En mis comienzos en la escuela secundaria, un compañero del colegio del barrio de Liniers me dijo que mi abuelo tiene un auto que se lo construyó él mismo. Yo, con mis catorce años de ese entonces, le dije que era imposible que una persona sola construyera un auto, pero con el tiempo pude verificar que no sólo era cierto sino que además, ese auto tenía una historia asombrosa de casi tres generaciones dentro de una familia del barrio de Liniers, que les voy a contar.
A principios del siglo pasado llega a Buenos Aires a los dieciocho años Enrique Rocchetto un joven Italiano, el cual luego de un tiempo comenzó a trabajar en los Talleres Ferroviarios de Liniers, que desde 1904 habían transformado el barrio, no solamente en su fisonomía de los edificios, sino que brindando a las personas un medio para su desarrollo profesional, capacitándolos y preparándolos para nuevos desafíos.
Entre estas personas estaba Enrique Rocchetto que era un apasionado por los autos y que por su capacidad, habilidad técnica y dedicación, en enero del año 1954 decidió construir un auto de diseño propio que hoy todavía se encuentra en su familia y por suerte en el Barrio de Liniers, en perfecto estado y siendo él mismo ya distinguido varias veces a nivel nacional, por su perfección y estado de conservación.
Para desarrollar este emprendimiento, Rocchetto contaba en el fondo de su casa del barrio de Liniers de la calle Ramón Falcón al 6300, con un Taller en el cual tenía las herramientas básicas para trabajar: un torno, una agujereadora, una soldadora autógena y además, un martillo para moldear a mano la carrocería, con lo cual daría forma al auto que tenía en mente.
Don Enrique trabajó durante casi 5 años, en sus horas libres después del trabajo, para terminar el auto que había soñado. Él quería que el frente del auto sea de diseño europeo y el remate de la cola fuera del estilo americano, tipo Cadillac.
Así, el auto soñado fue tomando forma en el fondo de su casa de Liniers, primero realizó los planos en unas hojas de cartón, los cuales colocó en una pared y a partir de ahí diseño cada una de las partes del auto: el chasis, la carrocería, el sistema de frenos, la dirección, el tablero de Instrumentos, etc.
El auto fue terminado por Enrique, quien lo utilizó diariamente por quince años; además lo usaba para visitar a su Hijo, quien en ese entonces vivía en Esquel, provincia de Chubut, con el cual realizo varios viajes al Sur del País.
En los primeros años de los ´70, el auto queda parado en su casa de Liniers por casi 30 años y Márcelo Rochetto, la tercera generación de la familia, decide realizar una reparación integral del mismo, desde la chapa, el motor, la pintura, los tapizados y cromados del auto, respetando el diseño original.
Hoy en nuestros 140 años del barrio del Liniers, podemos mostrar cómo el desarrollo de tres generaciones de Liniers que nacieron en nuestro barrio y que son apasionados por los autos, con mucha voluntad, trabajo y dedicación han logrado construido un AUTO ÚNICO que es ORGULLO DE LINIERS y nos representa en todas las importantes exposiciones de autos nacionales, obteniendo premios y reconocimientos del medio automotor.
A partir de ahora, cuando veamos a este auto circular por nuestras calles del Barrio de Liniers, ó en alguna exposición o salones de autos, sabremos que es un SPORT ROCCHETTO, un Orgullo de Liniers.
Información adicional
Artículo, junto a un film presentado en el 1º Congreso de Historia del barrio de Liniers, en 2012
Categorías: Vecinos y personajes, TRABAJO,
Palabras claves: Liniers, Rochetto
Año de referencia del artículo: 2012