El común de la gente, al referirse a nuestros tranvías, generalmente los relaciona directamente tanto a la industria como a empresas de origen inglés, tal como cuando se habla de ferrocarriles. No podemos negar que la influencia que los ingleses han tenido en ambas ramas de nuestro transporte, ha sido más que notoria. Pero no fue exclusiva. En nuestra ciudad hemos tenido compañías inglesas pero también alemanas y por supuesto nacionales, pero…. ¿qué tendrán que ver los belgas en todo esto?. Pues, para sorpresa de muchos, más de lo que pueda pensarse.
Bélgica es un país pequeño, un retazo de los Países Bajos creado en el siglo XIX como estado tapón entre Francia y Alemania con una mixtura de valones y flamencos que aún hoy no se han amalgamado, conservando cada uno su propia identidad e idioma; al punto de afirmarse que el único que puede llamarse realmente belga es el Rey. Sin embargo esa pequeña nación se ha destacado por algunas industrias que la han hecho famosa en el orbe con productos cuya calidad no se discute. Además de las armas, la industria eléctrica en casi todas sus ramas ocupa un destacadísimo lugar que, sobre todo a principios del siglo XX, pusieron a Bélgica al tope en esa materia en la esfera mundial.
Por ese tiempo, tanto la producción como la instalación de sistemas eléctricos, llevaron a los belgas a abarcar mercados que, hasta hoy, se nos hace increíble imaginar. Compañías, maquinarias, usinas y coches de tranvía o ferroviarios de ese origen, podían encontrarse en los más remotos lugares. En lo que nuestro tema concierne, digamos que, por nombrar algunos, sus tranvías circularon por China, Georgia, Egipto, Turquía, Rusia, España, Portugal, Francia, Brasil y por supuesto en la Argentina. En buena parte de los casos los sistemas tranviarios acompañaron la instalación de los servicios eléctricos de aquel gran “pulpo” que fue la poderosísima S.O.F.I.N.A., que aún existe.
En nuestro país Rosario de Santa Fe puede considerarse el caso clásico. Allí la empresa eléctrica conjuntamente con la “Cíe. General des Tramways du Rosario”, con sus tranvías “Ragheno” de equipos A.C.E.C. de Charleroi, formaron un núcleo que monopolizó energía y transporte hasta comienzos de los años ‘30. Mendoza contó con coches de las fábricas belgas: “Ragheno” y “La Franco-Belge”. “La Metallurgique” proveyó los tranvías de Tucumán y Salta. Pero… ¿y Buenos Aires?. Pues Buenos Aires tuvo también lo suyo, y más de lo que muchos imaginan.
Hasta los comienzos del siglo XX, ingleses, norteamericanos y alemanes, se repartieron la provisión de material tranviario a nuestra capital. Cuando nos referimos en la nota anterior a los llamados “Buenos Aires”, hablamos sobre su origen inglés, hasta que luego terminara por fabricarlos directamente aquí la empresa del Anglo Argentino. Más adelante hablaremos de los otros, pero hoy queremos dedicar el artículo a esta nacionalidad que, seguramente a más de uno, le estará llamando la atención.
Entre la docena de empresas tranviarias que se disputaban las calles de nuestra ciudad, en 1907, echó a rodar “La Belga Argentina” , poco notoria, por no decir desconocida. Tuvo una vida más que efímera: poco más de un año; pero no por haberse fundido, sino fusionado, junto con la mayoría de las existentes en ese entonces, con el Anglo Argentino. A pesar de ello, esta “empresita” habría de tener, de ahí en más, destacada influencia en lo que a nuestra historia tranviaria se refiere.
Comencemos por observar dos detalles. El mismo año de 1907, se funda en Bruselas la “Compagnìe General de Tramways de la Citè de Buenos Ayres” , del grupo S.O.F.I.N.A. por supuesto; tras lo cual se materializa, entre 1908 y 1909, la mentada fusión en la que se integran el “Anglo”, la “Gran Nacional-La Nueva”, “La Capital”, el “Buenos Ayres & Belgrano”, el “Metropolitano” y los “Eléctricos de Bs. As.”, como partícipes y accionistas de la Cíe. General, que continuará girando en nuestra plaza como Cía. de Tramways Anglo Argentina por ser la mayor de todas.
Un detalle muy sutil y por demás interesante, fue que el Director de la “Belga Argentina”, el Ing. italiano José Pedrialli, pasó de inmediato a ejercer la Gerencia General de esta nueva y gigantesca Anglo, con directorio en Londres, sí, pero… con cabeza en Bruselas.
Los primeros tranvías belgas porteños fueron por supuesto, los que introdujo en 1907 la empresa del mismo origen, procedentes de la fábrica “La Croyere” (Fig. 1), que conformaron su flota con treinta unidades hasta pasar al Anglo, que su vez también comenzó a incorporar vehículos de esta procedencia a partir de 1911, ordenando a la fábrica “Ateliers Metallurgiques, S.A.” dos series de coches (Nª 600 y 700), con una capacidad de 32 asientos (Fig. 2). Estas unidades eran algo más angostas que las existentes, caracterizándose por su frente cerrado con aventanamiento frontal en forma facetada, resultando ser los primeros tranvías de plataformas cerradas de esta empresa. No podían negar su origen, pues por su diseño se asemejaban muchísimo a los de Amberes. Fueron unos tranvías bonitos y hasta elegantes, que circularon hasta comienzos de los ‘50 (restauraciones por medio); contando la Asociación Amigos del Tranvía con la reconstrucción de uno de ellos (el 652).
No fue esto lo único belga del Anglo. También encargó acoplados, tanto a “La Metallurgique” (Fig. 3) como a “Baume – Marpent” (Fig.4 y 5), con pedidos que abarcaron casi dos centenas. Con posterioridad, se motorizaron y reconfiguraron en los talleres de la empresa, dando origen a las series 1000 y 1100, que en la jerga tranviaria dio en llamárseles los Belgas Anchos, para diferenciarlos de los anteriores, más angostos.
Pero no paró aquí la cosa. Cuando la compañía construyó su “Tranvía Subterráneo”, hubo que elegir coche para esa línea. Se presentaron dos modelos: uno inglés (“United Electric,” de Preston) y otro belga (“La “Brugeoise et Nicaise & Delcuve”, de Brujas) (Fig.6); venciendo este último que (reformas y reconstrucciones de mantenimiento por medio), allí siguen traqueteando en la línea “A” dispuestos a cumplir sus ¡primeros 90 años!, siendo en estos momentos el material rodante de Metro ¡más antiguo del Mundo en funcionamiento!, un verdadero record que lo ha convertido en atractivo de cuanto aficionado al tema hay en el mundo, quienes organizan, aunque no se crea, excursiones temáticas para visitarlo.
Y la cosa continúa. Cuando se construyeron, a comienzos de los ‘80 los nuevos coches “Fiat” para el subterráneo, los boguies y parte motriz, continuaron siendo de ese origen, al igual que los de los tranvías del servicio de Premetro, muchos de ellos construidos aquí, pero bajo licencia.
Como hemos visto la trascendencia de la industria belga en nuestros sistemas tranviarios ha sido por demás importante, y la bondad de sus productos…sin comentarios, al punto que, sobre todo los del Oeste porteño, aún los seguimos utilizando… y disfrutando.
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
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Año V N° 23 – Reedición – septiembre 2009
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Categorías: TRANSPORTE, Tranvías, trenes y subte, VIDA SOCIAL, Cosas que ya no están
Palabras claves:
Año de referencia del artículo: 1907
Historias de la Ciudad. Año 5 Nro23