Una iniciativa del Archivo General de la Nación para difundir su patrimonio a través de publicaciones nos permite acceder ahora al rico acervo documental de este Intendente de Buenos Aires.
Se trata de una última publicación editada por el Archivo General de la Nación, bajo la dirección de Miguel Unamuno, que viene sorprendiéndonos por la inclusión de autores y protagonismos de impensable figuración en el concepto tradicional —y anacrónico— de un Archivo General de la Nación, atado al destino prefijado de “preservar” nuestro legado documental.
Esta expresión genérica da lugar a diversas lecturas. Pero la primera que siempre se le asignó ha sido la de “documentos de la gestión pública”, con la implicancia de contener “secretos de Estado” que por lo tanto deben ser de acceso restringido o, al menos, “controlado”.
No es nuestro intento detenernos en estos seculares resguardos, que hicieron del Archivo un área reservada y hasta misteriosa, de acceso controlado por una aureola de “secreto” que muchas veces implicó “área restricta vigilada”. Quizá la proliferación de mujeres universitarias y de otras ocupaciones no necesariamente relacionadas exclusivamente con el pasado histórico, haya cambiado la población de investigadores. El caso es que ahora se trata de un ámbito de estudio y trabajo, cordialidad en el trato, acceso irrestricto y fuente de consulta inapreciable. A muchos no nos tocó esa fortuna. La oscuridad de los pasillos, la presencia de “guardias” en cada acceso, tornaron gélidas las de por sí oscuras y no calefaccionadas instalaciones. Por otra parte, los cambios en la dirección de este Archivo han dependido siempre de los gobiernos de turno; toda una historia que no es el caso comentar aquí. Lo que seguramente es cierto es que la discontinuidad y la rutina marcaron las iniciativas de cambio que pudieron impostarse.
Lo más visible para los de “afuera” son las publicaciones. La última, que comentamos aquí, ingresa en el acervo editorial del Archivo General de la Nación como una ratificación de cuál es el concepto que prima en Miguel Unamuno en el accionar editorial de la Institución. En ello va implícita su idea de la historia —quién puede dudarlo— como el accionar de la sociedad argentina cuya documentación resguarda y atesora el Archivo, que no es meramente inventario epistolar o comunicaciones reservadas, sino la vida misma, de la que pueden encontrarse rastros elocuentes con los que reconstruir intenciones, momentos, tragedias, cohechos, ritmos de vida y de ocaso, que no son de mármoles y estatuas sino de continuidades, honestidades, perfiles ensoñados, entregas de vida y obras. La sola mención de algunas de las publicaciones últimas del Archivo es la mejor confirmación de este comentario.
Sirva esto de prólogo al comentario sobre la última publicación del Archivo General de la Nación, para investigadores de variadísimos niveles de la cultura.
El Archivo cuenta desde hace poco tiempo, por la mediación de Oscar Troncoso, con los papeles de la administración de Adolfo Bullrich, que fuera Intendente de Buenos Aires en un momento “luminoso” de nuestro pasado, durante la segunda presidencia de Julio A. Roca, cuando la ciudad y la provincia de Buenos Aires disfrutan de una hegemonía indiscutida, y figuras de fuste ocupan cargos de trascendental vigencia para esos momentos de inusitada apertura renovadora.
Oscar Troncoso tiene una larga e impecable trayectoria editorial en numerosas publicaciones de EUDEBA, cuando era impulsada por Boris Spivacow. Asimismo, ha colaborado con Unamuno en la Revista Desmemoria, desde siempre.
El fue quien —siendo depositario del Archivo Bullrrich por decisión de un amigo querido— lo entregó a Unamuno para que integrara el repositorio documental del Archivo General de la Nación. A él le encomienda Unamuno encarar la edición y optar por una suerte de guía selectiva introductoria al repositorio legado, que evidencie la modalidad rectora del funcionario, pero también el medio irrepetible en que se produce su protagonismo, las iniciativas que se le deben o las que sigue cuando le parecen apropiadas, la problemática frente a las rémoras o los aprovechados de siempre, la justa mención de planificadores anteriores que vislumbraron el crecimiento de la urbe y la modificación espacial que coincide con el relumbre de la Reina del Plata, que con anticipación de una década prepara ya el deslumbramiento para cuantos acudan al festejo del Centenario, en 1910.
Esta misma anticipación implica el designio planificador, la urgencia dimensionada, la cualidad operativa —pocas veces vigente entre nosotros— que aquí aparece con todo su fulgor, para mostrar a “la Reina del Plata” que marcaría el ingreso al entero país.
Adolfo Bullrich nació en 1833, de un padre que había integrado el cuerpo de infantería alemana a las órdenes del emperador del Brasil, y que luego lucharía junto a San Martín en Chile y Perú.
Casado con una “criolla”, Adolfo fue el mayor de diez hijos y fue enviado a estudiar a Europa. Cuando regresó dominaba cinco idiomas (castellano, alemán, inglés, francés e italiano), ingresó al ejército, y después de Pavón y del casamiento con Genoveva Robbio, con la que tuvo siete hijos, comenzó su actividad como martillero público. Esta hibridez de orígenes, idiomas y tradiciones, no es poco caudal para un futuro Intendente de una ciudad que por origen y destino intentó convertirse en ombligo del Plata y puerta de la tierra del espacio argentino. La calidad y la fantasía que puso en su trabajo de martillero es un instrumento valioso de su sentir ciudadano y de su pulso urbano, que aplicó tanto en su planificación de loteo como en su diseño futuro como Intendente, conocedor y avizor de la renovación necesaria.
Troncoso dispone y acomoda con erudición y dirección de encuesta el montón de documentación, agrupada en veinte capítulos que podríamos calificar de “lógicos” en el tiempo, el espacio y la coyuntura, cuyos contenidos explaya en una estudiada y expresiva presentación que cubre protagonismos, situaciones, decisiones operativas en la construcción de la urbe en crecimiento, paseos y rediseños ciudadanos, monumentos y homenajes, transportes modernizados, plagas y hospitales, atracciones novedosas y deportivas, visitas y sucesos, diversiones y testimonios, deudores y acreedores. Son veinte capítulos con notas y referencias sobre la documentación analizada, libros o testimonios epocales que, en conjunto, configuran un vademécum imperdible, contenedor de esa época nuestra de oro y esperanzas, que convoca y reúne cuanto en función de esos años se ha escrito, pensado, actuado y generado.
Como anexo documental, figura la precisa enunciación del contenido de las “CARPETAS RECIBIDAS POR ‘DON ADOLFO’ DE SUS HIJOS, YERNOS, NUERAS Y NIETOS”. Esas carpetas o tomos, veintiuno en total, constituyen el legado de don Adolfo Bullrich en tanto que en INDICE GENERAL, se nuclean esas carpetas en función de iniciativas, cuestiones a resolver, deudas contraídas, construcción de avenidas, hospitales, pavimentaciones, instalaciones eléctricas, transportes, mercados, monumentos, deudas, pagos a acreedores, más la cohorte que acompaña a una sociedad móvil donde ingresan inmigrantes a granel, visitan hombres de ciencia que aquí enseñan, se tienden lazos de amistad —como la visita de Campos Salles presidente del Brasil— más toda la parafernalia de amigos, pedigüeños, especuladores, actores, agasajos, patriarcas como Mitre, Vicente Fidel López, Jorge Newbery y tantos más.
Un verdadero viaje inolvidable, donde se concierta cuanto cada uno sabe, intuye o ha olvidado, sobre nuestra historia nacional y ciudadana, plasmada con gracia, decisión, saber y oportunidad histórica y cultural. Podríamos llamarlo, sin riesgo de equivocación, un trabajo de vida, de parte de Troncoso.
Y en cuanto a la labor institucional, es una suerte de corolario de una serie de otras posiciones vanguardistas de lúcido cuño por parte de un Director de Archivo como es Miguel Unamuno, tan porteño, tan criollo, tan argentino y tan incisivo y original, que se atreve con la seguridad de estar haciendo lo más genuino para el saber histórico de una comunidad, verla en su totalidad, captar su fuerza original, sus errores de filiación y su confusión supuestamente “ordenada” por cánones cuya entidad hoy estamos reconsiderando.
Estos trabajos editados por nuestro Archivo General de la Nación son para todos, preservan el material para los que quieran atesorarlo o proponen seguir investigando a puertas abiertas y desde la buena memoria.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año V – N° 26 – Junio de 2004
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: PERFIL PERSONAS, Varón, PERSONALIDADES, POLITICA, Hechos, eventos, manifestaciones, Políticos, legisladores, autoridades, Política
Palabras claves: Adolfo, Bullrich
Año de referencia del artículo: 1890
Historias de la Ciudad. Año 5 Nro26