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“Empecé a los 12 años a trabajar, no había dinero en casa y tenía que colaborar”

Villa Crespo

Retrato de Antonietta, dentro de su casa

“Vine de Italia en el 51 a los 7 años. Llegamos desde Potenza directo a Acevedo y Castillo, en Villa Crespo. Mi padre ya estaba en Argentina porque una hermana lo llamó después de la guerra. Era encargado de edificio, pero como los números no cerraban, por las tardes, a la hora de su siesta, hacia changas cargando cuero para una de las fábricas del barrio. El barrio me encantó. Yo era una nena que quería aprender castellano que venía de un pueblo que no tenía luz eléctrica. No teníamos nada, esto era la gloria. Me la pasaba en la panadería, en la lechería, jugando entre los adoquines. Mi adolescencia fue hermosísima. Trabajando, eso sí. Laburé toda mi vida con la colectividad judía. Hacía costura, iba de un taller a otro. Todos eran judíos en esa época, tanto es
así que tuve que aprender a hablar en yidis. Empecé a los 12 años a trabajar, no había dinero en casa y tenía que colaborar. Así hice mi carrera: aprendiz, media oficiala y oficiala completa. Todo en la Overlock, la famosa máquina de cortar y coser. Todo ropa interior y lencería. Apenas cobraba el sobre, se lo daba a mi papá y él me daba una parte y me decía qué tenía que hacer, dónde comprar ropa y cómo ahorrar, nada de gastar plata en salir. Lo único que hacía era ir al cine, al que le decíamos ‘piojera’, porque te daban tres películas por dos mangos y algún que otro piojo podías encontrar. Conocí a mi marido acá en el barrio. Nos
veíamos por la calle. Se me declaró en Villa Malcom y me casé a los 20 años. Él vivía con la familia en una pieza 4×4 en un corralón, junto a los caballos que usaban el basurero y los vendedores. Mi esposo era un laburante genovés. Todos los italianos que venían eran gente muy pobre, pero que trabajaba duro. Muchos en el tranvía, otros en las fábricas y otros con los judíos que estaban re instalados en el barrio. Los vecinos eran parte de la familia, teníamos una relación muy humana de siempre preocuparte por el otro. Me acuerdo de que andaba sacándole fotos a todos, y hoy sigo con ese hobby y en el barrio todos me conocen como la abuela fotógrafa de Villa Crespo. Además, como soy católica, judía, y budista, también ando por el barrio bendiciendo los lugares y tirándoles buenas energías para que Villa Crespo siga creciendo cada vez más”.

Antonietta, vecina de Villa Crespo
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur.

Datos: Villa Crespo / 22/03/2018 / Villa Crespo, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, vecina, inmigrante


Este testimonio es parte del libro
Villa Crespo, seguirá siendo barrio
Asociación Civil Rumbo Sur

Fotografía: Nicolás Purdía

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