“Mi padre llegó en el año 21 desde Polonia escapando de la Primera Guerra Mundial y se instaló en Villa Crespo, en el conventillo La Paloma. Llegó con las oleadas inmigratorias europeas. Caía uno, después el otro y se empezaban a ayudar mutuamente. Así fueron armando los ‘farein’, que eran una especie de centro comunitario donde se ayudaba a la gente que venía de los mismos pueblitos. En el 40 mi padre abre la famosa perfumería Noemí. Recuerdo dos estrategias claves: la primera era que abríamos bien temprano para captar a las madres que llevaban los chicos a la escuela Quintana, que estaba en frente. La segunda era que no cerrábamos al mediodía porque era una zona de muchas fábricas, entre ellas, la Comander de cigarrillos y la Evelina de medias, y a esa hora las fabriqueras salían a almorzar y a comprar sus cositas en la perfumería. Más adelante mi familia compra el café Plus Ultra, muy legendario en el barrio, y se instala allí una sucursal de la perfumería que pasó a llamarse Plus Noemí, en homenaje al mítico bar, y que aún continua funcionando sobre la calle Corrientes. Recuerdo los 25 de mayo donde se hacía un festival al que concurría todo el barrio y venían lo que se llamaban las fuerzas vivas: el comisario, los bomberos, el gerente del banco y mi padre, como presidente de la Asociación de Amigos de la Avenida Corrientes. Recuerdo que mi papá también creó un entidad llamada Crédito de Villa Crespo, que era una sociedad de ayuda barrial para que la gente pudiera comprar en el barrio y no tuviera que irse a otros lugares. Él decía que el subte era muy importante, pero que también se llevaba la gente al centro para hacer las compras. Ya por aquel entonces el barrio de Once era una competencia comercial, a solo 40 cuadras de lo que era el centro de negocios de Canning y Corrientes. Villa Crespo se fue abriendo con el tiempo, y con el crecimiento y el desarrollo del barrio muchos judíos progresaron económicamente y se fueron a vivir a otros lugares. Pero cuando les hablás de Villa Crespo notás que la cara se les convierte, aunque estén viviendo en el mejor country de Zona Norte. Las raíces y el corazón lo siguen teniendo acá. Sus infancias, los templos, los olores del barrio. Cuando vienen las fiestas y se huele por la calle la comida judía, te volvés loco. Ese tipo de cosas no se pierden, siguen vivas por los siglos de los siglos”.
Daniel, vecino del barrio
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur.
Datos: Villa Crespo / 22/03/2018 / Villa Crespo, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, vecino, perfumería Noemí, Asociación de Amigos de la Avenida Corrientes, Crédito de Villa Crespo