Cuando Víctor Fernández siendo un jovencito comenzó su idilio con el arte, quizás haya tenido presente la conocida anécdota de su siempre admirado Benito Quinquela Martín en relación a esa “búsqueda” de la personalidad que le aconsejara en sus inicios el “pequeño Leonardo” boquense, el malogrado artista Santiago Stagnaro. Pues bien, al igual que el incomparable maestro de la espátula que dejara grabada para siempre su huella en la configuración de la fisonomía de La Boca, Fernández “encontró”, ya hace tiempo, como consecuencia de un proceso de natural maduración la tan ansiada personalidad, imprescindible para los que aspiran a ser considerados verdaderos artistas. Cualidad nada común de poseer y menos aún de impermeabilizar ante tanto factor externo de fácil acceso, dispuesto a anularla o desviarla del propio camino.
Este gran boquense por adopción, notable e incansable alquimista que parece haber encontrado la piedra filosofal que convierte en oro todo lo que emprende en favor de la cultura del barrio, también utiliza esta materia alquimista para la realización de su ya abundante y variada producción pictórica, siendo su aldea con sus casas de madera y zinc su gran inspiradora. Esta noble personalidad, que se han ganado los boquenses entiende, como bien expresara Picasso, que la inspiración es hija del trabajo, y en consecuencia a él se entrega con fervor, sacrificio y disciplina. Fernández otea las típicas calles del barrio, la atractiva policromía de los conventillos, su ribera, sus íconos culturales: Caminito, el complejo Quinqueliano, la Bombonera, el Puente Transbordador, y hasta simples detalles que pasan desapercibidos al ojo del común espectador, en busca de nutrirse de la esencia de las cosas, que su naturaleza anímica transformará luego en hecho estético.
En su pintura, los personajes y cosas tienen en su tratamiento similar calidez. Su rica paleta es preferentemente de tonos suaves, apastelados. El dibujo es fino, seguro y factor no menos importante que el cromatismo en la elaboración de su mágico mundo.
Su atracción por los temas históricos (la Roma de los césares); bíblicos (La torre de Babel); y mitológicos con su extensa serie del Portegnomo (mezcla de porteño, gnomo y cíclope), podrían presuponer que lo apartan sentimental y representativamente de su querido arrabal, cuando, sin embargo, éste se entrelaza con aquellos e incorpora estas particulares visiones surgidas de una mezcla equilibrada de conocimiento y creatividad al escenario donde ha vivido, y gozado, gran parte de su existencia. Amante del tango en general, y de su más genuino ícono Carlos Gardel en particular, ha convertido al “Zorzal criollo”, a través de su ya clásico Portegnomo, en protagonista de más de una de sus obras logrando no caer en lo puramente anecdótico.
Fernández ha abordado su obra con indudable pasión, elaborada realización, producto del dominio del oficio y técnica, que sabiamente utiliza con mesura, y como ya expresamos una bien definida personalidad, siendo que su febril imaginación lo impulsa a explorar continuamente motivos que se ajustan a su forma espiritual de ver y sentir el universo que lo rodea, y sabe que el motivo a plasmar en la tela no es el fin, sino el medio que le permite relucir su auténtica alma de artista, que habita en el interior de su espíritu.
Así como cree que en los misterios del cosmos “la verdad está ahí afuera”, sabe también que en el arte la verdad está ahí dentro…, en el alma.
Síntesis biográfica:
Artista plástico y gestor cultural nacido en Necochea, Provincia de Buenos Aires, en 1963.
Maestro Nacional de Dibujo (E.N. Bellas Artes “Manuel Belgrano”).
Profesor Nacional de Pintura (E. N. Bellas Artes “P. Pueyrredón”)
Licenciado en Arte (IUNA)
Poseen sus obras Museos e instituciones públicas, privadas y colecciones particulares del país y del exterior.
Acerca de su obra se han publicado artículos en diarios, revistas, y publicaciones especializadas.
Ha publicado numerosos artículos y notas en medios nacionales y extranjeros, y ha dictado cursos y conferencias en nuestro país y en instituciones culturales del exterior, entre las que se destacan: C. Cultural “Elbtreppe” (Hamburgo), Galería “Miniaci” (Milán), La Maison D’Amerique Latine (París), L’Institut de Hautes Etudes d’Amèrique Latine (París), Centre Culturel Bellegarde (Toulouse).
Entre 1997 y 2003 fue Director del Profesorado de Artes Visuales de Lomas de Zamora.
A partir de 2005, y hasta febrero de 2014 fue Curador del Museo de Bellas Artes de La Boca “Benito Quinquela Martín”.
Desde marzo de 2014 es Director del Museo “Benito Quinquela Martín”.
Información adicional
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2020 /
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