El 6 de octubre pasado se han cumplido 80 años de la inauguración del Museo Municipal de Buenos Aires creado a partir del formidable legado de Ricardo Zemborain. Denominado Cornelio de Saavedra en 1942, cuando se dispone el traslado del museo a la casa principal de lo que había sido la chacra de Luis María Saavedra, su historia como la de la chacra, constituyen dos capítulos muy importantes del pasado de la ciudad de Buenos Aires.
La chacra de Luis María Saavedra
Luis María Saavedra nació el 29 de junio de 1829, tres meses después del fallecimiento de su ilustre tío, el brigadier general Cornelio de Saavedra. Sus padres fueron Luis de Gonzaga Mariano Saavedra y Tomasa Medrano. Los títulos de propiedad de la chacra en Saavedra y el partido de Vicente López nos permiten conocer en forma precisa los sucesivos dueños de los extensos terrenos en los que se desarrolló (Piñeiro, Alberto Gabriel: 1997). Parte de esta información es coincidente con la profunda investigación realizada por Rafael Berruti (1995), con lo que se puede precisar todo el proceso de adquisición de tierras y desde ya descartar que, como se ha señalado erróneamente, Luis María Saavedra hubiera recibido por herencia alguna fracción. Esta confusión se debe a que sus antecesores por vía materna, los Medrano, fueron propietarios de tierras en este mismo lugar. De allí que el arroyo Medrano tenga este nombre.
El 12 de noviembre de 1831, Ezequiel Maderna vende a don Christen Albertsen de Aroe, originario de Bregninge en la isla de Aroe, Dinamarca, “una población de chacra con casa, corrales, hornos de ladrillo y sangeado (sic) que tiene y posee en unos terrenos situados en la Costa de San Isidro”. Christen Albertsen de Aroe muere asesinado, no sabemos en qué circunstancias.
Tiempo después, Luis María Saavedra arrienda la chacra al Gobierno, ya que era desconocida la existencia de herederos del dinamarqués. Es importante subrayar el hecho de que Saavedra era arrendatario de estos terrenos antes de ser su propietario, aunque nos sea imposible precisar desde cuando.
La aparición de los herederos del Albertsen da origen a un litigio que termina con un arreglo entre las partes, firmado el 17 de diciembre de 1863. Finalmente, don Pedro G. Ebbecke, en representación de los herederos del danés, el 9 de agosto de 1864 vende a don Luis María Saavedra la “chacra con su población y todo lo que a esta testamentaría pertenezca situado en esta Provincia en el Partido de San Isidro, hoy de Belgrano”. Los terrenos mencionados conformaban una especie de rectángulo comprendido entre las actuales avenida de los Constituyentes, Crisólogo Larralde, lo que hoy son las vías del ferrocarril (ramal a Bartolomé Mitre) y el arroyo Medrano que corría en forma casi paralela a Crisólogo Larralde hacia el norte de esta.
Otros títulos dan cuenta de cómo el 9 de noviembre de 1871 y el 13 de marzo de 1880, Luis María Saavedra adquiere propiedades que habían pertenecido a Diego White, sobre las que por conflictos judiciales se había trabado embargo. Entre ellas se encontraba la chacra conocida como circo de White, es decir el predio que formaba un rectángulo ubicado entre la actual avenida Ricardo Balbín, el arroyo Medrano (lo que hoy sería imaginaria continuación de Ruiz Huidobro), la virtual prolongación de la actual Burela y la avenida General Paz.
Gracias a estos títulos de propiedad, podemos conocer finalmente el lugar preciso en que funcionó el hipódromo o circo de White. Escribe don Alberto Octavio Córdoba que, “ubicado en los altos de Belgrano, lindando con el partido de San Martín y vecino a una pulpería, la más famosa de aquella época, llamada Las Figuras”, fue el primer hipódromo organizado en donde se efectuaban reuniones regulares (Córdoba, Alberto Octavio, 1987: 32-34).
El promotor de este hipódromo fue precisamente Diego White, patrocinado por la Foreing Amateur Racing Society, sociedad fundada por los residentes ingleses de Buenos Aires en 1849. Aquí se desarrollaron carreras con premios consistentes en copas, objetos de valor y sumas de dinero. Señala Cánepa que la pista tenía 15 cuadras de recorrido y 26 metros de ancho con una recta de 150 metros para las largadas. Una serie de postes y cuerdas separaba la pista del público. En su centro se levantaban algunas carpas para el despacho de comidas y bebidas. Agrega este autor que Manuelita Rosas y su padre Juan Manuel asistieron en algunas ocasiones a las lucidas reuniones sociales que se realizaban en ese lugar. (Cánepa, Luis, 1936: 293). Aquí corrió por primera vez “Belgrano”, el primer pura sangre introducido en el país desde Inglaterra por White. También corrió, como recuerda Córdoba, “el pangaré del Salado”. En marzo de 1851, el jefe de Policía Juan Moreno anotó que en una de las reuniones se habían congregado más de seis mil personas y unos trescientos vehículos (Piccirilli, Romay, Gianello, 1954: 371).
La existencia de este hipódromo concluyó cuando fue arrasado por la tradicional tormenta de Santa Rosa en 1866, que destrozó las tribunas y la pista y mató a varios caballos. En realidad, es fácil concluir que no fue sólo la célebre tormenta la principal responsable ya que, por su ubicación, en ello debe haber contribuido el arroyo Medrano, que a raíz de la tormenta habrá generado una de sus furiosas y habituales crecidas destructivas.
La extensa propiedad de Luis María Saavedra cuenta con una casa principal, cuya construcción se concreta entre 1870 y 1880. Ejemplo típico de la villa de familia pudiente, de arquitectura italianizante, la planta poseía la forma de una “U”, techos de azotea con pretil y un pórtico de líneas corintias, según la caracterizara el arquitecto Manuel Augusto Domínguez (1986). Junto a ella, dependencias para el personal de servicio, vivienda para el mayordomo, cocheras, galpones para la cría de toros y caballos, corrales para ovejas, cabras y cerdos, un hermoso palomar y un tambo, como se puede observar en antiguas fotografías que se conservan en el museo.
Es importante recordar que el 1º de febrero de 1891 se inaugura la estación Luis María Saavedra en terrenos que el propio Saavedra dona a la Compañía del Ferrocarril de Buenos Aires y Rosario Limitada con fecha 15 de junio del mismo año. Pone como condición que la estación llevara el nombre de Luis María Saavedra, su único hijo, fallecido a muy corta edad. Al producirse el deceso del jefe de la familia el 7 de enero de 1900, la actividad de la chacra comienza a declinar y varias hectáreas son arrendadas para ser explotadas como quintas de verdura.
La viuda de don Luis María, doña Dámasa Zelaya de Saavedra fallece el 23 de noviembre de 1929. Pocos años después, el Poder Ejecutivo Nacional envía al Congreso el proyecto de declaración de utilidad pública y de expropiación “de una superficie aproximada de 69 hectáreas de tierra, conocida como de Saavedra” señalando que la Municipalidad ya tenía celebrado con los propietarios un convenio de compra. El proyecto, que lleva las firmas de Agustín P. Justo y Leopoldo Melo, se encaminaba a definir una orientación urbanística de previsión y reserva de tierra para necesidad del porvenir, mencionándose la imprevisión con la que se había actuado en ese sentido. El objetivo es impedir la parcelación y su inmediata edificación y su reserva para futuros parques y jardines. Al señalar que “la conquista de espacios libres se halla colocada entre los primeros problemas sociales de la hora presente”, propone así su expropiación para las finalidades previstas en el convenio aludido de la Municipalidad de fecha 19 de diciembre de 1934.
El 21 de diciembre de 1936 se sanciona la Ley N° 12.336 que declara “de utilidad pública a las dos fracciones de tierra denominadas de Saavedra (Chacra Grande y Chacra Chica)”. La primera, parte de la cual avanzaba en tierras del partido de Vicente López, se encontraba ubicada entre las calles Republiquetas, Miller, avenida del Tejar, Zufriategui y avenida de los Constituyentes. La denominada Chacra Chica se hallaba entre Albarellos, de los Constituyentes, Martín Irigoyen y las vías del Ferrocarril Central Argentino, con otra parte en tierras del partido de San Martín. El sector comprendido dentro del perímetro capitalino es destinado a parques públicos y adjudicado a la Municipalidad. El traspaso de las tierras por el intendente doctor Mariano de Vedia y Mitre es oficializado el 9 de abril de 1937, aunque la posesión efectiva demorará unos años.
En 1938 la Dirección Nacional de Vialidad publica el proyecto de trazado de la avenida General Paz, en cuya introducción se lee: “Buenos Aires, pobre en parques y paseos, escasa de puntos de mira y perspectivas, carente de horizontes, mejorará ahora las características de sus suburbios en forma considerable, gracias no sólo a la gran avenida, sino por la creación del grandioso parque Saavedra anexo a ella (…) La avenida bordea el casco de la estancia Zelaya Saavedra, evitando con un suave desvío las construcciones existentes, entre las cuales cabe señalar un típico palomar. Igualmente las cunetas serpentean evitando destruir la vieja arboleda” (Dirección Nacional de Vialidad, 1938).
Pero recién en 1941 la Municipalidad consigue tomar posesión de los terrenos y pagar a la sucesión Zelaya de Saavedra el monto de la expropiación. El trámite sufrió demoras porque previamente hubo que considerar y desestimar judicialmente un pretendido derecho de propiedad del señor Silva Almeida. Según los títulos presentados, que luego se comprobó eran falsos, Pedro Medrano había vendido en 1809 dichos terrenos al tropero Adolfo Laguna quien los había a su vez vendido a un tal Silva de Almeida, naturalmente antecesor suyo. (La Razón, 19-7-1941).
Diversos proyectos se debatieron entonces con respecto a los destinos de esas tierras. Desde el traslado del Jardín Zoológico y la ampliación del Botánico, no faltó la intención de destinar “el gran edificio de los Saavedra Zelaya” para residencia del intendente municipal.
El Museo Saavedra
Su historia no comienza en el barrio de Saavedra sino en el centro de la ciudad. El 5 de septiembre de 1921, el intendente municipal doctor José Luis Cantilo firma el decreto por el que se crea el Museo Municipal de Buenos Aires, concretándose de esta manera el deseo de don Serviliano Ricardo Rafael Zemborain, quien por voluntad testamentaria había legado a la Municipalidad sus valiosas colecciones artísticas e históricas a dichos fines. Dichas colecciones habían sido recibidas por la comuna de manos de su albacea, el doctor Eleodoro Lobos, el 18 de noviembre de 1918. El filántropo y coleccionista Ricardo Zemborain había nacido en Buenos Aires en 1872 y desde muy joven fue un apasionado y profundo conocedor de obras de arte, antigüedades y numismática. Siempre pensó que con todo lo que coleccionaba podía formar un museo, pero su prematuro fallecimiento ocurrido en 1912 le impidió ver concretado su proyecto, que finalmente realizaría la Municipalidad años después.
Platería, monedas y medallas, iconografía porteña, mobiliario, porcelanas, armas, marfiles, alhajas, libros, relojes, abanicos, objetos históricos y una de las más ricas series referidas a la época federal y a don Juan Manuel de Rosas pasan a formar parte del patrimonio de la ciudad. La colección federal reconocía su origen en la que atesorara don Andrés Lamas, que fue rematada en la galería Bon Marché de la calle Florida 765 y luego estudiada por Juan A. Pradere en su libro “Juan Manuel de Rosas. Su iconografía” publicado en 1914, cuando se hallaba aún en el “museo” privado de Zemborain de Talcahuano 1186 (Gelly y Obes, Carlos María, 1977).
Nombrado director el doctor Jorge A. Echayde, el Museo Municipal abre sus puertas el 6 de octubre de 1921 en la planta alta del edificio de la calle Corrientes 939, donde funcionaba también la Caja Municipal de Jubilaciones. En el acto inaugural señala el intendente Cantilo: “Los nuevos estudios han roto el molde simplista de la escuela clásica. La historia no es ya narración unilateral de hechos; quien quiera conocer a fondo el estado social de una época, no podrá formar juicio acabado sin investigar el género de vida de la colectividad, sus usos, costumbres, tendencias y gustos, por cuanto la vida de los pueblos, como la de los individuos, no puede juzgarse por las exterioridades o aspectos más impresionantes. En tal sentido, los museos, dentro del concepto evolutivo de la historia, resultarán sus auxiliares más preciados. Si bien siempre serán necesarias las reminiscencias de la vida militar de nuestro pueblo, las cuales retemplan el ardor patriótico y provocan sentimientos de admiración y gratitud; no por eso dejarán de ser menos útiles, bajo el punto de vista estrictamente histórico, los objetos que al evocar otras épocas, descubren para el observador inteligente etapas de progreso, idiosincrasias sociales, pruebas de buen gusto, particularidades de la vida colonial o características sintomáticas de cultura”.
El museo organizado por Echayde consta de cinco salones y en 1931 la cantidad de visitantes anuales alcanza las 8.120 personas. En 1936, debido al ensanche de la calle Corrientes, se traslada a una casa alquilada de la calle Cerrito 281 y, ante la apertura de la Diagonal Norte, en mayo de 1937 se muda a otra propiedad, también alquilada, de la avenida Quintana 84/88. En 1938 fallece el doctor Echayde y lo sucede el profesor Julio Aramburu (Gelly y Obes, Carlos María, 1977). En 1941, los salones del museo exponían abanicos, cuadros y motivos religiosos, joyas, armas, la sala dedicada a Rosas, platería, monetario argentino y americano y medallas (El Pueblo, 3 de febrero de 1941).
El 12 de diciembre de 1941, la Comisión Interventora de Vecinos del Concejo Deliberante sanciona la Resolución N° 13.003 por la que se destina “el edificio existente en la ex estancia Saavedra para sede del Museo Municipal que funciona en el inmueble sito en la avenida Quintana 88”. Dieciocho días después (30 de diciembre), la misma comisión sanciona la Ordenanza N° 13.069 que lo denomina “Cornelio de Saavedra”. Corresponde destacar que el Concejo Deliberante, dominado por la oposición integrada por socialistas y radicales, fue clausurado por decreto del 14 de octubre del mismo año por el vicepresidente en ejercicio, doctor Ramón S. Castillo. Se argumentó que había perdido autoridad moral y fue reemplazado por un cuerpo de personas denominado Comisión Interventora de Vecinos, cuyos integrantes designaba el Poder Ejecutivo.
El entonces intendente municipal Carlos Alberto Pueyrredón designa al arquitecto Manuel Domínguez para acondicionar el edificio existente y se decide modificar su arquitectura para adaptarla al estilo de las quintas aledañas a Buenos Aires que se corresponden a las construcciones de la primera mitad del siglo XIX.
La obra significó la mutilación de la hermosa casona de Luis María Saavedra, típico exponente de la arquitectura de la segunda mitad de esa misma centuria. Las obras fueron realizadas por el personal de la Dirección Autárquica de Obras Municipales y la decoración y arreglos interiores estuvieron a cargo de la señora Silvia Saavedra Lamas de Pueyrredón, esposa del intendente y bisnieta de Cornelio de Saavedra. Carlos L. Thays, director de Paseos, acondiciona el viejo parque. Las modificaciones efectuadas crearon un problema, cual es el que muchos visitantes supongan, aún en la actualidad, que la casa perteneció a Cornelio de Saavedra cuando en realidad su propietario fue su sobrino Luis María.
Como ya se dijo, la transformación implicó la destrucción de un edificio de gran importancia, y en el que manda construir el intendente Pueyrredón se usan para su ornamentación rejas y otros elementos del patrimonio del Museo Municipal. (Gelly y Obes, Carlos María, 1977: 12).
El 25 de mayo de 1942, el viejo museo es inaugurado con su nuevo nombre en su nuevo domicilio. En el acto de apertura, al que asiste el doctor Ramón S. Castillo, el intendente Carlos Alberto Pueyrredón señala: “Me encontré con una extensión de 151 hectáreas en estado de abandono. Después de mucho meditar sobre el mejor destino a darse a esa superficie de terreno, tan interesante dentro del municipio, resolví aplicar 8 hectáreas a Museo y Parque; 50 a golf popular; 75 para vivero único, convirtiendo en plazas los terrenos que hoy están destinados a ese fin; 5 manzanas para viviendas baratas en la parte Este, sobre las calles Jaramillo, Valdenegro, avenida del Tejar y Miller, y el resto bosque y recreo para los niños del barrio (…) (El Museo) tendrá entrada por Republiquetas que acabamos de hacer pavimentar. Podrá el público visitarlo y valorar sus colecciones, pasear después por el parque y encontrarse al final con un tambo modelo con techos de paja para que los niños puedan tomar leche recién ordeñada, cabalgar en petisos y divertirse en una buena calesita que busco con empeño. Debe tener caballos grandes y fuertes para que resista a más de un Don Fulgencio”. (La Fronda, 27-5-1942).
El 26 de mayo y a raíz de estos hechos, el director del Museo Municipal, profesor Julio Aramburu, presenta su renuncia al cargo señalando en el texto de la misma su disconformidad con lo realizado. Considera “que un Museo es patrimonio exclusivo de la Municipalidad y que no puede ser simple voluntad de la autoridad modificar las cláusulas de los legados y seleccionar con criterio familiar el destino de las donaciones” (La Nación, 27-5-1942). La renuncia de Aramburu es rechazada y se lo deja cesante (La Nación, 29-5-1942).
El museo queda abierto al público a partir del 7 de junio. Se nombra director al señor José Marcó del Pont, quien permanecerá en el cargo hasta 1946 en que lo sucede el doctor Enrique de Gandía. En 1950 es nombrado el señor Fernando Jáuregui, sucedido a su vez por el profesor Carlos María Gelly y Obes, quien ejercerá el cargo entre 1955 y 1990. Durante su gestión se produce un notable incremento del patrimonio museológico, a raíz de lo cual se incorporan dos nuevos pabellones. Así, el 25 de mayo de 1959 se habilita un pequeño pabellón denominado “Anexo” sobre una vieja edificación, contemporánea o apenas posterior a la casona. El 21 de noviembre de 1964 se inaugura la ampliación del pabellón donde en 1942 funcionaba una casa de té. Este sector había pasado a depender del museo en 1956 luego que el comercio dejara de funcionar. Con las nuevas obras se da albergue a las oficinas administrativas, la biblioteca, el despacho del director y nuevas salas de exposición. Se deja inaugurada también la biblioteca Brigadier General Cornelio de Saavedra, dependiente de la Dirección General de Bibliotecas.
Por último, en 1981 es ampliado aquel primitivo pabellón anexo habilitado en 1959 en ocasión de recibirse la donación de la célebre colección de iconografía de Buenos Aires de don Guillermo H. Moores. Con ello queda conformada la estructura edilicia que aún se mantiene y que, a pesar de resultar ya insuficiente, año tras año renueva la atracción de un público cada vez mayor.
Fuentes y Bibliografía
* Berruti, Rafael, Evolución histórica de los barrios Saavedra y Núñez, Buenos Aires, 1995, Edición del autor.
* Cánepa, Luis, El Buenos Aires de antaño. Talleres Gráficos Linari & Cia. Buenos Aires, 1936,
* Córdoba, Alberto Octavio, Belgrano, Buenos Aires, 1987, Eudeba. (La primera edición es de 1968).
* Dirección Nacional de Vialidad, La avenida General Paz. Buenos Aires, 1938, Editorial Kraft.
* Domínguez, Manuel Augusto, El Museo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires “Brigadier General Cornelio de Saavedra. Un fervor de la ciudad porteña” Conferencia pronunciada el 18 de octubre de 1986. Junta de Estudios Históricos de Belgrano. Edición mecanografiada.
* Gelly y Obes, Carlos María, El Museo Municipal de Buenos Aires y la personalidad de su organizador, el doctor Jorge A. Echayde (Separata del Boletín de la Academia Nacional de la Historia, 1977, vol. L).
* Piccirilli, Ricardo; Romay, Francisco L.; Gianello, Leoncio, Diccionario Histórico Argentino. Buenos Aires, 1954, Ediciones Históricas Argentinas.
* Piñeiro, Alberto Gabriel, La chacra de Luis María Saavedra. Trabajo presentado en el Congreso de Historia de la Ciudad de Buenos Aires. Junta Central de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires. 13-14-15/11/1997.
* Pombo, Eduardo, El barrio de Saavedra. Buenos Aires, 1971.
Alberto Gabriel Piñeiro
Lic. en Historia
Director del Museo Saavedra
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año III – N° 12 – Noviembre de 2001
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Edificios destacados, Palacios, Quintas, Casas, CULTURA Y EDUCACION, Museos,
Palabras claves: Museo Municipal de Buenos Aires, Luis María Saavedra
Año de referencia del artículo: 1920
Historias de la Ciudad. Año 3 Nro12