Se conmemora hoy el 184 aniversario del natalicio del ilustre presidente y estadista argentino Nicolás Avellaneda. Nacido en San Miguel de Tucumán el 3 de octubre de 1836, fue bautizado con los nombres de Nicolás Remigio Aurelio, siendo hijo del matrimonio integrado por Marco Manuel de Avellaneda (opositor al régimen rosista y mártir de Metán) y Dolores Silva Zavaleta.
Habiendo obtenido su licenciatura en derecho por la Universidad de Córdoba, alcanzó su doctorado en leyes en la Universidad de Buenos Aires hacia 1858. Desde muy joven se destacó como periodista, político y profesor universitario.
Como Ministro de Gobierno de Buenos Aires impulsó su descentralización administrativa allá por 1867, siendo además diputado por la misma provincia y Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública entre 1868 y 1873, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, cargo en el que descolló poniendo en práctica la magna obra educativa planteada y llevada a cabo por el gran sanjuanino en la dotación, fundación y establecimiento de multitud de escuelas primarias y normales en todo el ámbito de nuestro suelo.
Ocupó con brillantez, alta honestidad y gran probidad la Primera Magistratura de la Nación Argentina entre 1874 y 1880, mereciendo citarse entre sus múltiples logros la aprobación de la Ley de Inmigración, la cual admitió el acceso a la tierra y al trabajo a multitud de campesinos europeos, la Ley de Amnistía General que permitió el regreso al país de muchos de sus opositores políticos demostrando así un gesto de grandeza para con éstos.
La extensión de la red ferroviaria, la exportación de carne congelada, la notable evolución de las economías regionales y la instalación de la capital en Buenos Aires fueron solo algunos de los múltiples ejes de su mandato.
Su insigne figura brilló y brilla aún hoy entre las mentes más destacadas de América. Celebérrimo orador y cultísima persona, instaló a la Argentina en el concierto de las grandes naciones del mundo durante el final del siglo XIX.
Su vida terrenal se apagó el 25 de noviembre de 1885, a bordo del vapor “Congo” mientras regresaba a su amado país.
Cabe para él la expresión latina “Roma locuta, causa finita”, porque su ínclita moral y su ejemplo son dignos de ser seguidos, estudiados e imitados.
Prof. Arnaldo Miranda Tumbarello
Educador, historiador, investigador, conferencista, escritor y académico.
Miembro del Instituto Histórico Nicolás Avellaneda
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2020 /
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