Esteban Gonnet
Paseo de Julio, ca 1864 (frag.).
Albumina,
13, 5 x 20,5 cm.
Colección César Gotta.
Esta es la imagen más antigua que se conoce de un estudio fotográfico porteño. Las dos casillas de madera que se observan en la terraza del “Almacén de la Marina”, en la esquina de las calles Piedad y Paseo de Julio (hoy Bartolomé Mitre y Leandro N. Alem), fueron las modestas instalaciones de la “Fotografía de Mayo”, del francés Esteban Gonnet con entrada por la calle 25 de Mayo 25. La imagen corresponde a una ampliación realizada sobre una vista general del Paseo de Julio, tomada por el propio Gonnet en 1864. Cuatro años más tarde, Benito Panunzi toma otra vista del Paseo de Julio en la cual aparece, sobre una de las paredes de la casilla con el techo a dos aguas, la palabra “Retratos”, en grandes letras, como invitando a los pasajeros que desembarcaban en el muelle, a visitar la galería fotográfica. En 1850, en ese mismo lugar estuvo instalado el daguerrotipista francés Edmond Lebeaud y 10 años más tarde figura como propietario de ese local el retratista, también francés, Hipólito Galliard, amigo y socio de Gonnet. De los tres artistas que ocuparon ese local, Gonnet tuvo un papel destacado en la fotografía argentina, por ser el primer artista que editó un álbum con vistas de la ciudad de Buenos Aires. Los hombres que posan en la fotografía son presumiblemente empleados del estudio fotográfico.
Juan Bautista Ansaldi
Calle Victoria N° 66.
Carte-de-Visite.
Colección M & M Cuarterolo.
La próxima imagen es probablemente la que mejor describe un estudio fotográfico de mediados del siglo XIX. Nos muestra la galería de toma y el laboratorio de Juan Bautista Ansaldi en la calle Victoria 66. Como otros estudios fotográficos de la época, estaba construido en los altos de la Recova Nueva para aprovechar mejor la luz solar. La Recova Nueva fue el lugar elegido por los primeros fotógrafos que llegaron al país para instalar sus galerías. En la misma cuadra de Ansaldi, hoy Hipólito Irigoyen entre Defensa y Bolívar, había tres galerías fotográficas en menos de 50 metros: la de Ansaldi en el número 66, la de Luis Bartoli en el número 56 y la de Secundino Salinas en la esquina, con entrada por Defensa N° 7. La amplia casilla de techos y paredes de vidrio (como las de un invernadero) es la galería de toma, donde el fotógrafo, mediante el manejo de cortinas y pantallas, modelaba la luz para lograr la mejor iluminación del retrato. A su lado, el pequeño cuarto blanco es el laboratorio donde se procesaban los negativos de vidrio y, mediante una cámara solar, cuyo brazo se observa al frente, se obtenían las copias ampliadas. Sobre el balcón, el fotógrafo posa con una de sus cámaras —una segunda cámara se aprecia al costado del laboratorio—y mirando hacia la Plaza Victoria se ve el gran cartel publicitario con el nombre del artista en grandes letras blancas sobre fondo negro. Abajo, sobre una de las arcadas de la recova, por donde se ingresaba al local, cuelga una vitrina portátil, donde el fotógrafo exhibía sus mejores retratos.
Eugenio Cardini
Casa Witcomb.
Fotografia estereoscópica, 1900.
Archivo revista Caras y Caretas.
La mítica casa Witcomb, sucesora del estudio fotográfico fundado por Christiano Junior en 1867, cerró definitivamente sus puertas en 1970, luego de más de 100 años de permanencia en el mercado fotográfico porteño. El 5 de mayo de 1900, Eugenio Cardini, fotógrafo y pionero del cine nacional, obtuvo esta imagen de la galería de toma de la Casa Witcomb en la calle Florida, con la que ganó el primer premio de la categoría fotografía estereoscópica de la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados. Es la imagen de una prestigiosa empresa fotográfica, con sucursales en otros puntos del país que, sin embargo, conservaba todavía muchas de las características de los primeros estudios de Buenos Aires. Sobre una de las paredes de madera de la galería de toma cuelgan varios telones, lisos y pintados, que servían como fondo de los retratos. El mobiliario se complementa con diversas mesas, sillas y banquetas que constituían la clásica escenografía del retrato a principios de siglo XX. La larga vara que apoya sobre la pared de la derecha era un elemento fundamental en los estudios fotográficos anteriores al empleo de la luz eléctrica. Servía para mover un complejo sistema de cortinas opacas y transparentes que modelaban la luz dentro de la galería.
Estudio Garro y Merlino
Gelatino bromuro.
Archivo General de la Nación.
En 1904, Francisco Garro y Carlos Merlino abrieron un estudio fotográfico en la calle San Juan 2164 en el que trabajaban los dos socios y un empleado. En el primer año la galería produjo 2.267 negativos. Al año siguiente ese número se duplicó a 5.433. Poco después, Garro y Merlino decidieron ampliarse y abrieron en una suntuosa casa en Arenales 1140, en pleno barrio norte de Buenos Aires uno de los mejores estudios fotográficos del país que tenía varias plantas y empleaba a 40 personas.
Adolfo Alexander
Carte-de-visite, ca. 1878.
Colección Abel Alexander.
El alemán Adolfo Alexander (1822-1881) representa la etapa heroica y aventurera de los inicios de la fotografía mundial. Nacido en Hamburgo, estudió geología e ingeniería de minas y, en fecha no determinada, se inició en la novedad tecnológica de la época: el daguerrotipo, dado a conocer en París en 1839.
Alexander abrió un atelier por este sistema francés en la ciudad de Hamel, convirtiéndose en el primer profesional de aquella población, célebre por la leyenda del flautista.
Por un desafortunado duelo a espada debió emigrar a América del Sur. En 1851 se encontraba establecido en Valparaíso y en Chile se lo considera el introductor pionero de la fotografía sobre papel o sistema negativo-positivo. Tiempo después se trasladó a Copiapó donde combinó su labor fotográfica con la explotación de una docena de minas de plata en Chañarcillo y Tres Puntas, en pleno desierto de Atacama.
Hacia 1855 atravesó la cordillera y se afincó en la región de Cuyo; fue el introductor del daguerrotipo en Mendoza y allí formó su familia. Luego de un relevamiento de aquella ciudad se trasladó a Buenos Aires, abriendo un atelier en la calle Victoria 116, “…frente al Cabildo…” donde ofrecía en venta las vistas de la ciudad de Mendoza destruida por el impresionante terremoto del 20 de marzo de 1861.
Poco después mudó su atelier al edificio de “altos” ubicado en la calle de las Artes (actual Carlos Pellegrini) N° 37, casi esquina Bartolomé Mitre; esta será también su casa-habitación y en ella desarrollará dos décadas de fotografía porteña.
Su arribo a la ciudad coincidió con el furor popular por las pequeñas carte-de-visite, lo que impulsó su expansión comercial. En 1863 abrió simultáneamente otros dos estudios porteños, amén del de Artes 37 (por cambio de numeración luego Artes 79), en Parque 263 (actual Lavalle) y en Defensa 225. Estas sucursales eran atendidas por operarios alemanes, franceses e ingleses.
Su gran preparación técnica le permitió ejecutar todos los sistemas fotográficos en boga, daguerrotipos, ambrotipos, ferrotipos, fotografía, ampliaciones, miniaturas, etc. Otra de sus especialidades era contar con “…excelentes máquinas transportables para retratar enfermos y muertos en su propia casa…”.
Podemos afirmar que este antiguo edificio —demolido hace ya mucho tiempo— puede ser considerado como la primera escuela fotográfica argentina, si nos atenemos a sus avisos del año 1866, que indicaban: “Hay a más en venta máquinas y útiles de todas clases con la enseñanza del arte —como cuarenta discípulos
ha tenido en pocos años solamente en Buenos Aires, entre ellos muchos establecidos en esta ciudad y en la campaña, que pueden dar testimonio de la buena y fácil enseñanza.”
Artes 37 fue un punto de referencia ineludible de la fotografía porteña. En su galería de pose desfilaba buena parte de los inmigrantes europeos, en especial de la colectividad alemana. Funcionaba como proveeduría de insumos y se impartían aulas para estudiantes de fotografía, muchos de ellos criollos.
Aquí vivía también junto a su esposa, la mendocina Rosario Lencinas y sus siete hijos, cinco de los cuales continuaron hasta la década de 1930 en la profesión fotográfica.
Pero la foto de este estudio también tiene una historia que me involucra; la encontré perdida entre papeles familiares y fue un hallazgo sorprendente, pues es una rareza el registro de un estudio decimonónico y además con el fotógrafo posando en la puerta. Profundizando la investigación hallé el clisé de prensa original de un grabado basado en esta foto, y muchos años después lo encontré publicado en el diario La Prensa de Buenos Aires de la época.
Hoy podemos apreciar la rica información visual de esta carte-de-visite, la vereda irregular de Artes, y la calle groseramente empedrada, pero donde ya se encuentran tendidos los rieles del tranvía. Adolfo Alexander posa en la puerta del estudio, flanqueado por cuatro grandes exhibidores con las mejores fotografías de su producción, es un efectivo reclame publicitario, reforzado por las grandes leyendas sobre lo alto de la pared medianera y abajo del balcón corrido.
Cuando falleció, en 1881, en esta misma casa, sus cinco hijos varones continuaron la profesión como Alexander Hermanos.
Abel Alexander
Historiador de la fotografía. Investigador.
Autor de varios libros sobre esta temática
Miguel Angel Cuarterolo
Historiador de la fotografía. Investigador.
Autor de varios libros sobre esta temática
Información adicional
HISTORIAS DE LA CIUDAD. Una revista de Buenos Aires
Declarada de “Interés de la Ciudad de Buenos Aires” por la Legislatura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Año III – N° 15 – Mayo de 2002
I.S.S.N.: 1514-8793
Registro de la Propiedad Intelectual N° 100.991
Categorías: Oficios, Fotógrafos, Arte, Cosas que ya no están
Palabras claves: recuerdos, fotografo
Año de referencia del artículo: 1864
Historias de la Ciudad. Año 3 Nro15