En medio de las luchas entre el gobierno de la provincia de Buenos Aires y la Nación por la Capital de la República, fueron repatriados los restos del Libertador, teniendo como marco un imponente espectáculo cívico. En un ambiente de respetuoso silencio que sólo quiebra el murmullo de los turistas y el paso marcial de los Granaderos en los cambios de guardia, reposan también allí los restos de Las Heras, Guido y del soldado desconocido de la Independencia.
La frase
Aunque había sido en el año 1864 cuando el congreso aprobó la Ley de traslación de los restos, pasó más de una década para que se cumpliera. Fue recién el 5 de abril de 1877, aniversario de la Batalla de Maipú, cuando el presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, invitó a la población para que, por suscripción pública, se repatriaran los restos del General San Martín, legando para nuestra historia la máxima: “Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden la conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre sus tumbas gloriosas, son los que mejor preparan el porvenir”.
Desde la Biblioteca del antiguo Congreso Nacional los integrantes de la Comisión Central de Repatriación de los Restos del General José de San Martín1, desplegaron una abrumadora tarea: recepción del dinero, ubicación del sepulcro, concurso para la elección del mausoleo, trámites para la repatriación y organización de la recepción de los restos.
Con los aportes del propio Avellaneda, Roca, Mitre, Montes de Oca, Luis María Campos y el Ejército, el comodoro Py de parte de la Cañonera Paraná, Emilio Civit junto al personal de Aduanas y Rentas, el ingeniero Guillermo White y el departamento de Ingenieros Civiles y empleados del Ferrocarril Andino, Bernardo de Irigoyen y el personal del Ferrocarril Primer Entrerriano, la Dirección General de Correos y Telégrafos y Senado Nacional, junto con las colectas realizadas en las provincias, escuelas de todo el país, residentes argentinos en el extranjero y recaudaciones de funciones a beneficio, además del aporte del Gobierno Nacional y del Banco de la Provincia de Buenos Aires, dieron como total un millón trescientos noventa y nueve mil quinientos sesenta y cinco pesos con veinticuatro centavos.
La Capilla
En septiembre de 1878 la Comisión solicitó a la municipalidad a cargo de José de Guerrico, el llamado a concurso de arquitectos a efectos de erigir la capilla que habría de contener el monumento conmemorativo del Gral. San Martín que ya se había aprobado.
El proyecto debía respetar el estilo y espacio cedido en la catedral y las medidas que tendría el mausoleo2. Al no ser cumplido este requisito por ninguno de los proyectos presentados, se declaró desierto el concurso.
Para no dilatar los tiempos, el ministro del Interior, Saturnino M. Laspiur, ordenó al ingeniero Guillermo White, a cargo del departamento de Ingenieros Civiles de la Nación, que realizara los estudios necesarios para levantar la capilla. Este respondió enviando los planos, presupuesto y descripción del proyecto diseñado por el arquitecto Enrique Aberg, quien, una vez aprobado por el Consejo de Obras Públicas, pasó a hacerse cargo de la obra.
La planta de la capilla de Nuestra Señora de la Paz cedida por el Cabildo Eclesiástico, pasó a tener forma octogonal con arcos y pechinas de estuco, coronada con una bóveda con casetones y rosetas cubiertos de grafito, purpurina y dorado. Todo el conjunto estaba iluminado con luz cenital3.
El 7 de octubre de 1880 White informó que se habían concluido las obras y envió la cuenta de los gastos pendientes. En enero del año siguiente Antonio del Viso respondió que el ministerio de Hacienda ponía a disposición la suma solicitada, aunque recién en septiembre de 1881, por decreto, se resolvió entregar el dinero para cancelar todo lo adeudado.
En 1909 se realizaron algunas obras a cargo de la Archicofradía del Santísimo Sacramento, entre las que se encontraban el friso en relieve y oro de un metro de ancho entre las paredes y la bóveda, la colocación de cuatro candelabros de bronce, un plafón de cristal y bronce de 1,15 m de diámetro con treinta y dos lámparas figurando el sol y la puerta de hierro y bronce que cierra la capilla.
En 1921 se agregó una placa bajo el testero, obra del escultor peruano L. Acurto, acuñada por la Escuela de Artes y Oficios de Lima y donada por el gobierno del Perú.
Sobre la misma pared, y cerca de la urna que contiene los restos del soldado desconocido, se colocó en 1962 otra placa al cumplirse el 150° Aniversario de la creación del Regimiento de Granaderos4.
El mausoleo
En septiembre de 1878 la comisión aprobó el proyecto enviado por el escultor francés Henri Dasson Carrier Belleuse y lo informó al Gobierno Nacional, el cual autorizó al ministro plenipotenciario en Francia, Mariano Balcarce5, a representar a la Nación en lo referente a la contratación del artista con la condición de que el modelo fuera aprobado previamente por un jurado nombrado por el ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de Francia.
Cumplido el trámite, se firmó el contrato el 31 de marzo de 1879 por la suma de 100.000 francos.
Los cajones con las piezas y planos del monumento llegaban por diferentes remesas al puerto de Buenos Aires, aunque con algunos inconvenientes debido al bloqueo que por el tema capital había surgido entre el gobierno de la Nación y la Provincia.
El sepulcro que contiene el ataúd presenta en su parte central la representación de la República Argentina y a ambos lados las de Chile y Perú, en cuyas bases se leen las inscripciones que se le atribuyen a Mitre6. El conjunto lo cierra en la parte posterior un bajorrelieve de la batalla de Chacabuco realizado por Carrier Belleuse de acuerdo con un grabado de Géricault.
En la parte superior, un sarcófago esculpido en un bloque de hierro macizo remata con una tapa donde están simbolizados el sable corvo, el sombrero y el capote de campaña.
El monumento fue inaugurado el 27 de agosto de 1880.
La repatriación
El Gobierno Nacional dispuso enviar un buque que se estaba terminando de construir en Inglaterra para conducir los restos y designar a Mariano Balcarce como representante oficial del gobierno argentino, a los efectos de ocuparse de los trámites y preparativos para la ceremonia de embarque del féretro, que se haría en el puerto de El Havre.
El 21 de abril de 1880 se realizó una ceremonia religiosa en la catedral de esa ciudad. Un batallón de infantería rindió honores militares cuando el ataúd, cubierto con las banderas de los países por cuya libertad había luchado, quedó depositado en la capilla ardiente preparada en la cubierta del aviso “Villarino”7 al mando del comandante Ceferino Ramírez.
Después de labrarse el acta de entrega del féretro, leyeron los discursos de despedida el ministro argentino en Francia don Mariano Balcarce, su par en Londres Dr. Manuel R. García y el Dr. Emilio de Alvear.
Al llegar el buque al puerto de Montevideo el 24 de mayo, se descendió el ataúd para ser llevado a la Iglesia Catedral donde recibió honras fúnebres en medio de una gran adhesión popular. Fue despedido por el ministro argentino en esa ciudad, Dr. Bernardo de Irigoyen.
Desde allí el “Villarino” fue escoltado por una división naval dispuesta por el gobierno nacional y amarró en la rada interior del puerto de Buenos Aires el sábado 28 de mayo.
A su paso la batería “Once de Septiembre” contestaba las descargas que de hora en hora hacían los otros buques de la escuadra nacional. Una falúa especialmente acondicionada tomó a su bordo el féretro y a remolque fue seguida por gran cantidad de pequeñas embarcaciones que enfilaron hasta el muelle de las Catalinas donde una compañía de cadetes y aspirantes del Colegio Militar y la Escuela Naval esperaban para efectuar el desembarco.
Fue recibido en tierra con los acordes del Himno Nacional. El sarcófago cuádruple, formado por dos cajas de plomo, una de pino y la superior de encina, fue cubierto con la bandera del Ejército de los Andes, coronas de palmas de Yapeyú y gajos del pino de San Lorenzo.
Una vez puesto sobre una parihuela, recibió el saludo del presidente de la República y autoridades civiles, militares, eclesiásticas, funcionarios del cuerpo diplomático y en forma apoteótica por el pueblo de Buenos Aires, siendo el gran ausente el gobernador de Buenos Aires, Dr. Carlos Tejedor.
Acto seguido don Domingo Faustino Sarmiento pronunció un discurso en nombre del Ejército que finalizó con una emotiva oración: “Vosotros y nosotros, pues, hacemos hoy un acto de reparación de aquellas pasadas injusticias devolviendo al general don José de San Martín el lugar prominente que le corresponde en nuestros monumentos conmemorativos. Podremos aspirar libremente, como quien se descarga de un gran peso, cuando hayamos depositado el sarcófago, que servirá de altar de la patria, los restos del Gran Capitán, a cuya gloria sólo faltaba esta rehabilitación de su propia patria y esta hospitalidad calurosa que recibe de sus compatriotas.” 8
Al finalizar, se inició la marcha hacia la estatua ecuestre del Libertador en la plaza del Retiro donde leyeron sus discursos el presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, el vicepresidente, Dr. Mariano Acosta, y el ministro plenipotenciario del Perú, Gómez Sánchez. A su término, el ataúd fue colocado en un carro construido por Carlos Sackman con trabajos de tapicería de Germán Schmeil. Las crónicas sólo tienen elogios hacia ese carro monumental; dicen que fue similar al que llevó los restos del duque de Wellington hasta las puertas de San Pablo en Londres.
La multitudinaria comitiva enfiló hacia la catedral donde esperaban el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Aneiros, y miembros del clero. El entonces teniente Pablo Ricchieri hizo una alocución en nombre de la oficialidad joven del ejército, de la Comisión de Repatriación y en representación del pueblo de San Lorenzo.
A continuación, el féretro fue colocado en la nave central, dando comienzo a la ceremonia religiosa y fueron posteriormente velados. Toda la noche permanecieron en la capilla ardiente el general Mitre y el poeta Carlos Guido Spano quienes, al despuntar el día, hicieron la venia ante los restos del Gran Capitán.
En horas de la mañana se celebró un solemne funeral y el ataúd fue trasladado a la cripta de los canónigos donde permaneció hasta que quedó terminado el mausoleo. Una vez ahí, fue ubicado en forma oblicua dentro del monumento, siendo la altura aproximada la vista del que de pie observa el conjunto. Fue habilitado al público el 1° de octubre de 18809.
De esta forma volvieron a la patria los restos del más respetado de sus hijos que, desairado en vida, era reivindicado en su muerte.
Las Heras: el reposo del guerrero
Conocía muy bien San Martín el coraje de Las Heras y sus tropas. La “Columna Auxiliar” había salido victoriosa en los combates de Cucha Cucha y Membrillar, además de apoyar el retiro de la fuerza militar chilena derrotada en Rancagua. Por eso propuso al Director Supremo Posadas que, con base a esa fuerza, se creara el Batallón de Infantería de Línea N° 11 y el ascenso de su jefe al grado de teniente coronel.
Tiempo después fue elevado a regimiento con dos batallones10, uno de los cuales, el “N°1 de Cazadores”, abrió la campaña del Ejército de los Andes por el Paso de Uspallata al mando del ascendido coronel Las Heras, y triunfó en Potrerillos, Guardia Vieja, Chacabuco, Curapaligüe y Gavilán, además de batirse con honor en el frustrado asalto de Talcahuano el 6 de diciembre de 1817.
Pero el heroísmo de Las Heras y la prueba de la disciplina e instrucción de su gente, fue la sorpresa de Cancha Rayada, al poder salvar entera su división y cubrirla de gloria un mes más tarde en los Campos de Maipo el 5 de abril de 1818, sellando para siempre la Independencia de Chile.
Como jefe del Estado Mayor General condujo las tropas de avanzada en territorio peruano. De regreso en Buenos Aires Las Heras fue nombrado gobernador de la provincia (1824) y encargado del Poder Ejecutivo Nacional (1825). Renunció al asumir la presidencia Rivadavia y plantearse el problema de capitalización. Retornó a Chile donde fue reincorporado en el ejército y del que se retiró un año antes de su fallecimiento el 6 de febrero de 1866.
El gobierno de Chile lo honró decretando exequias nacionales y la gente de Santiago asistió a sus funerales. Meses después se le celebraron honras fúnebres en la catedral de Buenos Aires. Por orden del gobierno nacional retornaron sus restos a la Capital a bordo del crucero “25 de Mayo” dentro de una urna costeada por el pueblo chileno.
Fue recibido en la dársena norte el 20 de octubre de 1906, escoltado por el aviso “Resguardo” y vaporcitos de la empresa naviera Mihanovich, por el presidente de la República, José Figueroa Alcorta, el intendente Alberto Casares, junto con autoridades, funcionarios, clero, fuerzas de mar y tierra y en forma masiva por los ciudadanos de la capital.
La casa Lepage11 realizó vistas cinematográficas de la procesión hasta la llegada al templete en la Plaza de Mayo donde fueron velados y en la que sólo se leía la sencilla inscripción “Las Heras” en sus cuatros frentes.
Al finalizar fueron conducidos a la Catedral donde reposan desde entonces. Dio todo por la Patria y nada le pidió.12
El soldado desconocido
Por decreto N° 14932/45 se dispuso la repatriación de los restos de los soldados que habían combatido en la Gesta de la Independencia y al 17 de agosto como día “para rememorar el recuerdo del Gral. San Martín y la del Soldado Desconocido de la Independencia”.
Pero la tarea no era sencilla, aparte de la escasa documentación y los estragos del tiempo, los campos de batalla estaban localizados en diferentes países y dispersos en algunas provincias.
Si bien se hicieron tareas de investigación, fue gracias a un familiar que brindó los originales del trabajo inédito “Fundación del Pueblo de las Piedras” (1889) del ya en ese entonces extinto investigador don José María Antúnez de Olivera, como pudo ser localizado el hospital de sangre que funcionó en la casa de la hermana política de Artigas. Esto permitió hallar las partidas de defunción en la iglesia cercana y localizar huesos humanos junto a una lanza en el “Paso del Ombú”. Después de ser colocados en una urna de mármol con la inscripción “El Uruguay al héroe anónimo argentino, que luchó en las campañas Libertadoras” y recibir el homenaje del pueblo uruguayo en la plaza Independencia, fue enviada a Buenos Aires.
Al no poder hallarse restos en el sitio donde tuvo lugar la batalla de Río Bamba se colocó simbólicamente tierra del lugar dentro de una urna, que después de recibir los honores de las autoridades y pueblo de Quito, fue enviada a la estación aérea de “El Palomar”.
Lo mismo sucedió en el lugar en que desembarcó el Ejército de los Andes en la Bahía de Paracas y se libró el combate de Nazca. Pero gracias a los testimonios orales de los pobladores de Junín y Ayacucho se localizaron algunas piezas óseas, las que después de ser colocadas en una urna y recibir una misa de campaña en el Campo de Marte de Lima, fueron enviadas a Chile.
Allí recibieron el homenaje de las autoridades y pueblo chileno, junto con los restos descubiertos en los campos de Batalla de Chacabuco y Maipo contenidos en una urna con la inscripción “Aquí reposa un soldado argentino. Campaña 1817-1818. Independencia de Chile”. Ambas urnas fueron entregadas a las autoridades argentinas para ser enviadas a Mendoza.
Mientras, en la República de Bolivia, fueron exhumados los restos de los soldados caídos en Florida, Sipe-Sipe, Huaqui y Suipacha, localizados en los Departamentos de Santa Cruz, Cochabamba y Potosí, los que fueron incinerados en el local del Arsenal Central del Ejército y recibieron honras fúnebres en la catedral de La Paz.
Desde esa ciudad fueron enviados por tren y escoltados por una delegación hasta La Quiaca, donde recibieron el primer homenaje en suelo argentino. Después enviados a Salta para recibir honores por parte de las autoridades y pueblo salteño en el Panteón de las Glorias del Norte junto con los restos encontrados en el sitio donde tuvo lugar la batalla homónima, que previamente fueron incinerados en el establecimiento Industrial “Capobianco” y colocados en un cofre donado por esa firma. Ambas urnas recibieron solemnes funerales en la Catedral Basílica.
No se hallaron restos en el “Campo de las Carreras” lugar de la Batalla de Tucumán. En forma simbólica se guardó tierra del lugar en un cofre, que después de las honras de rigor, fue enviado a Mendoza en el tren que venía desde Salta.
Las urnas procedentes de Bolivia, Chile, Perú, Salta y Tucumán se colocaron en una cureña y fueron escoltadas por una sección de Granaderos a Caballo hasta el campo El Plumerillo donde se procedió a colocar las cenizas en una única urna que fue trasladada a la ciudad de Mendoza en una parihuela especial. Después de una misa en la basílica de San Francisco y de recibir honores en la plaza San Martín, fue enviada por ferrocarril hacia Santa Fe.
Autoridades y pueblo en general tributaron honores al paso del tren hasta su llegada a Rosario, donde una sección del regimiento de Granaderos a Caballo escoltaba la urna de bronce donada por la Municipalidad de esa ciudad con la leyenda “Restos del soldado desconocido. Granaderos del Combate de San Lorenzo. 3 de febrero de 1813, Rosario, 24 de agosto de 1945”, que habían recibido solemne homenaje en el lugar de su bautismo de fuego.
Días antes el rastreador “Drumond” extrajo arena del lugar donde fondearon los muertos de la escuadra nacional que libró el combate de Martín García y varó la fragata “Hércules”, la que fue colocada dentro de una urna provista por el Taller de Marina de Dársena Norte.
El 25 de agosto de 1945 arribó a Retiro el tren oficial que condujo la urna cubierta con las banderas del Ejército de los Andes y del Ejército del Norte. Más tarde llegaron las urnas provenientes de El Palomar, Uruguay y Martín García.
El contenido de todas fue después reunido en una sola urna13, la cual fue recibida por el Intendente Municipal, César Caccia, y bendecida por el arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado, Dr. Santiago Luis Copello, en la Plaza San Martín.
El mal tiempo obligó a depositar la urna en el atrio del Círculo Militar, lugar en el que el Vicepresidente de la Nación y Ministro de Guerra, coronel Juan Perón, pronunció un discurso al término del cual los restos fueron velados hasta las 21.30 hs en que se realizó un funeral cívico.
Al día siguiente se realizó una misa de campaña y, después de una alocución del entonces presidente de la Nación, general Edelmiro J. Farell, la cureña fue conducida a la catedral. Su arribo fue acompañado por un toque de silencio. Después doblaron las campanas de todos los templos como había dispuesto el arzobispo de Buenos Aires y con una salva de 21 cañonazos se dio por terminado el acto.
El 29 de agosto de 1945 a las 15.30 hs se soldó y cerró herméticamente la urna en la Iglesia Catedral labrándose el Acta correspondiente.
Guido: el colaborador y amigo
Con anuencia de los descendientes fueron trasladadas las cenizas del general Tomás Guido desde su tumba en la Recoleta hasta el mausoleo del general San Martín en la Catedral en 1966. La medida oficial destacaba: “…que la amistad que unió a los dos próceres, tanto en la paz como en la guerra, debe ser ejemplo permanente de los principios de lealtad y comprensión que caracterizaron la trayectoria de aquellos hombres superiores […] la presencia de los restos del Gral. Guido en el mausoleo del Libertador simbolizará el acercamiento espiritual que en la vida identificó a los ilustres patricios.”
Una amistad que comenzó cuando San Martín puso al tanto de los planes de emancipación a Guido que se encontraba en una misión junto al Ejército del Norte. Lo que dio origen a la célebre “Memoria”, que gracias a los oficios de los Directores Balcarce y Pueyrredón, permitió llevar a cabo la Campaña Libertadora.
Fue el más leal y activo colaborador de San Martín durante la organización del Ejército de los Andes. Llegó a ser su Edecán, Consejero de Estado y ministro de Guerra durante la campaña en el Perú. Continúo bajo las órdenes de Bolívar, después de la Entrevista de Guayaquil, y llegó al grado de general de brigada de los Ejércitos del Perú.
Al retornar a Buenos Aires hizo una brillante carrera pública, siendo nombrado ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, representante de la Argentina ante Brasil y senador por San Juan ante el Congreso Nacional.
Falleció el 14 de septiembre de 1866 y fue enterrado en el cementerio del Norte.
Estaba casado con María del Pilar Spano, y fue padre del célebre poeta Carlos Guido Spano. Quedó como testimonio de la gran amistad que los unía, la carta que le escribió el 21 de septiembre de 1822: “Mi amigo: Ud. me acompañó de Buenos Aires uniendo su fortuna a la mía: hemos trabajado en este largo período en beneficio del país lo que se ha podido: me separo de Ud., pero con agradecimiento, no sólo a la ayuda que me ha dado, en las difíciles comisiones que le he confiado, sino que su amistad y cariño personal ha suavizado mis amarguras, y me ha hecho más llevadera mi vida pública. Gracias y gracias -y mi reconocimiento […] Adiós. Su San Martín” 14
El 14 de septiembre de 1966 cadetes del Colegio Militar retiraron la urna del cementerio de la Recoleta y, después de los honores protocolares, fue trasladada al peristilo y ubicada en la cureña con la que se fue llevada hasta la Catedral, siendo recibida por el general Juan Carlos Onganía, autoridades y numeroso público mientras se ejecutaba un toque de clarín y se disparaban 19 salvas de una pieza de artillería.
Después del discurso del presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano y del primer magistrado, el Arzobispo de Buenos Aires Antonio Caggiano ofició un responso, terminado el cual se dio por finalizada la ceremonia.
Por siempre
Al cumplirse el 97° Aniversario de la muerte del Libertador, se llevó a cabo una serie de actos cuyo punto más destacado tuvo lugar en la colmada Plaza de Mayo, cuando tres trompas del regimiento de Granaderos dieron el toque de silencio y el entonces Presidente, general Juan D. Perón, dijo: “Invito al Pueblo de la República a guardar un minuto de silencio en homenaje al Gran Capitán”; a las 15 hs doblaron las campanas del Cabildo.
Al finalizar los discursos, las autoridades se dirigieron a la Catedral donde se descubrió en el frontispicio la leyenda: “Aquí descansan los restos del Gran Capitán General don José de San Martín y del Soldado Desconocido de la Independencia. Salúdalos”.
Después de darse lectura a la Orden General suscripta por el primer magistrado en su carácter de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, en la cual se ordenaba, a partir de ese instante, saludar frente a la Inscripción, fue él mismo el primero en cumplir con esta orden, al finalizar la ceremonia, como así también lo hicieron las tropas que desfilaron después de haber rendido honores durante el acto.
A continuación encendió una tea con el fuego que había sido conducido por medio de hachones por las siete rutas del país y con la que hizo arder la llama votiva que desde entonces arde en el frontispicio de la catedral.
Al finalizar pronunció una alocución en la que señaló: “Los pueblos de vida auténtica y definida son aquellos que con plena conciencia de su historia y de su linaje conceden primacía a su futuro, y lo van creando día a día, en la conciencia de los hombres, con el imperativo de un quehacer nacional ineludible, en el cual se funden los ideales y sueños”15.
Notas
1.- Al arribo de los restos de San Martín la Comisión estaba constituida por el Vicepresidente de la República, Mariano Acosta; el Presidente de la Cámara de Diputados, Luis Sáenz Peña; el Secretario del Senado Nacional, David Saravia; el Presidente de la Municipalidad, Enrique Perisena, y los señores Julio de Vedia, Benigno Ocampo, Manuel A. Montes de Oca, Antonio E. Malaver, J. de Basavilbaso y R. Zavalía.
2.- La superficie cedida era de 59 m2 a la que se podría agregar una parte del patio del Palacio Arzobispal. El mausoleo mide 5 m de largo, 4,43 m de ancho y 6 m de alto.
3.- Revista Habitat. Septiembre 2000. Detalla los últimos trabajos de restauración realizados.
4.- La guardia que custodia el Mausoleo pertenece al escuadrón “Ayacucho” del Regimiento de Granaderos a Caballo.
5.- Hijo político de San Martín, casado con Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada.
6.- Sobre el testero de la capilla: “Jose de San Martín. Guerrero de la Independencia Argentina. Libertador de Chile y el Perú. Nacido el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú. Muerto el 17 de agosto de 1850 en Boulogne-sur-Mer. Aquí yace” * “Triunfó en San Lorenzo 1813. Afianzó la Independencia Argentina 1816. Pasó los Andes 1817. Llevó la bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador.” * “Vencedor en Chacabuco y Maipo. Proclamó la Independencia de Chile 1817-1822” * “Redimió el Perú y fundó su Independencia 1820-1822” * “El pueblo argentino agradecido, a la memoria de su Gran Capitán. Por iniciativa del Presidente Doctor Avellaneda 1877-1880.”
7.- Después participó en los enfrentamientos por el tema capital y en la colonización del sur asegurando el servicio de transportes hasta Chubut. Varó en Camarones en 1899.
8.- La República. Año XIV, Nro. 3942. 1880.
9.- Con el presupuesto nacional de 1882 se creó el cargo de guardián y cuidador del monumento de San Martín al que se le abonaba 25 pesos por mes.
10.- Por decreto del Presidente Figueroa Alcorta del 11 de octubre de 1910 fue denominado “Regimiento N° 11 de Infantería General Las Heras”.
11.-La Casa Lepage fue la pionera del cine nacional y a la que se le deben los primeros títulos de nuestra filmografía: “La Bandera Argentina” (1897), “La visita del Dr. Campos Salles” (1900), “Visita del Gral. Mitre al Museo Histórico” (1901), entre otras.
12.- El autor del lema y la iniciativa fue Bartolomé Descalzo, entonces Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano.
13.- La urna mide en cm 86 x 60 x 48. La base tiene forma de media caña cóncava y la tapa remata con varias molduras talladas. En el frente: “Soldado Desconocido de la Independencia. Dio todo por la Patria y nada le pidió” y el Escudo Nacional. En la cara opuesta: “Homenaje del Pueblo Argentino. 17 de Agosto de 1945”.
14.- San Martín en la historia y en el bronce. Ed. Kraft, Bs. As., 1950.
15.- Anuario Edilicio.1947-1948.Bibliografía
Bedoya, Jorge M., El Mausoleo del General San Martín Bs.As., Casa de Gobierno, 1975.
Caillet-Bois, Teodoro, Historia Naval Argentina. Bs.As., Emecé, 1944.
Descalzo, Bartolomé, ¿Cadáver o Cenizas? Ni urna, ni tapa. Anuario La Razón, 1950.
De Soiza Reilly, Juan José, Ilustres “Gobernantes argentinos que murieron lejos de la patria.” Caras y Caretas. Año XXXV. N° 1756. Marzo 1932.
García de Loydi, Ludovio, La Catedral de Buenos Aires, Bs. As. MCBA. 1971.
Mitre, Bartolomé, Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana, Bs As., Peuser. 1946.
Saldías, Adolfo. Los Números de Línea del Ejército Argentino, Bs. As., Arsenal de Guerra. 1912.
Yaben, Jacinto R., Por la gloria del General San Martín. Bs.As., s/ed. 1950.
Yaben, Jacinto R., Biografías argentinas y sudamericanas, Bs.As., Metrópolis,1939.
Álbum “Al Excmo. Sr. Presidente de la Nación Argentina Cnl. Don Juan D. Perón”. Bs. As. S/ed. S/f.
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“Documentos del Arte Argentino. La Catedral”. Bs.As. Academia Nacional de Bellas Artes. 1947.
“Corona Fúnebre”. Bs. As. Instituto Nacional Sanmartiniano. 1948.
“Reseña Histórica de la Infantería Argentina”. Bs. As. Circumil 1969.
“Anuario Edilicio”. Años 1945 – 1947 – 1950.
Prensa Gráfica de las diferentes épocas: La República, El Tiempo,1880; Caras y Caretas, PBT, 1906 y fechas varias; La Nación, La Prensa, Clarín, 1945-1947-1950; Argentina, 1950; Anuarios La Razón, 1947 y 1950 y La Razón 75° Aniversario, 1980.
Colección de filatelia y numismática chilena Aguirre Vergara.
Información adicional
Año VII – N° 38 – octubre de 2006
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Ejército, Policía y fuerza pública, PERSONALIDADES, POLITICA, Hechos, eventos, manifestaciones, Historia, Política
Palabras claves: Independencia, Las Heras, Libertador, San Martín, mausoleo, gobierno,
Año de referencia del artículo: 1877
Historias de la Ciudad – Año VI Nro 38