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“…yo te corto igual, cuando podés me pagás, me da lo mismo”

Saavedra

Retrato de Jorge Ariel

“Yo soy yo, pero somos dos: el peluquero y el cantor. Hay dos vocaciones en un cuerpo. Me dediqué toda mi vida al canto, y a los 15 años empecé con la peluquería.” Jorge Ariel, descendiente de calabreses, cantó durante 18 años en las cantinas de La Boca. “Me tenía que asegurar la comida con mi oficio, la peluquería. Vine a este hermoso barrio a los 25 años. Me acuerdo de la confitería Cristal, en García del Río y Cabildo, en donde todavía había reservados para las parejas, de El Cajón, que estaba en Cabildo y Pico, un restaurante finoli… estaban todos los restaurantes llenos, era una historia distinta de lo que es ahora. No había tantos edificios, la gente era más humilde, más accesible, y Saavedra era un barrio bien tanguero. Cuando puse la peluquería pensaba: ‘Acá duro 6 meses, si no entra nadie’. Hasta que me fui haciendo mi clientela, que hasta el día de hoy es como mi familia. Antiguamente, los
chicos que paraban en Cabildo se hacían la cresta con voligoma o jabón federal. Les teñía el pelo con aerosol y se lo secaba con el secador de mano, pero había pelos imposibles de aplastar, y tenía tantos clientes que un día me cansé y compré un secador de pie. Vos imaginate a los tipos debajo de un secador de pie 50 años atrás. Tenías que poner cortinas porque les daba vergüenza”, se ríe. “Un día viene un chapista de coches y me pregunta: ‘¿me ponés esté abrillantador en el pelo?’, era aluminio molido. De noche, cuando iban a la milonga se ponían un poquito y les daba brillo, y yo ahí vi el negocio. Fue un éxito. Los clientes se iban enterando de que yo cantaba, y en esa época estaba más en auge el tango cantado que el bailado. Estuve en El Tábano como figura estelar y en la Biblioteca Popular Cornelio Saavedra con la Orquesta Villa Urquiza. Acá en la peluquería siempre ensayé mis tangos. Los clientes fueron cambiando. Muchos se me fueron, pero tengo generaciones de abuelos, padres e hijos. Acá vienen clientes que a veces no tienen plata, pero yo te corto igual, cuando podés me pagás, me da lo mismo. Soy un eterno agradecido de mi trabajo y de mi vida, porque me ocupé de mis pasiones. No quiero morirme sin que se concrete cada 15 días un show de tango en el barrio. Hoy vivo en Washington y Manzanares y no puedo caminar porque me saluda todo el mundo. Esas cosas a uno lo agrandan, pero humildemente. Saavedra es extraordinario, no hay con qué darle.

Jorge Ariel, peluquería “Tango”
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur.

Jorge Ariel, peluquería “Tango”

Datos: Saavedra / 22/03/2018 / Saavedra, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, vecino, peluqueria, Tango


Este testimonio es parte del libro
Saavedra, épica de barrio
Asociación Civil Rumbo Sur

Fotografía: Magdalena Siedlecki

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