El pintor y dibujante de París
Poco se sabe sobre la vida y las actividades del artista francés Edmond Lebeaud, que no haya sido ya publicado, a excepción de su actuación como fotógrafo. El primero que aporta algunos breves datos biográficos es Juan N. Pradére en “Rosas. Su iconografía”, Buenos Aires, 1916, donde al clasificar la vasta producción iconográfica dedicada a este personaje, reproduce un óleo suyo datado en 1837. Pradére transcribe su apellido como Lebeiud señalando que podría ser también Lebaud, pero acota: “creemos que su nombre debe escribirse tal cual lo consignamos, a juzgar por la firma puesta al pie del retrato, aún cuando el segundo sería el que le correspondiera por ser con él conocido. El señor Pillado así lo llama y tiene razón”. Aunque no menciona en qué escrito de Pillado figura citado este artista, debe seguramente tratarse del “Diccionario de Buenos Aires”, publicado en 1864. Allí, bajo el rubro “Retratistas” se consigna su dirección de Suipacha 263 y su nombre y apellido correcto: Lebeaud, Edmond.
Por nuestra parte, desde hace muchos años, fue para nosotros un viejo conocido, mejor dicho misterioso y mal conocido. Desde aquel día en que compramos en una subasta un óleo sobre tela que mostraba un grupo de paisanos alrededor de una carreta con bueyes, firmado por un autor ignoto, cuya firma decía claramente: “Edmond Lebeaud. 1841”. Sospechamos entonces que estábamos en presencia de un precursor de la pintura argentina, y ello constituía precisamente una parte considerable del atractivo de la obra, que integra actualmente la colección Hoss, de Buenos Aires.
Si tuviéramos que clasificar a Lebeaud dentro de alguna escuela pictórica, los definiríamos como un artista auténticamente “naif”. Ya Pradére al reproducir el retrato de Rosas, señala sobre el particular: “Este óleo de Edmond Lebeiud data de 1837; es de muy mala factura, con gravísimas incorrecciones en el dibujo, revelando el esfuerzo de un hombre poco entendido en el arte pictórico. Posiblemente —concluye— si el autor con ese cuadro, trató de conquistarse las simpatías de Rosas, muy larga y difícil le resultaría la empresa; más provechoso le hubiera sido olvidarse de sus aficiones pseudo-artísticas que martirizar al tirano hiriéndolo en lo que él tanto estimaba: su arrogancia y belleza varonil”.
Coincide con Pradére, Eduardo Schiaffino en “La pintura y la escultura en Argentina”, libro editado en 1933. Consigna allí el apellido como Le Beaud basado en la firma de una acuarela fechada en Montevideo en 1852 que se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes. Sobre su biografía señala: “pintor francés, cuyas aguadas eran muy superiores a sus pinturas al óleo. El “Soldado de Rozas”, descansando apoyado en una tapia derruida, fechado en 1852, es un excelente documento para la indumentaria de las tropas de caballería gaucho militares de Rozas, con el gorro de manga colorado, la melena desgreñada, la camiseta y el chiripá rojo, el calzón de fleco y bota de potro y sable”.
La biografía más completa de este artista es obra de Aníbal Aguirre Saravia y aparece en el primer volumen de la “Monumenta Iconogra-phica” que realizara junto a Bonifacio del Carril en 1964. Por su parte Adolfo Luis Ribera también se refiere al mismo, aunque consigna algunas fechas erróneas, en su libro “El retrato en Buenos Aires”, publicado en 1982.
A excepción de este último autor, todos coinciden en que la primera mención documentada de Lebeaud en nuestro país, aparece en un aviso de “La Gaceta Mercantil” del 16 de noviembre de 1837, donde anuncia:
EDMOND LEBEAUD: Retratista de París
Recién llegado a esta capital, tiene el honor de ofrecer sus servicios profesionales a las personas que deseen hacerse retratar: vive calle de la Catedral N° 91.
Días después, informa por el mismo medio que “deseando proporcionar a la juventud
algunas instrucciones en este arte se halla próximo a instalar una academia de dibujo en la Litografía Argentina de Ibarra, calle de la Catedral número 77”. Daría clases tres veces por semana, con duración de una hora, comenzando con el aprendizaje del dibujo de retratos, paisajes y flores para continuar luego con lecciones de pintura al óleo. Pero, al parecer esta “Academia de Dibujo” no llegó a funcionar. Por su parte, Vicente Gesualdo en su “Historia de la fotografía en América”, sin mencionar sus fuentes de información, lo da como nacido en Francia en 1814.
Lebeaud llegó a colaborar en la Litografía Argentina de Gregorio Ibarra. De esta época se conoce una litografía “Costumbre porteña en el paseo de San Ysidro”, publicada en el Boletín Musical N° 15, del 25 de noviembre de ese 1837 y otra con el retrato del barítono italiano Miguel Vaccani realizada dos años después, en 1839.
Más tarde se radicó en Montevideo, donde se dice que pintó una vista del puerto que hoy se considera perdida. De su actuación en el Uruguay no se han detectado otros rastros a excepción de la aguada reproducida por Schiaffino. Llegó a esa ciudad a mediados de 1842, publicando el 5 de julio de ese año un aviso en “Le Moniteur” donde se presentaba:
“Edmond Lebeaud, discípulo del célebre pintor francés Mr. Ingres, tiene el honor de prevenir a los habitantes de Montevideo que ha fijado su domicilio en la calle de San Ramón, frente a la casa del cónsul de Norteamérica. Retrata al óleo y en miniatura; las personas que deseen juzgar de su habilidad pueden acudir a su casa y ver allí sus obras. Se encarga también de dar lecciones de dibujo y pintura”.
Es probable que haya sido alumno de Ingres; mas bien un mal discípulo del genial artista galo. Opina Ribera, al mencionar el retrato de Rosas que “si no conociera por la firma que es obra de un francés, lo creería pintado por un artista local: uno de aquellos que, carentes de una formación académica, suplieron con intuición la falta de estudios sistemáticos”.
En suma, ignoramos cuál fue su verdadera actividad en todos esos años. La única “carte de visite” de nuestra colección, es una reproducción del retrato de Viamonte hecho por Carlos Enrique Pellegrini. Sospechamos que se dedicó a fotografiar y copiar cuadros históricos con los cuáles sobrevivía modestamente. En tal sentido trabajaba para Andrés Lamas y para los Carranza. Es probable que muchos óleos de personajes y reproducciones de retratos de autor anónimo del Museo Histórico Nacional, sean obra de Lebeaud. Firmados por él se conservan un retrato del gobernador Gerónimo Matorras, de 1867, donado al mencionado museo por Angel J. Carranza copia del clásico óleo de Tomás Cabrera y otro en el mismo repositorio del Almirante Brown fechado en 1869.
Con respecto a Matorras, se produce un hecho curioso. Existe además en una colección particular otro cuadro firmado “E.Lebeaud”, copia del anterior, con la particularidad que el pintor francés en una cartela lo identifica como Juan de Garay en 1580. ¿Ignorancia o dolo? Es imposible saberlo.
En resumen y para finalizar con su biografía y entrar de lleno al tema de este trabajo, señalaremos que varios autores al ocuparse de este artista afirman que: “Sus servicios a la reconstrucción histórica del pasado argentino son inestimables”. A fuer de sinceros debemos decir que esta expresión es exagerada si consideramos los aportes de Vidal, Monvoisin, Pellegrini, D’Hastrel y otros extranjeros que visitaron o se radicaron en nuestro país dejando una producción iconográfica en obras realmente valiosas y perdurables.
El fotógrafo Lebeaud
Se sabe que en 1861 abre un estudio fotográfico que denominó “Galería del Retiro” en Suipacha 263, entre Córdoba y Paraguay. Según Gesualdo, “hacía retratos fotográficos sobre papel, ambrotipos sobre vidrio, retratos estereoscópicos, etcétera”.
Esta última información no parece estar corroborada por documentación fehaciente. Incurre Gesualdo en el error de fijar la fecha de su retorno al país en la década de 1860, información que se basa en el hecho de que a partir de esta época aparece en las guías de direcciones de Buenos Aires. El francés debió regresar a la Argentina poco después de la caída de Rosas, cuando incursionó por primera vez en el arte fotográfico.
Pradére, que conoció a muchos de sus contemporáneos, recuerda al pasar: “Allá por el año 1870 Lebeaud, tenía en la calle Suipacha, entre Córdoba y Paraguay, un taller fotográfico”. Y en la “Guía General del Comercio” de Buenos Aires, de Wenceslao Solveyra correspondiente al año 1862, aparece su nombre como “Retratista en fotografía y al óleo”, anuncio que se repite hasta 1866.
Uno de sus raros avisos de esta época aparece en “La Tribuna” del 2 de marzo de 1862 bajo el título de FOTOGRAFIA; señala: “En la Galería del Retiro, Calle Suipacha 263, se vende una máquina de las mejores, el vendedor se compromete a enseñar en menos de un mes a sacar retratos, se vende con todos los accesorios y a precio moderado”. ˜
Lebeaud debió dedicarse con mayor preferencia al dibujo y la pintura pues en las colecciones conocidas de fotografía antigua, encontramos muy escasas obras de su autoría, que se identifican con un sello de tinta en el reverso, por lo que pensamos que su actividad en tal sentido, fue bastante breve y restringida. Ni siquiera imprimió, como hacía la mayoría de los fotógrafos, artísticos reversos con su propaganda profesional.
Un recibo por trabajo realizado para Andrés Lamas y fechado en enero de 1868, es un simple papel sin membrete, por el cual cobra cien pesos por una docena y media de copias fotográficas de “3 cuadros”.
En colecciones uruguayas no conocemos fotografías suyas que permitan ubicarlo como un fotógrafo con actividad sostenida en el ramo en ese país. Tampoco se conocen hasta ahora avisos en periódicos de Montevideo que hagan presumir que la fotografía, más que el dibujo y la pintura fuera su medio de vida.
Finalmente, sin mencionar su fuente de información, Gesualdo lo da como fallecido en Buenos Aires en 1875. Su última obra conocida, el retrato de Brown, data de 1869.
Historia de una pieza única
Sin embargo, a pesar de su mediocridad como artista, Edmond Lebeaud ha pasado a la posteridad por ser el autor de la más antigua fotografía sobre papel de la ciudad de Buenos Aires, editada en época temprana, cuando aún seguían en vigencia los daguerrotipos y ambrotipos.
Fue tomada desde el centro de la entonces Plaza 25 de Mayo, en dirección al norte, pues se alcanza a ver el extremo izquierdo de la Recova que desembocaba sobre la calle Reconquista, donde años más tarde se edificó el primer Teatro Colón.
Si bien hoy conocemos esta única vista de Lebeaud, ella casi con seguridad debió formar parte de una serie que el artista tomó de la ciudad, y de la cual hasta ahora no se han identificado otros ejemplares. La circunstancia de que el Teatro Colón se haya inaugurado en 1857, demoliéndose previamente el Coliseo viejo, nos permite estimar la toma hacia 1854 o 1855.
Detectada por el autor de este trabajo en la antigua Casa Pardo, cuando funcionaba en Sarmiento 531, fue adquirida y donada al Museo Histórico y Numismático del Banco de la Nación Argentina donde se conserva, porque se trata de una vista de la esquina de Reconquista y Rivadavia que hoy forma parte del edificio de la entidad bancaria.
Según referencias del vendedor, don Román Francisco Pardo, esta fotografía había pertenecido a don Alfredo Taullard, quien la reprodujo por primera vez en la página 61 de su libro “Nuestro Antiguo Buenos Aires”, publicado en 1940, retocando diversas partes a lápiz. Allí consigna simplemente: “La esquina Rivadavia y Reconquista en 1852 (en la que se ve cómo era el primitivo teatro “Coliseum”, el que reconstruido en 1855 tomó el nombre de Colón).”
Taullard no indica nombre de fotógrafo, pero la pieza está firmada abajo a la derecha con las iniciales abreviadas de su autor: “Ed. L.b”, o sea Edmond Lebeaud y está montada sobre un papel celeste y rodeada de unas horribles pinceladas marrones. Esta aureola que tanto la afea es probable que haya sido obra del propio artista. En la parte inferior del soporte de papel, figuran tres menciones de edificios: la “Casa de Olaguer Feliú”, la “Imprenta de “La Revista” (propiedad anteriormente de Benito Hortelano) y “el Coliseo, anterior al Teatro Colón”. Además de las fechas entre paréntesis (1851-1854). Estas referencias parecen haber sido colocadas años después y son de letra y tinta muy diferentes a la firma de Lebeaud.
Un nuevo estudio de la foto original, realizado recientemente con la inapreciable colaboración de Abel Alexander, nos permitió descubrir que no sólo está firmada, sino también fechada abajo a la derecha y dentro del marco de pintura marrón, sobre la firma del fotógrafo. Son sólo tres números incompletos: “185.”
Alexander nos acota que este registro negativo-positivo de Lebeaud, con relación a la historia de la fotografía en la Argentina, hace de puente entre los registros al daguerrotipo y las vistas tempranas atribuidas a Benito Panunzi. Tanto este autor como Carlos De Forest Fredricks tienen tomas similares de este sector clave de la ciudad.
Tan valioso ejemplar único, a pesar de su deplorable estado de conservación, no es sin embargo inédito; además de Alfredo Taullard fue reproducido por Vicente Gesualdo, a quien se lo hicimos conocer cuando preparaba su “Historia de la Fotografía en América”, publicada en 1990.
Comprometemos a nuestros lectores para abocarse a la tarea de ubicar lo que nosotros consideramos debió formar parte de una colección hoy desconocida de vistas de Buenos Aires. En este caso en particular, la datación ha sido relativamente fácil por la demolición del edificio del Coliseo viejo en el año 1856. ¿Existirán otras vistas olvidadas en algún repositorio o son tomas ya conocidas que fueron atribuidas a épocas posteriores?
He aquí un interesante desafío para el que logre develar tan apasionante enigma de la iconografía de nuestra ciudad capital.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año II – N° 7 – Diciembre de 2000
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: PERSONALIDADES, Artistas plásticos y escultores, Fotógrafos, Arte,
Palabras claves: Lebeaud, rosas,
Año de referencia del artículo: 1855
Historias de la Ciudad. Año 2 Nro7