Mi padre llega del Giovinazzo, Bari. En el ‘29 llegan mi mamá y mi hermana mayor. Diez años después falleció mi padre y quedamos seis hermanos con mi madre. Vivíamos en un conventillo. Todos salíamos a trabajar. Yo hacía el reparto de una verdulería a las 5 de la mañana. A esa hora abrían los negocios. Estudié de noche. Terminé 6to. grado en la escuela 14. Los maestros nos ayudaban mucho. Nos enseñaron urbanidad y educación. Uno se enamoraba de la maestra, la idealizaba. Los libros me los daba la escuela. Me acuerdo de Amalia, la que dirigía el salón, que bondadosa. Nos daban pan para llevar a casa. ¡Que limpieza!, era época de conservadores. Cuando era pibe perdimos todo por la gran inundación, recuerdo a los Bomberos Voluntarios repartiendo frazadas. En Ministro Brin y Lamadrid había un comedor de la municipalidad, un lujo. Ahí conocí el dulce de leche, el pastel de papa, las aceitunas. Mi vieja me mandaba a comprar pan de ayer. Y en el verano la Colonia de Vacaciones Edmundo D‘Amicis, en Costanera Sur. Salíamos de Benito Pérez Galdós y Brown en las “bañaderas”. Sombrerito, guardapolvo, nos cuidaban mucho. Ir a la cancha de Boca era una fiesta. Recuerdo cuando le ganamos a la máquina de River 4 a 1. Ese día se hizo la representación del casamiento de Don Pedrín, un personaje radial bien tano, con faja, bigote y pipa. A los 12 años me hice socio y yo mismo me pagaba la cuota. Mi madre trabajaba en el frigorífico Anglo, ahí se hacían tres turnos. Cruzábamos a Isla Maciel en la canasta. Desde el puente se veía todo multicolor por las quintas. Te llenaban la bolsa por unas monedas. Ibamos a buscar las cañas para la zambomba, y si no pedías permiso te tiraban con tiros de sal. Ya con quince años, mi hermano mayor me llevaba al Café Passalacqua. El tomaba vermouth y yo una coca. Junto a gente grande siempre aprendés buenas cosas. Los café eran enseñanza
de vida. Recuerdo que en Brown y Brandsen la gente se juntaba a escuchar los discursos de Palacios. Una vez uno le gritó algo y la policía lo detuvo. El tipo dijo ¡No! que lo dejen libre, se puede pensar lo que uno quiera. Otra época. Cuando yo era chico éramos 80.000 habitantes, ahora apenas 45.000. ¡Que empuje que tenía La Boca!… después la droga y los gobiernos arruinaron todo.
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur.
Lito, vecino de La Boca
Datos: La Boca / 22/03/2014 / LaBoca, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, historia oral, vecino