skip to Main Content

Ciudad de Buenos Aires

Tangos que recalaron en el puerto

Edgardo José Rocca

Vuelta de Rocha, La Boca, 1936.

Motivo de inspiración de numerosos poetas y músicos del tango, fue el Puerto de la Ciudad de Buenos Aires, a través de ellos nos contaron sus alegrías y sus tristezas evocando con nostalgia, nombres y lugares queridos.

Ese Puerto que en la actualidad lo vemos transformándose día a día, que resurgió como un moderno y poderoso Ave Fénix entre los rojos  depósitos de mercaderías llenos de fantasmas de un lejano pasado donde las voces de miles de extranjeros llenaron con sus idiomas, algunas de cuyas palabras quedaron prendidas formando el racimo multifacético que dimos en llamar lunfardo.

Con esta primera entrega iniciamos el comentario de esta temática portuaria que gira principalmente en la añoranza de los inmigrantes llegados a nuestro Puerto.

De los 50.000 tangos que fueron registrados, varios Tangos son los que lo evocan en sus letras, encontrándose para todos los gustos y temas. En el se amalgaman la música, la danza y la poesía de nuestro pueblo. Música que tardó en ser reconocida y algunos historiadores afirman que fue en el bajo, junto al río color de león, su nacimiento, llegando al centro con el paso del tiempo.

Los hermanos Bates nos dicen: “Allá en los suburbios innominados, entre la carraspera lírica de un organito, o al compás de la guitarra, baila y canta el compadrito, la flor y nata de la chusma porteña, el malevo sucesor descastado del gaucho.

Es ese tango argentino que entra por los oídos, llega al corazón y baja a los pies, como hemos dicho en varias oportunidades. Pero últimamente esa musicomanía puede ser bailada únicamente por artistas del Colón.

Creemos que comenzó en esos locales orilleros, que luego sería nuestro Puerto, a la luz macilenta de las velas o lámparas de kerosene que apenas podían pasar  entre el humo de las pipas, cigarrillos y toscanos en cuyo entorno se movían las parejas en forma acompasada, partiendo de un oscuro rincón los acordes de una orquesta que se floreaba con un tango, seguramente compuesta con una flauta o clarinete, violín, acordeón y arpa. Las guitarras fueron incorporadas en las orquestas típicas casi junto con el bandoneón, siendo el piano un lujo.

El dueño del local vigilaba atentamente el pago de cada danzarín, de la pieza que se ejecutaba y no tenía más dinero, pasaba el siguiente de la fila que aguardaba pacientemente.

Pocos eran los tangos en esos años, su repetición igualaba a la improvisación de los ejecutantes. Si bien la producción tangera en un tiempo fue mermando en cantidad y calidad, en estos años se modificó en ese sentido, expandiéndose por todo el mundo en franca competencia con otros ritmos. Ya en 1905 dice Enrique Saborido en  el viaje de ese año de la Fragata Escuela Sarmiento, fueron embarcados con destino al viejo mundo mil ejemplares de tango La Morocha que escribiera en diciembre del año anterior.

 

EL TANGO SE ACERCA AL PUERTO

I.

En 1896 Juan Carlos Bazán aprendiendo los bailes de moda con un famoso bailarín llamado Pedrín que los silbaba, este lo invitó a un local llamado La Red que se encontraba en la Bajada de Belgrano. Allí en un ranchito tocó por vez primera acompañado por el llamado chino Fernández.

Durante el año 1900 aparece Don Juan, el taita del barrio con letra de Ricardo J. Podestá y música de Ernesto Ponzio:

Yo soy el taita del barrio

nombrado en la Batería

 y en La Boca cualquier día

no se me dice “señor”.

La Batería se encontraba en el Puerto llamado San Martín, en El Retiro, actual plaza Fuerza Aérea Argentina.                                               

Cuando nuestro país se encontraba con la alegría de conmemorar el Primer Centenario de nuestra autonomía, Juan Maglio (Pacho), compone el vals Orillas del Plata, con versos

de Ricardo M. Llanes:

 

Van pasando solitarias

sobre mi vida

las naves rotas

de mi dolor;

sin hallar un Puerto

sin hallar amparo

sin contemplar un faro.

 

Dos años después el pianista Angel Pastore crea el tango Viaje a Europa editado con una carátula con la partida del transatlántico italiano Principessa Mafalda.

Corría el año 1918 en donde aparece el tango canción La Vuelta de Rocha, con letra de Osvaldo Coria Peñaloza y música de Juan de Dios Filiberto:

 

Muchachita buena, los muelles lo saben

que el viejo Riachuelo sepulcro te dio;

una crucesita le dice al que pasa

que el alma de un barrio tu muerte lloró

 

Con este tango, Juan de Dios Filiberto introdujo la innovación del empleo de bajos en el trío, dedicando la pieza al amigo Santiago Elena y grabado por Carlos Gardel en el sello Odeón 1924  – matriz 2045.

 

II.

Carlos Gardel se suma a los interpretes que en cierta forma le cantaron al  Puerto de Buenos Aires. Primeramente en 1917 en dúo con José Razzano,  y como solista en 1930, si bien no es un tango, su letra lo alude poéticamente:

 

Ya el sol del venticinco

viene asomando,

ya el sol del venticinco

viene asomando,

y su luz en el Plata

va reflejando.

 

El violinista Adolfo Rosquellas compone en el año 1919 el tango Cap Polonio, nombre del vapor de una empresa alemana que realizaba viaje a Europa y algunas navegaciones a Tierra del Fuego, en la de 1922 viaja el pianista y recordado director Francisco Lomuto, compuso el tango Tierra del Fuego.

Cuando llueve en la ribera, tango canción compuesto en esos años con letra y música del compositor Ferrari Amores, editado por el Establecimiento Gráfico Musical Julio Korn, su letra son recuerdos de un viejo marino:

 

Mientras las boyas, canal afuera,

guiñan sus ojos sanguinolientos,

canta en los muelles sus desalientos

el viejo lobo de la ribera.

El sol de Antillas tal vez añora

tal vez el sol de la Balear,

y en sus canciones extrañas llora

una  nostalgia de tibio mar.

 

En el desaparecido  cine “Select Lavalle”, que se encontraba en Lavalle 921, el director Julio de Caro estrenó  el tango “Buenos Aires” con letra de Manuel Romero y música de Manuel Jovés:

Buenos Aires, la Reina del Plata,

Buenos Aires, mi tierra querida,

 escucha   mi canción

que con ella va mi vida.

 

Aunque Esteban Echeverría en 1849, ya la bautizara como Reina del Plata a Buenos Aires en su poema  Avellaneda, el tango recuperó su  real nombre. Para el escritor José Mármol la ciudad fue La Emperatriz del Plata, en su libro de 1843,  A Rosas  y Leopoldo Lugones la nombró como Primogénita ilustre del Plata, es Manuel Romero que por vez primera que Buenos Aires es principal protagonista  del tango y el amor que el porteño profesa a su ciudad edificada a orillas del caudaloso Río de la Plata al cual Borges llamó El Río inmóvil.

La letra de Silbando de José González Castillo, con la música de los compositores Cátulo Castillo y Sebastián Piana, evocan el barrio sobre el Riachuelo que en tiempos pasados fue enclave de sórdidas casas de prostitución  frente al barrio La Boca.

Fue estrenado en 1923 por Azucena Maizani  en la revista teatral La octava maravilla que se programaba en el hoy desaparecido teatro San Martín:

 

Y desde el fondo del Dock,

gimiendo el lánguido lamento,

el eco trae el acento

de un monótono acordeón.

 

A esa zona portuaria todavía se la llamaba cariñosamente: El Doque.   

El inspirado compositor Virgilio R. Carmona, en 1927 compone el tango En la ribera, una tragedia de un inmigrante que vino desde su lejana Europa pero en momentos que no son muy propicios para su vida en esta ciudad y recorriendo el Puerto sueña con la vuelta.

En el año 1926 aparece con música y letra de Benjamín Tagle Lara  “Puente Alsina” estrenado por Rosita Quiroga:

 

Puente Alsina, que ayer fuera mi rezago,

de un zapazo la avenida te alcanzó …

Viejo Puente, solitario y confidente,

sos la marca que, en la frente,

al progreso le ha dejado

el suburbio rebelado

que a su paso sucumbió.

Poco después que fuera asfaltada la Av. Sáenz, el Gobierno inició la construcción de un puente moderno sobre el Riachuelo para unir Nueva Pompeya con Valentín Alsina.

 

III.

Muy descriptivo en el tango Talán… Talán… de esa transición muy porteña entre la noche y el amanecer que con letra Alberto Vacarezza y música de Enrique Delfino Delfi, crearon en 1924:

 

Detrás del Puerto

se asoma el día,

ya van los pobres

a trabajar

y a casa vuelven

 los calaveras

y milongueras

a descansar.

   

En 1930, con letra de Carlos Dix y música de Juan Brun se estrena el tango Brochazos por la orquesta de Pedro Maffia con el cantor Francisco Fiorentino en 1932:

 

Allá por Pedro de Mendoza, bien cerquita de la ribera,

aún existe la tapera de madera y de latón,

donde mi Diosa vivía, mujercita arrabalera,

que en aquellos tiempos era, de mi vida la ilusión.

 

Nuevamente el maestro Ferrari Amores se acerca al Puerto con la letra y música del inspirado tango canción Barcarola del Riachuelo en 1932, que dice:

 

Desangra luz la boya en sus latidos,

la noche enviuda, pronto se va el sol,

y el Puerto canta triste en los vencidos

que  buscan su consuelo en el alcohol.

Al tope de mesana el farol rojo

se acuna a los arrullos del cantar;

se aleja el barco, ahora; es un despojo

que arrastran las tinieblas sobre el mar.

   

     El director Edgardo Donato y el letrista Máximo Orsi, componen en 1934, el tango Riachuelo, que es incluido en la película del mismo nombre estrenada en el desaparecido cine Renacimiento de Lavalle 650, donde actuaron Luis Sandrini, Maruja Pibernat y María Esther Gamas, entre otros.

Un tango muy representativo componen ese mismo año el guitarrista Teófilo Lespés y el escritor Caslos Pesce, se trata de Puerto Nuevo. La historia de un muchacho abandonado por su novia, lo que no puede superar y vive en Puerto Nuevo:

 

Puerto Nuevo que en una noche de invierno

solitario y harapiento me viste llegar.

Puerto Nuevo, vos solito comprendiste

la tragedia de mi vida con hondo penar.

 

Este tango lo grabaron las orquestas de Francisco Canaro y Francisco Lomuto.

  Por 1928 en el sainete 1Musolino¡ Sofía  Bozán  estrenó en el teatro Nacional,  el tango Seguí mi consejo, por la inspiración de Eduardo Trongé y Juan Fernández:

 

Aprende de mí que ya estoy jubilado,

no vayas al Puerto… ¡te puede tentar!…

Hay mucho laburo, te rompes el lomo,

y no es de hombre pierna ir a trabajar.

 

Un tango cómico con advertencias para los que no les gusta el trabajo de ninguna forma, actualmente cuantos han seguido este consejo.

 

IV.

Continuando con la temática portuaria insertada en los tangos argentinos, recordamos Nieblas del Riachuelo, creado por una dupla de verdadero lujo: Juan Carlos Cobián en la música y en la letra Enrique Cadícamo.

A pedido del director de la película La Fuga, Luis Saslavsky, fue escrito este tango que cantó Tita Merello en la citada obra cinematográfica estrenada en el cine Monumental el 28 de julio de 1937 y registrado ese mismo año por Osvaldo Fresedo con la voz de Roberto Ray en el sello Víctor.

Sueña marinero con tu viejo bergantín,

bebe tus nostalgias en sordo cafetín…

llueve sobre el Puerto, mientras tanto mi canción,

llueve lentamente sobre tu desolación…

Anclas que ya nunca, nunca más han de levar…

Bordas de lanchones sin amarras que soltar…

Triste caravana sin destino ni ilusión,

como un barco preso en la “botella del figón.”

 

    Este film desaparecido durante tres décadas, el director brasileño Nelson Pereira dos Santos halló una copia en la filmoteca de la Universidad Autónoma de México. De todos los tangos de esta línea temática Niebla del Riachuelo  es la que mayor cantidad de intérpretes tuvo.   

 

     Con música de Carlos Gardel y letra de Alfredo Le Pera el tango Volver fue grabado con la orquesta dirigida por Terig Tucci en Nueva York en 1935 en el último de sus filmes: El día que me quieras, también incluido un fragmento en la película Sábado a la noche, cine de 1960, dirigida por Fernando Ayala.

 

Yo adivino el parpadeo

de las luces que a lo lejos

van marcando mi retorno.

 

Una clara alución al Puerto donde llegará seguramente.

 

En el año 1926 con letra de José González Castillo y la música de Cátulo Castillo, en el viejo teatro esquinero  Liceo se estrenó Aquella cantina de la ribera, que se incluía la obra homónima de Federico Mertens y Arnaldo Malfatti.

 

Brillando en las noches del Puerto desierto,

como un viejo faro, la cantina está

llamando a las almas que no tienen Puerto

porque han olvidado la ruta del mar.

 

Rica pincelada de una taberna portuaria dedicada por sus autores al pintor boquense Benito Quinquela Martín.

Otra ves Alberto Vacarezza nos lleva a la ribera con su tango El poncho del amor que incluyó en el sainete Juancito de la ribera, estrenado en 1927:

 

Yo soy del barrio de la ribera

patria del tango y del bandoneón.

Hijo sin grupo de un gran viejo,

igual que el tango de rezongón.

 

Al Puerto arribaron con muchas ilusiones inmigrantes para tener una nueva vida con trabajo y felicidad, pero algunas fueron atraídas a estas costas con engaños como lo describe Alfredo Navarrine en su letra del tango Galleguita al cual le puso música Horacio Pettorossi:

 

Galleguita la divina…

la que a la playa argentina

llegó una tarde de abril,

sin más prendas ni tesoros

que sus bellos ojos moros

y su cuerpito gentil.

 

Este primer éxito del autor, tango que podíamos denominarlo tragedia de inmigrante, que Ignacio Corsini lo grabó en 1924, para el sello Odeón.

 

V.

El tango evolucionó de su cuna para alcanzar todos los matices de la vida porteña, de las esperanzas y amores de sus habitantes, entró en los cafetines, rodó por las calles, los barrios de Buenos Aires, pero nunca dejando de recordar al Puerto que le dio vida con sus habitantes y trabajadores que día a día recorrían sus adoquinados espigones surcados por los rieles de los guinches.

Precisamente uno de esos trabajadores fue el botero. Ese desconocido trabajador que surca las turbias aguas de los diques y las más turbias del Riachuelo.

Los autores del tango Botero Víctor G. Bisetti con su letra y Pascual V. Gallucio, los recuerdan:

 

Collares de estrellas, titilan sin penas

detrás de una nube, la luna soñó

 fumando su pipa, el viejo botero

mitiga el apuro de su corazón…

La noche recuesta su lerdo silencio

el río le canta, con voz de oración

mirando las olas, se quedó dormido

el viejo botero, soñando con su amor.

 

Como casi todos los dedicados a esta labor eran inmigrantes italianos que recordaban su tierra lontana.

En Sombras en el Puerto del maestro Armando Pontier, nos marca el abatimiento del ser humano asociándolo con el Puerto:

 

Fue en el Puerto que te hallé

ya sin fe y valor,

en la densa oscuridad de una noche cruel,

cual un barco anclado,

triste y desolado.

 

Fue grabado por el cantor Antonio Maida en 1933.

 

Otra faceta del tango dentro del tema portuario, es La canción de la ribera, un tango descriptivo como lo titulan sus autores Alfredo Bogeschi en la letra con música de Miguel Bonano en 1934:

 

Son las siete y los obreros, del capataz al llamado,

uno a uno van subiendo de la planchada al vapor…

Sólo uno… Un pobre viejo!… Triste en tierra se ha quedado.

Para él ya no hay trabajo, y se aleja con dolor.

 

 Los cafetines cerca del Puerto fueron el receptáculo de hombres malevos y de averías donde se confundían con los melancólicos que buscaban olvido. En  Domani de Cátulo Castillo y Carlos Viván:

 

El farol de una cantina.

La niebla del Riachuelo

que ha tendido bajo el cielo

como un pálido crespón.

 

O en Canzoneta de Enrique Lary y Ema Suarez:

 

La Boca, callejón, Vuelta de Rocha,

bodegón, Genaro y su acordeón.

 

A fines del siglo XX, el tango recaló nuevamente en el Puerto de la mano de Enrique P. Bugatti y Angel F. Sanzó, con Buenos Aires Tango estrenado en 1999, dedicado a la Fragata Sarmiento con asiento en un dique de Puerto Madero, con el  Primer Centenario del viaje inicial de instrucción:

En Boedo o en Puerto Madero

El tango es un sentimiento…

Una llama que está ardiendo

En la ciudad que lo alzó

Del arrabal al Colón….

Información adicional

Categorías: Músicos, compositores y cantantes, TEMA SOCIAL, Inmigración, Tango
Palabras claves:

Año de referencia del artículo: 2020

 

Back To Top