Corría el año de 1848 cuando se lo empezó a construir y llegó a ser el paseo con el trazado más importante que tuvo Buenos Aires durante muchos años. En él se aplicó el primer macadam que se hizo en el país. Dio origen a la Avenida Buenos Aires, después llamada Alvear, para finalmente conocerse con su nombre actual, Avenida del Libertador.
El 22 de enero de 1848, a diez años de haber comprado la primera quinta en el bañado de Palermo, Rosas adquirió la última porción de tierra; fueron en total 36 fracciones las que formaron su Palermo de San Benito. Este nombre identificaba más a la parte ubicada desde el arroyo Maldonado hacia la ciudad, cuando no se designaba así solamente a la casa donde se desarrollaron prácticamente los últimos diez años de su gobierno.
A la primera quinta –que compró en 1838 y donde había una pequeña casita, que luego fue el café de Hansen– Rosas y el constructor Miguel Cabrera la denominaban la quinta chica. Más allá del Maldonado, hacia el noroeste, las tierras eran conocidas como los alfalfares de Rosas y a las actuales Barrancas de Belgrano se las siguió denominando La Calera, como se las conocía en el tiempo en que allí se asentaron los franciscanos, en 1726.
Cada una de las 36 fracciones que conformaron ese todo era de distinta superficie y está señalada en las escrituras como casa quinta, quinta, potrero, calera u hornos de quemar cal, según el uso a que estaba destinada y la construcción que en ella existía al momento de la compra.
La última quinta que Rosas compró era lindera con otras dos1 que había hecho suyas con anterioridad, una cinco y la otra seis años antes; estas tres, unidas, formaban un terreno irregular, con frente a la actual Avenida del Libertador, desde Tagle hasta Ocampo. El límite noroeste de esta fracción (Ocampo) estaba a unos 740 metros del límite sudeste (Ugarteche) de la gran extensión de Palermo de San Benito2, medidos por la Avenida del Libertador; y desde Tagle (límite sudeste, el más cercano a la ciudad) hasta el extremo noroeste de la casa, sobre la Avenida Sarmiento, había 1775 metros.
Era el Palermo Chico de Rosas; así se lo identificaba para saber de qué parte del terreno se estaba hablando y poder orientarse rápidamente. Finalmente, se impuso este nombre para esa tierra conformada por aquellas tres quintas, como se ve en el plano del Departamento Topográfico de 1867 y en el de Buenos Aires Capital de la R.A., en el Diccionario Hispanoamericano de Literatura, Ciencias y Artes, Barcelona, 1888.3
Rosas hizo construir, con dinero del erario público, a fines de la década de 1840, más precisamente en mayo de 1848, el Camino de Palermo, que unía esta fracción solitaria, aislada del resto, con la casa quinta.
Esta alameda nacía en la calle Austria, por donde desaguaba el arroyo Manso, y llegaba hasta la Avenida Sarmiento. Fue una de las obras urbanísticas más importantes que hasta ese entonces se habían realizado en Buenos Aires.
A este camino daban los frentes al sudoeste de las quintas de Cristóbal Denis, en el ángulo norte de Avenida del Libertador y Austria; de la heredera de Juan Castex, Epifanía Castex, casada con el médico Teodoro Aubain, y de Eugenio Antonio Muñoz4. Las que tenían sus frentes al nordeste, que estaban del otro lado del camino, hacia tierra adentro, eran las de Juan Eusebio Corrales5, Pedro de las Casas, la fábrica de cerveza de Santiago Diehl, la sucesión de Pedro Valentín Cueli y la de Polidoro Coulin.
Se forma el canal o lago
En la primera quinta que compró6, el 12 de enero de 1838, había una entrada del río en forma de un incipiente arroyito, una lengua de agua que se adentraba en la tierra. Esta se prolongó, canalizándola, y surtía de agua a la gran pileta de material que se construyó frente a la quinta; hoy, esta la ubicaríamos en la Avenida del Libertador y Sarmiento. Con el tiempo, a ese arroyo canalizado se lo denominó Arroyo de Palermo o Zanjón de Rosas, y desapareció7 en 1940. Desde esta pileta de material se hizo un canal a lo largo de la Avenida del Libertador hasta Austria, y allí se lo unió con el arroyo Manso, que desembocaba a los pocos metros en el Río de la Plata. Esta desembocadura fue trabajada y canalizada, recubriéndola con adoquinado.
Dos secciones
La alameda tenía dos partes bien diferenciadas: una iba desde la Avenida Sarmiento hasta las proximidades de Jerónimo Salguero8 y la otra, desde este punto hasta Austria, pero en ambas corría por el centro el canal o lago, tal como aparece escrito en los planos. Se diferenciaban por el ancho de los caminos y por la ubicación de las calles de árboles.
A ambos lados de este canal, que tenía un ancho de 6 varas9, había una hilera de árboles. Desde la Avenida Sarmiento hasta Salguero, hacia el lado del río, había otra hilera de árboles que delimitaba un camino conocido como Calle de árboles. Tenía aproximadamente un ancho de 10 varas10. Paralelo al mismo, y hacia el río, estaba el Camino o Paseo de la quinta de Palermo, que medía 18 varas11 de ancho. Paralela a este, también hacia el río había otra Calle de árboles, del mismo ancho que la primera.
Al sudoeste del canal, es decir, hacia tierra adentro, y paralelo a este, estaba el Camino carretero, de tierra, por el que circulaban las carretas; estaba bordeado de árboles y tenía un ancho de 17 varas12. También paralelo al mismo y asimismo orillado por árboles, se encontraba el zanjón o batea, que tenía un ancho de 10 varas.
A la altura de Salguero cruzaba esta alameda un viaducto que en su parte más ancha medía 21 varas13, y allí empalmaba con el Camino del paseo. En esa parte, en el viaducto, unos portones cerraban el paso al Camino o Paseo de la quinta de Palermo. El viaducto pasaba sobre el canal, allí con un ancho de 5 varas14, y conectaba con el Camino carretero.
Desde Salguero hasta Austria variaba el dibujo del camino: el canal seguía su curso por el centro con una hilera de árboles a ambos lados, pero hacia el lado del río había un prado, bordeado de árboles, que nacía en Salguero con un ancho de 30 varas15 e iba disminuyendo hacia el lado de Austria. Paralelo a éste se encontraba el Camino del paseo, de 19 varas16 de ancho, que comunicaba con el Camino o Paseo de la quinta de Palermo o con el viaducto, para seguir, haciendo una “S”, por el Camino carretero hacia el arroyo de Maldonado o retomar por el Camino carretero hacia Austria.
Hacia el sudoeste del canal, tierra adentro, había una calle de árboles, de un ancho de 7 varas17, y a continuación, paralela a ella, el Camino carretero, más angosto que el que iba de Salguero hacia la quinta –medía 10 varas de ancho–, también bordeado de árboles. Completaba el camino el zanjón o batea.
Embellecimiento
A la caída de Rosas, el camino no estaba terminado a la altura de la desembocadura del arroyo Manso18.
Para transportar la tierra que se utilizaría en la construcción del camino se emplearon carros construidos en el Parque de Artillería19; y para su asentamiento y conservación se utilizaron carros de regar, también fabricados en el Parque; en noviembre de 1850 se construyeron 50 para ese destino20.
En 1850 se colocaron a lo largo del camino barandas de fierro, fijadas en 1500 “trozos de madera de quebracho de dos cuartas21 de largo, ocho pulgadas de tabla22 y tres y media de grueso23”. Estos maderos estaban pintados con “pintura punzó en pasta24”.
Para la iluminación se colocaron postes de “pinotea de cuatro varas25 de largo y cinco pulgadas de grueso en cuadro26, pintados con tres manos, alquitranados en uno de sus extremos, y en el otro colocada una armadura de fierro para un farol de cristal de dos luces pintado”; en marzo de 1850 se colocaron 50 y al mes siguiente, 100. Los faroles eran a vela de “sebo de a ocho en libra27”. Los encargados de encender la luminaria utilizaban escaleras de dos hojas hechas en el Parque de Artillería “[…] pintadas […] y sin que hayan tenido costo alguno al Estado, pues han sido construidas con maderas que tenía este Establecimiento”.
El sábado 6 de noviembre de 1850 se instaló un pararrayos a la vera de la alameda, en las cercanías del cuarto de la pólvora que pertenecía al Cantón de la División Palermo, que estaba en la quinta de Eugenio Antonio Muñoz y se extendía desde la avenida Casares hasta San Martín de Tours. Era lindera con la quinta de Rosas y el gobierno se la alquilaba a Muñoz.
Testimonio de los extranjeros
Una interesante y detallada descripción del estado del camino que conducía a la quinta de Rosas, del parque y plantío de Palermo la hace el capellán C. S. Stewart en febrero de 1851, quien había arribado al país a bordo del sloop San Luis procedente de Montevideo28.
En su relato del viaje desde la ciudad hasta la quinta dice: “una ancha y recta avenida macadamizada, científicamente construida y en perfecto estado29. Está delimitada por una pulida baranda de hierro, bordeada con plantaciones de sauce, y provista de faroles para la iluminación. Es un camino público realizado por Rosas, que se extenderá hasta la ciudad, y que se encuentra todavía en ejecución. Al finalizar una milla y media30 de recorrido, se conecta con otra avenida parecida pero de mayor hermosura y, formando la entrada privada del dominio, conduce directamente hasta el frente del domicilio palaciego del Dictador. Tiene una milla de largo, jalonada con naranjos entremezclados con los sauces; por otra parte, se encuentra separada del camino público que corre paralelo, por un ancho y profundo canal construido en ladrillo. Este acceso privado está cubierto por conchillas de mar, blancas y duras como el mármol. La polvareda es evitada por el rociado con agua, mientras la hierba de cada costado aparece recortada con el cuidado de un césped inglés, en permanente y constante frescura…”.
El viajero francés Xavier Marmier31 dice: “El camino que comunica a Palermo con la ciudad, sería en cualquier parte considerado como un excelente camino. En efecto: se halla apisonado como un sendero de parque inglés y alumbrado por la noche con dos líneas de reverberos, como una avenida de los Campos Elíseos.”
La crítica de Sarmiento
En su libro Campaña en el Ejército Grande, Sarmiento deplora todo lo hecho por Rosas en Palermo. Así, dice, entre otros conceptos atinentes al camino de Palermo: “Sólo medraban sauces llorones, e hizo alamedas del árbol consagrado a los cementerios. Quiso cubrir de cascajo fino las avenidas y gustáronle las muestras de conchilla que le trajeron del río. La presión de los carros molió la conchilla, y sus moléculas, como todos saben, son cal viva, de manera que inventó polvo de cal para cubrir los vestidos, el pelo y la barba de los que visitaban a Palermo, y una lluvia diaria de cal sobre los naranjos a tanta costa conservados, por lo que fue necesario tener mil quinientos hombres limpiando diariamente, una a una, las hojas de cada árbol.”
Sarmiento conoció Palermo de San Benito dos días después de la batalla de Caseros, en pleno verano. Todo estaba abandonado; el camino no se regaba, como se hacía, varias veces al día, por lo que la fina conchilla volaba a su antojo por toda la zona. Había transcurrido un prolongado tiempo sin llover y el día del enfrentamiento fue una jornada calurosa y sofocante, con viento soplando del Norte; la tierra estaba reseca y polvorienta.
Miguel Esteves Sagui32 cuenta cuando se encaminó, el 6 de enero de 1851, desde San Isidro hasta la ciudad para la apertura de los Tribunales: “Me ocurrió tomar el camino de Palermo, que mañana y tarde hacía regar Rosas, y que presentaba la comodidad de ahorrarse uno la polvareda que se sufría en el ordinario camino del bajo de la Pólvora de Cueli33”.
Lo que vio y padeció Sarmiento fue por causa del abandono en que había caído Palermo de San Benito cuando Rosas lo dejó, el 27 de enero a las seis de la tarde, para marchar a Santos Lugares a reunirse con sus tropas.
El capellán C. S. Stewart volvió a Palermo nueve días después de Caseros, con una temperatura muy alta, que no daba tregua desde hacía catorce días, y apuntó el estado de abandono en que se encontraban los alrededores de la quinta, hasta con caballos y vacas muertos tirados en los bordes del camino. “El polvillo blanco de las conchillas que otrora protegían el acceso privado, recubría todos los objetos, y las barandas de hierro –ahora torcidas y rotas– y los naranjos y sauces tan lavados y verdes antes, parecían espolvoreados con harina.”
Pero Sarmiento no destruyó eso que tanto criticó; por el contrario, años más tarde instaló en la quinta el Colegio Militar y luego la Escuela Naval, y mantuvo el criterio de paseo al crear el Parque 3 de Febrero.
Después de Caseros
El 27 de enero de 1852 Rosas dejó Palermo por última vez. Ya no volvería a su elaborada quinta. Manuelita se fue de Palermo el 2 de febrero muy tarde, el día anterior a la batalla. Al día siguiente comenzaban su destierro.
Después de Caseros, a los pocos meses, el 16 de julio de 1852, Polidoro Coulin, que tenía su quinta34 delimitada por República de la India, Avenida Las Heras, Ugarteche y Avenida del Libertador, reclamó al gobierno las varas que le habían quitado para ensanchar el Camino del Paseo. En total exigía que le devolvieran 7.000 varas cuadradas35 y afirmaba: “Hasta el día no he sido indemnizado de la pérdida de este terreno no obstante que sobre ello escribí al ex gobernador Rosas.”
El terreno había sido ocupado por las obras del camino en mayo de 184836 y le habían borrado las zanjas que delimitaban la propiedad.
Meses más tarde, Coulin volvió a reclamar. Pedía “se me devuelva mi terreno con las zanjas que tenía antes, y con el pago de un arrendamiento de trescientos pesos por mes o bien que V.E. se sirva mandar abonarme mi terreno a razón de cinco pesos la vara cuadrada, que es precio muy moderado. Yo me atrevo a llamar la atención de V.E. no sólo a la justa petición que le elevo, sino a mi situación en que no puedo perder un pedazo de propiedad que tenía empleado en el cultivo para sostener a mi numerosa familia como es notorio, que todo corto capital lo he invertido hace muchos años en el cuidado y cultivo de árboles frutales escogidos, con cuyos frutos he vivido trabajando personalmente sin cesar”.
El ingeniero Saturnino Salas recomendó practicar la mensura que solicitaba Coulin, a expensas del interesado. Además, consideraba que era conveniente este trámite “por cuanto todos los vecinos linderos al camino de Palermo, de la parte opuesta al río, se hallaban en el mismo caso que el solicitante y que dicha mensura podría servir de base para otras reclamaciones que pudieran promoverse de igual naturaleza a la presente”37.
Así, en septiembre de 1852 el Departamento Topográfico designó al ingeniero Marcos Chiclana para realizar la mensura del terreno de Coulin. Este trazado geodésico permite ver hoy cómo era el Camino de Palermo con suma precisión.
Otro demandante
Juan Eusebio Corrales, vecino, camino de por medio, con el Palermo Chico de Rosas, y lindero, zanjón del Manso (calle Austria) de por medio, con la quinta de Manuel Arrotea, tenía un terreno que iba desde Austria hasta Sánchez de Bustamante y desde la Avenida del Libertador hasta la avenida Las Heras38.
El 22 de agosto de 1853 presentó un petitorio al jefe de Policía39 en el que decía que su terreno “fue arbitrariamente abierto por Don Juan Manuel de Rosas. Para esto procedió sin aviso, ni consentimiento mío: de manera que era un acto este al que no me era dable oponerme, sin riesgo de ser encaminado de allí a pocos pasos para recibir la clase de justicia que acostumbraba D. Juan Manuel a quien se oponía a sus avaros deseos. […] continúa abierto en camino mi terreno. Este llega exactamente hasta el zanjón40 que hizo construir Rosas para desagüe del lago que formó frente a su casa principal. De manera que mi petición se reduce únicamente a que se me permita zanjear mi terreno, cortando las cabezas del camino hasta tocar con el expresado zanjón”.
Esta solicitud fue elevada al Departamento Topográfico, el que consideró que Corrales debía recurrir al Superior Gobierno. Así, presentó una nueva nota al Gobierno en la que declaró que “Rosas se propuso formar paseo a su capricho; y abrir una doble vía, como lo hizo. En esta segunda cortó las zanjas y cercos que circuían mi quinta; teniendo que sufrir en silencio este ataque a la propiedad, para salvar de otros mayores”; y pidió que “previos los informes que sean necesarios e intervención del Departamento Topográfico se proceda a autorizarme para correr mis zanjas hasta donde estaban primitivamente o hasta donde corresponda, según la delineación que toque a la vía pública verdadera”.
Un mes después, el 30 de septiembre de 1853, el Departamento Topográfico se expidió diciendo: “Efectivamente su propiedad ha sido damnificada en su extensión y límites […]. De suerte que, la cantidad superficial tomada por las obras ejecutadas es de 10.150 varas cuadradas41. […] Tomando en consideración el estado actual de las expresadas obras se ve que ellas no fueron concluidas precisamente en la parte reclamada y que en lo único que faltaría perfeccionar y concluir para que aquella especie de alameda o paseo público quedase de todo punto concluida, dando a las propiedades en contacto con él, un valor que jamás tuvieron. Esta sola consideración que es puramente de interés particular, sería lo bastante a juicio del Departamento para decir que todas estas propiedades en vez de considerarse damnificadas han recibido un beneficio inmenso, que sólo han podido reportarlo en consecuencia de las Erogaciones del Erario público, hechas para la formación de aquellas obras.
“Es verdad que la propiedad del suplicante hoy está abierta al público, recibiendo por ello un perjuicio, pero el Departamento cree que con un cercado de alambre que costaría tres pesos vara (término medio) quedaría asegurada la propiedad y el público no sería privado de aquel paseo a que ya tiene adquirido algún derecho. Porque, a la verdad, después de los ingentes gastos hechos del tesoro público para la formación de aquellos caminos y demás obras que lo hermosean, tanto que hoy es un paseo público, el único que tiene este gran pueblo. Cualesquiera que fuese el gasto que demandase su conclusión y conservación sería insignificante respecto de lo ya gastado, sin contar con los que volverían a desmerecer aquellas propiedades, y el bien del que el público sería privado. Nada importa quién lo mandó hacer, desde que para ello se invirtió una parte no pequeña de las rentas públicas. Es hoy del público.”
Este informe lo firmaron los destacados ingenieros Agustín Ibáñez de Luca, Pedro Pico y Saturnino Salas.
Juicios simultáneos
Prácticamente, el reclamo de Polidoro Coulin y el de Juan Eusebio Corrales se hicieron simultáneamente, por lo que la actividad del Departamento Topográfico fue intensa para determinar las superficies que Rosas había tomado de las tierras que llegaban hasta lo que había sido el Camino de abajo.
Rufino de Elizalde42, fiscal del Estado, defensor de la tierra pública que Rosas había repartido discrecionalmente opinó, respecto de estas expropiaciones compulsivas, lo siguiente: “Bajo apariencias muy sencillas este asunto afecta graves cuestiones de alto interés público. Existía una o dos vías públicas que pasaban por Palermo. Rosas las cambió y tomó terrenos particulares para ello, apropiándose para sí los terrenos de propiedad particular. Hay muchos propietarios que se encuentran en este caso. El proceder de Rosas envuelve actos de particular autoridad.
“¿Los caminos y vías públicas del Estado pueden ser alterados, tomando para el efecto terreno de particulares?”, se pregunta Elizalde.
Y responde: “Está mandado desde muchos años atrás que el Departamento Topográfico levante los planos de los caminos públicos y de vecindad del Estado. Pero esta operación no está aún verificada, sin embargo que existen ya algunos caminos trazados. El camino o caminos de Palermo estaban ya trazados.
“¿Podía Rosas variarlos y darles otra dirección más conveniente? En opinión del Fiscal sí podía. Usando de este derecho tomó terrenos de particulares para vía pública, y estando obligados los dominios privados a esta servidumbre pública no tienen derecho a indemnización ninguna.
“Pero es preciso hacer una distinción entre las vías existentes, que se mudan hacia uno u otro lado, y las vías que se abren nuevamente.
“Cuando es forzoso a juicio del Gobierno hacer abrir una vía, toma para ello el terreno particular y no indemniza si es en lugares que no ha habido traza o plano aprobado, porque en estos casos las propiedades particulares salieron del dominio público bajo esta condición. Pero un camino existente por traza o costumbre no puede alterarse sin dar a unos y quitar a otros. En este caso los particulares no pueden negarse a dar el terreno necesario para la vía que altera, pero tienen justo derecho a ser indemnizados de daños y perjuicios. Esta acción viene a poner límites a la acción de la administración que caprichosamente podría alterar las vías públicas arruinando los propietarios particulares.
“Pero los propietarios del lado opuesto (a los terrenos que se usurparon) no pueden ganar el terreno que se deja, sin pagarlo, viniendo así a poder salir hasta el camino por derecho propio.
“Todos estos principios de eterna justicia necesitan ser reglamentados pues es una confusión lo que pasa en el Estado a este respecto.”
En este juicio intervino también José Barros Pazos, que por ese tiempo era Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del gobernador Valentín Alsina.
El plano de Nicolás Descalzi
El Departamento Topográfico, al elaborar el plano con la designación de los caminos antiguos que existían antes del trazado de Rosas y los que este había establecido allí tomando para ello terrenos de los particulares, dejó sentado un dato interesante: “… la propiedad de Polidoro Coulin, antes de ser trazados los caminos de Palermo, tenía un cierto límite (que estaba más alejado del Camino del bajo existente, por lo que había una franja de tierra que no era de su propiedad entre dicho camino y el límite NE -el fondo- de su quinta). Mas, habiendo el finado agrimensor Nicolás Descalzi levantado el plano de las propiedades del bañado de Palermo y sus adyacentes en el año 1836, y creyendo que los caminos que existían podrían ser reformados, proyectó un arreglo de delineación y lo consignó en su plano con las líneas de puntos que en él se advierten, no obstante no estar autorizado para ello, no habiendo por tal razón sido aprobado aquel proyecto. Fundado sin duda en el proyecto dicho fue que el límite de la quinta se trasladó (se llevó hasta el borde del camino marcado con líneas de puntos en el plano de Descalzi) sin presidir para ello formalidades de ningún género, al menos que la sepa este Departamento.
“Se ve pues, que Polidoro Coulin agregó de hecho al terreno que tenía bajo de zanjas la porción de terreno hasta llegar al antiguo camino del bajo. Y fue después de esta agregación que se trazó por el Departamento Topográfico a pedido y por mandato verbal de Rosas, comunicado al jefe de policía de aquel entonces, el camino que el señor Coulin dice haber menoscabado su propiedad como se señala en el plano, que a la vez hace ver que todas las propiedades de la parte del río, han conservado sobre estos caminos sus primitivos límites.”
Una vez que se midió el camino y el terreno de Coulin y se levantó el plano correspondiente, el Departamento Topográfico informó lo siguiente: “Hecho el cómputo de lo tomado a esta propiedad y del residuo dejado a su favor del agregado a ella, resulta que el perjuicio causado con el favor recibido, puede decirse que se compensan, y que por tanto, no hay motivo de reclamo, porque en tal caso éste podría ser mutuo prescindiendo del valor que hoy tienen aquellas propiedades por el establecimiento del camino actual”.
El camino de abajo
El ingeniero Marcos Chiclana fue el que hizo la mensura para determinar cuánto terreno se le había cercenado a Polidoro Coulin. Y dijo: “Que no ha encontrado vestigio de ninguna clase que pueda indicar los límites anteriores de esta propiedad por el nordeste, tal es la transformación producida por la construcción de los caminos de Palermo”. Al referirse al límite agregó: “El título de propiedad de Coulin dice que se le vende una quinta, cuya área se compone de 400 varas de frente y el fondo hasta llegar al camino de abajo que forma toda ella la extensión de 12 1/2 cuadras cuadradas. Por el fondo, que es el nordeste (afirma que es) donde ha debido estar el camino de abajo sirviendo de límite, es hoy indeterminable, y lo habría sido en cualquiera de las épocas anteriores, en que este camino, como todos los que corrían por campo abierto cambiaban de dirección según convenía a los transeúntes en los tiempos lluviosos. Digo que corría en campo abierto, porque si hubiese existido algún cerco o zanja limitando esta propiedad se hubiera hecho mención de estas señales, y no del camino expresado”.
Así las cosas, este juicio se prolongó en el tiempo más de 8 años sin arribarse a solución alguna: nunca fue indemnizado el matrimonio Coulin-Undiano.
Pero los problemas continuarían, bajo otro aspecto, con el límite del fondo de la tierra de Coulin y el Camino de Palermo. De este problema posterior surgió una cantidad de datos interesantes sobre la construcción de esta alameda y su posterior manutención hasta entrado el siglo XX.
Otros actores
Habían transcurrido 51 años desde la primera nota de Coulin por la que reclamaba parte de su terreno; y, en mayo de 1903, otro Polidoro Coulin, representante de la sucesión de su tía abuela, Justa Undiano de Coulin43, entabló una demanda contra la Municipalidad por la que pedía que se le devolvieran a la sucesión todas la sumas de dinero pagadas en concepto de macadam44 construido en la Avenida Alvear45, y la colocación de 369 metros de cordones en todo el frente de la quinta. Este frente, en realidad, se vio disminuido en 1868 por la venta que hizo Justa Undiano de Coulin de una fracción de terreno de 130 metros de frente por 240 de fondo a Ambrosio Lezica46, quien a su vez lo fraccionó en cuatro lotes y vendió cada uno de ellos a Adela Schisbangoni, a Outerton, a Alcorta y a Acosta, por lo que a Justa Undiano de Coulin sólo le quedó un frente de 176,18 metros que daba a la entonces Avenida Alvear.
Además, aseguró “que los cordones no los colocó la Municipalidad, los existentes cubren solamente 34,56 metros, que es el frente sumado de las dos casas de Fabio y Anselmo Coulin, y fueron colocados por estos propietarios. Y el macadam sólo fue reparado, no construido”.
El apoderado de la sucesión, doctor Rafael Ruiz de los Llanos, presentó una lista47 de testigos, muchos de ellos vecinos o descendientes de ellos, que tenían sus quintas o propiedades sobre el camino de Palermo.
El 5 de agosto de 1903 se adjuntó el interrogatorio al que se sometería a dichos testigos. Era el siguiente:
1.- Por las generales de la ley.
2.- Declaren si saben y les consta que el tirano Juan Manuel de Rosas para formar la calle de Palermo ensanchando la muy antigua calle del Bajo, tomó a los cónyuges Polidoro Coulin y Justa Undiano, una buena porción de terreno de su propiedad, la que no les fue jamás indemnizada.
3.- Declaren si saben y les consta que el macadam que existe (se está hablando de 1903) en lo que hoy se llama Avenida Alvear y que antes se llamó calle de Palermo, data desde la época de la tiranía de Rosas, quien lo mandó construir de una manera perfectamente sólida, con pedregullo de la Banda Oriental y conchilla de la calera de Belgrano, calera situada en lo que hoy es Pueblo o Parroquia del mismo nombre.
4.- Declaren si saben y les consta que Rosas tenía acopiada en los cuarteles próximos a su morada de Palermo una gran cantidad de pedregullo y conchilla que traía de Belgrano para hacer reparar y mantener constantemente en buen estado el pavimento de macadam de la calle de Palermo.
5.- Declaren si saben y les consta que el macadam de la referencia ha sido reparado muchas veces después de la caída de Rosas y antes del 1º de octubre de 1888, fecha de la ley 2328 que declaró obligatorio el pago de los afirmados de esta Capital, habiéndolo sido especialmente durante la presidencia del Sr. Sarmiento (1868-1874) y en la subsiguiente del Dr. Avellaneda, en la que se formó el actual Parque 3 de Febrero, bajo la dirección de una comisión que presidió el indicado Sr. Sarmiento.
6.- Declaren si saben y les consta que a fines de 1889 o principios de 1890, no se hizo otra cosa allí en la calle de Palermo, hoy Avenida Alvear, que una simple compostura que no revistió mayor importancia que las efectuadas anteriormente.
7.- Declaren si saben y les consta que en la misma época (fines del 98 o principios del 90) no se pusieron cordones a las veredas que limitan la calzada de la avenida Alvear.
8.- Declaren si saben y les consta que en todo el frente sobre la avenida Alvear de la propiedad que fue de la Sra. de Coulin, los únicos cordones de vereda que hayan existido y existan, son los que se ven delante de las casas de Dn. Fabio y de Dn. Anselmo Coulin, los cuales miden sólo entre ambos 34 metros 56 centímetros lineales y han sido colocados y pagados por dichos señores, obedeciendo órdenes municipales muy recientes, es decir posteriores en muchos años a la compostura del macadam que se hizo a fines del 89 o principios del 90.
9.- Declaren si saben y les consta que Justa Undiano de Coulin vendió en 1868 a Ambrosio Lezica parte de los terrenos que tenía con frente a la Avenida Alvear, antes calle de Palermo, constando lo vendido de 130 metros de frente por 240 metros de fondo, más o menos.
Las declaraciones
Muchos de los testigos, los más ancianos, habían frecuentado de pequeños el camino, cuando se estaba construyendo; otros tenían conocimiento de los temas preguntados porque sus padres habían trabajado con Rosas. Todos afirmaron que Rosas había tomado parte de los terrenos de Coulin y que este jamás había sido indemnizado. Además, declararon que el macadam existente databa de la época de Rosas, que lo había construido con pedregullo de la Banda Oriental y conchilla de la calera de Belgrano, de una “manera perfectamente sólida” (habían pasado 51 años y aún existía) y que éste tenía almacenado pedregullo y conchilla en los cuarteles de Palermo, próximos a su residencia, para hacer reparar y mantener constantemente en buen estado el pavimento. El macadam se había reparado muchas veces y siempre se había hecho eso, nunca se reconstruyó; se reparó cuando se inauguró el Parque 3 de Febrero, y la última vez fue a fines de 1889 o principios de 1890. Declararon, además, que nunca se habían puesto cordones a las veredas que limitaban la calzada de la Avenida Alvear; los existentes frente a las casas de Anselmo y Fabio Coulin los habían colocado ellos y a su costa. La señora de Coulin le había vendido un terreno a Ambrosio Plácido Lezica donde éste instaló una grasería, hecho que fue tratado por los diarios de la época debido a los reclamos de los vecinos porque Lezica instalaría un matadero, el que afectaría la salubridad de la zona.
Finalmente, luego de muchos años de juicio, el juez falló a favor de los herederos de Coulin y la Municipalidad les tuvo que reintegrar todos los importes que habían abonado en concepto de la macadamización y la colocación de cordones de acera, que nunca se hizo, correspondientes al frente de la quinta, que aún se conocía por “capilla de Cueli”.
Juan Eusebio Corrales y Polidoro Coulin y sus sucesores jamás fueron indemnizados por el terreno que se les tomó para la construcción del Camino de Palermo, el antecesor de la Avenida del Libertador.
Notas
1.- Registro 1 1842; Registro 1 1843; Registro 3 1848-1849. AGN.
2.- Palermo de San Benito se extendía por cinco kilómetros y medio, si se toma la Avenida del Libertador como línea que unía todas las tierras, desde Ugarteche hasta la medianera del Tiro Federal con el Cenard.
3.- En este plano, los límites de Palermo Chico, que allí figuran, estarían dados, aproximadamente, por: Av. del Libertador, San Martín de Tours, Av. Figueroa Alcorta y Billinghurst-Mariscal Ramón Castilla. La fracción compuesta por las tres quintas de Rosas estaba delimitada por: Av. del Libertador, Av. Ortiz de Ocampo, Juez Tedín, Mariscal Ramón Castilla, Av. Figueroa Alcorta y Tagle. Palermo Chico, en el plano en cuestión, ocupaba el extremo oeste de la fracción de Rosas.
4.- Esta quinta de Muñoz la alquilaba el gobierno, que allí instaló el cantón de Palermo, una batería y una casa de pólvora.
5.- En esa área hoy se encuentran el edificio del Automóvil Club Argentino y el palacio Errázuriz.
6.- Registro 1 1838. AGN.
7.- Desapareció cuando se habilitó el conducto semicircular, emisario principal, que recibe a los afluentes que drenan las aguas de la parte este. “Boletín de Obras Sanitarias de la Nación”, mayo de 1940. Año IV, Nº 35.
8.- En ese tiempo, Salguero era, a esa altura, el Camino del Ministro Inglés. Este era recto, desde la avenida Las Heras hacia el sudoeste, porque era línea divisoria de suertes. Hacia el río, al cruzar esta avenida continuaba la trayectoria que tenía y al llegar a la avenida Cerviño, ya en la zona de los bañados, hacía una inflexión hacia el Norte. Esa parte del camino, desde Cabello hasta Avenida del Libertador, que aún hoy conserva su trayectoria primigenia, con su desviación, se llama Jerónimo Salguero.
9.- 5,20 metros. Medidas tomadas del plano levantado por el agrimensor Ignacio Casagemas el 7 de enero de 1858. Este agrimensor colaboró en la factura del plano de 1867 del Departamento Topográfico, dibujado por Carlos Glade.
10.- 8,66 metros.
11.- 15,59 metros.
12.- 14,72 metros.
13.- 18,19 metros.
14.- 4,33 metros.
15.- 26 metros, aproximadamente.
16.- 16,34 metros.
17.- 6 metros, aproximadamente.
18.- Desembocaba en la calle Austria.
19.- El Parque de Artillería estaba en donde hoy se encuentra el Palacio de los Tribunales: Talcahuano, Lavalle, Uruguay y Tucumán.
20.- Toda esta información atinente a los carros, el alumbrado, las barandas, la pintura, las escaleras y el pararrayos se extrajo de la documentación de la Sala X 26.9.1. AGN. Ya en 1838 se habían pedido 80 faroles para el Camino de Palermo, aunque no estaba construido el que trata este artículo. Sala X 43.1.5.
21.- 43,3 centímetros.
22.- 20,32 centímetros de ancho.
23.- 8,75 centímetros de espesor.
Información adicional
Año VII – N° 35 – marzo de 2006
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: ESPACIO URBANO, Avenidas, calles y pasajes, Historia, Mapa/Plano
Palabras claves: Palermo, Libertador, Paseo, quinta, Rosas, Mapa, pescadores
Año de referencia del artículo: 1850
Historias de la Ciudad – Año VI Nro 35