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Ciudad de Buenos Aires

Sobre vías y con troley. ¡El 13!

Aquilino González Podestá

Publicada por P.B.T. ilustrando la interrupción del servicio a poco de inaugurado por desperfecto de un coche, el 20 de enero , 1913.

Pue­de que és­te sea uno de los nú­me­ros que más ha da­do y da que ha­blar. Bue­no… no tie­ne la ex­clu­si­va; por­que el 7 es otro de esos que se las trae… Pe­ro no nos me­ta­mos con la nu­me­ro­lo­gía, por­que pa­ra eso es­tán los que la en­tien­den, (o di­cen que…), pe­ro lo cier­to es que la fa­ma el nu­me­ri­to en cues­tión la tie­ne y ade­más de gran­de, va­ria­da y con­tra­dic­to­ria.

¡Cuer­nos, cuer­nos; que el tre­ce es ye­ta!… Mar­tes tre­ce: ni te ca­ses ni te em­bar­ques ; es só­lo par­te del re­per­to­rio de los que lo ven co­mo sig­no de mal au­gu­rio. Ver­dad o no, lo lla­ma­ti­vo es que no se tra­ta so­la­men­te de co­sas atri­bui­bles a gen­te al­go ig­no­ran­te y su­pers­ti­cio­sa. Muy por el con­tra­rio, pue­blos su­pe­ra­van­za­dos que se con­si­de­ran “ca­be­za del Mun­do“ ( di­cen ellos, y has­ta se lo creen…) co­mo el nor­tea­me­ri­ca­no, lle­gan a lo ra­ya­no con lo ri­dí­cu­lo. Allá no exis­ten los pi­sos 13, y los as­cen­so­res pa­san di­rec­ta­men­te del 12 al 14. En los avio­nes y tea­tros la fi­la 13 de asien­tos ¡ha de­sa­pa­re­ci­do!

Sin em­bar­go, no to­do es así. En con­tra­po­si­ción se en­cuen­tran aquéllos que, por el con­tra­rio, ven al 13 co­mo nú­me­ro de suer­te. Vál­ga­me Dios­…que hay gen­te pa­ra to­do. Pe­ro ¿a qué vie­ne tan­ta pe­ro­ra­ta con este numerito?

Pues re­sul­ta que en Bue­nos Ai­res no exis­tía el tran­vía 13. No po­de­mos de­cir por ­qué, pe­ro ha­ya si­do por ha­che por be, o por si las mos­cas, lo cier­to es que 13 no ha­bía.

Co­rría la se­gun­da mi­tad de 1912 y mil con­je­tu­ras se ha­cían con fu­nes­tos pro­nós­ti­cos so­bre el año que se ave­ci­na­ba. —Se vie­ne el 13… (Dios nos li­bre y guar­de). Lo que abo­na­ba más tan­to te­rror, era el aún fres­co re­cuer­do de tan­to lú­gu­bre pro­nós­ti­co que dos años an­tes ha­bían an­da­do de bo­ca en bo­ca so­bre el po­si­ble cho­que con la co­la del co­me­ta Ha­lley, a pun­to tal que has­ta provocó más de un sui­ci­dio; pe­ro co­mo es sa­bi­do, na­da ocu­rrió.

Pe­ro de­cía­mos que, fren­te a és­tos, tam­bién es­tán aqué­llos que ven las co­sas des­de otro pun­to de vis­ta; sa­lien­do a la pa­les­tra una de esas aso­cia­cio­nes que van a con­tra­co­rrien­te de las de­más aun­que, vis­to des­de su la­do, son las de­más los que van a con­tra­ma­no de ellos. Lla­má­ba­se es­te gru­po, la “So­cie­dad de los Tre­ce” com­pues­ta por tre­ce miem­bros que, co­mo era de es­pe­rar veían a es­te nú­me­ro co­mo sig­no de suer­te y bue­na for­tu­na. Fue Don Emi­lio Gil­bar, des­cen­dien­te de uno de los com­po­nen­tes de tan in­só­li­to gru­po, quien me na­rró es­ta anéc­do­ta de la his­to­ria que, en par­te co­no­cía y me la com­ple­tó.

He­mos di­cho que co­rría la se­gun­da mi­tad de 1912, sien­do en­ton­ces cuan­do una de­le­ga­ción de la di­cha so­cie­dad, con­cu­rrió a un edificio de la Av. de Ma­yo al 800, lu­gar en el que te­nía sus ofi­ci­nas cen­tra­les la Com­pa­ñía de Tran­vías An­glo Ar­gen­ti­na. El mo­ti­vo, era en­tre­vis­tar­se con el Ge­ren­te Ge­ne­ral de la em­pre­sa, el Ing. Jo­sé Pe­drial­li. Era és­te un ver­da­de­ro per­so­na­je en to­do el sen­ti­do de la pa­la­bra. Ita­lia­no, In­ge­nie­ro Elec­tri­cis­ta, con bue­na par­te de su ca­rre­ra de­sa­rro­lla­da en Ita­lia y Bél­gi­ca, ha­bía lle­ga­do a la Ar­gen­ti­na con­tra­ta­do por la Com­pag­nie Gé­nè­ral de Tram­way de la Ci­té de Bue­nos Ay­res, ha­cién­do­se car­go, al lle­gar de la di­rec­ción de la Compañía de Tram­ways Bel­ga-Ar­gen­ti­na, pa­ra pa­sar en 1908 al car­go más al­to de la Cía. An­glo Ar­gen­ti­na en el país. La in­ten­sa y fruc­tí­fe­ra la­bor  que de­sa­rro­lló hi­zo que la com­pa­ñía al­can­za­ra ba­jo su di­rec­ción el ce­nit de su de­sa­rro­llo e im­por­tan­cia, lo que la con­vir­tió en una de las ma­yo­res em­pre­sas tran­via­rias ur­ba­nas del mun­do (si no la más).

Bas­te só­lo men­cio­nar que ba­jo su ges­tión se lle­va­ron a ca­bo em­pren­di­mien­tos ta­les co­mo el sub­te­rrá­neo, la re­for­ma ta­ri­fa­ria (bo­le­to úni­co a 10 cen­ta­vos) y la crea­ción de la    Mu­tual del An­glo, pa­ra dar­ una idea de su per­so­na­li­dad. Pe­ro, así co­mo eje­cu­ti­vo y di­ná­mi­co, co­mo buen ita­lia­no, Pe­dria­lli era un ti­po ale­gre y pin­to­res­co; del que só­lo basta ver sus fo­to­gra­fías pa­ra no­tar la sim­pa­tía que irra­dia­ba.

Así pues, aque­llos de­le­ga­dos del nu­me­ri­to no po­dían ha­ber ele­gi­do me­jor des­ti­na­ta­rio pa­ra la pro­po­si­ción que lle­va­ban. Era és­ta, na­da más y na­da me­nos que so­li­ci­tar la crea­ción de la fal­tan­te lí­nea 13. An­te el asom­bro de Pe­dria­lli, los pro­po­nen­tes ex­pu­sie­ron al di­rec­ti­vo tran­via­rio to­dos sus fun­da­men­ta­dos ar­gu­men­tos. A pe­sar de lo que pu­die­ra pensar el lec­tor, nues­tro per­so­na­je no to­mó pa­ra na­da a la cha­co­ta a sus vi­si­tan­tes; por el con­tra­rio de­ci­dió com­pla­cer­los a fin de    en­men­dar el error y fal­ta de com­pren­sión ha­cia la ci­fra de ma­rras.

Y así lo hi­zo.

Más di­ver­ti­do que ellos, tra­zó un re­co­rri­do so­bre la red exis­ten­te al que dio por ca­be­ce­ras: la Pla­za de Ma­yo por un la­do y la es­qui­na de Gaz­cón y Díaz Vé­lez en Al­ma­gro, por el otro. Y no pa­ró ahí la co­sa. Pa­ra ha­cer­la más com­ple­ta, fi­jó el día de su pues­ta en ser­vi­cio al 13 de ene­ro de 1913, o sea el pri­mer 13 del “fa­tí­di­co” año y ya que es­ta­mos… pu­so a car­go del pri­mer co­che al em­plea­do de le­ga­jo No. 13 !!

Pe­ro no aca­ba aquí la his­to­rie­ta. En la se­ma­na si­guien­te, la po­pu­lar re­vis­ta P.B.T. da cuen­ta de la inau­gu­ra­ción, e ilus­tra la no­ta con una fo­to­gra­fía de un co­che de esa lí­nea a la ca­be­za de una ca­ra­va­na de tran­vías de­te­ni­dos con el si­guien­te epí­gra­fe: El nú­me­ro fa­tal. El co­che de­te­ni­do a po­co de inau­gu­rar­se la lí­nea… El ma­le­fi­cio se ha­bía cum­pli­do.

Po­co le im­por­tó el asun­to al im­pa­ga­ble Pe­dria­lli. Ni cor­to ni pe­re­zo­so, no só­lo no clau­su­ró la lí­nea, si­no que la pro­lon­gó en un ac­to pro­pio de su buen hu­mor, dán­do­le por nue­va ter­mi­nal el pun­to más acor­de que su fa­ma po­día pre­ten­der: ¡CHA­CA­RI­TA!

Información adicional

Categorías: TRANSPORTE, Tranvías, trenes y subte,
Palabras claves: Año I – N° 2 – 1ra. edición – diciembre 1999

Año de referencia del artículo: 2020

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Fotografía publicada por P.B.T. el 20-1-1913, ilustrando la interrupción del servicio a poco de inaugurado por desperfecto de un coche.

Fotografía publicada por P.B.T. el 20-1-1913, ilustrando la interrupción del servicio a poco de inaugurado por desperfecto de un coche.

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