Para recordar “otra historia de la ciudad” nos ocupamos de los interesantes antecedentes de uno de los edificios aún existentes más antiguos de la ciudad de Buenos Aires.
Para ello debemos remontarnos al año 1730 cuando nacía en Silípica, Santiago del Estero, una niña con un destino muy especial que la convertiría en gloria de nuestra patria y referente espiritual de la Iglesia Argentina.
Se trataba de María Antonia, descendiente directa de D. Juan José de la Paz y Figueroa, Maestre de Campo, Alférez Real, Regidor Decano, Teniente General de Gobernador, Justicia Mayor y Capitán á Guerra, notable persona de la colonización de América.
El linaje pertenece a una de las más renombradas familias arraigadas en la más antigua de nuestras ciudades históricas, centro directriz de la conquista.
El arraigo a estas tierras hizo que los descendientes de aquellos conquistadores rompieran con sus lazos, proclamaran la independencia e iniciaran una nueva nacionalidad.
María Antonia de la Paz y Figueroa recibió una sólida educación que es la que se daba entonces en las familias acomodadas.
Siempre demostró su inclinación a la piedad, así es que a los 15 años se puso bajo la dirección de los Padres de la Compañía de Jesús; a los 17 hizo su vocación definitiva y a partir de sus votos recibió el hábito negro ó sayal de San Ignacio y su nueva personalidad: Sor María Antonia de San Joseph.4
Para dedicarse al servicio de Dios se retiró al beaterio de Belén, Santiago del Estero, junto a otras piadosas beatas.
Sin duda fue el inicio de su futura gran misión demostrando su devoción por el Patriarca San Ignacio de Loyola quien en su “Libro de Exercicios” de 1541 proponía la práctica periódica de ejercicios espirituales en retiro.
Sorpresivamente, en 1767, los Padres Jesuitas de la Compañía de Jesús establecidos en América desde 1522 resultaron expulsados por Carlos III, rey de España, extendiendo la sanción a sus pertenencias en todo el Imperio Hispánico.
Hasta entonces la obra de los religiosos de la Compañía era monumental; fue el suceso político religioso más resonante de la América hispánica del siglo XVIII.
Las célebres misiones quedaron desamparadas, los colegios desiertos, las casas de ejercicios enmudecieron.3
Así las cosas Sor Ma. Antonia, compenetrada con la escuela de Loyola y con la importancia de sus ejercicios, profundizó su dedicación intentando rescatar la herencia espiritual de los jesuitas e inició un recorrido promoviendo la creación de casas de retiro allí donde estuviere; grandes, pequeñas, rurales, en Santiago, Silipíca, Loreto, Salavina, Soconcho, Atamisqui, Catamarca, La Rioja, Salta, Jujuy y, durante los años de 1775 a 1779, ya conocida en el norte como la “Mama Antula” la Beata recorrió los caminos a pie, descalza, con su sayal negro y la cruz de madera a modo de báculo, carrito y mulas para carga.
Más adelante Tucumán, Córdoba y San Luis siempre rescatando lugares para la práctica de ejercicios. El éxito de sus datas fue algo inexorable.
Volvió a Santiago en 1778 para preparar entonces su alucinante peregrinación a Buenos Aires.
Así emprendió el camino a pie por más de 300 leguas hasta lograr su proeza cumpliendo su desafío que duró unos largos y penosos cuatro meses, para terminar en setiembre de 1779 en Capilla de la Piedad donde encontró refugio y amparo. Para entonces aquel lugar era la periferia de la ciudad.
La Beata pasó unos 20 años en Buenos Aires. y siempre en el intento de habilitación de distintos lugares de retiro en préstamo o arrendamiento.
No sin grandes esfuerzos y frustraciones fue logrando un reconocimiento general y el éxito fue tomando forma cuando consiguió escriturar distintos e importantes terrenos donados por algunos fieles, más los fondos que pudo reunir y que le permitieron iniciar su sueño: una casa de ejercicios y convento.
Ante “Escribanos Públicos y de Cabildo” fueron Antonio Alberdi y Agustín Martín quienes para el 26 de noviembre de 1788 donaron un terreno de 70 varas de frente por 55 de fondo para la construcción de una Casa de Ejercicios y Beaterio. Pedro P. Pabón y Benedictina Ortega el 1º de diciembre de 1788 hicieron donación con igual destino de un terreno lindero (17 x 56 varas).
El 10 de diciembre de 1788 Alfonso Rodríguez y Francisco Girado efectuaran las donacioones de los otros dos terrenos en la calle que corre de este a oeste. (112 varas).
D. A. Rodríguez ofreció un obraje en su propia quinta para que se fabricaran en él todos los materiales hasta concluir los trabajos.
En 1791 Manuel de la Vega efectuó un legado con el mismo fin. El Obispo Malvar también contribuyó para el inicio de la obra.
En 1793 se presentó María Antonia. solicitando autorización para acopiar limosna y un decreto firmado por Basavilbaso y Almagro concedió la licencia que se solicitaba: “A objeto y fines de implantar la obra de la Casa de Ejercicios y Beaterio en que se interesa el bien común.” Escribanía Mayor de Gobierno y Guerra. Ley 77, Nº 569, Año 1793, Leg. 77 y 167.
En diciembre de 1794 se concedió la venia para edificar la casa. En tanto se construía su obra máxima, María Antonia cruzó a la Banda Oriental y se dirigió “en derechura” a Colonia del Sacramento y luego a Montevideo para intentar nuevos logros.
Con éxito en aquellos pagos regresó dos años después a Buenos Aires. para seguir de cerca la terminación de la Santa Casa. Corría el año 1791.
La Casa de Ejercicios, saturada de años, salvándose milagrosamente de una remodelación y aún de su insinuada demolición, ha durado hasta hoy en la Av. Independencia 1190.
Con un grueso portón colonial en su frente, la inscripción del año 1795, fecha de su fundación, y el amparo que siempre le dieran las Hijas del Divino Salvador, la casa reúne obras de elevada significación conservadas con inteligencia y respeto (5) (7) (8). Tiene la merecida categoría de Monumento Nacional.
Se puede visitar los terceros domingos del mes. Informes: 4-305-4285.
E-mail: madreantula@csel.com
Bibliografía
1.- Mons. Marcos Ezcurra, Vida de Sor María Antonia De la Paz y Figueroa,Difusión, Bs. As. 1980.
2.- A.A. de Figueroa, Linajes Santiagueños. Lib. Dante- Córdoba. 1927.
3.- P. Hernández, Expulsión de los Jesuitas del Río de la Plata, Libro III. Madrid. 1908.
4.- P. Justo Beguiriztain, Apuntes Bibliográficos, S. J. Baioco Bs.As. 1933, 2da edición.
5.- Documentos de Arte Argentino. La santa casa de ejercicios. Cuaderno XXIV. Acad. Nac Bellas Artes, 1947.
6.- G.M., Recordando a la Mama Antula Paz, Ed Personal 2001.
7.- Leguinche de Amaral Paz, Magdalena. Comunicación Personal y La Nación, 19-7-01.
8.- Larguía de Arias, Ma. Ma., Contribución de importantes libros de su biblioteca personal.
Información adicional
Año VII – N° 38 – octubre de 2006
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: ARQUITECTURA, Iglesias y afines, PERSONALIDADES,
Palabras claves: Iglesia, beata, Convento, Casa
Año de referencia del artículo: 1778
Historias de la Ciudad – Año VI Nro 38