Las cuatro cuadras que enmarcan la Manzana de las Luces muestran actualmente en su arquitectura diversas épocas e intervenciones. Partiendo de la intersección de Bolívar(antigua calle de la Compañía) y Alsina, hacia el sur pueden verse en primer término la fachada principal de la Iglesia de San Ignacio y a continuación de ésta la del Colegio Nacional de Buenos Aires.
La iglesia de San Ignacio es el edificio más antiguo de la ciudad de Buenos Aires. En ella se vivieron hechos históricos, como la defensa durante las invasiones inglesas y la creación de la Universidad. En el año 1955 sufrió los daños derivados de su incendio intencional, perdiéndose gran parte de su patrimonio. En el año 2007 se encaró su restauración integral frente a la gravedad del deterioro estructural observable y actualmente se están realizando obras para revalorizar parte de su interior que había sido muy modificado.
Del primitivo Colegio de San Ignacio, trasladado desde la Plaza de Mayo en el año 1661 y adosado a la iglesia por el sur, sólo se conserva un claustro que había sido incorporado a las instalaciones de la iglesia como cuartos en los que funcionaban oficinas y actualmente se ha restaurado a su aspecto origina.En 1772, el virrey J. J. de Vértiz reabre el antiguo colegio de los jesuitas con la denominación “Colegio de San Carlos”. En 1817, por iniciativa de Juan Martín de Pueyrredón vuelve a reabrirse luego de un largo período de inactividad asociado a las invasiones inglesas (allí se crea e instala el regimiento de Patricios) y los sucesos de Mayo de 1810, y se lo denomina “Colegio de la Unión del Sud”. En 1823 Bernardino Rivadavia lo rebautiza “Colegio de Ciencias Morales”, bajo la jurisdicción de la Universidad de Buenos Aires, recientemente creada (1821). En 1827 Juan José Viamonte lo fusiona con el “Colegio de Estudios Eclesiásticos” y en 1830 es clausurado hasta 1834, año en que Juan Manuel de Rosas lo entrega a la Compañía de Jesús, retomando el antiguo nombre de “Colegio de San Ignacio”. Por desavenencias con Rosas los jesuitas deben abandonarlo nuevamente en 1841 y, en 1848, se convierte en el “Colegio Republicano Federal”. Luego del derrocamiento de Rosas funciona durante un tiempo como cuartel y luego, por iniciativa de Pastor Obligado es reabierto en 1854 con el nombre de “Colegio Eclesiástico”. En 1863 Bartolomé Mitre refunda la institución con el nombre de “Colegio Nacional de Buenos Aires”. Este es el período del colegio en el cual trascurre Juvenilia, la novela de Miguel Cané, quien fuera alumno pupilo de la institución. La creación de otros colegios nacionales hace que, informalmente, se lo conozca también como “Colegio Nacional Central”. El antiguo edificio jesuítico, que había sufrido numerosas modificaciones y ampliaciones a lo largo del tiempo, fue demolido a principios del siglo XX para la construcción del actual, obra del Arq. N. Maillard. También se adquirieron y demolieron con ese fin las propiedades que, durante el siglo XIX, habían pasado a manos privadas, en una de las cuales, sobre la calle Moreno, funcionaron la redacción y los primeros talleres del diario La Prensa, adquiridos por José C. Paz a Estanislao del Campo, que tenía allí su “Imprenta Buenos Aires”.
Al doblar por Moreno hacia la derecha, siguiendo el paredón de la fachada sur del Colegio, pasada la mitad de cuadra, se llega a un conjunto de edificios cuya estructura original fue mandada construir por el Virrey Juan J. de Vértiz en el espacio que ocupaban la huerta y hornos de ladrillos de los jesuitas. Son las llamadas casas “redituantes”, que se alquilarían para resolver en parte el problema de la escasez de vivienda para los funcionarios de la burocracia virreinal y servir, además, de fuente de financiación a las obras de la Universidad y a su mantenimiento. Esta parte del proyecto, muy caro a la voluntad del virrey, no llegó a cumplirse ya que la creación de la Universidad no fue autorizada. Las casas, que se extendían también sobre la calle Perú, son obra del Ingeniero Custodio de Sá y Faría y se edificaron en la década de 1780, pero su fachada actual y sus interiores han sido profundamente modificados al ir cambiando sus usos, ya que sirvieron, además de para vivienda, desde cárcel para los presos de la revolución de Oruro, hasta aulas de la Facultad de Arquitectura, pasando por dependencias y salón de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires (1822-1883), el Congreso de los Pueblos (1824-1826), el Congreso Nacional (1862-1864) y el Consejo Deliberante de la Ciudad, al producirse su nacionalización, desde 1883 a 1930. A partir de ese año y hasta 1970 la antigua sala semicircular es utilizada como Aula Magna de la Facultad de Arquitectura de la UBA y en 1970 durante el proceso de demolición y remodelación es demolido todo el interior y, en base al pequeño grabado del Diario de Sesiones de 1826, se reconstruye la Sala de Representantes de 1821.En estas casas funcionó desde 1812 hasta 1901 la Biblioteca creada en 1810 por Mariano Moreno y también, entre otras instituciones, el Banco Nacional creado por B. Rivadavia , el Archivo General, la Junta de Historia y Numismática y el Museo Público, que luego sería trasladado al edificio de la Procuraduría.
Acuarela de J. Bosch que muestra el aspecto de la Sala de la Legislatura según la reconstrucción realizada a fines del siglo XX.
En el tramo sobre la calle Perú, se desarrollan las fachadas restauradas del edificio que ocupó la Facultad de Arquitectura. A ellas sigue el predio que ocupó la Facultad de Ingeniería de la UBA (edificio demolido) y utilizado como playa de estacionamiento hasta hace poco, existiendo actualmente un proyecto de recuperación como espacio de actividades culturales al aire libre. En las casas virreinales y en los edificios que las reemplazaron funcionaron antes numerosas instituciones, como el Banco de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1826) luego Banco de la Provincia de Buenos Aires, el Instituto Topográfico de la Provincia de Buenos Aires, la Administración de la Vacuna y la Dirección Nacional de Escuelas. Sobre el extremo de Perú que actualmente hace esquina con la Diagonal J. A. Roca (cuya apertura amputara en 1937 la esquina noroeste de la Manzana) se extendía la Procuraduría de las Misiones, pero la fachada actual corresponde al proyectode Carlos E. Pellegrini realizado a mediados del siglo XIX y aún puede leerse, sobre la entrada de Perú 222, la palabra “UNIVERSIDAD”. Luego de la expulsión de la Compañía de Jesús. Antes de ser ocupada por la Universidad este sector de la Manzana tuvo diferentes destinos. Se instaló allí la Imprenta de Expósitos, las aulas fueron utilizadas por el Tribunal del Protomedicato y por las academias de Dibujo y de Medicina y luego de su fundación en 1821, por la Universidad de la Provincia de Buenos Aires, nacionalizada en 1883 al federalizarse la ciudad. Durante un siglo y hasta su traslado (¿expulsión?) en la década del ‘70 a la Ciudad Universitaria, la UBA llegó a ocupar todo el sector de la Manzana que da a la calle Perú, con las facultades de Ciencias Exactas, Ingeniería y Arquitectura. Las construcciones que, a lo largo del tiempo, habían ido ocupado lentamente todos los espacios libres de la Procuraduría con aulas y laboratorios de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales fueron completamente demolidos al iniciarse el proyecto de recuperación de las obras jesuíticas en la década de 1970, conservándose solamente una zapata de cimiento que, grotescamente, interrumpe la traza de uno de los túneles que surcan el subsuelo de la Manzana.
La fachada del edificio con los ingresos a la Universidad y al Museo que fuera construida en 1861 (gentileza archivo CEDODAL).
Sobre la calle Alsina, tramo final del recorrido, se desarrollaba la fachada norte de la Procuraduría y, a continuación, la pared norte de la iglesia, sólo interrumpida por la puerta lateral. En el siglo XVIII los jesuitas contaban con la única botica o farmacia de la ciudad y con un pequeño jardín de plantas medicinales que ocupaba parte del patio del edificio de la Procuraduría. La botica tenía acceso público por una puerta (hoy inexistente) sobre la calle Alsina.
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2021 /
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