Las tierras altas del escultor Lorea
Si bien el núcleo del pueblo de Flores se formó sobre la base del loteo de las tierras centrales de la chacra de Juan Diego Flores, muy pronto la urbanización llegó a la quinta lindera por el este, propiedad que había pertenecido al famoso escultor vasco Isidro Lorea, muerto por los ingleses en 1807 durante la segunda invasión. Ya en vida de este último comenzaron a venderse algunas fracciones de su chacra y el resto fue enajenado por sus hijos.
Entre ellas, sobresalían unas tierras altas, linderas con el bañado, que formaban el frente de la propiedad y que conservaron su nombre a lo largo de los años, a punto tal que todavía hace poco más de medio siglo, los vecinos celebraron el centenario de su urbanización: eran las llamadas Lomas de Sacarelo. Ellas fueron vendidas en octubre de 1813 por un hijo de don Isidro, llamado Mariano Lorea al agricultor Silverio Barrios, quien, en 1824, las traspasó a los Sacarelo, familia que ya estaba establecida en Flores desde 1808 y cuyo nombre trascendería a través de los años para extenderse a toda la zona.
Las tierras con un rancho estaban ocupadas por un intruso llamado Manuel Moreno y, tres días después, don Esteban dio un poder al coronel Agustín de Pinedo para que procediera a su desalojo.
Terrenos elevados, ubicados al sur del pueblo de Flores y vecinos a la denominada “Pólvora de la Residencia” bordeaban los bañados anegadizos que se extendían con sus juncales y sauzales hacia el Riachuelo y donde podían encontrarse toda clase de animales salvajes e infinidad de pájaros, verdadero paraíso para los cazadores. Estas tierras altas fueron conocidas y marcadas desde entonces en todos los planos catastrales como las “Lomas de Sacarelo”.1
Para dar una idea de su ubicación, debemos decir que, según los títulos, esta fracción de la chacra original tenía una extensión de 356.756 varas cuadradas. Se iniciaba en una barranca que descendía abruptamente hacia las tierras bajas, que tenía de frente aproximadamente unas 500 varas o 433 metros, mientras su fondo se extendía otras 500 varas hacia el norte “hasta encontrar la quinta de Salvador Domínguez”. Mientras al sur lo bordeaban los terrenos insondables del bañado, por el este limitaba con las antiguas tierras de Pesoa, antigua posesión de los jesuitas y por el oeste con la chacra de Juan Diego Flores.
En total unas 25 manzanas, que aparecen identificadas en el plano general del partido de Flores de Felipe Arana de 1875 y que hoy ubicaríamos aproximadamente limitadas por las calles Bonorino, Cobo, Curapaligüe y la Avenida Asamblea.Un personaje fascinante
Natural de Buenos Aires donde había nacido en 1783, don Esteban Sacarelo fue el fundador de esta familia en Flores y de él tomaron su nombre las tierras. No era un vecino ignoto de los tantos chacareros que se afincaron en el partido, sino un personaje que tuvo destacada actuación en las Invasiones Inglesas ingresando como soldado voluntario en el año 1806 en el batallón de Cazadores de la Reyna, donde fue ascendiendo por méritos propios hasta Sargento Mayor. Más tarde, se dedicó a las tareas agrícolas y fue un activo y eficaz militante en las filas del partido federal.
Una breve biografía suya aparece en un documento elevado al gobierno con motivo de su incorporación como alcalde al Juzgado de Paz de Flores. De acuerdo con esta minuciosa filiación, suscripta por Martín Farías y fechada el 1º de mayo de 1832, don Esteban, entonces de 49 años, era federal, con una regular fortuna, sabía leer y escribir y vivía en su quinta del sur del Flores. Había servido activamente en el Ejército Restaurador, armando toda una compañía a su costa.
Cuando Lavalle derrocó a Dorrego y se inició la guerra civil, Sacarelo, que era un hombre de “armas llevar”, comandó una partida de federales que se apostó en los montes de la quinta de Salguero, lindera con el actual Parque Rivadavia, con el objeto de sorprender y tomar prisionero al general Lavalle “en las venidas que hacía a Flores”, audaz operación que había propuesto al entonces mayor don Fernando Visillac.
Tuvo mala suerte en esa oportunidad y este operativo que hubiera cambiado el curso de la historia, fracasó. Don Esteban cayó en manos de los unitarios y, conducido prisionero, salvó milagrosamente su vida de los fusilamientos ordenados por Lavalle y fue liberado después de la Convención de Cañuelas.
Hombre de confianza del Juez de Paz de Flores, Sacarelo disponía a discreción del armamento que se guardaba en el Polvorín de Flores y auxilió en varias oportunidades al ejército “con todos sus caballos y algún ganado”. Era también un activo informante y según nos ilustra Farías, de gran ayuda “con las noticias que adquiría y que servían de un bien al Exército Restaurador y se las comunicaba a Dn. Fabián Rosas”. Luego, “en la instalación de las Milicias pasó de Alférez de Caballería a las órdenes del Sr. Coronel Dn. Eusebio Baldenegro donde ascendió hasta Sargento Mayor graduado; y en el día es Alcalde de este Pueblo en que lleba quinse días.”2
Casado en Flores en 1809 con Petronila Zorrilla, Sacarelo fue padre de varios hijos. Uno de ellos, José Antonio, vivía en la chacra de su padre. También él fue un activo federal y teniente alcalde del partido en 1830, figurando como labrador de profesión. Peleó contra Lavalle en el ejército Restaurador en las divisiones de los coroneles Fabián Rosas y Antonio Ramírez, donde permaneció hasta su baja después del armisticio. Años más tarde, radicado en San Antonio de Areco, casó en 1844 con Escolástica Alegre y falleció en 1861.
Don Esteban Sacarelo sirvió poco tiempo como alcalde en Flores, pues falleció el 17 de agosto de 1834 “repentinamente andando a caballo sin auxilio espiritual a los 53 años”, con lo cual finalizó su promisoria carrera política. Sus descendientes continuaron trabajando la chacra de Flores, especialmente sus hijos Gabriel y Juana, hasta que en 1870 el agrimensor Fabio González trazó un interesante plano de mensura con el fin de disponer los herederos de la propiedad.
Sin embargo, poco antes de fallecer, Gabriel Sacarelo expresó en su testamento de 1881 que las tierras permanecían aún indivisas, aunque su parte consistía en dos cuadras cuadradas, más o menos, que legó a su sobrino Marcelino Caballero.
Destino final de Las Lomas
La chacra de los Sacarelo, situada en la loma que se conocía por su nombre, se vendió finalmente en bloque al doctor Manuel A. Victorica, quien en 1887 la revendió a los socios Estanislao S. Zeballos y Claudio Bence que, como muchos capitalistas de la época, alternaban sus actividades habituales con la especulación y compra de tierras. Ellos le incorporaron unas pequeñas sobras, escrituradas por la Municipalidad de Flores en enero de 1888, previo pago de la irrisoria suma de 10,90 pesos.
No obstante, Petrona Sacarelo y su esposo, Juan Antonio Figueroa, continuaron arrendando a la Municipalidad de Flores 72 hectáreas de las vecinas tierras del bañado, linderas por el oeste con Isidro Silva y Vicente Silveira. Ese mismo año de 1888, los nuevos propietarios comenzaron el negocio y el domingo 25 de marzo, el martillero Luis Godoy, procedió a subastar una primera fracción de 100 lotes de las famosas “Lomas de Sacarelo”, divididas en varias manzanas.
No sabemos el resultado de este primer remate, que no debe haber sido muy productivo atento a la crisis económica que ya se insinuaba y que hizo eclosión en el conflictivo año de 1890, pues tres años después, el 30 de abril de 1893, el martillero Publio C. Massini volvió a sacar a remate otros 700 lotes de tierras altas amojonadas, mensuradas y con calles abiertas “de todas dimensiones y para todos los gustos” con una base ínfima de 6 pesos el lote, en 60 mensualidades.
El aviso publicitario informaba que las tierras se encontraban “A solo 8 cuadras al sud de la Avenida Rivadavia y del Tramway: antiguamente conocidas por Lomas de Zacarello; con frente a las calles Bella Vista (ó Florida), Circunvalación Este, 25 de Mayo, Colón, Ferrocarril y Pavón”.3 La subasta se hizo sobre los mismos terrenos, para lo cual se contrataron tranvías gratuitos y se estableció un servicio de carruajes en la esquina de las calles Curapaligüe y Rivadavia para conducir a los potenciales compradores.4
En diciembre de 1901, las Lomas de Sacarelo volvieron a ser noticia, cuando los martilleros Besada Hermanos procedieron a subastar otros 200 lotes sobre “Bella Vista, hoy Curapaligüe, pasando Pavón”.5 Esta última es la actual Asamblea.
Y finalmente la popular revista PBT en su edición del 25 de agosto de 1917 con el título de: “La loma de Zaccariello” nos informa del avance de la urbanización en la zona, brindándonos un colorido e interesante panorama del lugar:
“El paraje conocido bajo este nombre está ubicado en pleno Caballito,6 pocas cuadras al sur del Parque Chacabuco, y abarca una extensión de seis o siete cuadras a la redonda, aproximadamente. Es pintoresco, como casi todos los pequeños núcleos de población. La arquitectura de las casitas es tan variada como los tonos de una gama; hay desde modestísimas, hechas a base de madera y cinc, o de lata, simplemente, a las que con su exterior más o menos coqueto presumen de cottage. Asimismo, la Loma de Zaccariello tiene su aspecto desagradable: se ha concentrado una gran cantidad de hornos de ladrillos en los alrededores que revisten un carácter de inminente peligro para la higiene y salud del vecindario”.
La zona no ha mejorado mucho desde entonces. Hoy alberga una gran población peruana y boliviana en permanente movimiento, que negocia generalmente con los comerciantes orientales el trabajo en sus talleres de confección de prendas, polémicas industrias que cada tanto concitan la atención de las crónicas policiales.
Pero las “Lomas de Sacarelo” no han desaparecido, aunque sus actuales habitantes ignoren completamente su interesante historia. Si nos ubicamos hoy en la intersección de la avenida Cobo con Curapaligüe o Corea, podremos observar que parte de ellas constituye la subida de estas calles hasta su intersección con la avenida Castañares, donde el declive supera los diez metros de altura.
El antiguo nombre originado en don Esteban Sacarelo, aquel legendario propietario y activo simpatizante del partido federal, ha desaparecido para siempre, reemplazado por exóticos y coloridos cartelones de ideogramas chinos. zNotas
1.- Hay distintas versiones de este apellido que aparenta ser de origen italiano, figurando en los documentos también como Saccarello, Zacarello o Zaccariello. No obstante, en un antiguo documento figura como Sacarel o Sacarell, lo que le daría un origen catalán.
2.- A.G.N. Sala X 21-6-6. Juzgado de Paz de San José de Flores.
3.- Diario Fígaro. Buenos Aires; edición del 23 de abril 1893.
4.- En realidad desde ese lugar hasta los terrenos son más de doce cuadras y no ocho como dice engañosamente el aviso publicitario.
5.- Diario La Prensa del 21 de septiembre de 1901.
6.- Con la extinción del partido de Flores estas tierras pasaron a jurisdicción de Caballito sur y hoy integran el nuevo barrio de Parque Chacabuco.
Información adicional
Año VII – N° 36 – junio de 2006
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: ESPACIO URBANO, Avenidas, calles y pasajes, Historia, Mapa/Plano
Palabras claves: Lorea, escultor, tierras, las lomas, Sacarelo, paraje, mirador
Año de referencia del artículo: 1800
Historias de la Ciudad – Año VI Nro 36