Skip to content

“Sin grandes lujos, con muchos límites, pero con muchísimo afecto”

Saavedra

Retrato de Eduardo

Fue arquero de Platense desde el 68 al 79, y con esa misma pasión se dedicó a la educación física toda la vida. “De chiquito iba a la cancha de Platense, en Pedraza y Crámer, y veía salir del túnel a todos mis ídolos. A los 5 años ya me escapaba a jugar a la Philips, y un día mi viejo se cansó y me llevó a probar. A los 16 empecé a entrenar y a los 18 debuté en primera. El año en que salimos campeones, Enrique Topini me entrenaba a mí solo por las noches. En nuestro grupo yo era el más chico; estaban Morelli, Orlando, Pavón, el Mono Petti… Lo del 76 fue una sensación indescriptible: salir campeón jugando en el club de tus ídolos no tiene parangón. Fue una época hermosa. Nosotros éramos, sobre todo, hinchas.” Eduardo recuerda con nostalgia las calles de barro, la zanja en Ramallo en la que se juntaba a jugar. “Nos embarrábamos todos y después nos quedábamos 2 horas esperando a secarnos para entrar por la puerta de atrás, porque nuestras viejas ¡nos mataban! Para ir al Parque Saavedra tenía que escaparme y cruzar Ruiz Huidobro, que en aquel tiempo no estaba asfaltada y todavía pasaban los carros. También íbamos al Parque Sarmiento a pescar ranas. Los domingos a la mañana juntaba cuatro palos de escoba, los pintaba de blanco y nos íbamos a jugar al Parque General Paz, a lo de Lombardero, después de la misa. Pasé una infancia espectacular. Mi papá era zapatero y los chicos venían a arreglarse los botines a mi casa, en La Loma, a una cuadra del Barrio Mitre. La Philips era nuestro hogar. Creo que todos los
que nacimos por ahí la pasamos muy bien de chicos, sin grandes lujos, con muchos límites, pero con muchísimo afecto. No había discriminación, era una cosa de ida y vuelta. Yo iba a las casitas y ellos venían a mi casa. Nunca sentí miedo, nos criamos felices. Hoy voy a la casa donde crecí, en Tronador y Deheza, y me tiemblan las piernas. Me endeudé hasta el cuello para tener esa casa. Mis abuelos la hicieron en el 33 cuando no había nada. En esa cuadra nos conocemos todos. Ahora me toca otra etapa de jubilado, ya no puedo entrenar como querría, pero ¿qué más se puede pedir? Nací en Saavedra, salí campeón con mi club en Saavedra. Estoy tranquilo. Todavía sigo dejando la puerta abierta. Estoy bien, estoy bien con la gente, y me quedo.”

Eduardo
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur.

Eduardo, vecino de Saavedra

Datos: Saavedra / 22/03/2018 / Saavedra, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, vecino


Este testimonio es parte del libro
Saavedra, épica de barrio
Asociación Civil Rumbo Sur

Fotografía: Magdalena Siedlecki

Back To Top