Casi frente al Parque Rivadavia, se extendía la lujosa quinta del banquero Wanklin. Loteada en 1875, los hermanos Devoto compraron varios lotes que, años más tarde, vendieron al futuro Club Italiano, cuya construcción se inició en marzo de 1910.
El acto de la Asamblea fundacional del Club Italiano de Buenos Aires –en sus principios Club Ciclistico Italiano–, se realizó en el Salón “Astigiano”, de Paraná y Lavalle el día 29 de diciembre de 1898, y fue allí donde se aprobó por unanimidad el primer Estatuto Social.
La primera sesión del Consejo Directivo se realizó poco después, el 2 de enero de 1899, en la casa del socio fundador Bernardino Lamberti.
Careciendo de local propio, en los primeros tiempos la sede se trasladaba de la casa del presidente a la del secretario, o a la de otros miembros de la comisión directiva, hasta que al fin se alquila una pieza en la calle Cuyo Nro. 1384.
Las exiguas proporciones de la “sede social” y las adhesiones recibidas día a día, motivaron la búsqueda de un nuevo espacio.
Recalan entonces en la calle Montevideo Nro. 170 entre Piedad1 y Cangallo, en los fondos de una taberna que contaba con un salón de 80 m2, con algunas mesas de juego, una mesa de casín y revistas “deportivas”; la secretaría de 9 m2; una cocina y alojamiento del cocinero, y un “patiecito”.
“Aquella iniciativa que señala la época heroica de la nueva corporación, tropezó en sus comienzos con la natural falta de adeptos y de recursos, de manera que no tuvo residencia fija hasta el día en que, cristalizada en los amantes del deporte la conveniencia de inscribirse en la sociedad, engrosaron las filas y se dispuso de medios para inaugurar el 16 de julio de 1899 el vasto local que se necesitaba y que hallaron en Montevideo 170.”2
Allí se organizaba la actividad para el fin de semana, en tanto los amigos dedicados al billar y las cartas soportaban las quejas de los muchos que deseaban contar con más espacio para otro tipo de recreación, más “sportiva”.
En julio de 1900, las continuas incorporaciones de socios dieron fundamento a la propuesta de alquilar el “Belvedere”, cuyo propietario era el Dr. Carlos Dosse.3
Hacia 1897 este local con velódromo estaba alquilado por Gustavo Montanari, en “Avenida Alvear y Recoleta, con el teléfono Nº 8587”4, y el Club Ciclistico Italiano toma posesión del predio el 16 de septiembre de 1900, reinaugurándolo con grandes festejos.
Situado en la actual Av. Alvear5 Nros. 567, 593 y 599, entre Ayacucho y la bajada de la Recoleta, tenía una superficie de casi 9.000 m2.
Allí se desenvuelven las primeras etapas del club, al que se van incorporando muchos de los inmigrantes italianos que llegados algunos años atrás, habían prosperado económicamente y podían darse el “lujo” de dedicar parte de su tiempo a la recreación y a las actividades deportivas, pasatiempos hasta esos años reservados sólo a las colectividades sajonas y a las clases más privilegiadas.
Dado que el objeto de este trabajo es historiar el pasado del club en Caballito, nos saltearemos la rica historia de esos años y llegaremos a enero de 1910. En ese momento la institución se encontró enfrentada con la urgencia en arrendar otro predio, porque debía desalojarse el “Belvedere”.El lugar, propiedad del Dr. Carlos Dosse, fue vendido por su propietario a la Municipalidad, que los destinaría para ampliar los jardines de la Recoleta.
La búsqueda de un nuevo asentamiento se hace frenética hasta que, por fin, todo parece solucionarse.
Aparece la oferta de una quinta de 16.000 varas cuadradas, (“Giar- dino di 16.000 varas quadrate con piccola casa”5) perteneciente al socio Sr. Paolo Bianco7, situada en la calle Campichuelo Nros. 181/189, luego de cruzar las vías del Ferrocarril.
El 29 de enero de 1910 se reúne la Asamblea Extraordinaria de socios para tratar la oferta, encontrándose además con la propuesta presentada por el Comm. Tomás Devoto, que proponía alquilar al club una quinta de frutas y verduras de su propiedad, en la Avenida Rivadavia Nro. 4761(sic), con una superficie de 8.280 varas cuadradas.
Incluía parte del actual terreno más las esquinas de Rivadavia y Otamendi y Campichuelo y Yerbal. Por la quinta de Bianco se debían pagar $ 800 por mes los tres primeros años, y $ 1.000 los restantes, mientras que por la de Devoto los precios del alquiler eran de $ 1.400 los cinco primeros años y $ 1.600 los cinco siguientes. En ambos casos, el arrendamiento era por diez años.
La Asamblea de socios determinó, por amplia mayoría, que si bien era mayor el terreno y más barato el alquiler, la mejor ubicación y la altura hacían aconsejable tomar el predio de Devoto, ocupado solo por algún caserío para el personal que atendía los cultivos.
Siendo inservibles esos caseríos para las necesidades de la institución, Devoto aportó $ 40.000 para la construcción de los edificios adecuados, en conocimiento que el precio previsto para la totalidad de la obra necesaria para el desarrollo de sus actividades, ascendía alrededor de los $ 100.000.
Además, aceptó una propuesta del entonces Presidente del Italiano, Mario Obiglio, para rebajar en $ 100 los alquileres antes indicados.
En el Boletín del mes de febrero de ese 1910 se anuncia el traslado para el 31 de marzo, y el llamado a licitación para la construcción de las nuevas instalaciones, pero la mudanza debió esperar, mientras se comenzaban a levantar los primeros tramos del actual edificio.
Sin embargo, en septiembre se continuaban licitando tareas, como los vitrales, puertas, ventanas de hierro, pisos, pavimentos, zócalos y frisos, aunque en este caso se solicitaba el reciclado de los materiales que se debían retirar del “Belvedere”.
Para todos los casos, se debía contar con el asesoramiento del Arq. Brogi, cuyo domicilio comercial estaba en la calle Rioja Nº 452.
Las tareas prosiguen empeñosamente, dado lo importante del edificio, de más de 2.400 m2 de superficie cubierta, por lo que se estimaba el traslado recién se concretaría para fines de noviembre de 1910, aunque restarían trabajos por hacer, que se esperaba finalizar para la previsible inauguración: “I signori consoci che vorranno compiacersi di andare a vedere la prossima nostra nuova Sede, si daranno facilmente conto dell´importanza dei lavori e siamo certi che rimarrano gratamente impressionati”.8
Gracias a una nueva prórroga concedida por la Municipalidad, las instalaciones del Belvedere continuaron en uso hasta diciembre de 1910, celebrándose la partida con un “Diner-Concert” realizado el domingo 7 de ese mes. 9
El 31 de diciembre de 1910 se inauguró la nueva sede, con una cena y baile, celebrando además el 12vo. Aniversario de la Institución.
También la despedida del viejo predio fue, en definitiva, la despedida del ciclismo, habida cuenta de la carencia de un velódromo cercano, así como por el irregular adoquinado de las calles, que imposibilitaban una práctica normal de este deporte.
El 3 de febrero de 1912 se produce luego de ardorosas discusiones, la modificación del nombre del Club, suprimiéndose el ya caduco adjetivo de “Ciclistico”.
La compra de la propiedad
Muchos integrantes del Club, con clara visión de futuro, expresaban tanto pública como privadamente y en forma constante, su preocupación por continuar, –primero en Recoleta, después en Caballito–, establecidos en terrenos arrendados.
Por otra parte, Tommaso Devoto, ante las reiteradas y persistentes insinuaciones de compra que se le hicieran llegar, era terminante en su negativa de vender.
Sin embargo, al fallecer éste en 1919, la propiedad recae en su hijo Tomás Cayetano, que, al contrario que su padre, pretende desprenderse rápidamente del predio y el 3 de agosto de 1921 envía al club una propuesta urgente y perentoria de compra.
Ofrecía la totalidad de su propiedad (10.200 varas cuadradas) con los edificios existentes, (3.750 m2 que había construido el Club con el aporte de los $ 40.000 de Devoto), “por el precio global de $ 500.000 al contado al escriturar con la condición de que se firmara el boleto en el plazo de cinco días y exigiendo el 8% a cuenta”.
El Consejo Directivo, que no contaba con el tiempo material imprescindible, optó por firmar el 10 de octubre el boleto de compra-venta “ad referéndum” de una Asamblea Extraordinaria, garantizando la operación una “Comisión afianzadora” ad-hoc, que integraban el Sr. Antonio Gerli, vicepresidente del Club, –y Presidente del Banco Italo-Sudamericano, además de propietario de extensas superficies urbanas y suburbanas–, y por los socios Giuseppe Borrini, Umberto Dameno, Giovanni Uboldi, Giovanni Tacchi y Alfredo Colombatti.
Esta comisión se hacía cargo de la operación aún en el caso que la Asamblea no aprobase la compra, quedando en ese caso ellos mismos como propietarios adquirentes, para lo cual adelantaron los fondos dando tiempo a la Comisión Directiva para que se procediese a vender en público remate, fraccionados y con las bases que estime convenientes, parte de la superficie adquirida (las esquinas de Yerbal y Campichuelo, con 1.020 m2, y Rivadavia y Otamendi, con 603,50 m2), hipotecar los terrenos restantes (6.158 m2) hasta la suma de $ 300.000 y culminar de esa forma la tan anhelada propiedad sobre estas tierras donde se yergue la Sede Social.
La propuesta fue llevada a la asamblea de socios, y resultó aprobada por aclamación y unanimidad.
El 10 de octubre de 1921 los entonces Presidente y Secretario firmaron el boleto de compra-venta ante el Escribano Mario Chiloteguy, del Registro N° 85. La compra fue concretada ante el mismo por escritura del 25 de abril de 1922.
Otra Asamblea Extraordinaria, celebrada el 8 de octubre de 1925, ratificó las ventas de las esquinas sobrantes y autorizó a otorgar la escrituras a los adquirentes.
El acontecimiento, después de diez años de la partida del “Belvedere”, se festejó el 18 de mayo de 1922 con un gran banquete social ofrecido a la Comisión Directiva y a la “Comisión afianzadora” por los socios, y poco tiempo después el Presidente Obiglio informaba que la deuda hipotecaria que se había contraído para la compra se había reducido a $ 220.000.
Antecedentes del terreno de Rivadavia Nº 4731
Gracias a la investigación realizada por el Escribano Carlos Rezzónico10, podemos remontarnos a la “prehistoria” de la actual Sede Social del Club.
Hacia 1780, los esposos Lorenzo Farías (o Jalías) y Josefa Salguero recibieron del Rey de España una quinta situada sobre el Camino Real, a la altura del hoy parque de igual nombre, conocida luego por “Quinta de Salguero”, de 207,84 metros al sur; 424,34 metros al este; 294,44 metros al norte y 433 metros al oeste.
Durante largo tiempo cultivaron y mejoraron esas tierras hasta que sus herederos la vendieron en 1838 en $ 12.000 a Pascual del Valle, quien la conservó hasta 1870.
En esa época éste la vendió con todas sus edificaciones y arboledas a Federico Wanklin.
En 1855, con el inicio de las obras de construcción de las vías del Ferrocarril del Oeste, la quinta queda dividida en dos partes.
El nuevo propietario era un hombre de fortuna que en sociedad con J.B. Sala tenía una oficina dedicada a la intermediación en operaciones bancarias en la calle San Martín, junto al edificio de la vieja Bolsa de Comercio.
“Unido a Eduardo Lumb, Tomás Armstrong, Federico Elortondo y a la firma Lezica y Lanús fundó el Banco Comercial, que más tarde debió cambiar su denominación por la de Banco Mercantil del Río de la Plata y perduró hasta que el quebranto de la citada sociedad Lezica y Lanús y otros problemas económicos coyunturales, lo hicieron caer. Sobre sus ruinas se fundó el Banco Inglés del Río de la Plata”.11
En 1870 sus linderos eran Ambrosio Plácido Lezica, Rivadavia por medio; al fondo (alrededor de la actual calle Avellaneda) Antonio Buero; al este José Antonio Guerrico y Juan P. Boyd (hacia la actual calle Otamendi) y al oeste (actual Juan B. Ambrosetti), Basilia Díaz.
Dos años después de comprada, Wanklin le vende a Manuel Correa Morales la fracción situada en la prolongación de la calle Rivadavia formando esquina con otra sin nombre por entonces, la actual Campichuelo, compuesta de 109 varas de frente al Sur; 205 varas de fondo hacia el norte; y lo “poco más o menos que hubiese hasta dar con la vía por donde pasaba el ferrocarril”, lindando al frente con Lezica, por el norte y el oeste con el vendedor y por el este con José A. Güiraldes.
Apenas compradas, Correa Morales las hace lotear, y se rematan el 27 de octubre de 1872, según el aviso del diario “El Nacional” del día anterior. Cuatro de los lotes fueron comprados por los hermanos Tomás y Cayetano Devoto, que un mes después adquieren otros en el lugar, base de los que en 1921 venderán al Club.
Podemos agregar alguna información sobre los Devoto, que formaban parte de una de las familias de inmigrantes italianos que mayor poderío económico habían obtenido hacia fines del siglo pasado.
“La famiglia dei Creso … della nostra colonia … è composta di quattro fratelli: Tommaso, Antonio, Gaetano e Bartolomeo oriundi di Lavagna in Liguria… I quattro fratelli Devoto devono tutto a sè stessi”12, con estas frases los define un autor de la época13, en párrafos admirativos hacia los emprendimientos comerciales, industriales, bancarios y agropecuarios concretados por estos hermanos, en conjunto o por separado, como por ejemplo el Banco de Italia y Río de la Plata, la Compañía de Seguros “La Inmobiliaria”, la Compañía Sudamericana de Fósforos, establecimientos ganaderos y agrícolas (en algún momento llegaron a exportar el 25% de la producción argentina de granos), loteos de barrios enteros en Capital y Provincia de Buenos Aires, fábricas de alcohol, producción de vinos, etc.
Poseyeron algunas de las estancias más grandes del país, como la de “Arroyo Dulce”, con 183 km2 o la “Trenel”, con 3.300 km2, en las que fundaron colonias, servidas por diversas líneas ferroviarias.
Las instalaciones de Rivadavia
Con esa mezcla de estilos que caracteriza en general a las construcciones de Buenos Aires en los albores del siglo, producto de las diferentes tradiciones arquitectónicas de los profesionales de la época, influidos por los estilos italianos y franceses en forma predominante, la Sede Social del Club Italiano no podía escapar a las tendencias en boga.
Su planta, propia para una actividad eminentemente social, característica de muchas instituciones de la época, vedó durante muchos años la posibilidad de ampliaciones que facilitaran la realización intensiva de actividades deportivas. Por otra parte, la difusión de estas prácticas era todavía relativa.
El 5 de marzo de 1910 se iniciaron las construcciones, concluidas a fines de ese año bajo la dirección sucesiva de los Arquitectos Platini y Brogi, socios del Club, y cuyos 2.400 m2 de superficie cubierta fueron el asombro de los muchos asociados que visitaban las obras día tras día, preparando el adiós del viejo “Belvedere”, algunos de cuyos materiales fueron traídos a las nuevas instalaciones, con el intento de abaratar costos.
Por ejemplo, sillas, mesas, billares, etc., así como material de construcción aprovechable de un salón que el Ciclistico había construido en el “Belvedere”, e inaugurado en junio de 1903. Recordemos que el diseño del “Salón Blanco” fue debido a José Udina, que era en esa época Vicepresidente del Club y hermano de Esaú Udina, quien fuera Secretario del mismo.
Se inauguró con una gran velada el 21 de junio de 1912, con la presencia del Comm. Tommaso Devoto y su familia, estando presentes además el Ministro de Italia, Comm. Vittorio Cobianchi y el Vicecónsul, Cav. Manfredi y un impresionante número de socios (1800, según el Boletín), con sus familias.
“Tutti avevano calde frasi di elogio per il Signor Giuseppe Udina, … , ideatore, architetto, che sacrificandosi per circa un´anno, ha portato felicemente a termine un locale cosí splendido ed elegante nella sua simplicità, da poter competere con quanti altri saloni di Club si possano essere in Sud-America … che resterá per il nostro Club prezioso ricordo dell´attività, abnegazione, perizia e buon gusto …”
Hasta agosto de 1920 el Salón Blanco era utilizado también como pista de patinaje, deporte éste sometido a un estricto reglamento que impedía a los socios fumar en la pista o llevar flores naturales cuando practicaban el deporte, subir a las galerías del primer piso o a otras dependencias del Club con los patines, o quitárselos fuera del lugar apropiado.
Las decoraciones interiores, también al gusto de la época, impresionaron gratamente a los numerosos visitantes de nuestro Club.
El tiempo y las modas, fueron introduciendo sucesivas modificaciones, no siempre de buen gusto ni vinculadas con los estilos propios de la construcción.
En la actualidad el Salón Blanco mantiene básicamente las mismas características que cuando fuera construido, aunque desaparecieron los muretes que unían las columnas que lo rodean, y que lo separaban de los pasillos y de la galería de los espejos, que durante mucho tiempo estaba ornada con sillones y mesas, algunos de los cuales todavía subsisten en los espacios ubicados a ambos lados de la escalera principal y en el ingreso a la Sede Central.
El incendio sufrido por el Club el 12 de julio de 2005 dañó las instalaciones del centenario edificio, por suerte sin existencia de víctimas.
El fuego al parecer se inició por una falla en el tablero de electricidad en un gimnasio conocido entre los habitué como “Salón de Folklore” (aunque se dedicaba fundamentalmente a diversas gimnasias), que tenía pisos de parquet y donde se almacenaban colchonetas y otros materiales inflamables para las actividades deportivas.
Las llamas llegaron a arruinar completamente la galería de espejos y parte del salón Blanco, afectó parte de la biblioteca y pasillos. La presencia de seis dotaciones de bomberos contribuyó a limitar la destrucción.
En cuanto a la Sala de Teatro, nuevamente refaccionada en los últimos tiempos, con el agregado de aire acondicionado y otras mejoras, sufrió también sucesivas modificaciones en su decoración e instalaciones generales luego de resultar parcialmente destruido el 4 de febrero de 1967 por un incendio que tampoco causó víctimas, tras el cual fue reacondicionada y reinaugurada el 20 de septiembre de 1968, incorporándose entonces nuevos equipos de cinematografía profesionales.
Poco a poco se fueron integrando al edificio algunas obras de arte que lo jerarquizaron, algunas de las cuales describiremos.
El Club posee una reproducción, ubicada en el salón de recepción a la izquierda del ingreso, del cuadro “Il ballo di Apollo con le Muse”, de Giulio Romano, cuyo original se encuentra catalogado bajo el N° 167 en el muro II de la Sala de Saturno de la Galería Pitti de Florencia.14
Otra impresionante obra de arte finisecular es la estatua donada por Ángela Artigas de Calise (1873-1941) a principios de marzo de 1938, hoy ubicada en el vano de la escalera que conduce hacia el primer piso. Representa a la Libertad anunciadora de la Paz, tiene alrededor de tres metros de altura y consta de una columna de mármol blanco como basamento y de una gran esfera de alabastro con luces internas, sobre la que se erige la Libertad en posición de carrera, con el brazo alzado “… e la mano tesa in avanti come di chi anuncia una grande novella”. El otro brazo está plegado sobre el costado y empuña una espada rota y un ramo de laureles.
Lamentablemente, en los últimos años han desaparecido en manos de amigos de lo ajeno una importante estatua representando a un pelotari, de bronce macizo sobre base de mármol negro, que se encontraba en el Salón Restaurante; un trofeo de plata maciza –obra del escultor Troiano Troiani, que se encontraba en el área de la Comisión Directiva–, así como las dos estatuas con figura de mujer, de bronce sobre pedestales de madera, que sostenían sendos ramos de luces y adornaban ambos lados de la puerta de entrada de Rivadavia.
Conserva el Club algunos cuadros, donados por diversos socios, repartidos entre las diversas instalaciones. Entre ellos podemos destacar dos perspectivas del Campo de Recreación, que llevan la firma del Arq. Clorindo Testa y se encuentran en la Secretaría de la institución.
Importantes placas recuerdan sucesivos aniversarios del Club y episodios de la vida social o vinculados con otros acontecimientos, como la donada en 1922 por los socios argentinos descendientes de italianos, en honor y recuerdo de la victoria de Vittorio Veneto.
En el Salón Restaurante se preservaba un mueble que sirviera de Biblioteca en la Presidencia durante largos años, utilizado como exhibidor de trofeos, así como en las instalaciones de Presidencia y Secretaría una bandera del Club Ciclístico y una panoplia con diferentes escudos sociales.
Debemos señalar que la totalidad del espacio que ocupara el salón restaurante y la confitería social ha dejado de estar integrada al club, en “virtud” de la concesión otorgada hace algunos años y por un plazo determinado, a una cadena de bares temáticos.
Otros sectores de la sede de Rivadavia
El terreno que todavía hoy ocupa el Salón de Diversiones Varias, sobre la calle Campichuelo, era propiedad de Ventura Suárez y fue adquirido por el Club el 13 de julio del año 1924.
Llevaba la numeración 67/69 de esa calle15, y estaba ocupado por una casa tipo italianizante, con un patio central, entrada para carruajes, catorce habitaciones alrededor de un patio descubierto, molino de viento y caballerizas para varios caballos, gallinero y quinta de verduras.
En la Asamblea del 26 de julio del año indicado, el Vicepresidente a cargo de la Presidencia, Antonio Gerli, informa sobre esta compra, que se aprueba por considerarla muy conveniente para el Club.
Paralelamente, se indica a la Comisión Directiva que, en combinación con la adquisición, se proceda a la ejecución de los proyectos necesarios para mayores ampliaciones y comodidades para los socios.
Comenzados los trabajos de ampliación del edificio social y encontrado que el existente en la propiedad de Campichuelo no resultaba utilizable ni siquiera en parte, la Comisión determinó su desaparición y la construcción del que proyectara el Arq. César Civelli, publicándose el plano de la obra y las características y detalles de la misma.16
Una vez concluidos esos trabajos, se trasladaron los billares que antes ocupaban el actual Salón de gimnasia y folklore, dando un nuevo marco de amplios espacios también a la práctica de juegos carteados.
Decía la revista El Hogar el 30 de septiembre de 1932, que “La sede de la calle Rivadavia es digna de visitarse. Sus salones lujosos, sobrios y amplios, destacan la idea de que hoy el club es un centro eminentemente social.” Pero esto iba cambiando, poco a poco con el correr de los años.
La Asamblea General Ordinaria del 26 de julio de 1931 autorizó ¡por fin! a la Comisión Directiva para que se construyera la cancha de pelota y la pileta de natación, en las que numerosos socios contribuyeron aportando donativos.
El Comm. Michele Caviglia inició una suscripción aportando la suma de $ 10.000.- para la realización del proyecto.
Los trabajos se iniciaron el 10 de abril de 1932, y las instalaciones se inauguraron el domingo 11 de diciembre de ese mismo año.
Poco tiempo después se concretó la obra de los vestuarios y canchas de bochas cubiertas, donde hasta hace pocos años se encontraban las de bowling y hoy está el gimnasio concesionado a una cadena comercial dedicada al deporte.
Pasados algunos años, la compra de las casas vecinas ubicadas en la calle Yerbal Nros. 150 y 160 permitió ampliar la cantidad de canchas de bochas que tenía el Italiano, contando con la correspondiente autorización de las asambleas del 10 de junio y del 4 de noviembre de 1944.
La Revista de agosto de 1946 nos informa sobre reformas en la sede, la demolición de las recientes adquisiciones de la calle Yerbal y la habilitación de tres nuevas canchas de bochas el 30 de diciembre de 1945. Sobre estos terrenos se levanta hoy el Gimnasio Nº 1.
“La segunda etapa fue cuando llegó la juventud a la institución ¿Cómo se logró esto? Eliminando una rémora. Lo único que tenía el Club eran 11 canchas de bochas y una pileta. La juventud no encontraba ningún tipo de asidero, no tenía donde pasar la tarde. Esa etapa se cumplió y llegó a su término. Posteriormente, hubo que pasar a lo que yo llamaría la etapa de integración familiar, pues sabíamos que toda la familia debía estar en el Club. Ese fue, sin dudas, el gran adelanto que tuvo el Club.”17
La construcción de este gimnasio fue autorizada por una Asamblea realizada el 2 de junio de 1951, pero recién otra del 3 de diciembre de 1960 aprobó el plan de financiamiento de la obra.
Esa misma Asamblea rechazó la oportunidad de adquirir la propiedad lindera al Club18, con entradas por Rivadavia Nº 4783/87 y Campichuelo Nº 29, que podrían haber permitido contar a la Institución con una mayor posibilidad de expansión.
La Comisión Directiva procedió a la aprobación de los planos presentados por los miembros de la Subcomisión Edilicia, Sr. José Lista e Ingenieros Pedro Cuttica y Francisco Repetto, designando “ad honorem” como Director de Obra al Ing. Domingo Lamesa y sobrestante al Sr. Jorge Licht, previéndose realizar la obra por administración.19
Diversas modificaciones al proyecto original le van dando a la obra el carácter que hoy tiene, pudiéndose observar en una fotografía de mediados de 1965 la fachada interna de la construcción, “… cuyo ritmo tiene que seguir supeditado a las recaudaciones de los fondos destinados exclusivamente a este fin”.20
El sábado 10 de septiembre de 1966 a las 16.30 horas fue inaugurado el sector con los festejos de rigor para tan importante acontecimiento en la vida del Club.21
Sucesivas necesidades fueron transformando los sectores de la planta baja, desapareciendo las tradicionales canchas de bochas, aprovechándose esos espacios para la práctica de juegos carteados, gimnasio de aparatos, sala de esgrima, sala de Tae-Kwon-Do, Mundo Infantil, bar, etc., requeridas por las nuevas generaciones de socios y acordes con las corrientes deportivas y recreativas en boga.
Las bochas, tan característica actividad en las sociedades formadas por los italianos, fueron abandonándose al ir desapareciendo las generaciones fundadoras y cambiando las necesidades de los miembros del Club, culminando con su total desmantelamiento en los últimos años, reemplazadas por un espacio dedicado a la práctica de gimnasia deportiva para menores en 1996.
El Gimnasio Nº 2, “Respuesta a una necesidad”, fue inaugurado el 31 de octubre de 1980, con el fin de ampliar los espacios para las actividades deportivas que día a día adquirían más fuerza entre los asociados.22
En los años 70 se libera también al actual Salón de Folklore de las instalaciones que lo reducían, como una peluquería de hombres, un kiosco y la sala infantil, que fueron trasladados hacia otros espacios hasta terminar por desaparecer.
Sucesivas modificaciones sufrirá también el Salón Restaurante, al derrumbarse las viejas oficinas administrativas que ocupaban la galería que da al jardín de Rivadavia, trasladándose a otros emplazamientos.
Habilitándose nuevamente el patio lindero Oeste, que se utilizaba como depósito de los concesionarios del servicio, se aprovechó la oportunidad para colocar maceteros con plantas decorativas; construir una cisterna con el objetivo de evitar la crónica falta de agua; y abrir los nuevos ventanales, modificándose los sistemas de luces y restaurando la decoración del comedor.
Como decíamos más arriba, todo esto desapareció. La Sala de Presidencia fue utilizada también como salón reservado de juegos carteados hasta entrada la década del 30.23
Notas
1. Actual Bartolomé Mitre, por Ordenanza del 7 de junio de 1901.
2. SERGI, Jorge F., Historia de los italianos en la Argentina, Buenos Aires, Editorial Italo Argentina S.A., 1940.
3. Boletín del Club Ciclistico Italiano, Nº 130, 2da. quincena de octubre de 1908.
4. Dato extraído de la Guía telefónica de “The United River Plate Telephone Company Limited” (Unión Telefónica) del año 1897.
5. Según Plano Municipal de Obras Públicas y Memoria Municipal de 1882, Ordenanza del 31 de enero de 1883 y Ordenanza del 27 de noviembre de 1893. Antes nombrada “Calle Larga de la Recoleta” o “Bella Vista” (de allí el nombre del Recreo).
6. Reunión extraordinaria de Comisión Directiva, 14-1-1910.
7. Sin embargo, en la Guía Comercial Kraf correspondiente al año 1910, esta propiedad figura a nombre de Juan Figari.
8. “Los señores socios que tengan a bien ir a ver nuestra próxima Sede, se darán cuenta fácilmente de la importancia de los trabajos, y estamos seguros que quedarán gratamente impresionados” (Trad. del autor).
99. Revista del Club Italiano, enero/febrero de 1949, Nº 680/681, pp. 66 y 67.
10. REZZÓNICO, Carlos A., Antiguas Quintas Porteñas, Buenos Aires, 1996.
11. REZZÓNICO, Carlos Al, op. cit.
12. SCARDIN, Francesco, Vita Italiana nell´Argentina, Ed. Sudamericana de Billetes de Banco, Buenos Aires, 1899. “La familia de los Creso… de nuestra colonia… está compuesta de cuatro hermanos, Tomás, Antonio, Cayetano y Bartolomé, oriundos de Lavagna, en Liguria… los cuatro hermanos Devoto deben todo a sí mismos” (Trad. del autor).
13. SCARDIN, Francesco, op. cit.
14. “Guida Artistica di Firenze”, Florencia, Società Editrice Fiorentina, 1912.
15. Copia del plano propiedad del autor, c.1916.
16. Boletín del Club Italiano, Nº 410 del mes de abril de 1926.
17. Revista del Club Italiano, reportaje al socio vitalicio Amadeo Milanese, julio de 1989.
18. Propiedad de la familia Tarigo, fabricantes de sombreros.
19. Revista del Club Italiano, Nº 811, enero-febrero-marzo de 1962.
20. Revista del Club Italiano, Nº 828, julio-agosto-septiembre de 1965.
21. Revista del Club Italiano, Nº 833, octubre-noviembre-diciembre de 1966.
22. Revista del Club Italiano, Nº 864, diciembre de 1980.
23. Algunas de las referencias anotadas me fueron relatadas por don Carlos Ferro, ex gerente del Club, que trabajara en el mismo entre 1932 y 1995, falleciendo poco después.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año VIII – N° 42 – agosto de 2007
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Edificios destacados, En obra / construcción, Inmigración
Palabras claves: Club Italiano
Año de referencia del artículo: 1938
Historias de la Ciudad. Año 8 Nro42