En este año 2006, se celebró el 80° aniversario de tres grandes vuelos de la Aviación Española: la Patrulla Atlántida que llegó a Filipinas, la Patrulla Elcano, que voló hasta la entonces colonia española de Guinea Ecuatorial, y el vuelo del Plus Ultra a la América del Sur.
Este último, primero cronológicamente, trasladó a la aviación española a su mayoría de edad, dándole proyección internacional. Prueba de ello es que al comandante del avión, Ramón Franco, le fue entregado el Trofeo Harmon de la Liga Internacional de Aviadores, por entonces el más preciado galardón aeronáutico.
La tripulación del Plus Ultra, integrada por Ramón Franco, Julio Ruiz de Alda, Juan Manuel Durán y Pablo Rada, a las 6 de la mañana del 22 de enero de 1926, fecha en que iniciaron el raid, escuchó misa en la Iglesia de San Jorge, en Palos de la Frontera, el mismo templo en que oraron Cristóbal Colón, los hermanos Pinzón y los restantes tripulantes de las carabelas que zarparon en 1492.
Finalmente el hidroavión, un Dornier Wal de industria italiana, despegó siendo las 7:55 horas para realizar un viaje que duró veinte días, ocho más de los proyectados inicialmente.
Esta hazaña, planeada con una doble finalidad, estudiar las posibilidades de establecer vuelos regulares a través del Atlántico Sur y estrechar los vínculos de amistad por parte de España con las repúblicas sudamericanas, tuvo una significativa importancia en el desarrollo de la aviación mundial, la que en aquellos años de entreguerras dedicó sus esfuerzos a actividades no bélicas, tales como vuelos de exploración, competiciones y travesías interoceánicas. A la vez, el vuelo del Plus Ultra significó para España un eslabón fundamental hacia su modernización.
La travesía fue planeada por el comandante Ramón Franco y el capitán Mariano Barberán, quien en principio debía ser compañero de vuelo. Ambos se habían conocido en Los Alcázares, cuando asistieron al primer curso de mandos del Servicio de Aviación de España. Allí Barberán tuvo a su cargo las conferencias de radio; la octava versaba sobre radiogonometría.
Tras examinar posibles rutas, Franco decidió que un vuelo a la Argentina presentaba muchos atractivos, pero, debería realizarse con un hidroavión que tuviera una autonomía de 3.000 kilómetros. Consultada la fábrica Dornier, un par de meses más tarde, le contestó que uno de sus productos, con una carga máxima de 3.500 kilos, podía alcanzar esa distancia sin reabastecerse.
Franco llevó su idea al general Jorge Soriano, director de la Aeronáutica Militar española, realizando a su vez contactos con las fábricas Dornier y Napier para lograr el vehículo más adecuado. La primera ofreció un modelo Wal reforzado y adaptado para el raid, agregando depósitos de mayor capacidad para el combustible, sin alterar el precio final.
Ante esta respuesta, Soriano solicitó a Franco un detalle del proyecto, a fin de lograr la autorización necesaria de las más altas autoridades de España, para lo cual Franco se reunió con el comandante Emilio Herrera, quien había estudiado detalladamente la ruta para la línea de dirigibles Zeppelín, que uniría Sevilla con Buenos Aires.
En marzo de 1925 España compró cuatro Dornier Wal normales modelo Tagle, tres de los cuales serían de entrega inmediata, no así el cuarto, que sería entregado seis meses más tarde. Enterado de ello el general Soriano, autorizó que este último fuera entregado con las modificaciones necesarias para el raid a Buenos Aires.
Ante estos acontecimientos Franco continuó los estudios; quería usar un equipo radiotelegráfico y un radiogoniómetro, para lo cual el tripulante idóneo era Mariano Barberán.
Franco y Barberán presentaron el proyecto en el que contaban con una autonomía del Dornier de 3.400 km., algo que parecía demasiado optimista. El mismo constaba de cinco etapas y seis en el viaje de regreso, con la alternativa de utilizar, de ser necesaria, la isla Fernando de Noronha, ubicada 540 km antes de Recife.
En los primeros días de octubre comenzaron los vuelos de prueba, llevando el Dornier la matrícula M-MWAL.
Mientras proseguían los ensayos, llegó a España una noticia inquietante, el Marqués de Casagrande, aviador italiano, había pedido autorización para sobrevolar España en ruta hacia Buenos Aires. A ello se agregaba el hecho de que, con fecha 29 de agosto, Barberán pidió su baja en la Aviación y los ensayos del equipo de goniometría quedaron suspendidos.
Franco perdió al compañero más adecuado y decidió reemplazarlo por Julio Ruiz de Alda Miguéleiz. Ruiz de Alda se había sentido atraído por el proyecto, y fue incorporado como radiotelegrafista. Como mecánico se unió al grupo Pablo Rada Ustarroz. Los aviadores españoles estuvieron un mes practicando en la fábrica italiana; a Franco le desesperaba la demora en la puesta a punto del hidro, sintiendo que los italianos retrasaban las tareas para favorecer a Casagrande.
Para colmo de males el 4 de noviembre se enteró que Casagrande había iniciado su raid, volando ese día hasta Gibraltar.
Ello lo decidió a realizar en Pisa 13 vuelos de prueba aún antes de la recepción oficial de la máquina, volando en total más de siete horas. Finalmente el día 12 volaron a España, con el avión bastante cargado (2.300 kg) ya que llevaban numerosos repuestos.
La Marina española decidió colaborar en la empresa y designó al destructor Alsedo para que sirviera de apoyo; a cambio solicitó que un piloto naval participara del raid. Franco aceptó. La condición que en el cruce del Atlántico el marino haría esa etapa embarcado en el Alsedo. Es que se necesitaba disminuir al máximo la carga. Finalmente la Marina designó al teniente de navío Juan Manuel Durán González.
Mientras tanto llegaban noticias que el avión italiano estaba detenido, desde hacía un mes y medio, en Casablanca.
Se convino que el hidro partiera desde Palos, decisión política que no afectó los planes. El proyecto inicial sufrió pequeñas modificaciones pero el viaje de regreso que en él se incluía no fue tomado en consideración por el gobierno español. Los aviadores habían concebido la idea de volver por la costa sudamericana del Pacífico, llegando por el Caribe a Cuba y los Estados Unidos y atravesar el Atlántico Norte con escala en las Azores.
Franco, Alda y Durán llegaron a Madrid el 9 de enero para las despedidas oficiales, mientras que el Alsedo navegaba a Cádiz donde cargaría combustible y aceite para seguir a Porto Praia en las Islas de Cabo Verde. En Madrid los tripulantes se enteraron de que, para mayor seguridad, también los apoyaría el crucero Blas de Lezo, el que llevaría benzol y un juego de hélices.
Si bien la partida se había fijado para el sábado 23 de enero, Franco adelantó un día la salida, basando su decisión en la información meteorológica favorable. Así, el día 21 realizó un vuelo de prueba de veintitrés minutos y dejó al Plus Ultra en las quietas aguas del río Tinto listo para comenzar el raid.
Y a las 7:55 hs del día viernes, tras una carrera de casi dos minutos, el Plus Ultra abandonó las aguas del río Tinto poniendo proa a Las Palmas; a las 12 y cuando volaban a unos 1.500 metros de altura, tomaron contacto radial con Tenerife, logrando amarar en el puerto de destino tras unas ocho horas de vuelo, a una velocidad promedio de 163 km/h.
En Las Palmas se realizó una completa inspección de motores y cables de mando, debiéndose cambiar uno de estos, completamente rozado, y agrandar los agujeros de paso de los cables para evitar nuevos desgastes. También se eliminó el capot superior del motor posterior, que no ajustaba.
Ya se preparaban para la etapa a Cabo Verde en la que debían cubrir unos 1.700 km. Franco, preocupado por el sobrepeso de la nave, decidió eliminar todo aquello que no fuera imprescindible; así ordenó bajar el equipo fotográfico, una hélice de repuesto, distintas fundas de protección, repuestos y herramientas, etc. Con esta decisión bajó unos 400 kg, los que llegaron a Buenos Aires a bordo de un navío holandés.
Finalmente el día 26 partieron, realizando la etapa a unos 200 m sobre la superficie del mar. El amaraje en Porto Praia fue muy difícil a raíz del fuerte viento. Finalmente consiguieron posarse siendo las 17:25 hs. Habían recorrido 1.670 km a una velocidad media de 170 km/h.
Debían ahora pensar en la etapa más difícil: el cruce del Atlántico. Llegar a Pernambuco exigía recorrer más de 2.700 km, lo que requería una carga de combustible de 3.700 kg. Esto llevaba a 7.200 kg el peso del despegue, por lo que era necesario un extenso espejo de agua casi perfecto. Como la etapa demandaba volar por más de dieciséis horas, no era posible contar con luz solar en su totalidad. ¿Y por qué no volar de noche? Despegarían por la tarde y recalarían en Pernambuco a la mañana siguiente.
En Porto Praia Franco decidió hacer un segundo aligeramiento de la carga y disminuir aun más el peso, pasando elementos al Alsedo, el que con Durán a bordo zarpó para ubicarse en alta mar a la espera del Plus Ultra. A las 5:58 del sábado 30 el aparato despegó comenzando la verdadera travesía del Atlántico.
Pasadas las 16 hs cruzaron el Ecuador celebrándolo con una copa de coñac. Una hora más tarde, el Plus Ultra abandonó la ruta a Pernambuco y puso proa a la isla de Fernando de Noronha. Al ponerse el sol decidieron amarar, eran las 18:35. Navegaron en dirección al faro impulsados por los motores a unos 20 km/hora, logrando amarrar en las afueras del puerto, lo que los obligó a pasar la noche a bordo.
Comenzaron por entonces a llegar a Europa las noticias del cruce, pero muchas de ellas con frecuencia, confusas y contradictorias.
En su obra De Palos al Plata, Franco y Ruiz de Alda afirman que al amarar aún tenían unos 900 litros de combustible, más que suficientes para llegar a Pernambuco. En la mañana siguiente, la inspección realizada al Plus Ultra no mostró defectos. Durán, que había llegado en el Alsedo, se reintegró y al mediodía despegaron rumbo a Pernambuco, volando a unos 150 m sobre el agua. Fue entonces cuando se notó una fuerte trepidación en la nave, producto del desequilibrio de una hélice. Franco, de inmediato, cortó ese motor, en un intento de seguir con uno solo, pero el hidro perdió altura rápidamente. Ello obligó a arrojar al mar toda la carga, incluyendo buena parte de la gasolina. Así quedaron en el camino víveres, herramientas, repuestos, equipajes y el botiquín.
Volando a unos 90 km/h y a escasos 10 m del agua viraron hacia la costa a unos 85 km al norte de Recife, capital de Pernambuco. Y a las 15:48 de aquel domingo amararon en el puerto local. Llevaban recorridos desde la partida en Palos de Moguer más de 5.800 km.
Al día siguiente llegó a Recife el Alseda y en él venían las hélices de repuesto, lo que les permitió sustituir la rota. Se prepararon así para una etapa de más de 2.000 km que los llevaría a Río de Janeiro, tramo nunca realizado sin etapas intermedias. Despegaron el jueves 4 de febrero en horas de la madrugada; el vuelo se hizo entre 100 y 500 m de altura para amarar finalmente en Río donde eran esperados por numerosísimas embarcaciones que dificultaron el desplazamiento, es así que una de ellas colisionó con el Plus Ultra frente a la isla das Enxadas, produciendo una avería en los planos de cola.
Permanecieron en Río durante cinco días, que se transformaron en cinco jornadas de agotadores homenajes. Se reparó la cola averiada, se instaló una hélice bipala en el motor posterior y en la prueba de ésta el motor sufrió un principio de incendio que fue rápidamente extinguido.
Debía comenzar entonces la sexta y última etapa, que llevaría el Plus Ultra a Buenos Aires. El empleo de una inadecuada gasolina –era nafta de automóvil adquirida en Río, dado que no se consiguió otra– y el uso de una hélice bipala posterior, de menor rendimiento, hizo que se demorara más de dos horas la partida, tiempo empleado en tentativas sin éxito. Finalmente, pasadas las 7 horas y tras una larga carrera, el Plus Ultra se elevó.
Dada la merma en la velocidad de crucero por los problemas apuntados, se pensó en amarar en Río Grande si calculaban que la luz diurna no les alcanzaría para llegar a Montevideo; finalmente ayudados por el viento, llegaron a las 19:32 hs, minutos antes de la puesta del sol. Habían volado durante más de doce horas, logrando unir, por primera vez sin escalas, las dos capitales.
La estancia en Montevideo, no prevista en el plan inicial, fue breve. Al día siguiente y cercano el medio día despegaron para la travesía del Plata, llegando a Buenos Aires.
Tras volar sobre la ciudad, viraron sobre el monumento a Colón como homenaje. Finalmente el Plus Ultra amaró a las 12:28 hs en medio de un entusiasmo desbordante, de gritos y aplausos de la muchedumbre, del sonoro saludo de los barcos que, anclados en el puerto, saludaban con sus sirenas a los viajeros.
Los tripulantes pasaron a la cañonera Paraná donde los aguardaban autoridades municipales y nacionales. Al desembarcar en el muelle del Arsenal el público se abalanzó sobre los viajeros, ocasión en que el Ministro de Marina, según cuentan las crónicas, perdió una manga de su uniforme.
Fueron entonces recibidos por el Presidente de la República, Dr. Alvear, a quien le entregaron un mensaje del rey de España. Pero quizás el momento más jubiloso se vivió cuando se asomaron en los balcones de la Casa de Gobierno, sobre la Plaza de Mayo, mientras sonaban los acordes de los himnos de Argentina y España.
La jornada de ese memorable día 10 aún no había terminado; Franco tuvo que dirigirse a las oficinas porteñas de Italcable para hablar con el rey don Alfonso, por expreso pedido de este, que se hallaba en Málaga. Franco le detalló algunas particularidades del viaje, incluyendo una explicación sobre las causas de la escala en Montevideo.
“Celebro que todo haya salido bien” fue la respuesta real. A continuación los aviadores participaron de una recepción organizada por la embajada de España y seguidamente presenciaron, desde los balcones de La Prensa, una enorme manifestación popular.
Los festejos siguieron por varios días, mientras el Plus Ultra era revisado, encontrándoselo en perfecto estado. Desde Chile llegaron varios aviones cuya intención era acompañarlo en su cruce de los Andes. El día 19 los aviadores viajaron a Mar del Plata, donde fueron agasajados por el presidente de la República, Dr. Alvear; pero el domingo 21 por la tarde Franco recibió la orden del Gobierno español de dar por concluido el vuelo. Franco, que proyectaba iniciar el regreso el 4 de marzo, quedó contrariado y tanto fue su fastidio que al día siguiente regresó solo desde Mar del Plata, abandonando a sus compañeros.
¿Por qué el gobierno de Primo de Rivera decidió cortar el vuelo en Buenos Aires?
Todo había andado bien hasta entonces, pero cualquier extensión del raid suponía un riesgo y por otra parte el carácter rebelde y vanidoso de Franco lo constituía en un embajador extravagante de España.
El gobierno argentino, mientras tanto, ofreció el crucero Buenos Aires para llevar a los aviadores a España, ofrecimiento que fue aceptado por Madrid. Pero el Plus Ultra siguió volando. Lo hizo sobre Buenos Aires, llevando a la tripulación del Alsedo como retribución al apoyo prestado durante la travesía.
El jueves 11 de marzo, tras despedirse del Dr. Alvear, en instalaciones del Arsenal hicieron donación del hidro al ministro de Marina argentino, el que tomó posesión de la ya histórica máquina.
Una década más tarde, el 20 de diciembre de 1936, se dispuso la transferencia del Plus Ultra al Museo Colonial e Histórico con sede en Luján. La aeronave fue trasladada desde el puerto militar de Bahía Blanca hasta el puerto de Buenos Aires, y luego, en camiones, se la condujo a Luján, donde fue armada, restaurada y emplazada en un cobertizo de veinte metros de largo, ocho de ancho y otros tanto de alto.
El capitán de navío Marcos A. Zar hizo entrega de la aeronave al director del Museo, Enrique Udaondo, y mientras se firmaban las respectivas actas, la banda de la Escuela de Mecánica de la Armada ejecutaba los acordes de la marcha El Tala.
Finalmente hemos de tener presente que nuestra ciudad recordó este acontecimiento años más tarde; en efecto por Ordenanza Nº 5295 del año 1933, aparecida en el Boletín Municipal Nº 3522 se asigna el nombre de Plus Ultra a un pasaje del barrio de Saavedra. El mismo corre entre Ruiz Huidobro y Correa, desde Crámer a Vidal.
horaciocallegari@hotmail.com
Bibliografía
España, Miguel y Tomás, Ricardo, El vuelo España – América, Valencia, 1926.
Franco, Comandante – Ruiz de Alda, Capitán, De Palos al Plata, Madrid, 1926.
La Nueva Provincia, Trasladan al Plus Ultra a Luján, Bahía Blanca, edición del 14.7.1988.
La Prensa, La autorización para el traslado del Plus Ultra, edición del 28 de junio de 1985.
La Nación, El Ministerio de Marina entregará el Plus Ultra al Museo Histórico de Luján, 20 de diciembre de 1936.
Correo Argentino – Sección Filatelia. Volante anunciando la emisión de un sello por el 75 Aniversario del vuelo del Plus Ultra, abril 2001.
LASCANO, Diego M., Saltando el charco, Librel Editores, 1999.
Revista Plus Ultra, 1926.
Información adicional
Año VII – N° 38 – octubre de 2006
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: ACONTECIMIENTOS Y EFEMERIDES, TRANSPORTE, Aéreo, aeropuertos, Historia
Palabras claves: Aviación, Avión, Hidroavión, Vuelo, Tripulación, Viaje, Rutas, Travesía
Año de referencia del artículo: 1925
Historias de la Ciudad – Año VI Nro 38