Atraída por la presencia de espacios verdes y casas quintas, gran parte de los inmigrantes irlandeses se afincaron en Belgrano. Allí, en ese barrio, erigieron la iglesia de San Patricio y una serie de instituciones educativas y culturales donde, aún hoy, se mantienen vivas las antiguas tradiciones de Irlanda.
¿Quiénes son los irlandeses?
Irlanda a principios del siglo XIX se encontraba bajo dominio inglés y su pueblo, de profunda raíz católica, sufría persecuciones por su religión luchando por sus derechos y reclamos de libertad. Por ese entonces, del otro lado del Atlántico, en el Virreinato del Río de la Plata, comenzaban las luchas por la independencia.
Hacia 1830, los irlandeses que llegaban aquí se afincaban en los campos de la provincia de Buenos Aires: Chascomús, Ranchos, Monte, Lobos, Mercedes, San Antonio de Areco, extendiéndose luego por el nordeste de la provincia y sur de Santa Fe y Córdoba.
Eran atendidos espiritualmente por los padres irlandeses Moran y O’Gorman. A su muerte, la feligresía solicitó a Irlanda un nuevo capellán. Fue enviado en 1844 el reverendo padre Anthony Fahy, que cumplió extraordinaria labor dentro de la colectividad, no solo predicando y administrando sacramentos, sino también haciendo de “casamentero”, ayudando a que se conocieran los jóvenes irlandeses.
Recorría a caballo y sin compañía, las enormes extensiones de estas vastas llanuras, que en una carta a Irlanda describió así: “Están a la espera por falta de manos que la cultiven, aquí se sentirán como en casa.”
En 1846, al producirse en Irlanda la devastación de los cultivos de papa por un hongo conocido vulgarmente como “roya”, tuvo lugar la llamada “hambruna”, que entre 1846 y 1850 cobró casi un millón de víctimas; esto aceleró el proceso de emigración y muchos decidieron partir hacia otros destinos –entre ellos nuestro país– que les ofrecía amplias perspectivas de progreso. Algunos vinieron con cierto capital, pero, en realidad, su principal riqueza era la fe y la educación que habían recibido en sus familias.
Con el correr del tiempo quienes habían llegado como pastores de ovejas y con gran conocimiento del campo, con grandes sacrificios y la ayuda del Padre Fahy –que había ideado un sistema para mejorar la calidad de vida de sus compatriotas– consiguieron forjar una riqueza que les permitió comprar las tierras que explotaban, llegando a formar sus propias estancias. En ellas la vida se hacia monótona para muchos de los familiares, especialmente mujeres, quienes anhelaban vivir en la metrópoli. A raíz de ello, los irlandeses se afincaron en la zona de Belgrano, atraídos por la abundancia de casas quintas, hecho que los conquistó por ser amantes de la tierra. Además era un camino casi obligado hacia la zona donde tenían sus campos.
El Ferrocarril Central Argentino –que unía Buenos Aires con Rosario y Córdoba– facilito estos viajes, al inaugurar la estación Belgrano R. Las empresas inglesas que construyeron los ferrocarriles prefirieron a muchos irlandeses como empleados, por entenderse mejor con el idioma y por la afinidad en las costumbres. Entre ellos se destacó el ingeniero John Coghlan quien, durante treinta años (1857-1887), trabajó en importantes obras públicas. Encaró mejoras en el puerto de Buenos Aires, estudiando las corrientes del río, su capacidad de deposición y la formación de los futuros bancos de arena. Fue el autor del primer servicio de tecnificación de agua en el país. También ejerció la presidencia del Ferrocarril de Buenos Aires a Campana y amplió el recorrido hasta Rosario.
A un año de su muerte, le asignaron en su homenaje, el nombre de Coghlan a la estación de la zona, cabecera del ramal a Tigre que hoy finaliza en la estación Mitre.
El barrio de Belgrano tenía la atención religiosa centralizada en la iglesia de la Inmaculada Concepción, conocida familiarmente como “la Redonda.” Pero con el paso del tiempo, era casi imposible atender a tanta feligresía y, en el año 1927, el Arzobispado de Buenos Aires, a cargo de Monseñor Copello, resolvió crear nuevas parroquias.
Una de ellas fue establecida en Belgrano R, siendo asignada a los padres palotinos de la Provincia Irlandesa, porque se consideraba la necesidad de contar con una pastoral especial para aquellos católicos de habla inglesa y de distinta nacionalidad que habitaban en la zona.
La nueva parroquia fue dedicada a San Patricio, el santo patrono de Irlanda, por una decisión de la autoridad eclesiástica, que deseaba que la ciudad de Buenos Aires tuviera una iglesia bajo esa advocación, como existe en otras partes del mundo.
Así comenzó así a manifestarse en mayor medida la influencia irlandesa en el barrio de Belgrano.
Para evangelizar a Irlanda, San Patricio explicó la Trinidad de Dios, usando “el trébol”, que se convirtió en el símbolo irlandés.
Para centrar los hechos en el ámbito belgranense, me permití usar ese trébol, dividiendo la cultura en tres temas:
1- Religión
2- Educación
3- Actividades sociales
Religión
La parroquia de San Patricio comenzó en Belgrano R, alquilando una casa en Echeverría 3773, como sede provisoria; se abrió allí una pequeña capilla a cargo del párroco Rdo. Padre Thomas Dunleavy, que fue el primer palotino argentino, acompañado por los padres Thomas Phelan, irlandés y Juan Santos Gaynor, argentino.
El 1 de enero de 1928, los palotinos tomaron posesión de la parroquia y de su propio peculio, compraron terrenos sobre Echeverría, entre Estomba y Tronador, y una casa en Sucre 3969, para usarla como casa y secretaría parroquial.
Sobre la calle Estomba se levantó una iglesia provisoria. Era de chapa de zinc, con revestimiento aislante por dentro, muy amplia, con capacidad para trescientas personas sentadas, con buena acústica –por no tener columnas–, lo que permitía escuchar perfectamente los sermones religiosos que se daban desde un hermoso púlpito de roble tallado, con la figura de los evangelistas.
En el altar mayor se encontraba la imagen de San Patricio y sobre la entrada, una escalera de madera conducía al lugar del coro, donde había un pequeño armonio para acompañar las liturgias.
La construcción de esa iglesia provisoria se realizó con los aportes de la feligresía y la colectividad irlandesa de Buenos Aires y del interior. Fue inaugurada el 30 de marzo de 1930.
El primer párroco, el padre Thomas Dunleavy tuvo una tarea apostólica brillante, pues poseía un especial carisma sacerdotal. Su figura era físicamente pequeña pero su grandeza espiritual era inmensa. Atraía por su sencillez, su bondad, su sabiduría y sentido de justicia, dones que había desarrollado en varias parroquias y colegios de la provincia de Buenos Aires.
Es por ello que muchos que lo conocían de antes, aún viviendo en zonas lejanas a la parroquia, se acercaban a la Iglesia de San Patricio para colaborar con él. Así consiguió un conjunto de fieles que integraron una veintena de asociaciones apostólicas: la Acción Católica, dividida en cuatro ramas, el Apostolado de la Oración, los Vicentinos, las Hijas de María, Catecismo y otras que formaron una amalgama hiberno-argentina de enorme fruto parroquial.
Hay que destacar también la figura del padre Juan Santos Gaynor, que aunque no fue párroco, tuvo destacadísima labor pastoral a través de muchísimos años. Doctor en Filosofía y Teología, poseedor de una vasta cultura y formación moral, ello le permitía analizar no sólo los temas religiosos sino también los acontecimientos de la historia argentina e irlandesa. Fue Inspector general de enseñanza religiosa y desde el año 1939 hasta 1958 dirigió con gran acierto el periódico The Southern Cross.
Todas estas tareas no le impidieron ejercer una magnífica labor en la parroquia en la que su enorme figura contrastaba con su fina voz cuando desarrollaba sus cortos y claros sermones desde el púlpito.
Siguiendo los pasos de sus fundadores, muchos palotinos irlandeses llegaban a la parroquia, fortaleciendo los vínculos de la comunidad, en la cual el sacerdote era el articulador social de las actividades que se organizaban en torno a ella.
Además de los fundadores, tuvieron destacada actuación los padres: Thompson, Dealy, O Reily, Histon, Leaden, O’Neill, entre otros. Hoy está al frente de la parroquia el querido y laborioso P. Eugenio Lynch.
En el año 1950, se colocó la piedra fundamental del hermoso templo actual, que se levantó tras largos esfuerzos, ya que la colecta especial mensual, disminuía por la inflación de esa época.
En la actualidad la imagen de San Patricio se encuentra sobre la nave lateral, debido a disposiciones eclesiásticas relativas a la ubicación de imágenes en los templos. La nave central está coronada por tres hermosos vitraux, con las alegorías de la Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad, que expresan la Santísima Trinidad con que San Patricio convirtió a Irlanda. Su arquitectura ojival, con frente elevado, ostenta la imagen del santo y, a un costado de la entrada, la torre del campanario está coronada con la cruz celta, creada por él. Es el símbolo de la tolerancia.
Está compuesta por un círculo que representa al Sol, adorado por las creencias paganas y sobre el que San Patricio puso la cruz, representando la fe cristiana. Es decir, sin destruir las antiguas creencias, enseñó el mensaje de Cristo.
No podemos pasar por alto el gran dolor que recibió la colectividad, en la madrugada del 4 de julio de 1976, cuando fueron asesinados en el interior de la casa parroquial, los PP Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfredo Kelly y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti: los mártires de San Patricio. Esta masacre de la cual se van a cumplir 31 años, sigue esperando esclarecimiento y justicia.
Educación
Los irlandeses que habían hecho fortuna generalmente mandaban a sus hijos a estudiar a Inglaterra, pero, al mismo tiempo, con su espíritu comunitario fundaron colegios para que los hijos de los chacareros y puesteros irlandeses pudieran educarse y mantener aquí su fe y sus tradiciones.
Para los varones se crearon el Instituto Fahy Farm de Moreno y el colegio San Patricio de Mercedes, ambos en la provincia de Buenos Aires. En ellos se educaron muchos jóvenes, que luego tuvieron actuación en Belgrano.
Para la educación de las mujeres, el padre Fahy, solicito a su patria el envió de hermanas irlandesas. En 1899 la Acción Católica Irlandesa fundó el colegio Santa Brígida, dirigido por las Sisters of Mary. A medida que la colectividad se afincaba más en la zona de Belgrano, se fundaron el St. Brendan’s College, el Betania, hoy llamado Juan Santos Gaynor –en honor a su fundador–, y el Vicente Palloti.
Esta evidente evolución en el crecimiento de instituciones educativas tuvo su alma mater en el ya citado Father Fahy, cuya labor apostólica estuvo signada por su célebre frase apostólica: “La caridad no tiene patria.”
Otra figura para destacar es la de Cecilia Grierson Duffy, la primera médica argentina. Vivió en el Barrio de Belgrano, en una casa que habitaba con sus sobrinos. Su actividad estuvo marcada por una infatigable dedicación a la lucha por los derechos de las mujeres.
Hoy numerosas escuelas e instituciones médicas llevan su nombre; sin embargo nunca pudo ejercer una cátedra en la Facultad de Medicina, al respecto decía tristemente: “… siendo médica diplomada, intenté inútilmente ingresar al profesorado de la facultad. Pero no era posible que se le ofreciera a la primera mujer que tuvo la audacia de obtener el título de médica cirujana, la oportunidad de ser jefa de sala, Directora de hospital o profesora de la universidad.”
Falleció 10 de abril de 1934 a los 75 años en el barrio de Belgrano.
Actividades sociales
El tercer folíolo de nuestro trébol corresponde a las actividades sociales desarrolladas por las familias irlandesas. El barrio de Belgrano es un poderoso centro de atracción cultural; quizás podamos decir que es una enorme fuerza centrípeta que atrae hacia su centro para luego expandirse hacia distintas esferas. Es así como vemos desarrollarse en el ámbito del barrio muchas actividades culturales organizadas por distintas asociaciones extra belgranenses.
Dentro del círculo hiberno-argentino, se destacan también aquellos que desarrollan su actividad en la iglesia de la Santa Cruz, atendida por los padres pasionistas con quienes se organizan en conjunto conferencias, kermeses, festivales y exposiciones de arte.
Estos eventos se llevan a cabo principalmente en dos lugares: los festivales musicales en el Auditorio de Belgrano, sito en Loreto y Cabildo, cuya enorme capacidad se ve colmada, y en el Fahy Club, situado en Congreso 2931.
Este club, fundado en 1941, nació bajo el nombre de Fahy Football Club, integrado por exalumnos de los institutos Fahy de Capilla del Señor y de Moreno. A partir de 1944, adoptó el nombre actual y hoy, bajo la presidencia del señor Luis Delaney, se ha convertido en la casa desde donde se irradian las tradiciones irlandesas, a través de muchas actividades sociales, siendo una de ellas la Escuela de Música Tradicional Irlandesa, donde se enseña gaita irlandesa, whisthle, banjo, flauta. También las clases de gaélico irlandés coordinadas por Ferry o’Killian. Asimismo, las Sessions, al estilo irish pub ofrecen la música y danzas tradicionales.
En la parroquia de San Patricio tenía su sede el equipo de Hurling que se denominaba igual que el deporte que practicaban.
El hurling es el juego tradicional irlandés, que consiste en llevar o pegar a una pelota con un palo parecido al de hockey, más ancho y plano, aunque se puede pegar a la pelota en el aire. La cancha mide más de cien metros de largo y los arcos son una mezcla de fútbol y rugby.
Eran integrantes de este equipo los hermanos Cecilio y Esteban Mc Cormack, Bernardo Fox, Antonio Cassidy, Daniel Horan, entre otros.
La influencia irlandesa fue creando en las cercanías de la estación Belgrano R, un polo de la colectividad, al instalarse pubs, restaurantes, casas de regalos y productos irlandeses, donde se valoran las tradiciones poéticas culinarias y musicales. También existen conjuntos de música celta que alegran las diferentes reuniones con danzas tradicionales y canciones en gaélico.
Los tres folíolos formando la hoja del trébol necesitan el tallo que le lleve la savia nutriente: ese es el periódico mensual The Southern Cross; fundado el 16 de enero de 1875 por Monseñor Patricio Dillon, destacado sacerdote, historiador y político, que lo creó porque no había una publicación católica en lengua inglesa en Buenos Aires.
A través de sus ciento treinta y dos años de vida, y siendo el diario irlandés con mayor antigüedad entre los publicados fuera de Irlanda, “The Southern Cross” ha sido el vocero de la diáspora irlandesa. En sus páginas se encuentran reflejadas las actividades de la comunidad en el país y las noticias de Irlanda.
Este prestigioso periódico contó entre sus directores a dos eminentes sacerdotes que tuvieron destacada actuación en el barrio de Belgrano, RP Santos Gaynor, ya nombrado, y el P. Kevin O’ Neill, párroco de San Patricio. Hoy se encuentra bajo la dirección de Santiago O’ Durnin, destacado vecino de la zona que lleva adelante con gran eficacia su labor.
En mi exposición he nombrado a unos pocos de los muchos irlandeses que viven en la zona, que mantienen vivas las tradiciones y que inculcan a sus hijos el mantenimiento de las mismas.
Sólo quisiera expresar un anhelo: la colectividad irlandesa festeja el “Saint Patrick Day” los 17 de marzo, y seria hermoso ver cómo se realiza en otras partes del mundo, una multitud portando los estandartes de la colectividad, detrás del de San Patricio, partiendo desde el club Fahy, desfilando por la calle Crámer hasta Echeverría, pasando por el colegio St Brendan’s hasta llegar a su iglesia, en cuyo frente se encuentra Él, recordando a su verde Irlanda, al observar el verdor de las arboladas calles y hermosos jardines y plazas que hacen tan bello al barrio de Belgrano.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año VIII – N° 44 – diciembre de 2007
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Iglesias y afines, CULTURA Y EDUCACION, Plazas, Parques y espacios verdes, TEMA SOCIAL, Colectividades, Inmigración
Palabras claves: Irlandeses, Iglesia San Patricio
Año de referencia del artículo: 1900
Historias de la Ciudad. Año 8 Nro44