En septiembre de 1998, el Dr. Hugo Miguel Puiggari publicó en los “Cuadernos de Numismática y Ciencias Históricas” del Centro Numismático Buenos Aires, la primera versión de un trabajo que tituló “Reaparición de una medalla británica de las Invasiones Inglesas”. Unos años más tarde rehizo este artículo con miras a su reedición y me entregó una copia que quedó en mi poder al momento de su fallecimiento, ocurrido el 24 de abril de 2000. Con motivo del bicentenario de las Invasiones Inglesas y con especial autorización de su familia, cumplimos ahora en reeditarlo aquí, como el mejor homenaje a su memoria.
Las primeras medallas conmemorativas o de premio contemporáneas a las Invasiones Inglesas fueron reunidas y coleccionadas por Pedro de Angelis e incluidas por primera vez en su catálogo “Explicación de un Monetario del Río de la Plata”, publicado en 1840, que no trae ilustraciones. Correspondió a don Alejandro Rosa en 1898 incluirlas en su monumental obra “Medallas y Monedas de la República Argentina”, ilustrada con dibujos a pluma y algunas notas históricas, mientras Mom y Vigil en sus “Premios Militares de la República Argentina” las cataloga reproduciéndolas en magníficos grabados a color. Se trata, en todos los casos, de premios y medallas evocativas de la victoria de nuestras armas.
Correspondió a Enrique Peña en 1921 publicar un interesante folleto denominado “Una medalla desconocida”, que es uno de los trabajos menos conocidos de este autor, en razón de su limitadísimo tiraje. Impreso en los Talleres Schenone y Linari de Buenos Aires, ocupa once páginas de 15 por 12 centímetros, la tapa es de cartulina blanca y hoy es una rara pieza de bibliófilo.
Lo interesante de este trabajo, además de recordar el año 1892 como el de la fundación de la Junta de Numismática, es destacar que sus miembros dedicaron especial empeño al estudio de las monedas y medallas argentinas acuñadas durante el período colonial y la época de la Independencia. Y con referencia a las selladas durante la época española, señala que creían haber dejado claramente puntualizado todo lo relativo a la serie que titulaban “Invasiones Inglesas”; sabían dónde se habían acuñado todas las piezas conocidas y por orden de quién.
Considera Peña que, afortunadamente, los estudios realizados por los fundadores habían quedado consignados en los libros de Alejandro Rosa y otros compañeros y agrega que en ellos se encuentran detalladas todas las medallas de las Invasiones Inglesas, serie que creían completa, pues para formarla habían consultado un no pequeño número de documentos impresos e inéditos, así como los diferentes ejemplares que figuraban en sus colecciones y, en especial, la del Dr. Andrés Lamas que, por aquellos tiempos, habiéndose iniciado con el monetario que había pertenecido a De Angelis, era la mejor que existía en el país.
Afirmaba Peña que por los años transcurridos desde entonces, parecía que no les aconsejaba modificar su creencia mas, cuando menos lo esperaba, había aparecido una medalla totalmente desconocida que había que agregar a la recordada serie de las Invasiones. Se trataba de una medalla inglesa y es el tema de su pequeño folleto, al que nos referiremos más adelante. A esta misma pieza alude en 1938 Carlos Roberts en su clásico libro sobre las invasiones y agrega una medalla más de origen británico, que hoy se conserva en el Museo Histórico Nacional.
Pero antes de referirnos específicamente a estas dos medallas, creemos conveniente repasar los ejemplares ya conocidos que se encuentran en nuestros museos y en colecciones privadas, que serían alrededor de once piezas.
La primera recuerda la actuación de la caballería de Pueyrredón en la acción de Perdriel y consiste en un escudo oval con las armas de la ciudad y una cinta en la parte superior donde aparece grabada a mano una leyenda que dice: Vo. Ts. R. Co. Qs. Tds. de B.s A.s, que es una abreviatura de “Voluntarios Reconquistadores de Buenos Aires”. El reverso es incuso y es obra de un anónimo platero de la época.
El 5 se septiembre de 1806, el Cabildo mandó confeccionar treinta piezas más de este tipo en oro y plata para usar prendidas al pecho o como distintivo en el brazo izquierdo. Hoy se conocen ejemplares en plata con módulo de 33 por 32 milímetros y un peso de 16 1/2 gramos; dos ejemplares en oro de 4 y 3 gramos respectivamente y reproducciones en bronce de la Sociedad “La Medalla” realizadas en 1911. De estas últimas hay también ejemplares en plata, de años posteriores. A los ejemplares originales deben agregarse reproducciones modernas de procedencia ignota.
El Cabildo mandó fabricar luego 21 escudos de plata para repartir entre los caciques pampas y araucanos que prestaron su apoyo con sus tribus. Se sabe que llevaban el escudo de Buenos Aires, pero no se conoce la existencia de ningún ejemplar, por ello es difícil saber si se consignaba en ellos la leyenda “A los Caciques Pampas y Araucanos”, como mencionan algunos autores.
Medallas acuñadas en Chile
A estos escudos siguen las hermosas medallas acuñadas en la Casa de Moneda de Santiago de Chile por encargo de ciudadanos de esa nacionalidad que adhirieron a la reconquista de Buenos Aires. Eran los señores Manuel de Irigoyen, Juan Pablo Fretes, Manuel José de La Valle, Francisco Xavier de Reina, Silvestre Ochagavía, Prudencio de Lazcano, Hipólito Villegas, Luis Tollo y Jacinto Cárdenas. Para ello encargaron al artista grabador de la ceca don Ignacio Fernández Arrabal la confección de una medalla recordatoria de plata, con un diámetro de 52 milímetros y un peso de 59 gramos, “como demostración de su amor patriótico”.
De ellas se enviaron doce ejemplares el 12 de octubre de 1806 al Cabildo de Buenos Aires para que este “las distribuya entre los que dieron mayor gloria a la patria y al Soberano, una prueba de que es el Señor de los corazones de los Americanos”, ya que ellos por si no pudieron hacerlo a causa de las distancias.
Estas piezas llevan en su anverso el busto de Carlos IV de perfil derecho con clámide y laurel, similar al de las monedas de la época y la leyenda circular: LA LEALTAD. EL AMOR A LA PATRIA. A CARLOS IIII. En el campo del reverso está el león español posado en la margen izquierda del Riachuelo en su desembocadura en el Río de la Plata. Tiene en la garra derecha un fusil y en la izquierda una espada que apoya sobre un globo. La bandera española en alto y la británica abatida en el suelo. Al fondo un sol radiante sobre casas y árboles y, a la entrada del Riachuelo, dos embarcaciones menores. La expresiva leyenda semicircular superior dice: QUISO SER VENCEDOR YA ESTA VENCIDO y se complementa con la fecha en leyenda semicircular inferior: * DIA XII DE AGOSTO DE MDCCCVI * Debajo En el exergo, el nombre del grabador. ARRABAL. Es de plata con módulo de 52 milímetros y un peso de 59 gramos.
El Cabildo de Buenos Aires, por su parte, creyó oportuno obsequiar al rey de España, al ministro Godoy y a otras personalidades de la corte con una medalla similar y encargó al artista Arrabal 25 piezas más, iguales a las anteriores, con un peso de 64 gramos y un módulo de 53 milímetros con el único cambio de la leyenda circular que rodea la efigie del monarca que dice: LA LEALTAD DE BUENOS AIRES A SU REI CARLOS IIII. También se enviaron seis medallas similares a Pascual Ruiz Huidobro, gobernador de Montevideo.
Otra medalla fue acuñada por Arrabal por iniciativa propia, con un diámetro de 52 milímetros y de la cual hoy sólo se conoce un ejemplar en oro y el resto en estaño. El anverso es igual a la medalla donada por los ciudadanos chilenos, pero en el reverso figuran dos ríos y sobre cada uno un pueblo, con la bandera inglesa y la española respectivamente, rodeado todo por el lema. EL RÍO DE LA PLATA * AL RÍO TÁMESIS RESPONDE***. Sobre la línea del exergo el nombre del grabador Arrabal y debajo 1806 S°, inicial de la ceca de Santiago de Chile.
José Marcó del Pont en su libro El Correo Marítimo en el Río de la Plata (Buenos Aires, 1913), expresa en nota aclaratoria que por entonces se conocían en Buenos Aires dos ejemplares: el que perteneció al Dr. Andrés Lamas, entonces en poder de Alejandro Rosa y hoy en mi monetario, y el que figuraba en su colección. Señala además que ha oído decir que en Santiago se conoce un tercero, que sería de oro. Este ejemplar pasó hace algunos años a Buenos Aires para integrar finalmente una colección española. Según Burzio se batieron en oro, plata y estaño.
La última pieza acuñada en la ceca trasandina fue encargada por la madre del general Lavalle al mismo grabador. Se acuñó en oro y plata con un diámetro de 51 milímetros y peso de 64 gramos una y 51 gramos la otra. La que pertenece a mi monetario pesa 63 gramos.
Su anverso presenta una leyenda con gráfila: Da. MERCEDES * GONZALEZ * Y * LAVALLE * A * LOS * YLUSTRES * DEFENSORES***. En el campo, un oficial ingles apresa sorpresivamente por la espalda a un paisano cubierto con una larga capa terciada. A un lado y debajo del oficial, aparece el nombre abreviado del grabador: ARRBL. (Arrabal). En letras más pequeñas, otra leyenda circular ilustra la escena: PUDISTE SORPREHENDERME y en el exergo: BUENOS AIRES SORPRE / HENDIDA JUNIO / 27 D 1806, en tres líneas.
En el reverso, el paisano, esta vez en uniforme de oficial, toma preso al inglés. El diseño y la leyenda complementan la escena del reverso que dice en la parte superior de la misma: PERO NO VENCERME. En el exergo. BUENOS AIRES DEFEN / DIDA DIA 5 DE JULIO DE 1807. Debajo del británico y a su izquierda. ARRBL.
La leyenda perimetral dice. DE * SU * REY * Y * DE * SU PATRIA * LINIERS * CONCHA * Y * LASALA ** No se sabe por qué se incluye a Concha y Lasala, pues solamente este último murió en la defensa.
Otra medalla fue hecha por el grabador chileno Villarroel, como homenaje a Liniers en dos metales, plata y cobre, con un módulo de 42 milímetros. Un ejemplar estaba hace unos años en la colección del Museo Isaac Fernández Blanco. En el anverso muestra la cabeza del dios Jano bifronte; a la izquierda la ciudad de Buenos Aires y un león ibérico que alza la bandera española y pisotea la inglesa y a la derecha el Río de la Plata y la escuadra invasora que se retira. La leyenda en siete líneas dice. OVAT PRUDENTIA VIRTUS INIMICA PROSPERNIT, o sea: “La virtud de la prudencia abate al enemigo” y debajo entre líneas. BUENOS AIRES VIC / TORIOSA IULIO / 5. D 807.
En el campo del reverso en siete líneas. ES LINIERS TU GRAN / TALENTO / MAS PRUDENTE QUE EL DE / JANO / GLORIA DEL AMERICANO / I DEL INGLES ESCARMI / ENTO y en el exergo: BILLARRUEL INV. / ET F. ANN. D M.* DCCCVII.
De esta pieza puede decirse que, llevando una leyenda elogiosa para Liniers, vencedor de la ciudad, fue diseñada y hecha por el grabador Villarroel (que firma como Billarruel) de Santiago de Chile para conmemorar la defensa de Buenos Aires el 5 de julio de 1807.
Luego de estas acuñaciones chilenas y del Cabildo de Buenos Aires, debemos citar las mandadas a acuñar por la Suprema Junta de Sevilla como premios otorgados para recompensar a los soldados y oficiales de color. Fueron acuñadas con fecha 1808. Son escudos de plata con reverso liso acuñados en una fina chapa de plata, que se llevaban cosidos en el brazo y de los que no se tienen mayores referencias. Respecto de estas piezas, Burzio las da como acuñadas en Chile por Arrabal.
Se cree que se trata del escudo que muestra, en campo de contorno oval, el busto de Fernando VII de perfil izquierdo, con corona de laurel en el perímetro y leyenda rodeándola en su interior: VIVA FERNANDO VII REY D ESPAÑA Y D. L. INDIAS; en el corte del busto: 1808. El reverso es liso y repite incusa la impresión del anverso. La mayoría de las piezas llevan además, dos perforaciones para aplicar en la manga de la chaquetilla del uniforme. Las conocidas son de plata de 49 por 33 milímetros.
Medallas acuñadas en Potosí
La Suprema Junta de Sevilla mandó acuñar también otras piezas de oro y plata como premios otorgados para “recompensar el “mérito que contrajeron en la reconquista y la Defensa valerosos fieles militares y habitantes de Buenos Aires”, que se realizaron en la Casa de Moneda de Potosí. Fueron acuñadas en oro y plata, de forma ovalada y con una gruesa anilla, módulo de 39 por 30 milímetros y peso aproximado de 15 gramos y son obra del grabador jefe de la ceca don Nicolás Moncayo.
En el anverso se ve la efigie imaginaria del rey Fernando con perfil derecho, coleta, casca y toisón. En el corte del hombre se lee en algunas: MONCAYO. La leyenda circular dice: FERNANDO VII REY DE ESPAÑA Y DE LAS INDIAS. / 1808.
El reverso muestra una corona de laurel y en medio dos ramas de palma en sotuer y una corona que las cruza. La leyenda circular expresa. VIRTUD Y BALOR PREMIADO EN BUENOS AYRES. Debajo de la corona de laurel en letras más pequeñas. EN POTOSI.
Se conocen dos tipos iguales, con la variante de que en uno de ellos el nombre del grabador MONCAYO aparece en la parte superior, en la gruesa anilla, mientras en el más conocido figura en el corte del hombro del rey. Las dos variantes se encuentran en la colección de Alberto J. Derman, de Buenos Aires.
Las medallas inglesas
Carlos Roberts, erudito investigador de las Invasiones Inglesas, adquirió a la familia de Beresford una medalla otorgada al sargento británico Tomás Godding al retirarse del servicio en 1837 donde se recuerda, entre otros hechos, su intervención en el sitio de Buenos Aires en 1807.
En el anverso, dos lanzas cruzadas con el número 9 en el centro, surmontadas con la corona real inglesa. Debajo, el monograma real y alrededor dice: QUEENS ROYAL LANCERS. Debajo del monograma el vocablo PENÍNSULA que llevaba bordado el estandarte del regimiento.
En el campo del reverso está grabado en una leyenda de trece líneas. PRESENTED – TO – REGL – SERGI – MAJOR – THOMAS GODDING – THE OFFICERS OF HIS REGIMENT – AS A TOKEN OS ESTEEM – AND IN TESTIMONY – OF HIS FAITHFUL & MERITORIOUS SERVICES FOR UPWARDS OF 32 YEARS – MARCH 1837.
En el reverso la leyenda. PRESENT AT THE SIEGES OF BUENOS AIRES & FLUSHING AT THE BATTLES OF, y en el exergo. ARROYO DE MOLINO – VICTORIA – Sn. SEBASTIAN. PYRENEES. ORTHES & TOLOUSE.
Es de plata, con módulo de 57 milímetros y, aparte de Roberts, que la donó al Museo Histórico Nacional, la cita Rómulo Zabala en la Historia de la Nación Argentina publicada por la Academia Nacional de la Historia.
Como se verá, esta pieza de marzo de 1837 es muy posterior a los acontecimientos y reconoce los méritos de este sargento mayor, que, entre otras acciones, intervino en la invasión de Buenos Aires.
Y, finalmente, nos referiremos a la medalla publicada por Enrique Peña en 1921. Este autor comenta la visita de su viejo amigo el Dr. Norberto Fresco, quien le traía la fotografía de una pieza que el señor Charles Anthony C.E. había adquirido en Londres en la conocida casa numismática Spink & Sons de Picadilly y que, por su aspecto y fecha, Peña asoció enseguida con las Invasiones Inglesas.
La medalla no era conocida por ninguno de los que a esos estudios estaban dedicados en el país. Era de plata, de forma circular, con un diámetro de 36 milímetros y un peso de 23,82 gramos y en su anverso tenía la representación de la Sagrada Familia.
La Virgen muestra al niño Jesús acunado en sus rodillas y a su frente se halla San José de pie. En la parte superior, una estrella radiante y en el exergo se lee: LA VERDADERA FE, en forma circular. El reverso está totalmente ocupado por una leyenda en doce líneas que expresa: DIVINAS / Y HUMANAS / LEYES RESPETADAS, / LIBERTAD PERSONAL / Y PROPIEDAD / ASEGURADAS, / FRANCO COMERCIO / Y EXTENDIDO / POR LA GRAN / BRETANA PROTEGIDO. Debajo de una raya horizontal, hay tres líneas con: BUENOS AYRES EL / 25 DE JUNIO / 1806. En la fotografía se ve una perforación de la pieza a la altura de la letra V de la leyenda del reverso en la palabra DIVINAS y que aparece en el anverso en el centro de la estrella.
Frente a esta fotografía, Peña abre los siguientes interrogantes: ¿Dónde fue acuñada esta medalla y por orden de quién? Agrega algunas conjeturas pero deja previamente establecidos algunos hechos incontrovertibles. Uno, que no pudo acuñarse en Buenos Aires, por no tener en esa época esta ciudad personas idóneas como para realizar un trabajo de este tipo. Tampoco se pudo hacer en Santiago de Chile o en Potosí como otras medallas de esa época, pues ambas cecas dependían del gobierno español.
Por otra parte, si se analiza el San José, se observa por su peculiar estilo que es un burilado de artista anglosajón y la palabra BRETANA en lugar de BRETAÑA está indicando la ausencia de la Ñ, que en el alfabeto inglés no existe. Llega a la conclusión que tuvo que ser acuñada en Inglaterra. Además, la leyenda justificaba el objeto de la medalla, que era calmar la supuesta resistencia en la conquista, asegurando el respeto a la religión, propiedad y comercio, bajo la protección de Gran Bretaña. Es interesante recordar este análisis de Peña para valorar su sentido de observación que luego confirmarían los estudios de Roberts, diecisiete años después.
Respecto del momento en que se debió acuñar y quienes ordenaron su emisión, recuerda que los ingleses desembarcaron en Quilmes el 25 de junio de 1806 y dos días después tomaron la ciudad. Se sabe que se despachó un buque con el botín conquistado rumbo a Inglaterra, donde fue recibido festejando tan importante acontecimiento con gran alborozo, y que las autoridades que dirigían la conquista y que la daban por terminada con la toma de la capital del Virreinato, en festejo habrían ordenado la acuñación de esta curiosa medalla. En el terreno de las conjeturas señala que ella estaría terminada y su acuñación muy adelantada cuando llegó la noticia de la reconquista de la ciudad por el vecindario.
Como consecuencia, deduce, se debió suspender su circulación hasta que las noticias de una nueva expedición confirmaran lo que nunca sucedió. Abandonada la temeraria empresa, las medallas habrían sido reducidas a barras de plata salvo algunas pocas, que llama “rara avis” que pudieron haberse salvado del crisol y aparecer recién más de un siglo después, como el ejemplar que publica.
Hasta aquí el testimonio de Peña que sólo conoció la pieza por fotografía. Pero en abril de 1997 en un catálogo de remates de la firma Ponterio y Asociados de Estados Unidos, apareció un ejemplar a la venta al que la casa vendedora no dio mayor importancia, fechado el 25 de junio de 1806 y atribuido a Buenos Aires. Trae como referencia una venta anterior de la misma casa.
Comerciantes argentinos que apreciaron su real valor la compraron a un precio relativamente bajo y a ellos se la adquirí ingresando así a mi colección este ejemplar con un importante “pedigree”. Nada menos que la famosa medalla publicada por Peña, de la colección inglesa de Mister Anthony y que representa la única referencia medallística por parte del Reino Unido de la Gran Bretaña a las famosas expediciones al Río de la Plata de 1806 y 1807.
Pero además del relato de Peña, la historia de esta pieza fue rescatada en 1938 por don Carlos Roberts en un trabajo titulado: “Objetos de propaganda inglesa durante las Invasiones Inglesas al Río de la Plata. 1806-1807”. Señala Roberts sobre el particular que también se acuñó una medalla de la que hemos visto dos ejemplares, uno en el Museo Británico y otro en poder de nuestro amigo, el ingeniero Carlos Anthony, y que merece algunas líneas: Birmingham fue siempre el gran centro de acuñación industrial de Inglaterra y en 1822 la provincia de Buenos Aires, mandó acuñar allí su moneda.
Por supuesto, los industriales de esa ciudad acuñaban cualquier cosa que se les encargara y, en 1796, el gabinete de Pitt, como medida de guerra hizo hacer allí una gran emisión de monedas españolas falsas, como también una abundante falsificación de billetes franceses (assignats), ambas para depreciar la moneda del enemigo introduciéndolas en esos países por medio de contrabandistas.
En 1794, dos años antes, España era todavía aliada de Inglaterra y luchaba contra la Revolución Francesa, a raíz de la ejecución de Luis XVI. Se hicieron entonces en Birmingham medallas de propaganda contra Francia para distribuir en España, que mostraban en el anverso la Virgen con el niño en sus faldas, San José a su lado y arriba un haz de rayos, posiblemente representando al Espíritu Santo. Debajo decían: LA VERDADERA FE y alrededor, en el borde, VIVA LARGO TIEMPO LA RAZA DE LOS BOURBONES.
En el reverso en 9 líneas, la primera en forma semicircular se expresa: EL PATRIOTA VERDADERO / NOS ARMAMOS PARA / ASSEGURAR NUESTROS / ALTARES, NUESTRA RELIGION / NUESTRAS GLORIAS, / LA CASTIDAD DE NUESTRAS / MUGERES, LA LIBERTAD / DE NUESTROS HIJOS Y DE / NUESTRA NACION.
Pues bien, al llegar a Inglaterra la noticia de la toma de Buenos Aires por Beresford y Popham, los allegados de este último encargaron a la misma firma una medalla alusiva de propaganda para distribuir en el Río de la Plata. La casa acuñadora utilizó el mismo anverso de la medalla anterior, con la inscripción debajo, pero sin la leyenda del borde, con lo cual la pieza quedó reducida a un diámetro de 36 milímetros. El reverso se cambió por la leyenda que menciona Peña y transcribimos más arriba. La fecha del 25 de junio de 1806 es la del desembarco en Quilmes.
Acota Roberts que esta medalla única en poder del ingeniero Anthony, debido a la reconquista de Buenos Aires, no parece haber sido repartida. Por el estilo de las inscripciones se nota que tiene el mismo origen que las estampadas en pañuelos y artículos de propaganda, como abanicos, cajas de polvos y otros objetos parecidos. Godoy describe estos pañuelos en sus Memorias, algunos muy grandes con los retratos estampados de Beresford y Popham y ambos rodeados de insignias navales. Debajo, se representa a Gran Bretaña rompiendo las cadenas de América y a sus pies rendido un león. Además llevaban inscripciones como la siguiente: “No es conquista sino Unión Religión y sus santos ministros protegidos, personas, conciencia y comercio libres”. La intensidad de esta propaganda, la demuestra una pastoral del obispo Lué del 2 de septiembre de 1807 amenazando con excomunión a quien no entregara estos objetos a los curas párrocos.
En estas elucubraciones estábamos, cuando en 1997 Federico Cabrillo Rodríguez publicó en España un artículo titulado: “La verdadera fe y el patriota verdadero, medallas patrióticas”, en el cual encara la existencia de tres medallas no bien estudiadas. La primera nombrada, que nosotros consignamos más arriba, figura como clasificada en el libro de Antonio Vives Medallas de la Casa de Borbón, quien la atribuye al año 1808, aunque en realidad data de 1794 y es la que sirvió de modelo para la medalla acuñada por la toma de Buenos Aires en 1806. Está acuñada en estaño, con 41 milímetros de diámetro y Cabrillo sólo conoció dos ejemplares, el suyo y el de la colección Vives de Madrid.
Este autor señala que fue acuñada en Inglaterra como propaganda antirrevolucionaria fomentada en Gran Bretaña, refugio entonces de la nobleza francesa y esta última también debió incidir en su creación. Así se justifican algunos galicismos empleados como “Bourbones” en lugar de “Borbones” y “assegurar” con dos eses, como también la expresión “el verdadero patriota” en lugar del “patriota verdadero”.
Fue acuñada en Birmingham, ciudad indicada para su ejecución, pues se especializaba en la fabricación de adornos metálicos y tuvo un gran impulso industrial con la introducción de las máquinas de vapor perfeccionadas por Watt en 1781 con el engranaje planetario.
Ella ha sido la medalla “madre” que inspiró a los ingleses para acuñar el ejemplar que estudiamos que lleva fecha del 12 de agosto de 1806. Este último se acuñó cuando aún no había llegado la noticia de la derrota inglesa, un mes y un día después de la Reconquista. Es indudable que su fabricación con fines propagandísticos tenía por objeto convencer a los habitantes de Buenos Aires de la buena disposición de la ocupación británica y, al mismo tiempo, alentarlos hacia el libre comercio, lo que influiría mucho después en sus deseos de emancipación de España.
Lamentablemente para los ingleses, estas medallas no pudieron llegar a Buenos Aires y, como decíamos antes, pasaron probablemente a las ollas de fundición, donde vuelven tantas piezas acuñadas en el mundo que no alcanzan a cumplir su cometido. Pero siempre, por suerte, hay algunos ejemplares que se escapan misteriosamente para alegría de los coleccionistas, lo que nos permite reconstruir la historia de estas piezas y rescatarlas del desconocimiento y del olvido.
Bibliografía
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– Roberts, Carlos, Las Invasiones Inglesas del Río de la Plata (1806-1807). Buenos Aires, 1938.
– Rosa, Alejandro, Medallas y Monedas de la República Argentina. Buenos Aires, 1898.
– Zabala, Rómulo, “La Numismática en el Virreinato del Río de la Plata”, separata de la Historia de la Nación Argentina. Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires, 1938.
Información adicional
Año VII – N° 37 – agosto de 2006
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: ECONOMIA Y SEGURIDAD, Comercios, POLITICA, Historia, Política
Palabras claves: Monedas, Invasión, Británicos, Ingleses, Oro, Plata
Año de referencia del artículo: 1810
Historias de la Ciudad – Año VI Nro 37