, como la “lógica le dice” al señor presidente de la Junta de Estudios Históricos de San José de Flores, que al regresar ella de Mendoza, muy delicada de salud, “es posible que para evitarle el difícil tramo entre San José de Flores y la capital (bañados de Caballito y Almagro), que obligaban a efectuar generalmente el viaje en carreta, la hayan alojado en la quinta de su hermano, esperando mejor momento para trasladarla a la ciudad”. ¿Pero es que, acaso, en 1819, año en que regresa doña Remedios, existía en Flores la quinta del coronel Manuel de Escalada? Supongamos que sí; mas no es posible aceptar que se la tuviera allí hasta el año de su muerte, ocurrida en 1823. Ella tenía sus padres y su casa en la ciudad, y después de tantas leguas de viaje, recorridas desde dicha provincia cuyana hasta el punto de San José de Flores, no se la iba a retener en éste cerca de cuatro años, por no correr dos o tres leguas más.Ricardo M. Llanes
Escritor. Charcas 3960. Dep. 13.
Capital Federal
Información adicional
Año VII – N° 36 – junio de 2006
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: ACONTECIMIENTOS Y EFEMERIDES, PERSONALIDADES, TEMA SOCIAL, Historia
Palabras claves: Constitución, Urquiza, Remedios de Escalada, polémicas, historia, artículos, diario
Año de referencia del artículo: 1960
Historias de la Ciudad – Año VI Nro 36