Unas rarísimas fichas emitidas por la centenaria farmacia porteña nos permiten evocar hoy su interesante historia, ligada a la evolución de la medicina en nuestro país.
La farmacia Franco-Inglesa fue fundada el jueves 27 de octubre de 1892 por el señor Adolfo Neyer, en la entonces calle Cuyo 581, hoy Sarmiento, agregándose más tarde como socio don Paul Bardin.
Se inició modestamente con un pequeño salón de ventas, un mostrador de dos metros, una diminuta trastienda y un sótano bastante oscuro.
Se cuenta que en sus orígenes, el fundador tuvo la idea de atraer clientela y para ello resolvió colocar un barrilito que, mediante una moneda de diez centavos, ponía en funcionamiento un ingenioso mecanismo que servía una copa de “bitter”.
El general Mitre era un habitual usuario del artefacto y muy pronto desfilaron ante él políticos, escritores, músicos y público en general, consiguiendo atraer así una nueva clientela. En el interior se vendía la botella del “Bitter Estomacal Neyer” por 1,20 pesos.
En 1893, la farmacia publicaba sus servicios y productos con un sugestivo aviso que decía así: “SUBEN los derechos y el oro y BAJAN los precios de la Droguería y Farmacia FRANCO INGLESA, de Adolfo Neyer. Las recetas son despachadas por diplomados y bajo la dirección constante del farmacéutico Sr. F. Pays Bousum de la Facultad de Buenos Aires. La casa atiende por teléfono, correo y ferrocarril, para la ciudad y provincias, como ser Recetas, Drogas, específicos, etc. despachados en el mismo día y por el mínimo flete de costumbre”
Aparecían sus avisos en los diarios de la época y en las revistas Caras y Caretas y PBT y su propietario demostraba un espíritu progresista que buscaba diferenciarse de la competencia. En su salón de ventas se alineaban diversos aparatos mecánicos que atraían un público de curiosos, por ejemplo, una gallina que mediante la introducción de una moneda, ponía huevos con caramelos, un negro que brindaba chocolates, un vaporizador de perfumes y la rueda de la fortuna.
Fue una de las primeras farmacias que introdujo el reparto a domicilio, que se hacía en un coche de caballos recorriendo la ciudad de extremo a extremo y dos veces por semana visitaba Flores, Belgrano, Barracas y otros suburbios. Más tarde fueron reemplazados por “automóviles de reparto”. Pusieron de moda las populares pastillas pectorales “Seneguina”, fabricadas en los laboratorios de la casa y cuya publicidad se realizaba con un cartel colocado en el frente del edificio.
Son numerosas las anécdotas que jalonaron sus más de cien años de vida y que se reflejan muchas de ellas en los viejos libros de recetas. Así, por ejemplo, era obligatorio que los venenos y drogas peligrosas fueran expedidos mediante una certificación en un libro especial con la firma del cliente que se hacía responsable de su uso.
El primer libro de la Franco Inglesa registra algunos asientos curiosos; así, el futuro presidente Dr. José Figueroa Alcorta, manifiesta haber adquirido el 22 de agosto de 1893, “una cajita con 12 píldoras de estricnina, para envenenar perros”. Otros señalaban haber “comprado 200 gramos de arsénico para envenenar leones”, que parece eran muy abundantes, porque figuran varios asientos con este fin. Los leones eran los pumas y se denominaba también tigres a los jaguares.
Un recibo del 18 de enero de 1900 fechado en la Colonia Resistencia señala: “Yo abajo firmado certifico aber comprado en la casa del Sr. Adolfo Neyer 2 pesos moneda nacional de estricnina para destruir zorros por ser muy dañosos y abundantes”.
Para el Centenario, la Farmacia y Droguería Franco-Inglesa tenía dos populares slogans: “El cliente siempre tiene razón, cueste lo que cueste” y la “farmacia mayor del mundo”, ya que por entonces así era considerada, al menos entre los porteños.
Se especializaban en traer —de Francia principalmente—, numerosos específicos y las últimas novedades en remedios medicinales.
Finalizada la Primera Guerra Mundial, donde el socio Paul Bardin participó activamente y fue herido, la farmacia había crecido en forma tal que no podía continuar en el local que ocupaba y necesitaba mayor espacio.
En 1920 se muda a la esquina de Florida y Sarmiento, con sus dos pisos y los sótanos, oportunidad que se decidió festejar regalando a los clientes un bonito velador.
Al correrse la noticia, ocurrió un hecho insólito: millares de clientes colmaron desde el primer día los nuevos salones de venta, hasta el punto que en determinados momentos no se sabía cómo ni dónde atenderlos y hubo necesidad de clausurar varias veces las entradas. Como todos pugnaban por introducirse en el local se debió recurrir al auxilio de la policía para restablecer el orden y organizar la entrada y salida del público.
Las “fichas” de La Franco
Por cierto, no pretendemos hacer aquí la historia de esta farmacia y menos emitir un aviso publicitario gratuito, sino dar a conocer dos interesantes fichas que este establecimiento debió emitir, por falta de monedas metálicas para garantizar los vueltos a sus clientes.
Con la Primera Guerra Mundial, se interrumpieron en nuestro país las emisiones de monedas de cuproníquel, metal que se importaba de Alemania y si bien en 1921 hubo una emisión record de monedas de 5 centavos, la demanda era mayor que la producción de la Casa de Moneda.
Las mayores quejas provenían de los usuarios de tranvías, donde los guardas entregaban estampillas de correo de cinco centavos como vuelto, en su mayoría ajadas e inservibles para su fin específico.
En estas circunstancias, la Farmacia Franco-Inglesa solucionó el problema emitiendo una serie de fichas con estampillas de cinco centavos, pero resguardándolas del deterioro. Los que recibían estas piezas podían usarlas para futuras compras o juntarlas y canjearlas por dinero en efectivo.
Ellas son hoy extremadamente raras y desconocidas y no han sido tenidas en cuenta por los coleccionistas de fichas, no obstante su interés, porque muy rara vez aparece alguna en el mercado.
La Franco-Inglesa las fue retirando de la circulación y destruyendo a medida que se iba regularizando la emisión de monedas nacionales de valores chicos.
Daré a conocer dos de ellas, declarando que estoy en duda sobre cuál de las dos caras debe ser considerada el anverso, problema que queda pendiente para los más eruditos en esta materia.
A pesar de ilustrarlas fotográficamente, haré una breve descripción de los dos únicos ejemplares que conozco.
Se trata de una pequeña chapita de aluminio circular, de 32 milímetros de diámetro, con un reborde sobre el reverso de aproximadamente un milímetro que sostiene una cartulina color gris sobre la cual se ha incrustado una estampilla de correo color bermellón de cinco centavos. El reborde sostiene una pequeña película de celuloide que protege el sello del manoseo y la suciedad. Es posible que estas fichas hayan sido confeccionadas en Alemania.
En el anverso, en cinco líneas, la del centro recta y las demás semicirculares, de arriba hacia abajo dice: “La Mayor del Mundo / FARMACIA / FRANCO-INGLESA / BUENOS AIRES / Sarmiento y Florida”.
Las dos estampillas de cinco centavos son diferentes, una lleva la efigie de San Martín joven y corresponde a la emisión corriente de este valor emitida alrededor de 1920; la segunda es más interesante pues se trata del sello conmemorativo del “Primer Congreso Postal Panamericano”. Aparece en el centro, una mujer sosteniendo un globo terráqueo y debajo: “Buenos Aires-agosto de 1921”.
Esto nos da una idea de la fecha de su emisión, aunque ignoramos el tiempo en que estas curiosas piezas permanecieron en circulación.
Ellas, y los motivos que generaron su creación, forman ya parte de las pequeñas historias de nuestra ciudad.
Nota: Algunos de los datos sobre el pasado de este establecimiento han sido extraídos de Medio siglo de noble labor – 1892 / 1942 Franco-Inglesa – La mayor farmacia del mundo – Dedicado a nuestros clientes y amigos, publicación de la casa impresa en octubre de 1942, con motivo de su cincuentenario. De allí se han extraído también algunas de las ilustraciones de este artículo.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año V – N° 27 – Agosto de 2004
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Edificios destacados, Comercios,
Palabras claves: farmacia
Año de referencia del artículo: 1892
Historias de la Ciudad. Año 5 Nro27