Puede que éste sea uno de los números que más ha dado y da que hablar. Bueno… no tiene la exclusiva; porque el 7 es otro de esos que se las trae… Pero no nos metamos con la numerología, porque para eso están los que la entienden, (o dicen que…), pero lo cierto es que la fama el numerito en cuestión la tiene y además de grande, variada y contradictoria.
¡Cuernos, cuernos; que el trece es yeta!… Martes trece: ni te cases ni te embarques ; es sólo parte del repertorio de los que lo ven como signo de mal augurio. Verdad o no, lo llamativo es que no se trata solamente de cosas atribuibles a gente algo ignorante y supersticiosa. Muy por el contrario, pueblos superavanzados que se consideran “cabeza del Mundo“ ( dicen ellos, y hasta se lo creen…) como el norteamericano, llegan a lo rayano con lo ridículo. Allá no existen los pisos 13, y los ascensores pasan directamente del 12 al 14. En los aviones y teatros la fila 13 de asientos ¡ha desaparecido!
Sin embargo, no todo es así. En contraposición se encuentran aquéllos que, por el contrario, ven al 13 como número de suerte. Válgame Dios…que hay gente para todo. Pero ¿a qué viene tanta perorata con este numerito?
Pues resulta que en Buenos Aires no existía el tranvía 13. No podemos decir por qué, pero haya sido por hache por be, o por si las moscas, lo cierto es que 13 no había.
Corría la segunda mitad de 1912 y mil conjeturas se hacían con funestos pronósticos sobre el año que se avecinaba. —Se viene el 13… (Dios nos libre y guarde). Lo que abonaba más tanto terror, era el aún fresco recuerdo de tanto lúgubre pronóstico que dos años antes habían andado de boca en boca sobre el posible choque con la cola del cometa Halley, a punto tal que hasta provocó más de un suicidio; pero como es sabido, nada ocurrió.
Pero decíamos que, frente a éstos, también están aquéllos que ven las cosas desde otro punto de vista; saliendo a la palestra una de esas asociaciones que van a contracorriente de las demás aunque, visto desde su lado, son las demás los que van a contramano de ellos. Llamábase este grupo, la “Sociedad de los Trece” compuesta por trece miembros que, como era de esperar veían a este número como signo de suerte y buena fortuna. Fue Don Emilio Gilbar, descendiente de uno de los componentes de tan insólito grupo, quien me narró esta anécdota de la historia que, en parte conocía y me la completó.
Hemos dicho que corría la segunda mitad de 1912, siendo entonces cuando una delegación de la dicha sociedad, concurrió a un edificio de la Av. de Mayo al 800, lugar en el que tenía sus oficinas centrales la Compañía de Tranvías Anglo Argentina. El motivo, era entrevistarse con el Gerente General de la empresa, el Ing. José Pedrialli. Era éste un verdadero personaje en todo el sentido de la palabra. Italiano, Ingeniero Electricista, con buena parte de su carrera desarrollada en Italia y Bélgica, había llegado a la Argentina contratado por la Compagnie Génèral de Tramway de la Cité de Buenos Ayres, haciéndose cargo, al llegar de la dirección de la Compañía de Tramways Belga-Argentina, para pasar en 1908 al cargo más alto de la Cía. Anglo Argentina en el país. La intensa y fructífera labor que desarrolló hizo que la compañía alcanzara bajo su dirección el cenit de su desarrollo e importancia, lo que la convirtió en una de las mayores empresas tranviarias urbanas del mundo (si no la más).
Baste sólo mencionar que bajo su gestión se llevaron a cabo emprendimientos tales como el subterráneo, la reforma tarifaria (boleto único a 10 centavos) y la creación de la Mutual del Anglo, para dar una idea de su personalidad. Pero, así como ejecutivo y dinámico, como buen italiano, Pedrialli era un tipo alegre y pintoresco; del que sólo basta ver sus fotografías para notar la simpatía que irradiaba.
Así pues, aquellos delegados del numerito no podían haber elegido mejor destinatario para la proposición que llevaban. Era ésta, nada más y nada menos que solicitar la creación de la faltante línea 13. Ante el asombro de Pedrialli, los proponentes expusieron al directivo tranviario todos sus fundamentados argumentos. A pesar de lo que pudiera pensar el lector, nuestro personaje no tomó para nada a la chacota a sus visitantes; por el contrario decidió complacerlos a fin de enmendar el error y falta de comprensión hacia la cifra de marras.
Y así lo hizo.
Más divertido que ellos, trazó un recorrido sobre la red existente al que dio por cabeceras: la Plaza de Mayo por un lado y la esquina de Gazcón y Díaz Vélez en Almagro, por el otro. Y no paró ahí la cosa. Para hacerla más completa, fijó el día de su puesta en servicio al 13 de enero de 1913, o sea el primer 13 del “fatídico” año y ya que estamos… puso a cargo del primer coche al empleado de legajo No. 13 !!
Pero no acaba aquí la historieta. En la semana siguiente, la popular revista P.B.T. da cuenta de la inauguración, e ilustra la nota con una fotografía de un coche de esa línea a la cabeza de una caravana de tranvías detenidos con el siguiente epígrafe: El número fatal. El coche detenido a poco de inaugurarse la línea… El maleficio se había cumplido.
Poco le importó el asunto al impagable Pedrialli. Ni corto ni perezoso, no sólo no clausuró la línea, sino que la prolongó en un acto propio de su buen humor, dándole por nueva terminal el punto más acorde que su fama podía pretender: ¡CHACARITA!
Información adicional
Categorías: TRANSPORTE, Tranvías, trenes y subte,
Palabras claves: Año I – N° 2 – 1ra. edición – diciembre 1999
Año de referencia del artículo: 2020
2