Editorial
LA JUNTA HOY
La Junta de Estudios Históricos de Boedo va camino a cumplir su 34º aniversario plena de proyectos que espera poder llevar a cabo con su nueva Comisión Directiva que inició sus actividades en diciembre de 2019 bajo la presidencia del Sr. Roberto Zatelli, quien fuera Miembro Fundador de la institución.
Las realizaciones de la Junta han sido muchas y variadas a lo largo de estos años, tratando de preservar el patrimonio barrial y manteniendo la línea cultural que la ha caracterizado desde sus comienzos, especialmente en lo que se refiere al arte escultórico, pictórico y literario, como ha sido tradición en Boedo desde los inicios del barrio.
Los tiempos actuales no son fáciles para continuar con esta obra, pero los integrantes de la Junta conforman un grupo fuerte y unido, por lo que esperamos poder seguir con la labor iniciada por nuestro fundador ideológico, el Maestro Escultor Francisco Reyes.
Breve historia del barrio
El historiador Diego del Pino nos cuenta que a fines del siglo XIX y en los albores de 1900, Boedo era zona de grandes quintas o chacras en las que había sencillas construcciones, seguramente poco más que ranchos y, tal vez, alguna de material con el lujo de un mirador desde el cual se veían los mástiles de los coloridos veleros del Riachuelo. Era también lugar de bañados, casi lagunas, que con la llegada de italianos y españoles fueron aprovechados para la instalación de hornos de ladrillos, logrando así que con el calor de las ascuas lentas de los hornos se secara el terreno, dando lugar a nuevas construcciones y apertura de calles. Estos hornos eran en su mayoría propiedad de italianos y españoles, como los de los vascos Loitegui y Estevarena. Otro horno importante, era “La Paloma” del vasco Lázaro Camio, cuyo apellido se utilizó muchos años para designar el actual pasaje San Ignacio. No dejemos de mencionar el horno de Bianchi, en Cochabamba y Castro, y el de Vignale en Castro y Pavón. También había pequeños hornitos caseros, comunitarios, utilizados por las mujeres para fabricar pan, y en los pozos que se formaban al sacar la tierra, croaban las ranas por las noches y se zambullían los patos que llegaban desde las arboledas del bañado de Flores que azuleaba a lo lejos.
Comenzó el siglo XX y todo aquello fue un suburbio porteño que iba evolucionando paulatinamente. Los grandes quintones de quince o veinte manzanas comenzaron a parcelarse en lotes menores y aparecieron así las pequeñas casitas humildes y junto con ellas, árboles, norias y molinos. Ya en la década del veinte, Boedo comienza a llenarse de cafés, glorietas, tangos, teatros y fútbol. Don Silvestre Otazú hace una pintura del barrio en esa época y nos cuenta: “Boedo, evidentemente tenía un embrujo. Situado a mitad de camino entre Mataderos, Parque Patricios y Flores, se convirtió muy pronto en un núcleo con diversiones ignoradas por dichos barrios: glorietas, cines, teatros, circos, cafés. En una palabra, vida nocturna. ¿Adónde vamos esta noche?, se preguntaban los vecinos de Mataderos o Parque Patricios, que querían pasar algunas horas entretenidas. ¡A Boedo!, era la respuesta unánime. Había allí todo lo que puede apetecer la mocedad en tren de juerga o mero pasatiempo. Pero la ubicación geográfica de Boedo no basta para dar una explicación cabal del fenómeno, pues igualmente equidistantes del centro y de los barrios estaban Almagro y Caballito, y, sin embargo, no hubo allí ni asomo de vida nocturna cuando ya Boedo era famoso. Debe de haber alguna razón telúrica para que allí, y no en otro sitio, haya surgido con fuerza tan poderosa una vida intensa, con su movimiento artístico, sus bohemios, sus anarquistas, su gente de teatro, sus escritores, sus músicos, sus poetas, sus payadores…”
Boedo fue y sigue siendo un barrio muy especial, inclinado siempre a la cultura, que aún hoy continúa formado artistas plásticos y escritores, desde sus ateliers o simplemente desde las mesas de los numerosos cafés boedenses. Prueba de ello es el Paseo de las Esculturas que se extiende sobre Boedo, entre San Juan e Independencia, constituyendo el único museo a cielo abierto de Buenos Aires, con 22 obras donadas por excelentes artistas, que engalanan nuestras veredas y que a la vez son cuidadas por los vecinos y dueños de los comercios en cuyos frentes han sido emplazadas, dando un ejemplo de civilidad y orgullo por el barrio.
Emblema de Boedo
Trabajo del Prof. Ernesto Grafman, surgido del concurso organizado por la Dirección General de Asuntos Políticos y Legislativos a través de su programa de Fortalecimiento de la Participación Institucional (FoPaI).
El emblema fue colocado en una carapantalla ubicada en Boedo y San Ignacio el 21 de octubre de 2004.
El reconocido dibujante y artista plástico, vecino del barrio, señala como hitos fundantes del barrio, su espíritu libertario, la existencia de sus peñas, las actividades plásticas, la música y las letras.
El escudo aparece dividido en dos campos: El superior, sobre blanco, destaca la actividad de la Editorial Claridad, emergiendo una llamarada roja de la antorcha, la cual simboliza el ideario del Grupo de Boedo.
En el campo inferior. Sobre fondo gris-celeste, a la derecha, una paleta recuerda a los artistas plásticos. Sobre la izquierda, el libro abierto y la pluma con la inscripción Pacha Camac rememora a la tradicional peña.
Entre ambas representaciones, el tango, simbolizado por el bandoneón, y dos bailarines entrelazados completan la alegoría. En el límite inferior, dos cintas argentinas, sostienen una cinta roja con el nombre del barrio en azul en alusión a los colores de San Lorenzo de Almagro.
Breve historia de la junta
JUNTA DE ESTUDIOS HISTORICOS DEL BARRIO DE BOEDO
Es una institución sin fines de lucro, dedicada al estudio y difusión de la rica historia de nuestro barrio, en arte y cultura. en el registro de Organizaciones de Acción Comunitaria N° 1388 Personería Jurídica Res. I.G.J.N° 000450
ORÍGENES Y DESARROLLO
La Junta que naciera el 7 de octubre de 1986 bajo la Presidencia de Aníbal Lomba tuvo en su primera Comisión Directiva a los siguientes integrantes: Vicepresidente: José Gobello; Secretario: Dr. Enrique Erusalimsky; Prosecretaria: Lidia Vinciguerra; Tesorero: Conrado Martínez; Protesorero: Dionisio Cascante; Secretario de Actas: Miguel Ángel Caiafa.
Vocales: Francisco Reyes, Diego A. Del Pino, Enrique Kaminsky, Carlos Kapusta, G. Cuadrado Hernandez, Jorge Bosso, Dr. Hector Sassone, Antonio Fontana, Roberto Zatelli, Roberto Katzuni y Antonio Di Maio.
La sede permanente de la Junta de Estudios Históricos del barrio de Boedo quedó establecida en el estudio del Maestro Francisco Reyes en la calle Castro Barros 1560 Dto. 3 de esta Capital.
Al fallecer el Maestro, su familia otorgó a la Junta el privilegio de ser custodios del patrimonio artístico que allí se atesora.
Este lugar ha sido lugar de reunión de la Junta quien abrió este pequeño museo al vecindario, dando charlas y ofreciendo visitas guiadas para estudiantes y docentes. En la actualidad la sede se encuentra en un departamento sito en Boedo 960, 4º “B”, que fuera donado por la Sra. Dora Mariño, miembro emérito de la institución.
El fin de esta Junta es atesorar hechos y lugares históricos de Boedo y preservarlos para los futuros habitantes del barrio, así como la difusión de los mismos y también realizar actividades culturales como publicaciones, exposiciones de escultura y pintura, visitas guiadas, eventos musicales y charlas educativas.
Debemos mencionar que en la Junta de Estudios Históricos del barrio de Boedo, como en todas sus similares, tienen cabida todos aquellos hombres y mujeres que coincidan en los objetivos propuestos, sin distinción alguna de nacionalidad, credo religioso, raza o cualquier otro signo discriminatorio.
La institución es de carácter privado y no goza de ningún apoyo económico ni subsidio de parte de organismos oficiales.
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Instituciones barriales