“La escuela es democracia. Los maestros son los únicos que pueden terminar con los montoneros, los demagogos y los vagos. Para eso necesitamos hacer de toda la República una escuela”. D. F. S.
La pasión de Sarmiento por la educación se puede observar a lo largo de toda su fecunda vida. “¡Educación! ¡Educación! ¡Educación! ¡Elevemos por la educación los sentimientos morales deprimidos por la ignorancia y los ímpetus de la carne y habremos salvado de la prisión a millares de reos y, a más, economizado las víctimas que con sus desórdenes habrían hecho estos predestinados al crimen y al suplicio!”. ¡Cuánta verdad, cuánta actualidad tienen las palabras de Sarmiento! Este discurso suyo tuvo lugar en una reunión de la Masonería Argentina como Gran Maestre de la misma. Más adelante dijo “¡Civilización! ¡Civilización! ¿Cómo será posible intentarla sin escuelas?”.
Las palabras transcriptas al comienzo fueron expresadas siendo electo Presidente de la República, cuando se dirigió a los alumnos de la escuela por él creada, la Casa Escuela o Escuela Modelo de Catedral al Norte, hoy “José Manuel Estrada”,1 primer edificio construido en Buenos Aires para tal fin. Un testimonio más de su objetivo permanente es lo que cuenta su esposa doña Benita Martínez Pastoriza, el 19 de septiembre de 1855, en una carta dirigida a don Hilarión María Moreno: (…) “Sarmiento va a organizar las escuelas por parroquias como en EE.UU., tiene todos los bienes de Rosas para ese objeto, con algunos millones más” (…).
Fue grande el entusiasmo de Sarmiento por la edificación de una “gran escuela” desde donde se llamara a todo argentino sin distinción de niveles económicos ni clases sociales. Esta escuela debería contar con la más moderna infraestructura y ser atendida por excelentes maestros y directores. La casa-escuela era para él fundamental, pues opinaba que una generación entera sería tal y como fueran sus maestros. El “soberano” de la República, el ciudadano de la Nación debía educarse en su totalidad, tanto en lo intelectual como en lo moral, para dar nacimiento así a un ser humano digno y capaz. Pero era enorme el salto a dar. Había que pasar de lo ya existente (los internados de buen nivel pero costosos o las “escuelas patria” en donde sólo se aprendía a leer y escribir) a la escuela común y gratuita de amplitud de materias e idioma inglés.
¡Cómo debió luchar Sarmiento, cómo debió elegir sus hombres para vencer tanto prejuicio social! Su norte fue fusionar la escuela común y popular a la sociedad argentina.
Sin embargo, a pesar de la admiración que sentía por los EE.UU., no creyó conveniente, en un principio, que fuera un extranjero quien recibiera el encargo de modelar almas juveniles.
En esa circunstancia había que buscar maestros y director y encontrarlos en los argentinos mismos. ¡Cuánto más se dificultaba la tarea!
Desde la época rosista, Sarmiento había tratado gran número de exiliados argentinos en el exterior, entre los que abundaban escritores, poetas, abogados, militares, etc., pero no maestros. Aún así el gran sanjuanino “se acordó de que el hombre existía: ese hombre, necesario ahora”, llamado por él mismo “emigrado ilustre”, era don Hilarión María Moreno, que aún permanecía en Chile. Veamos entonces quién era ese elegido.
Don Hilarión María Moreno nació el 21 de octubre de 1807, pocos meses después que se diera fin a las invasiones inglesas, en la época en que comenzaba a formarse nuestra nacionalidad. Perteneciente, por vía materna, a una de las viejas familias del Buenos Aires colonial, fueron sus padres, Don Juan José Moreno2 y doña Catalina de Arandia.3
Sus hermanos mayores eran soldados integrantes de las filas libertadoras. En su niñez y adolescencia, en su casa, podía observar visitas de amigos de sus padres, Martín Rodríguez, Juan G. de Las Heras, Manuel Belgrano y otras personalidades del momento. En febrero de 1826, mientras cursaba sus estudios en el Colegio de Ciencias Morales de Buenos Aires, don Bernardino Rivadavia fue nombrado Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El gran estadista llamó a su lado al joven Hilarión María Moreno, que frisaba entonces los diecinueve años y lo designó su secretario privado. Esta circunstancia lo llevó a ocuparse del más importante de los problemas del momento, la instrucción pública, pues Rivadavia abordó con energía el estudio de estas necesidades, dando oportunidad a que se iniciara Moreno en los asuntos educacionales, piedra fundamental en su vida.
Otra misión que ejecutara el novel secretario se refirió a la Sociedad de Beneficencia. Fue encargado entonces de organizar las primeras rifas. Tan acertadamente contribuyó con su labor que muchos años después, hallándose en el destierro en Chile, el Presidente Montt, que conocía esos antecedentes, lo convocó para organizar una sociedad semejante.
Más tarde, la Masonería de Buenos Aires lo exaltó Maestro Masón en la logia ad hoc presidida por Avellaneda. El convulsionado año 1828 fue escenario de nuevos y sangrientos episodios que se prolongaron en una arrasadora guerra civil hasta fines de 1831. Durante el gobierno de Lavalle fue llevado a desempeñar una función en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en marzo de 1834 el Gobernador Viamonte lo nombró Subjefe de la Policía de Buenos Aires. Iniciado en la política con el partido que había liderado Rivadavia, vio llegar con esperanzas la visita del ex Presidente. En efecto, Rivadavia, que llegara en abril de aquel año, ante la presión de la Legislatura y el rosismo, fue expulsado a los tres meses de llegar.
Con Masa como gobernador Provisional, el partido rosista fue dueño de la situación, la Mazorca atacaba abiertamente casas o personas, víctima de lo cual se encontró Moreno. El 11 de octubre de 1834 fue destituido de su cargo debido a sus abiertas manifestaciones antirrosistas, convirtiéndose así en un náufrago más de la política rioplatense. El 13 de abril de 1835 se le otorgaba a Rosas la suma del poder público por todo el tiempo que él considerara necesario.
Por aquel entonces Moreno había conocido a su futura esposa, doña Dominga Montes de Oca,4 de familia federal. Con ella emprendió, hacia 1835, un largo camino hacia su nuevo destino, más allá de los Andes. Perú fue su meta inicial, encontrando allí el apoyo generoso de esa tierra hermana. “Lima en la primera mitad del siglo XIX… Lima, pequeña y ambiciosa, despilfarradora y señorial dentro de su marco aldeano, acoge hospitalaria a aquellos que, arrojados de su patria por el huracán de la tiranía, buscan refugio en la hidalga ciudad de los Virreyes. Allá, en un rincón umbroso y eufónico, en una casona de labradas rejas y claveteada puerta, que por estar entornada descubría en una media luz el ancho zaguán, con la lira de su gran farol de hierro forjado, sobrellevaba con estoicismo las penurias del destierro, el brillante periodista y hombre de letras argentino, don Hilarión María Moreno”.
Hombre inquieto y sensible, supo expresarse a través de la poesía y el ensayo. En aquellos días saluda a Lima de esta manera: “¿Quién no queda embebecido / De tu suelo siempre en flor, / que ni marchita el calor / Ni el cierzo agostar se atreve? / Aquí el mar embravecido / Jamás se oye rugir, / Sólo del Rimac salir / Se siente la brisa leve”.
También canta con sus versos a la patria y la amistad: “Un adiós te envía fugaz y no eterno / adiós que presagio de dicha será / Cuando yo te vea feliz en el seno / de patria anhelada que nos cubrirá”. Y el humor criollo lo lleva a dedicar al mate estos otros: “Pregúntese a un Argentino / Qué constituye sus goces, / Cuáles horas más veloces / Ruedan sobre su destino, / oirásele de continuo / Con entusiasmo expresar, / Que nada puede templar / De la suerte el crudo embate, /Como un rico y dulce mate”. VII: “Si en fin, el más estirado, / Que viste por figurín, / Oye que su serafín / Transido y apasionado / Va a estampar el nacarado / Labio de coral y miel / En la mejilla de él / Y se atraviesa algún mate, / Deja el beso y toma el mate.”
Más tarde se traslada a Tacna y luego a Santiago de Chile. Aquí se encontraba el General Las Heras, de quien fuera secretario en su Gobernación. En este tiempo ambos profundizaron una amistad que continuó con el correr de los años. Este jefe militar de San Martín había instalado un negocio y, a su vez, Moreno con su mujer se dedicaban a la enseñanza de baile de salón y declamación. Sus amistades también se extendían al General Paunero, el Coronel Lugones y al Cónsul General del Uruguay, D. Demetrio Rodríguez Peña, entre otros, convirtiéndose su hogar en centro de reunión de emigrados argentinos.
Impulsado por su amor hacia el teatro, organizó junto a su amigo Juan Casacuberta una compañía teatral de la que fuera actor y administrador. Sarmiento, también exiliado en aquella ciudad, se expresaba, entre otras actividades, como crítico teatral. Así comentó en El Mercurio la actuación actoral de Moreno en “Napoleón lo manda”, obra de Scribe. “El Sr. Moreno era un buen oficial del imperio, de lo que lo felicitamos con toda la capacidad de nuestros pulmones y las fuerzas de nuestras manos”.
Más tarde y encontrándose en la villa de Yungai, barrio cercano a Santiago de Chile, el matrimonio Moreno conoció al de Sarmiento.
Durante esos años compartieron ideales, conocimientos sobre historia y todo el devenir político argentino, intimando y apreciándose como sucede entre los hombres de intelecto e ilustración. Juntos, en 1849 asistieron a la última actuación de Casacuberta en “Los Seis Escalones del Crimen” de Ducange, viéndolo caer en escena al finalizar la obra. Este grande del teatro fallecía horas más tarde. Luego de la muerte de Casacuberta, de quien fuera además su discípulo, Moreno dejó para siempre el arte teatral.
Posteriormente, se lo vio tomando parte en forma relevante en la educación chilena así como en el periodismo. En un certamen organizado por Sarmiento, llamado “Ejércitos de Maestros”, Moreno obtuvo el primer premio. Más tarde fue premiado por el Presidente Montt, con medalla de oro, en mérito a las cualidades notables que allí demostró como educacionista.
Moreno fue entonces designado por el futuro Presidente de los argentinos para que tuviera a su cargo la dirección de la Casa Escuela de Catedral al Norte. Expresó el profesor Quaini en un homenaje a Moreno: “Sarmiento, maestro de maestros, observador sagaz, hombre que adivinaba las cualidades y sentimientos, vio en gestación al futuro maestro de su patria”.
En 1856 encontramos a Sarmiento en Buenos Aires como Jefe del Departamento de Escuelas. Y el león comienza a despertar. Sus ideas son múltiples, sus fuerzas inagotables. En 1858 el Gobernador Mitre y Valentín Alsina promulgaron la ley de edificación escolar tenazmente impulsada por Sarmiento, por la cual el Estado aportaba igual cantidad de dinero que la que reunieran los vecinos de cada parroquia.
La comisión de Escuelas de la Catedral al Norte estaba integrada por Pastor Obligado y Manuel Guerrico, entre otros. Los donantes estaban encabezados por doña Estanislada Arana de Anchorena, don Nicolás y don Juan Anchorena, don Jaime Llavallol y don Ambrosio Lezica, junto a gran cantidad de vecinos solidarios. La suma inicial recaudada fue de 160.000 pesos. Estos primeros fondos fueron destinados a la construcción de aquella importante Escuela soñada por Sarmiento. El predio comprado se hallaba en la entonces calle de Reconquista entre las de Corrientes y Parque, hoy Lavalle, en donde se encontraba la panadería de don Antonio Massarro.
El arquitecto Miguel Barabino tuvo a su cargo la dirección de la obra. El edificio fue construido a todo costo y destinado a clases primarias y superiores, con importantes salones en la planta alta y baja. La escuela contaba con útiles y accesorios traídos del Canadá, importados por vez primera al país y fue provista de textos castellanos impresos en EE.UU. y realizados por educadores de primera línea.
Mientras Moreno no llegaba a Buenos Aires fue puesto al frente de la naciente escuela un educador muy respetado entonces, el profesor don Juan Brunet. Es así como oficialmente el 18 de julio de 1860 llegó el momento de la inauguración. Día de gloria para su creador, la escuela es obra suya, le pertenece y como Ministro de Gobierno de Mitre y aprovechando la visita de reconciliación de las autoridades de la Confederación los hace partícipes del acontecimiento. Estaban presentes el gobernador del Estado de Buenos Aires, General Mitre, el Presidente de la Confederación Argentina, Dr. Derqui y el Capitán General Urquiza.
La Casa Escuela Modelo de Catedral al Norte de Buenos Aires era inaugurada entre dos guerras civiles, Cepeda y Pavón, gracias a la férrea voluntad del Ministro de Gobierno y a la Comisión Parroquial. Dijo Sarmiento esa tarde, refiriéndose a “quién” constituye un Estado:“¡Hombres!, hombres de alta mente, ¡hombres! que conozcan sus deberes, pero que conociéndolos tengan el coraje de sostenerlos. ¡Esto sólo constituye un gran Estado!”, “la Casa-Escuela de Catedral al Norte es el primer edificio monumental de escuela erigido en Sud América”. y también dijo: “Fundemos, mientras otros se matan, una escuela”, repitiendo las palabras que había escuchado de la comisión.
Esto sucedía mientras Moreno se despedía de su patria adoptiva, tierra esta en la que tanto amó, tanto sufrió y que lo vio formarse y progresar hasta alcanzar las alturas de los mejores pedagogos. Emprendió entonces el viaje de regreso a su tierra en compañía de su mujer y seis hijos.
Transcribimos una memoria de su puño y letra, luego del cruce a lomo de mula de la cordillera de los Andes que admiró por la “majestuosidad de sus poéticas montañas”.
“Año 1861. Viaje de Mendoza a Buenos Aires. Salimos el 19 de febrero a las 10 de la mañana, bajo el aspecto de un hermoso día, como lo son en su mayor parte de la zona templada, los de la estación canicular y en las diligencias de la empresa Gordillo y con las interrupciones de la mudanza de caballos, hicimos noche en Santa Rosa, habiendo llegado cerca de las diez a ella y andando a cuarenta o más leguas. Los alrededores de Mendoza son pintorescos por la sorprendente y bien dispuesta vegetación, como por sus numerosas y bien dispuestas plantaciones” (…) “A las cinco del día 21, empezaron a pasarse en balsa el equipaje, carruajes y personas, terminando esta operación a las siete horas en que partió la diligencia, que estaba ya lista. Continuó el paisaje montuoso y habitaciones de pobres, desparramadas aquí y allí, llegando a las diez de la mañana a la posta de La Cabra, célebre en los fastos de nuestras guerras civiles, por haberse ejecutado a algunos metros el bárbaro asesinato del infortunado y valiente general don Mariano Acha, que habíamos conocido en la juventud” (…) “El trayecto que sigue es hermoso y animado. Sigue la parte montañosa, también descollando el algarrobo, el quebracho, la jarilla y otros, hasta el magnífico cedro que se halla en el centro de la montaña y del que vimos dos hermosas vigas en la mencionada posta de La Cabra” (…) “En la posta de los Chosmes, antes de la del Pencalito, a enorme distancia, divisamos distintamente un punto blanco perceptible: era la única iglesia de San Luis. Por fin, a las ocho y media llegamos a este pueblo, llamado ciudad y capital. ¡San Luis! ¡Numancia destruida! ¡Ruinas de Palmira, como aquellas que lloró Volney! ¡Cartago arrasada por enemigos implacables! ¿Quiénes te han arrasado así?” (…) “Paramos en San Luis veinticuatro horas, después de las cuales y a las siete de la mañana, seguimos nuestro camino” (…) “llegando a las Achiras, jurisdicción de Córdoba, pequeño pueblecito que ha sido algunas veces invadido por los indios, a las cinco y media de la tarde. Salimos de las Achiras y llegamos a la Barranquita a las ocho. Siguiendo nuestro camino, llegamos hacia el medio día al Río Cuarto. La situación de esta villa es pintoresca. Hay una bonita iglesia, algunas bonitas casas también y algún comercio” (…) “Luego de tres días llegamos a Las Barrancas, posta sucia y desprovista. Como a 150 mts. pasa el río Tercero, de poética estructura, coronada de arbustos, sus manas y cristalinas aguas se deslizan de norte a sur en un mar de leche. La luna brillaba en todo su esplendor sobre su límpida corriente” (…) “Luego de andar algunas leguas llegamos a la Cruz Alta. Este lugar es célebre por el primer episodio de la gigante revolución que en Buenos Aires se iniciara el 25 de mayo de 1810. En la antigua capilla de este pequeño pueblo y de la que hoy apenas existen los vestigios, fueron enterrados Liniers y sus compañeros, después de la ejecución practicada entre las postas de Lobatón y Cabeza de Tigre. A la mañana siguiente estábamos en camino para la bonita ciudad de el Rosario y fuimos agradablemente sorprendidos por los lindos caseríos de ese camino, como del aspecto de la ciudad, pequeña miniatura de Buenos Aires, con sus calles, edificios, plaza principal, matriz, etc., todo calcado sobre el aspecto de una gran ciudad, más el majestuoso y poético Paraná, bordando su ribera con su verdura perenne. Aquí nos encontramos, entre otros, con nuestro amigo de emigración, el viejo coronel don Lorenzo Lugones, veterano de la independencia en el primer ejército libertador del Perú al mando del ilustre General Belgrano, después de 18 años de separación. Habíamos peregrinado juntos en el Alto y Bajo perú y teníamos la idea fresca de la pintura que nos había hecho sobre el mismo terreno donde se dio la sangrienta batalla de Vilcapugio, tan funesta para los patriotas, el 1° de Octubre de 1813 y donde tuvimos la desgracia y la gloria de perder un hermano nuestro (Francisco de Paula Moreno, que apenas contaba 17 a 18 años), en aquellos tiempos de entusiasmo patrio, de abnegación y de sacrificios” (…) “A los tres días partimos de la rada del Rosario (5 de marzo) llegando a la de Buenos Aires, el 6 por la mañana. ¡Cómo describir mi sorpresa al ver a Buenos Aires, esta belleza de mis ensueños, que se había rejuvenecido en mi ausencia, mientras yo, saliendo de ella joven, volvía con las huellas de la vejez!” (…)
Llegado a Buenos Aires una novedad lo inquietó; Sarmiento, que ya no era Ministro de Gobierno, le dice: “Yo lo he llamado para dirigir una escuela por sus aptitudes, pero ahora su puesto está en el periodismo; Ud. debe reemplazarme en la dirección de “El Nacional”, a Ud. le corresponde por ser corresponsal del mismo y Ud. es el hombre que necesito para el puesto”. Pero su vocación de maestro se manifestó una vez más: “Seremos lo que hemos sido siempre —dijeron en su hogar— para la escuela nos llamaron y a la escuela iremos”.
¡Cómo debió recordar las cartas que enviaba años atrás a sus amigos desde Chile!: “¡Enseñando niños estoy tan contento! (…) No me tentaría un destino y compadezco a los que por abnegación los desempeñan”.
A fines del año 1861 se hizo cargo entonces este Director, en una ceremonia a la que asistió el Presidente de la República, General Mitre. Moreno dijo: “La enseñanza, pues, la enseñanza desparramada a manos llenas en todos los ángulos de la República Argentina, servirá para curar la profunda llaga de nuestros pueblos: ¡la ignorancia! Ignorancia que nos cuesta casi medio siglo de sangre, de lágrimas y crímenes”.
Toda la entrega y el amor del “ilustre exiliado” pudo manifestarse en las directivas hacia los jóvenes profesores que tuvo a su cargo, pues en ellos depositó su experiencia y comprensión. Su atractivo personal, dados su innata cultura y señorío, lo convirtieron en un hombre querido y admirado por todos, puesto que fue llamado “Santo varón”. Sus 25 años de destierro voluntario en tierras lejanas fueron el fiel reflejo de su voluntad incorruptible, de su espíritu de lucha en contra de todo lo que se opusiese a sus principios e ideales de libertad.
Las ideas de Sarmiento se vieron cumplidas ampliamente por la acción del experimentado Director. El “soberano” de la República no se sintió defraudado por él. El Dr. Pastor Lacasa recordando los comienzos de la Casa-Escuela, comentó lo siguiente: “Mi mente reconstruye todo lo que falta de aquellos días, lo más grande, lo superior: los directores, como don Hilarión María Moreno, patriota, inteligente e ilustrado llamado por sus compañeros de destierro a dirigir la educación de los niños argentinos a quienes supo atraer por su saber y su bondad”.
Murió don Hilarión María Moreno en la más absoluta pobreza en el año 1865, siendo Secretario de la Comisión encargada del Plan General de Instrucción Pública.
Sus restos debieron ser inhumados por cuenta del gobierno, dada su precaria situación.5
En esta escuela el país tuvo un altar permanente donde se escarneció a la tiranía así como se cimentaron las ideas de libertad más pura en la mentalidad de los jóvenes alumnos. Hacia el año 1863 ya más de 300 discípulos habían asistido a sus aulas como alumnos de los más prestigiosos profesores y directores”, entre los que se contó posteriormente a Marino Froncini, Labougle, Pablo Pizzurno, el patrono actual del Colegio, don José Manuel de Estrada, Navarro y Armando, entre otros.
Fue así que esta Casa-Escuela6 tuvo una relevante misión en la formación de alumnos como Roque Sáenz Peña, Emilio y Jorge Mitre, hijos del Presidente, Miguel Cané, Lucio V. Mansilla, el poeta Almafuerte, sabios como el Perito Moreno y Ambrosetti, José Ingenieros, Bernardo González Arrili, el premio Nobel Luis F. Leloir y los hijos de Hilarión M. Moreno.7 No se agota de todos modos la lista de personalidades que pasaron por sus aulas, que sería extenso enumerar aquí.
La amplia repercusión de esta Casa-Escuela eclipsó a los antiguos internados. Comenzó así una decisiva etapa en la historia de la educación argentina y nuevos horizontes se abrieron para la Nación siguiendo los pasos de esta gran iniciativa: la Escuela Modelo de Catedral al Norte.
Al cumplir su cincuentenario, en 1910, encontramos a la educación de nuestro país jugando un papel importante a nivel occidental, convirtiéndose la creación de Sarmiento en verdadero puntal para América Latina.
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Cartas
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Notas
1.- Nombre impuesto en el cincuentenario de la fundación de la Escuela.
2.-“Teniente Coronel don Juan José Moreno y García (n. España, Granada, 1758). Radicado en Buenos Aires hacia 1790 como Teniente de Fragata de la Real Armada de España. Prisionero de los ingleses en Trafalgar. Capitán General del Puerto de Buenos Aires. En 1813 fue declarado Ciudadano Americano de las Provincias Unidas del Río de la Plata.”
3.- “Doña Catalina de Arandia y Ruiz de Arellano de Moreno (n. Buenos Aires. 1769).”
4.- “Doña Dominga Montes de Oca de Moreno (n. Buenos Aires. 1820). Primera Preceptora de la Casa-Escuela de Catedral al Norte.
5.- En la actualidad una escuela pública en Buenos Aires lleva su nombre.
6.- En sus primeros años fue llamada también “Escuela Superior de Varones o Graduada de la Catedral al Norte”.
7.- Quienes, a su vez, tuvieron destacada actuación pública.
Enrique Zavalla
Docente. Egresado de la Universidad del
Museo Social Argentino en Dirección Coral, especializado en técnica vocal.
Investigador histórico.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año III – N° 16 – Julio de 2002
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Edificios destacados, CULTURA Y EDUCACION, Escuelas y colegios,
Palabras claves: Sarmiento, maestros, exiliado, Hilarión María Moreno
Año de referencia del artículo: 1835
Historias de la Ciudad. Año 3 Nro16