La investigación sobre las letras de nuestra canción ciudadana puede depararnos sorpresas. Sin ánimo ni intención perversa,
muchos grandes autores se han inspirado en trabajos de otros autores para generar algunas de sus más hermosas composiciones.
La aproximación de Enrique Cadícamo1 a la literatura es relatada en primera persona por el autor de Los Mareados en su autobiografía titulada Mis Memorias.2 Allí narra sus comienzos como empleado en el Archivo del Consejo Nacional de Educación, donde conoció a Pablo Suero, su compañero de escritorio, que además era poeta y periodista del diario Crítica. En el mismo periódico trabajaban Yacaré y Carlos de la Púa.
Cadícamo, al igual que estos últimos, ya incursionaba en la poesía lunfarda. En este género se declara admirador incondicional de Celedonio Flores, del que afirma: “Supo extraer poesía del barro” (Mis memorias, 66).
Pablo Suero recibía además en la oficina la visita de poetas y escritores famosos, como Héctor Pedro Blomberg, Manuel Gálvez y algunos otros. “Esta ilustre vecindad influyó sin duda en mis inquietudes literarias”, dice Cadícamo en sus recuerdos (Mis memorias, 71).
Así desfilan citados los autores leídos: Píndaro, Virgilio, Horacio, Homero, Gabriel D’Annunzio, Stendhal, Víctor Hugo, Cervantes, etc. “Esa cura de libros me fue formando una conciencia literaria”, expresa en su autobiografía (Mis Memorias, 71). Además tuvo el privilegio de tratar a grandes personalidades, como Leopoldo Lugones y Enrique Banchs, que trabajaban en la misma dependencia.
No es extraño entonces encontrar en sus obras distintos homenajes y citas textuales, como por ejemplo la de Rubén Darío en La novia ausente, donde luego de anunciar con dos versos: “esta Sonatina / que soñó Rubén”, inserta la primera estrofa completa de los célebres alejandrinos. Recordemos que Celedonio Flores parodia la Sonatina, reemplazando a la princesa por la bacana.
Sin mencionarlo, Enrique Cadícamo deja ver la admiración que siente por el autor de Prosas Profanas y la influencia que ejerce en su estilo y lenguaje. Así en Por la vuelta Cadícamo escribe: “tu boca roja y oferente / bebió en el fino bacará…” y leemos a Darío en Margarita: “Tus labios escarlatas de púrpura maldita / sorbían el champaña del fino baccarat”.
Otro autor citado es Evaristo Carriego, fallecido en 1912, cuatro años antes de la muerte de Darío. En De todo te olvidas, cuyo título ya es un homenaje, Cadícamo escribe: “¿Acaso tu pena es la que Carriego / rimando cuartetas a todos contó?” y reproduce entre comillas el último verso del poema Tu secreto, en el que Carriego dice: “De todo te olvidas, ¡cabeza de novia!”.
Pero a veces estos homenajes en Cadícamo no son tan explícitos, por lo que pueden suponerse implícitos, o bien tratarse de omisiones, involuntarias o deliberadas, de los autores de las obras en las cuales se ha inspirado.
Es el caso al que alude el poeta Juan Gelman en la nota publicada en el diario Página 12 el 11 de febrero de 1993, hace ya 10 años, en la que Gelman se atribuye el haber descubierto el origen del poema titulado Eya se reía, que Enrique Cadícamo incluyó en el volumen de poesía lunfarda La luna del bajo fondo.3
Gelman le disputa la primicia de la revelación a José Luis Mangieri, quien dice haberlo descubierto en los años ’60. Se trata del poema Ella, de Enrique Heine. Gelman transcribe una traducción al español de fines del siglo XIX del poema de Heine, y a continuación el poema lunfardo de Cadícamo.
Ella, de Enrique Heine Eya se reía, de Enrique Cadícamo
Se amaban con amor profundo y tierno: Eya era una hermosa nami del arroyo,
Eran ambos ladrones, gente impía; él era un troesma pa’ usar la ganzúa,
Él forjaba ganzúas, y ella, en tanto, Por eso es que cuando de afanar volvía,
Tendida sobre el lecho, se reía. Eya en la catrera contenta reía,
Contenta de echarse dorima tan púa.
Pasaba el día alegre y por las noches De noche él robaba hasta la alborada,
En sus brazos gozaba. Mas un día de día dormían los dos abrazados,
Se lo llevaron preso, y ella, ella, hasta que la yuta que lo requería
Asomada al postigo se reía. lo alzó de su saca y eya se reía
mientras a Devoto iba el desdichado.
“¡Oh, ven conmigo, ven, no me abandones!”, Tras la negra reja de la celda el orre
Él en su desventura le decía; a su compañera yorando batía
“vivir sin ti no puedo”, mas la ingrata “por vos me hice chorro, quereme, paloma”,
Meneaba la cabeza y se reía. pero indiferente al dolor del choma,
alzando los hombros, eya se reía.
A las ocho lo ahorcaron; a las nueve Pasaron los meses, vino la sentencia,
Bajaba al fondo de la tumba fría; pa’ Tierra del Fuego al punga embarcaban
A las diez…,a las diez, su idolatrada a las seis en punto de una tarde fría.
Apuraba champagne y se reía. A las siete eya se apiló otro rufa,
a las ocho andaba con él de garufa
y al sonar las nueve, curda se reía.
Gelman concluye que no se trata de un plagio sino de una “hazaña”, porque Cadícamo “logró una traducción espléndida del poema del primero y trasladó con maestría la cosmovisión alemana a la visión lunfarda del mundo”. Pero hacia el final de su artículo Gelman recuerda la anécdota de su encuentro con Enrique Cadícamo en el restaurante de la editorial Abril, en un piso alto con vista al río, un mediodía de 1970. Cuenta Gelman que le preguntó con “malevolencia cierta” a Cadícamo en qué se había inspirado para escribir ese poema que luego recibiría la música de Juan “Tata” Cedrón: “Quizás oliendo la trampa, Cadícamo desvió su mirada hacia el río marrón plata bajo el sol y dijo, casi soñador: «Gelman, usted es poeta, usted sabe cómo son estas cosas».”
La convicción de que podrían existir, dentro de la vastísima producción de Enrique Cadícamo, otros poemas que respondieran a fuentes de inspiración no suministradas por el autor, a partir de la traducción de Heine antes citada, determinó la búsqueda.
La preeminencia les fue otorgada a los autores de principios del siglo XX y la atención, concentrada en la probable influencia ejercida por Heine. La lectura del prefacio del libro Tú y yo (Toi et moi)4 de Paul Géraldy,5 en el que su traductor, Ismael Enrique Arciniegas, señala el influjo del Intermezzo de Heine en la obra del poeta francés, movilizó nuestro interés por este autor.
Aunque al principio la lectura no aportaba elementos que pudieran conducir al hallazgo de alguna similitud con la obra de Cadícamo, en el último poema del libro, el número XXXII, titulado Final, leímos un verso que dice: “Vas a entrar desde ahora por siempre en mi pasado”. Aquí encontramos una inequívoca similitud con el inconfundible verso de Los mareados, que en forma inmediata evocamos: “Hoy vas a entrar en mi pasado”. Luego, una segunda lectura más detenida, nos llevó a otros versos y también a rememorar otro tango: Rubí.
En primera instancia consideramos que podía tratarse de una curiosa coincidencia. La traducción podía llevar a caprichosas casualidades. Para desechar o corroborar esta idea, iniciamos la revisión de tangos de temática similar, en los que coinciden diversos tópicos: la separación de los amantes, la noche, la lluvia, etc. Así repasamos Por la vuelta, Nostalgias, Desvelo, Garúa, A quién le puede importar, entre otros. Descartados todos éstos por no hallar semejanzas muy evidentes, volvimos al análisis de Rubí.
Comenzaron a surgir ciertas similitudes morfológicas, que se hacían más evidentes en el plano semántico, ya que se trata de una traducción de versos en francés adaptados a la poesía española. El inicio de Rubí (en la primera columna) mantiene correspondencia con los dos últimos versos de la primera estrofa de Final de Géraldy, en la traducción de Arciniegas (en la segunda):
De la lectura de ambos textos se podrán sacar distintas conclusiones y seguramente se podrá seguir profundizando el análisis textual.
Cuando volvimos al análisis de Los Mareados vimos que además del primer verso mencionado, también el final del tango guardaba correspondencia con un par de versos del poema de Toi et moi.
Intensificamos la búsqueda dentro de la extensa literatura del tango, para verificar si esta semejanza ya estaba detectada con anterioridad, y gracias a la oportuna ayuda de un amigo localizamos el artículo de Ricardo Ostuni titulado “Presencia de la poesía culta en las letras del tango” , en el que el autor ya había señalado el poema de Gerlady como fuente de las letras de tres tangos de Cadícamo: Los mareados, Rubí y Por la vuelta.
Comprobamos que los versos que habíamos encontrado en los dos primeros tangos, coincidían con los que detallaba este autor. En cuanto al tercer tango, si bien los dos primeros versos de Por la vuelta tienen similitud con el inicio de Rubí, preferimos atribuirlo a la recurrencia de estos mismos tópicos en distintos tangos de similar temática.
Pero a pesar de haber comprobado que el camino ya había sido iniciado, creímos necesario confirmar de modo fehaciente e irrefutable que los versos de Los mareados tenían su origen en este poema francés. Debíamos apelar a la genealogía y recordamos que la letra de este tango había nacido de una primera versión titulada por Cadícamo En mi pasado.
Encontramos esta versión en el libro de José Gobello Tangos, letras y letristas Vol. 3, donde el autor hace una breve reseña histórica de la letra:
El 4 de mayo de 1922, en el teatro Porteño, de Buenos Aires, se presentó la pieza Los dopados, de Raúl Doblas y Alberto T. Wiesbach. En su representación se cantaba el tango Los dopados, con versos escritos por dichos saineteros sobre música de Juan Carlos Cobián.
Gobello hace notar que a pesar de que esta letra fue registrada, la editorial Julio Korn editó en 1943 el tango En mi pasado, con el subtítulo aclaratorio «Nueva versión de Los dopados», con versos de Enrique Cadícamo. Continúa Gobello:
La orquesta de Aníbal Troilo, con su cantor Fiorentino, había grabado la nueva versión el 15 de julio de 1942. Inicióse de ese modo la singularísima difusión que alcanzaría esta pieza, sobre todo a partir de la edición de 1950, debida a la misma editorial, con letra modificada, del mismo Cadícamo, y el nuevo título en dos líneas: Los mareados / (En mi pasado).
El cotejo entre la versión original de En mi pasado, y la traducción de Arciniegas de Toi et moi, de Paul Géraldy, disipó nuestras dudas y confirmó que las coincidencias no eran casuales. Para la visualización de ambas obras, transcribimos la traducción de Arciniegas de Final de Géraldy y En mi pasado de Cadícamo. Compárense los versos de igual numeración en ambas columnas:
Podemos comprobar que entre los versos eliminados en la modificación hecha por Cadícamo en 1950 se encuentran precisamente los de mayor similitud con los de Paul Géraldy en esta traducción de Arciniegas. En forma particular debemos señalar la estrofa completa ubicada a continuación del último verso seleccionado para Los Mareados, en la que la similitud con los versos del poema francés muestran una inequívoca coincidencia total. Esto último nos hace pensar que antes de la composición de
En mi pasado, debió existir una necesaria lectura previa del poema de Géraldy, precisamente en esta traducción de Arciniegas; ya que ignoramos la existencia de otras versiones en español, que guarden tanta similitud con los versos de Cadícamo. Existe una traducción de Toi et moi realizada por Edmundo Bianchi, que tiene grandes diferencias con la que produjera Arciniegas y se aleja de este modo de las coincidencias con el texto de En mi pasado.
También es preciso reconocer que en la versión definitiva de Los mareados, el tema central se desplaza hacia el alcohol, la angustia y el escarnio que sufre la pareja de amantes, convertida en un par de figuras grotescas que transgreden las convenciones sociales, a partir de la pena que sufren.
En suma, la intensidad y el valor poético que tiene Los mareados, en relación al poema de Toi et moi, lo ubican a Cadícamo en una superioridad incuestionable.
Conviene señalar que las estrofas originales
en francés son once y que Arciniegas, en su traducción y adaptación, respetó el mismo formato, pero no guardan el orden con el que aparecen en las letras de Cadícamo.
También se puede observar que algunos versos de Final comparten la aplicación, tanto en Los Mareados como en Rubí. Es el caso del segundo verso de la tercera estrofa y los dos últimos versos de la cuarta estrofa. Esto no es extraño, dada la similitud temática de ambos tangos.
De Toi et moi (Tú y yo en la versión en español) podemos decir que se publicó en Francia antes del inicio de la Primera Guerra Mundial. La traducción de Ismael Enrique Arciniegas es de 1936. El libro y el autor tuvieron una enorme popularidad, y según lo que apunta el traductor en el prefacio (1937), en veinte años se llevaban vendidos un millón doscientos mil ejemplares.
Hoy podemos hablar de la decadencia y el pretendido refinamiento –es decir, la cursilería– de la poesía amorosa de consumo masivo en las primeras décadas del siglo XX, de la que Toi et moi es un caso paradigmático. Seguramente Géraldy no representa para las letras, para su tiempo y para su país, lo que significa Cadícamo para la poética del tango durante el siglo XX.
Por otra parte, esta investigación no implica una comparación entre ambos autores, ni un menoscabo al mérito de Enrique Cadícamo como poeta. En algún punto coincidimos con la lectura que ha hecho Gelman de estas adaptaciones, ya que se requiere un “olfato” especial para descubrir en las expresiones de otros géneros y otras latitudes la posibilidad de integrarlas a la canción rioplatense. Unido a esta percepción está el talento para que los versos inspiradores se conviertan con naturalidad en la letra de esta forma musical única y diferente que es el tango.
Lo que lamentamos es que ya no esté Cadícamo con nosotros para que algún poeta amigo le hiciera la pregunta “envenenada” que le hizo Juan Gelman alguna vez. Seguramente ese amigo obtendría otra respuesta evasiva y enigmática. Como la de un chico que oculta una travesura. Lo ideal sería tener siempre una referencia sobre la obra en la que se inspira un texto, pero también es preciso admitir que si siempre apareciera mencionado el origen, nos veríamos privados del placer de la búsqueda y de la recompensa de la revelación.
Mario Tester
Profesor de Literatura
Obras citadas
Toi et moi (Géraldy, Paul. Toi et moi. Buenos Aires, Domingo Viau y Cia. editores, 1942)
Final, de Tu y yo (Géraldy, Paul. Tú y yo. Trad. de Edmundo Bianchi. Buenos Aires, Editorial Hachette, 1959)
Final, de Paul Géraldy (Traducción de Oscar Conde)
Los Mareados (Tango. Música de Juan Carlos Cobián sobre letra de Raúl Doblas-Alberto Weisbach-Enrique Cadícamo)
Rubí (Tango. Música de Juan Carlos Cobián sobre letra de Enrique Cadícamo)
Notas
1. Cadícamo nació en Buenos Aires el 15 de julio de 1900, falleciendo en la misma ciudad el 3 de diciembre de 1999.
2. CADÍCAMO, Enrique, Mis memorias, Buenos Aires, Corregidor, 1995.
3. CADÍCAMO, Enrique, Los poemas bajos, Buenos Aires, Corregidor, 1994.
4. GÉRALDY, Paul, Tú y yo. Traducción de Ismael Arciniegas, Bogotá, Panamericana, 1996.
5. GÉRALDY, Paul. Seudónimo de Paul Le Févre. Nacido en París en 1885. Poeta, dramaturgo y novelista. Inició su actividad literaria publicando una breve composición dramática: Les Spectateurs (1906), y una colección de poesías: Les petits ames (1908). Alcanzó la fama con el pequeño volumen de poesías Toi et moi (1914), que tuvo un gran éxito de ventas. Entre sus obras teatrales están: Les noces d’argent (1917); Aimer (1921); Robert et Marianne (1925); Cristine (1932). Una novela suya, llamada La guerre, Madame, alcanzó notoriedad en su época. Falleció en Francia en 1983.
6. OSTUNI, Ricardo, Viaje al corazón del tango, Editorial Lumiere, Buenos Aires, 2000.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año IV N° 21 – Junio de 2003
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Categorías: PRENSA, Cosas que ya no están
Palabras claves: tango, revista,
Año de referencia del artículo: 1966
Historias de la Ciudad. Año 4 Nro21