TODOS LOS TIGRES, EL TIGRE
Picao de viruela, bastante morocho, encrespao el pelo lo mismo que mota un hondo barbijo a su cara rota, le daba un aspecto de taita matón. De carácter hosco, bien fornido y fuerte afrontó el peligro cual bravo titán, jamás tuvo miedo ni aun ante la muerte porque era muy hombre “El Tigre Millán” Pobre Tigre que una noche en Puente Alsina dos cobardes lo mataron a traición… 1
La palabra tigre, además de denominar al mamífero felino por todos conocido, se utilizaba en la Argentina como sinónimo de jaguar, así como se llamaba león al puma. Pero tigre, solía usarse como apodo de hombre bravo antecediendo al nombre, a veces al apellido, o bien a los dos. Facundo Quiroga, el Tigre de los Llanos, es un caso típico. Un bandolero rural del siglo XIX fue conocido como el Tigre de Quequén y seguramente hubo otros tigres rurales o urbanos.
También en la toponimia existe la localidad de El Tigre y hasta una calle del barrio de Pompeya llamada Del Tigre. En el primer caso, circula una versión que atribuye el nombre a la existencia de un tigre salvaje que asolaba la zona en un tiempo no bien determinado del siglo XIX, pues los tigres o jaguares eran relativamente abundantes en la campaña bonaerense y especialmente en las islas del delta.
El majestuoso Tigre Hotel fue inaugurado en el año 1900 lo que indica que el nombre estaba ya muy difundido en época anterior al siglo XX.
Con respecto a la calle Del Tigre, su nombre resulta de una Ordenanza de 1893 y la bibliografía fundamenta la razón de ser de su nombre con una aclaración que anula las versiones circulantes respecto a un personaje real o ficticio:
Tigre, Del (calle). Ordenanza del 27-11-1893.
Cabeza del Tigre: Lugar próximo a la posta de Cruz Alta, en la provincia de Córdoba, donde son fusilados Santiago de Liniers, el coronel Santiago Allende, el tesorero Victoriano Rodríguez, el contador Joaquín Moreno y el ex gobernador Juan Gutierrez de la Concha, el 26 de agosto de 1810.
Eran los cabecillas de un movimiento opositor a la Primera Junta. Si bien las obras de Carranza señalan que es éste un hombre tradicional, y Udaondo menciona como razón tradicional de este nombre a un delincuente que merodeaba la zona disfrazado con una piel de tigre, creemos que no cabe, en este caso, atenerse a esta definición.
La Ordenanza del 27-11-1893 no designa a ninguna calle con nombres originados en la tradición lugareña y, muy por el contrario, señala en el informe que le antecede, preparado por la Comisión Especial que la redacta, que “no es justo mantener en esas localidades nombres de vecinos que no tienen más título al recuerdo público que haber hecho pequeñas cesiones de terrenos”. Este punto es lo suficientemente claro como para decir que no es lógico que se perpetuara el recuerdo de un delincuente del que no existe certeza de su existencia real. 2
Entre la mitología nuestra, del área de Buenos Aires ciudad y su provincia, no faltan en la memoria colectiva la leyenda o realidad relativas al Tigre Millán. Según versiones recogidas, siempre por relatos, anécdotas o comentarios aislados, el Tigre Millán habría sido un entrerriano que vivía en Pompeya o Valentín Alsina, en el Barrio Norte o Adrogué… y siguen los barrios. Su pertenencia histórica abarcaría desde principios del siglo XX hasta la década del 30.
Varias personas dicen haberlo conocido y hasta tenido diálogos con él. Como en todos los relatos y testimonios orales se agregan o quitan datos y se hace crecer al personaje hasta convertirlo en mito.
Hay varias Rubias Mireya, Juan Mondiola y, por lo tanto, también varios Tigres Millán.
De lo que estamos bien seguros y documentados es del Tigre Millán que creó Francisco Canaro, aunque se presenta la duda. ¿Canaro se inspiró en un personaje real, o ficticio a quien luego dio vida, o a la inversa? Cuando Pirincho lanza su tango, ¿se lo atribuye erróneamente a un homónimo que nada tiene que ver con el que creó Canaro? No lo sabemos y quizá nunca lo sabremos, pues los Tigres Millán o El Tigre Millán en quien se habría inspirado, si existieron, ya no están y Francisco Canaro murió hace 41 años y en sus memorias nada comenta del tema.
El “Tigre Millán” de Francisco Canaro
El 17 de marzo de 1934 se estrenó en el desaparecido Teatro Sarmiento (Cangallo/Tte. Gral Perón, entre Cerrito y Carlos Pellegrini) espacio hoy ocupado por la Avenida 9 de Julio, la comedia musical “La Canción de los Barrios”, de Francisco Canaro e Ivo Pelay. En su libro Mis Memorias – Mis bodas de oro con el tango, al referirse a esta comedia, Canaro dice:
Esta nueva producción de Pelay y mía fue estrenada el 17 de julio de 1934 en el teatro Sarmiento. (…) En la nombrada comedia musical, estrené los siguientes números musicales: “La Canción de los Barrios”, marcha; “Los amores con la crisis”, ranchera; “Un jardín de ilusión””, vals; “Yo no sé por qué te quiero”, tango; “El tango de la mula”, tango humorístico; “El casamiento no me interesa”, fox trot; y “El Tigre Millán”, que llevaba también letra mía.
No obstante esta aclaración, en algunas placas de grabaciones en discos de pasta y vinilo figura Caruso como autor de la letra. Es posible que Canaro haya recurrido a su memoria y confundido la fecha de estreno, porque el programa de “La Canción de los Barrios” de mayo de 1934 existente en los archivos de Argentores, se refiere al éxito y la cantidad de funciones llevadas a cabo desde su estreno el 17 de marzo de 1934. Sea mayo o marzo, ambas fechas son anteriores al 17 de julio de 1934. Ese mismo programa, que sintetiza a modo de guión el desarrollo de los 10 cuadros de la comedia, destaca los temas estrenados por el músico, pero en ninguno aparece “El Tigre Millán”, tampoco como personaje teatral.
Se volvió a representar la comedia en 1979, incluyendo al tema en su programa y en un apartado que dice Show: Tango “El Tigre Millán”. En 1941 se estrenó la versión fílmica de la comedia musical, con dirección de Luis César Amadori.
La primera grabación en disco fue interpretada por el mismo Canaro, con la voz de Ernesto Famá el 30 de abril de 1934, algo más de un mes a posteriori del estreno de la comedia. El tema musical fue posteriormente muy difundido por grabaciones entre ellas la muy conocida de Juan D’Arienzo cantando Alberto Echagüe.
Hasta aquí la única existencia “real” del personajes es en el tango.
Ahora volvamos a la génesis de la confusión de los hechos, o bien al nacimiento de un mito.
Hay errores históricos, originados en la transmisión oral, que subsisten años y hasta siglos por falta de documentos veraces. Citemos un caso paradigmático de los testimonios que suelen deformarse con omisiones o añadiduras. En el año 585 (a. C.), precisamente el día 28 de mayo, se produjo un eclipse total de sol en la Magna Grecia. Historiadores posteriores atribuyeron su predicción a Tales de Mileto. Resulta sumamente difícil que en esos tiempos, aún con las tablas babilónicas, Tales estuviera en condiciones de predecir un fenómeno que requiere datos milenarios de repeticiones y ciclos. Estudios posteriores y contemporáneos señalan que unos años antes Tales, en viaje por Egipto, había presenciado un eclipse total de Sol y a su regreso lo relató en territorio griego. Luego se produjo un fenómeno similar en Grecia y las leyendas y transmisiones orales le atribuyeron haberlo predicho, cosa que jamás podrá comprobarse y menos de quien no ha dejado escritos.
Volviendo a lo nuestro. Es posible que hayan existido personas anteriores o posteriores al estreno de “La Canción de los Barrios” con el apellido Millán, que nada tengan que ver con el personaje creado por Canaro. Durante el siglo XIX y comienzos del XX era común el culto al coraje y moneda corriente el duelo por ofensas, a veces menores.
Martínez Brizuela, refiriéndose al barrio de Pompeya, menciona a un Tigre Millán en 1905:
El Pompeya de los tiempos viejos era así. En el boliche de la “Chancha Negra”, situado en la bajada del puente hacia la provincia, se efectuaban riñas de gallos, y a su abollado estaño iban a tomar copas “El Zurdo Ramos”, Millán “El Tigre” –a quien Canaro nombra en su tango– y Francisco Riente “El Tuerto”. A este último tuve oportunidad de entrevistarlo en un conventillo de la calle Ferré al 1900. (…)
En el momento de la entrevista cuenta 83 años de edad. Su aspecto se muestra imponente y en cierto modo terrible.
Mide 1,84 de estatura. No obstante los años y su elevado físico, se ve erecto y desconfiado. Me arroja una mirada penetrante al rostro y pregunta mi nombre. Se lo digo.
Llena entonces una copa de aguardiente de la botella que tiene sobre la mesa y me convida. Acepto la invitación. Usa pañuelo blanco al cuello y su mirada se tiende de abajo hacia arriba. Una cicatriz le cruza la cara desde la oreja izquierda hasta el mentón. (…)
Después de una pausa dice: Haga notar que yo no fui jamás un asesino como me conceptuaron mis enemigos políticos. Nunca ataqué ni al caído ni al indefenso. Si logré mala fama en peleas fue porque el ambiente me puso en la alternativa de morir o defenderme.
Lo mismo a mi amigo Eulogio Recarte ‘Manchota’, a quien tenían por matón. Lo provocaban a propósito y al fin el hombre tenía que pelear. Millán, “El Tigre”, fue mi amigo. Era un joven entrerriano muy bueno. No molestaba a nadie cuando tomaba sus copas. Solía frecuentar ‘La Blanqueada’ y ‘La Chancha Negra’. Hasta allí iban los pendencieros de siempre de aquellos tiempos a buscarle la boca.
Pero Millán era corajudo de verdad y capaz.
Al fin lo mataron de una puñalada por la espalda. (…).3
Lamentablemente en el relato no hay precisión de fechas. Nos preguntamos si esta historia, que puede ser cierta, tiene relación con el tango de Canaro o, a raíz del tango, se le atribuyó a ese Millán el protagonismo de los hechos.
O bien, Canaro se enteró primero de la historia, la elaboró y escribió el tango. No lo sabemos.
El otro Millán
En Valentín Alsina existió un Carlos Millán, que fue asesinado cerca del puente y demostró una audacia y valor sin igual. Estamos seguros que no se trata del Tigre, pese a quienes afirman lo contrario. Aunque notas periodísticas y relatos orales lo asimilan con el Tigre, Carlos era un diariero con parada en la esquina de Valentín Alsina y Rivadavia, con reparto domiciliario. Era una esquina era muy cotizada para la venta de diarios, y punto ideal para levantar juego clandestino.
De alrededor de 25 años, rubio y nada pendenciero, era un honesto trabajador y jamás se supo que pasara o levantara juego. No estaba picao de viruela ni era bastante morocho.
En numerosas oportunidades dos hermanos matones, vinculados a políticos conservadores de esa época, quisieron quitarle la parada mediante amenazas. Millán se negó reiteradamente y cierta vez que lo “apuraron”, los enfrentó demostrando valentía y coraje. Los prepotentes le juraron venganza, agregando a la amenaza el hecho de contar con influencias políticas y arreglos con la policía.
Lo cierto es que una noche se le tendió una trampa, vinculándolo a una trifulca a la que Millán estaba ajeno. Concretamente, fue asesinado. El mito popular dice que se defendió y logró abatir estando herido, a sus cuatro agresores.
Los hechos están perfectamente documentados en el periódico “La Defensa”.4 El título de la noticia, publicada el 6 de enero de 1935 dice:
HECHOS GRAVES QUE CONMUEVEN A LA POBLACIÓN
En un recio tiroteo con la policía pereció el joven Carlos Millán y el cabo de la Subcomisaría local, Antonio Belis.
Frente a la información de varios diarios, los vecinos y amigos de Carlos Millán, dieron a conocer esta declaración, adjunta:
“Carlos Millán no era un delincuente como dice la policía”.
(Esta declaración vecinal tiene por fecha el 2 de enero de 1935)
En la nota se relatan los hechos y se publica la declaración, firmada por una larga lista de vecinos. Sin duda, este Millán no era el “Tigre” de Canaro, porque el estreno de “La Canción de los Barrios” es anterior a los hechos. Tampoco puede ser el que menciona Martínez Brizuela, dado que dice en su testimonio que fue asesinado con puñal y por la espalda.
En la época de oro del teatro radiofónico, tiempos de Héctor Bates y Juan Carlos Chiappe, existió un radioteatro titulado “El Rubio Millán”. Aquí se lo presentaba como un hombre aguerrido y en el límite confuso entre el matón sentimental y romántico con el individuo utilizado por políticos deshonestos, donde siempre aparecía la figura femenina y traidora.
Posteriormente, ya en la década del 50, el programa cómico dominical “La Revista Dislocada” (creado por Delfor con libretos de Aldo Camarota), presentaba una comunicación telefónica equivocada, con un personaje amanerado, que siempre terminaba hablando con un guapo, el “Rubio Millán”. El diálogo se establecía de la siguiente manera:
Voz feminoide: Aló aló, me da con Rosito…
Voz del Rubio : Habla el Rubio Millán. Te espero para la pelea…
Voz feminoide: Ah, sí, jarai ja ja…
Voz del Rubio: Nos encontramos en el paredón de Puente Alsina…
Voz feminoide: Ah, sí, jarai ja ja…Pitito catalán…
Tanto los radioteatros como “La Revista Dislocada” son posteriores a “La Canción de los Barrios”, de manera que estos programas son derivados de un personaje ya en boca de todos.
Como conclusión final podemos asegurar únicamente que hubo un Carlos Millán, asesinado en diciembre de 1934, anterior al estreno del tango y que nada tiene que ver en el mito. Lo demás puede ser visto de varias maneras:
1 A raíz de la difusión del tango, a Carlos Millán y quizá a otros del mismo apellido se los apodó “El Tigre”.
2 Existió un Millán anterior al tango, que fue matado por la espalda como señala el entrevistado señor Francisco Riente y Canaro, en base a testimonios escribió la letra.
3 El personaje de Canaro cobró vida arquetípica y hasta entró en la mitología.
Posiblemente jamás lo sabremos… O puede ser que sí… Los mitos recorren laberintos insospechados y caprichosos, y a veces, cuando estamos caídos aceptando la derrota, vemos la luz que nos indica la salida que no veíamos… porque estaba junto a nosotros. j
Bibliografía
Canaro, Francisco. Mis Memorias. Mis bodas de oro con el tango. Corregidor 1999.
Martínez Brizuela, Nicolás. Pompeya de ayer y de hoy. Buenos Aires. 1977.
Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Aires. Barrios, calles y plazas de la ciudad de Buenos Aires, origen y razón de sus nombres. Buenos Aires. 1997.Periódico La Defensa. Domingo 06 de enero de 1935.
Biblioteca de Argentores. Programas de Teatro, mayo 1934.
El autor agradece la atención y buena voluntad del personal de la Biblioteca de Argentores, los aportes del profesor Osvaldo Calvo (Junta de Estudios Históricos de Valentín Alsina) y del periodista y escritor Roberto Selles.
Notas
1 – CANARO, Francisco, El Tigre Millán, Tango, 1934.
2 – Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, Barrios, calles y plazas de la ciudad de Buenos Aires, origen y razón de sus nombres, Buenos Aires, 1997.
3 – MARTÍNEZ BRIZUELA, Nicolás, Pompeya de ayer y de hoy, Buenos Aires, 1977.
4 – “Hechos graves que conmueven a la población”, en periódico La Defensa de Valentín Alsina, Castellino, Villas circunvecinas, todo el Partido de Avellaneda y Buenos Aires, año 4, Nº 149, domingo 6 de enero de 1935.
Información adicional
Año VII – N° 34 – diciembre de 2005
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: PERSONALIDADES, Músicos, compositores y cantantes,
Palabras claves: Tigre, Tigre Millán, mito, tango
Año de referencia del artículo: 1905
Historias de la Ciudad – Año VI Nro 34