Abrió como fonda en 1873. Primero fue una posta de carretas, donde paraban a descansar los gauchos y los animales, después fue bodegón y ahora restaurant. Tiene historia. Arriba había pensión, y desde uno de sus balcones, Hipólito Yrigoyen pronunció su discurso antes de ser presidente. Lo mismo Alfredo Palacios, o Raúl Alfonsín, que era habitué. Venían artistas, como Quinquela Martín y Julio César Vergottini, o los jugadores de Racing e Independiente de todas las épocas. Mi papá vino de España y compró en el año ‘58. Había 12 dueños españoles y uno quería vender. A los 2 años los otros 11 socios querían vender. Mi viejo conocía mucha gente, así que todos juntaron sus pesitos y armaron una sociedad. En el ‘60 se sumaron mis tíos, y hoy somos los primos.
Acá la historia la hicieron los viejos y uno tiene que hacer el sacrificio de mantenerla. El parrillero estuvo aquí desde los 10 años y siguió trabajando después de jubilado. Los comensales venían y le gritaban: “¿Qué hacés Raúl, mandame lo que ya sabés”. ¡Eso era impagable! En el ‘74, cuando mi mamá falleció, papá nos traía a lavar copas y mejillones, ¡veníamos con una alegría! Recuerdo cruzar el puente de Avellaneda, cuando tenía esas tablas viejas, que daba miedo cruzarlo. Estar acá era ver a los obreros, a los colectiveros de la 24, la 12, la 100… Te invitaban de mesa en mesa. La gente vivía su momento, y cuando hablaba del pasado era hermoso escucharla. A mí siempre me gustó escuchar a la gente grande. Los ciudadanos perdimos eso antiguo tan lindo de charlar con el vecino. Antes el cliente era más juguetón con el mozo. Los más antiguos vienen y me dicen: “¡Te extraño, che!” La gente necesita un mimo. Barracas es muy especial, el que nació acá no se quiere ir. Te puedo dar infinidad de ejemplos de vecinos que no se irían por nada y hablan con orgullo de su barrio. Yo le tengo amor a este “rectángulo inmenso”, al esfuerzo de mi viejo. Es más amor que locura de hacer un billete. A mí me gusta cuando alguien me dice “Yo conocí a tu viejo”, y me encantaría que el día de
mañana le digan a mi hija: “Yo hablaba con tu papá”. La historia no es escapar. Si la cosa va mal y me tengo que ir lo haría, pero si me da para vivir, me quedo
“El puentecito”
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Rumbo Sur.
El puentecito
Datos: Barracas / 22/03/2017 / Barracas, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, restoran, puentecito