El artículo de Edgardo J. Rocca, “Un monumento desconocido en la Plaza 11 de Setiembre”, publicado en la edición de junio de 2000, de la Revista Historia de la Ciudad, ha constituido una agradable sorpresa. Fue muy interesante poder descubrir finalmente de qué se trataba el tal monumento ya que, como tantos, había visto anteriores reproducciones de la litografía de Kratzenstein en la que se lo podía observar y siempre me había intrigado a quién o quién le rendía homenaje.
Como descargo, puedo decir que tal ignorancia no era de mi patrimonio exclusivo. En el artículo de Juan Carlos Vedoya, “Estatuas y masones”, publicado en la edición 123 de “Todo es Historia”, también se reproduce la litografía en cuestión, cuyo epígrafe reza: “Otro monumento elevado en la plaza 11 de Setiembre, no identificado y que se incluyó en la misma Memoria”.
Con esto último alude a una descripción previa en el mismo artículo, ya que en la Memoria Municipal, citada además por el Sr. Rocca, existe otra litografía, también de Kratzenstein, con otro monumento, aparentemente de un militar y que se ubicaría en el Paseo Guardia Nacional (¿Av. del Libertador?).
Si a esto le agregamos un tercer monumento desconocido, y que conmemora la primera fundación de Buenos Aires, según Vedoya que cita el “Handbook” de Mulhall, a nuestra común ignorancia debemos sumar la extrañeza, pues ¿cómo es posible que se los haya demolido? ¿A qué se pudo deber? Hecho tanto más insólito en el Buenos Aires de fines del siglo XIX, que contaba con muy pocas esculturas.
Vedoya no hace ningún comentario al respecto; su artículo, como se deduce del título, se centra en otros aspectos de la estatuaria porteña.
Nuestra extrañeza, en realidad, será el colofón de esta página ya que el origen de estas luces, digámoslo de una vez, se halla en que hemos podido averiguar la causa y la fecha de la desaparición del monumento descripto por Rocca.
Al desconocer el cuándo y el por qué, este autor honestamente, en “Conjetura final” al cierre de su artículo, hace una deducción que ubica el hecho en 1881. Sin embargo, ocurrió muchos años antes, en 1867.
La solución se halla en las Actas del Concejo Municipal. Allí, en la sesión del 28 de mayo de 1867, leemos que “tuvo entrada y fue puesta en discusión una nota del director del F.C.O., pidiendo permiso para demoler la pirámide situada en la plaza 11 de Setiembre, que impide algunas obras indispensables a dicho ferrocarril, y para cuya demolición ha obtenido, según las notas acompañadas, el consentimiento de los que contribuyeron a su erección”.
La sesión continúa: “Después de un largo cambio de observaciones, en que tomaron parte casi todos los señores municipales, acerca de la importancia de ese monumento que conmemora un hecho glorioso para la provincia de Buenos Aires, la revolución del 11 de Setiembre, se acordó, en vista de las razones aducidas por la dirección, acceder a la demolición solicitada, recomendando a la misma la conveniencia de construir otro monumento conmemorativo de ese hecho”.
Hasta aquí la cita, con lo que también concluye el enigma. Quedarían algunos comentarios referentes a este. Y, claro está, tratar de continuar la investigación para saber qué ocurrió con los demás monumentos.
Si en un primer momento se pudo suponer que su desaparición pudo haberse debido a cuestiones políticas —máxime en la otra figura, en la que parece verse un militar-, la aclaración del motivo de la demolición de la ubicada en la plaza 11 de Setiembre no deja lugar a dudas que se debió a una causa circunstancial.
Claro que también provoca extrañeza el pedido del Ferrocarril Oeste, ya que, al fin y al cabo, dada la ubicación de la pirámide casi en medio de la plaza, ¿qué obstáculo podía presentar a las “obras indispensables a dicho ferrocarril?”
Pero desde luego, sus causas debían estar bien fundadas, si nos atenemos al acta del 28 de marzo de 1867; según ella, hasta “quienes contribuyeron a su erección”, dieron su consentimiento. Otra cosa es el caso nulo que se hizo a la recomendación de “construir otro monumento conmemorativo” de la revolución del 11 de Setiembre. La respuesta seguramente se halle en el aquietamiento de las pasiones, ya que cuando se lo erigió no habían pasado dos años del hecho, mientras que en 1867, se iban a cumplir quince.
Quedaría, por último, una consideración acerca del artículo del Sr. Rocca, pues éste describe otra litografía de la plaza y el monumento, aparecida en el libro de texto “Mi Patria”. Sin embargo, de la reproducción de dicha litografía, titulada “Antiguo carretón”, se deduce que la misma no tiene valor, en el sentido de que no es una pieza original.
En efecto, si se la compara con la de Kratzenstein, se verá que el dibujante se limitó a copiarla, repitiendo todos los edificios y hasta las carretas y bueyes en sus posiciones. Tan solo modificó y agregó algunos gauchos, nada más. Distinto es el caso de la litografía “Mercado 11 de Setiembre”, incluida en el trabajo de Fussoni, también citado y descripto por Rocca, que no lo incluye, lamentablemente, pues ésta sí aporta otra perspectiva de la plaza y del monumento en cuestión.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año II – N° 9 – Mayo de 2001
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Plazas, Parques y espacios verdes, Artistas plásticos y escultores,
Palabras claves: estatuaria, plaza 11 de Setiembre, estatua
Año de referencia del artículo: 2020
Historias de la Ciudad. Año 2 Nro9