Uno de los palacetes más hermosos del barrio de Caballito, rodeado de jardines arbolados, fue esta casaquinta en las inmediaciones de Rivadavia y José María Moreno, con salida a Rosario. Fraccionada por sus propietarios, la mansión de Montes se demolió hacia 1916.
Terminaba el año 18791 cuando doña Juana Paula Rejas, viuda de Pedro José Cirer, sin hijos y con superabundantes bienes de fortuna, en atención al mucho cariño que manifestaba profesar a su sobrina Manuela Ziegler de Montes, a la cual había criado desde niña como una verdadera madre, le donó una casa quinta que tenía en el entonces Partido de San José de Flores sobre la calle Real, prolongación de la de Rivadavia.2 Era una hermosa quinta con vistosos jardines, frondosa arboleda e importante edificio, con un terreno de 50 m de frente al norte sobre la citada calle Real y 89 m de fondo, cuyo contrafrente al sur daba sobre una calle sin nombre, hoy Rosario, entre las actuales Angel M. Giménez y José María Moreno.
Como si no estuviera conforme con aquel regalo, doña Juana compró el 10 de julio de 18863 un terreno lindante por el oeste con el anterior para donárselo, dieciocho días después,4 a esa sobrina que reunía, según la tía, las mejores condiciones de honradez, moral y religiosidad. Este segundo inmueble tenía 29 m de frente sobre Rivadavia, dando también su contrafrente a la actual calle Rosario. Para esa fecha doña Juana se domiciliaba en los altos de Tacuarí 229 (n.a.) y Juan Montes y su familia, en los altos de Tacuarí 221.5
Manuela Ziegler se había casado con Juan Antonio Basilio Montes y Clavel que llegó al país en 1853 procedente de El Ferrol (La Coruña, España), huyendo de las persecuciones de que eran objeto los autonomistas, y contrajo matrimonio con ella el 2 de abril de 1864. De esa unión nacieron cinco hijos a los cuales, siguiendo la costumbre de muchas familias de le época y aun de épocas posteriores, los cargaron de nombres, tal vez de personas que deseaban venerar o recordar: Juan Alberto Venancio, Manuela Elena Paulina, María Adelia Debenuta, Joaquín Eduardo Leandro y Luis Horacio Jorge. Así como el padre fue conocido como Juan Montes, a secas, los hijos fueron llamados Juan o Juan Alberto, Elena, Adelia, Eduardo y Horacio.
La quinta de Montes –como se la llamó– con sus seis mil quinientos metros cuadrados de superficie, subsistió hasta poco después del fallecimiento de doña Manuela, acaecido en ese lugar el 16 de junio de 1908, a los 70 años de edad, afectada por aterosclerosis. Sus hijos y únicos herederos –pues Juan, el esposo, había muerto en 1890– dividieron el inmueble en cinco lotes de casi 16 m de frente, cada uno, y el 5 de mayo de 19096 suscribieron una escritura de división de condominio adjudicándose a Eduardo, Horacio y Adelia, en condominio los lotes 1, 2 y 3, que incluían la antigua casona; a Juan Alberto el lote 4 y a Elena, el 5. En la misma fecha, Juan Alberto vendió su lote a los tres primeros quienes, como linderos que eran, recuperaron otra parte del extenso terreno de la vieja quinta.
Así perduró hasta el año 1916, fecha en que se resolvió su venta. A través del tiempo había sido mudo testigo de un progreso impensado: el pozo negro, la débil luz del kerosene y del gas, el aljibe, los medios de locomoción basados en la tracción a sangre, todo eso había quedado atrás y ahora estaban las cloacas, el pavimento de madera, la luz eléctrica, las aguas corrientes, los tranvías eléctricos, el subterráneo y el automóvil.
La casa seguía rodeada de flores y de árboles y Rodolfo Puig Lomez, el martillero a quien se le había encomendado el remate, la describiría diciendo que constaba de vestíbulo, hall, sala, comedor, escritorio, 5 dormitorios, sala de billar o comedor de verano, 2 baños y 4 piezas más en altos. En el subsuelo estaban la cocina, la despensa, el comedor de servicio, el cuarto de plancha, la leñera y la carbonera. Los pisos eran de tea y mosaicos extranjeros, las puertas y celosías eran de cedro, los cielorrasos estaban artísticamente decorados al igual que las paredes del vestíbulo. A los fondos, sobre la calle Rosario, se ubicaban la cochera y las dependencias de servicio.
Se fijó como fecha de realización del remate el domingo 26 de marzo. El tiempo no ayudó: la lluvia que se inició el sábado a la noche, continuó con intermitencias hasta la mañana y luego siguió siendo un día desagradable por lo nublado y ventoso con escasos intervalos de sol. Tampoco se tuvo en cuenta que siete días después iban a tener lugar las elecciones presidenciales con aplicación a rajatabla del voto secreto y obligatorio, tal como lo disponía la ley Sáenz Peña, gracias a la firme decisión de Victorino de la Plaza. Este hecho novedoso y por lo tanto desacostumbrado, acaparaba la atención de la población y hacía que el momento no fuera propicio para llevar a cabo un remate. Sólo se vendieron cuatro lotes: uno sobre Rivadavia y tres sobre Rosario.
Al año siguiente, en la calurosa tarde del 9 de diciembre, el mismo martillero subastó el saldo de la magnífica casa – quinta, incluso su confortable casa-habitación. El edificio quedó en pie hasta bien entrados los años ’40 y en él llegó a instalarse una tintorería con planchado a vapor.7
En esa época todavía subsistía, lindera por el este, la quinta que formaran Martín Meyer y su esposa Julia Pellegrini, hermana del doctor Carlos Pellegrini, alquilada desde 1913 al Colegio Nuestra Señora de Lourdes. Por el lado oeste estaba la frondosa propiedad de Alejandro Gancedo y el doctor Angel Arce Peñalva donde se instalaría el Sanatorio Argentino de enfermedades mentales y nerviosas. Rivadavia de por medio, haciendo esquina con la calle Hidalgo, se encontraba la quinta y mansión de los Canale.
La fracción que Juana Paula Rejas de Cirer donó en 1879, la había comprado en octubre de ese año al estanciero Pedro Alegre8 y el terreno donado posteriormente, lo había adquirido en la subasta decretada en la testamentaría de Antonia Blanco.
Los dos inmuebles reconocían un origen común. Allá por el año 1826,9 siendo presidente de la República Bernardino Rivadavia, Pedro Pérez Blanco había comprado a Joaquín Robira una quinta que tenía más de dos cuadras de frente al norte por una de fondo, entre las actuales Rivadavia y Rosario, desde José María Moreno hasta poco más allá de San José de Calasanz. En esa época el terreno estaba zanjeado y cercado de tunas y contenía un viejo edificio en su ángulo noreste.10
Con el correr del tiempo Pedro Pérez Blanco suprimió el apellido Pérez y pasó a ser conocido como Pedro Blanco. Había contraído matrimonio con Juana Inés Pérez y de esa unión nacieron cinco hijos llamados Zacarías, Juana María, Tomás, Juana Manuela y Francisco Blanco
El 3 de diciembre de 1853, Juana Inés, ya viuda y postrada por una enfermedad, solicitó la concurrencia del Juez de Paz de San José de Flores para otorgar ante él su testamento. Quería, por sobre todas las cosas, expresar su voluntad de legar la quinta parte de sus bienes a su nieta Cresencia Blanco, para así expresarle el amor y la gratitud que le profesaba por el asiduo esmero, cariño y fidelidad con que la había atendido y acompañado durante el tiempo de su viudez. Entre otras disposiciones, instituyó herederos a sus nombrados hijos y designó albaceas a dos de ellos: Francisco y Zacarías.
Quizás la urgencia por testar fue sólo consecuencia de su estado de ánimo afectado por algún problema pasajero de salud, porque Juana Inés sobrevivió a ese acto más de dos años y medio. Antes de terminar el trámite de su juicio sucesorio,11 murieron sus hijos Zacarías y Juana María y tres hijos de esta última. Zacarías falleció el 22 de enero de 1868, víctima de la epidemia de cólera que se había desencadenado sobre Buenos Aires a fines del año anterior y que en corto tiempo costó la vida a más de 1600 personas, entre ellas el vicepresidente de la Nación, doctor Marcos Paz.
La primera intención de los herederos fue deshacerse de la quinta pero, ante el fracaso de las almonedas llevadas a cabo en noviembre de 1857 y mayo de 1858, resolvieron dividirla en siete lotes: uno para ser vendido y los seis restantes para ser adjudicados entre ellos.
El lote destinado a la venta, en el que estaba edificada la vieja casa, tenía 35 varas de frente al norte sobre la actual Rivadavia, igual medida en su contrafrente sobre la hoy llamada Rosario, 117 varas al este, sobre la hoy denominada José María Moreno y 108 varas en el costado oeste. Lo compró el doctor Pedro Díaz de Vivar, médico de destacada actuación, en ciento veinticinco mil pesos, moneda corriente, y con ese importe se pagaron deudas de la sucesión y una sepultura para depositar en ella los restos de Juana Inés Pérez.12
Los demás lotes, todos con frente al norte, sobre Rivadavia, y contrafrente a la actual calle Rosario, fueron adjudicados de la siguiente manera: El lote uno, lindero al vendido, con 44 varas y media de frente, a Francisco Blanco; el lote 2, con 47 varas y media de frente, a Cresencia Blanco; el lote 3, con 50 varas y media de frente, a Joaquín Robira, viudo de Juana María Blanco, y sus hijos Aurelia, Balbina y Joaquín Blanco; el lote 4, con 54 varas de frente, a Josefa Valenzuela, viuda de Zacarías Blanco; el lote 5, de 58 varas y media de frente, a Juana Manuela Blanco y el lote 6, con 69 varas de frente a Tomás Blanco.
Al año siguiente de haberse realizado esta partición,13 Cresencia Blanco de Palacios, viuda, vendió a Juan Montes el terreno que le fuera adjudicado y, meses después,14 Francisco Blanco hizo lo mismo con una fracción de lo suyo compuesta de 10 varas y media de frente, lindera por el oeste con el terreno anterior. Dueño ya de una superficie de aproximadamente 4.500 m2, Juan Montes se dedicó de lleno a levantar el edificio, realizar plantaciones y diagramar jardines para hacer del lugar la encantadora quinta que se conoció como “de Montes”. No sabemos cuál pudo haber sido el motivo que en 1877 lo indujo a deshacerse de ella. Lo cierto es que el 13 de enero de ese año15 vendió su quinta al estanciero Pedro Alegre.
Volvamos a aquel remanente que le quedara a Francisco Blanco después de haber vendido a Montes un terreno de 10 varas y media de frente. Ese vástago de Pedro Blanco y Juana Inés Pérez se había casado con Clara Domato y, de ese matrimonio, habían nacido siete hijos de los cuales tres mujeres fallecieron solteras.16 Cuando él y su cónyuge murieron, los sucedieron los restantes hijos, de los cuales Clara Blanco murió siendo casada con Bernardo Blanco el 29 de agosto de 1884 y Antonia Blanco, siendo soltera, el 7 de enero de 1885. En la sucesión de esta última fueron declarados herederos sus hermanos Emilia y Francisco y, en representación de su hermana Clara, sus sobrinos Clara, Clementino, Juan y Alcira y el padre de estos, Bernardo Blanco.
Los nombrados herederos pidieron al juez la venta del terreno y, efectuado el remate, resultó comprador en la suma de $ 7.400 m/n, el señor A. Ziegler quien manifestó que la adquisición la había hecho por cuenta y orden de Juana Paula Rejas de Cirer, a favor de quien Su Señoría, el Dr. Adolfo Miranda Naón, otorgó la escritura el 10 de julio de 1886. f
Notas
1. A.G.N. Escritura del 31 de diciembre de 1879, pasada ante el escribano Justo Carballeda al folio 474v del Registro 15.
2. Hoy ocuparía más de la mitad oeste de la manzana comprendida entre Rivadavia, José María Moreno, Rosario y Ángel M. Giménez.
3. Escritura pasada ante el escribano de la Provincia de Buenos Aires, Ricardo M. Haedo, al folio 194 de su Registro.
4. A.G.N. Escritura del 28 de julio de 1886, pasada ante el escribano José Angel Villalonga al folio 189 del Registro 51.
5. Gran Guía de la Ciudad de Buenos Aires, editada por Hugo Kunz y Cía. en 1886.
6. Archivo del Colegio de Escribanos de Capital Federal, escritura pasada ante el escribano M. Barrenechea al folio 175 del Registro 33.
7. Dato suministrado por Nelson Montes Bradley, descendiente de los cónyuges Montes-Ziegler quien, además, aportó las fotografías que ilustran este artículo y otros pormenores, sugiriéndonos la investigación documental que hemos realizado.
8. A.G.N. Escritura del 24 de octubre de 1879, pasada al folio 462 del Reistro Nº 15 ante Justo Carballeda.
9. A.G.N. Escritura del 11 de agosto de 1826 pasada ante el escribano Marcos Leonardo Agrelo al folio 276 del Registro Nº 6.
10. Así lo había adquirido Joaquín de José Simois por escritura del 14 de febrero de 1826 pasada ante el escribano Marcos Leonardo Agrelo en el Registro Nº 6, a quien se lo había vendido María Martina Montes, viuda de Antonio Nobas, el 9 de febrero de 1824 ante el mismo escribano y registro. María había llegado a ser propietaria en virtud de la compra que efectuara a Francisco Santo Domingo el 18 de septiembre de 1818 ante el escribano Mariano García de Echaburu en el registro Nº 3 y Francisco la había adquirido de Pedro Ferreira 21 de julio de 1797 ante el mismo escribano y registro y, a su vez, la había comprado en almoneda (remate con intervención judicial) que se hizo de los bienes del difunto Pedro Varela.
11. A.G.N. Sucesiones. Legajo 7422.
12. Rezzónico, Carlos A., Antiguas Quintas Porteñas, Bs. As. 1996, pág. 11.
13. A.G.N. Escritura del 30 de junio de 1871 pasada ante el escribano José Victoriano Cabral al folio 280 del Registro 1.
14. A.G.N. Escritura del 2 de octubre de 1871 pasada ante el escribano José Victoriano Cabral al folio 610v. del Registro 1.
15. A.G.N. Escritura pasada ante el escribano Justo Carballeda al folio 31 del Registro 15.
16. A.G.N. Testamento de Clara Domato otorgado en San José de Flores por escritura del 11 de mayo de 1872 pasada ente el escribano Diego J. Cordero al folio 100 del Registro 29.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año VIII – N° 42 – agosto de 2007
I.S.S.N.: 1514-8793
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Categorías: Palacios, Quintas, Casas, PERSONALIDADES, Cosas que ya no están
Palabras claves: mansión, Montes, Manuela Ziegler
Año de referencia del artículo: 1879
Historias de la Ciudad. Año 8 Nro42