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“Cuando mi padre vió que el agua llegaba hasta las piezas, nos llevó a todos al templo”

Barracas

Retrato de Simon

Mi papá era vendedor ambulante. En esa época se trabajaba mucho, y Patricios era como el Once. Los grandes mayoristas estaban acá. Había horas en las que era imposible caminar, con esas veredas subidas, de un metro, por las inundaciones. Cuando mi papá llegó a Barracas el templo ya estaba, se hizo en 1920, y es réplica de un templo de Damasco, ya que casi todos vinieron de allá. Era de las comunidades judías más importantes de la ciudad. En la inundación del ’40 yo tendría 5 años. Cuando mi padre vió que el agua llegaba hasta las piezas, nos llevó a todos al templo. Ahí nos quedamos 20 familias hasta que el agua bajó. Era un templo muy grande. En la misma cuadra había un negocio de ropa de hombre, más allá la tienda San Antonio, el bazar de Dani, una joyería y en la esquina de Olavarría estaba Alpargatas. Enfrente había un bazar y, cuando terminaba de trabajar, cruzaba y me quedaba ahí un rato charlando. En mi infancia recuerdo que había muchos potreros y casas viejas, más atrás estaban las vías. Ahí nos juntábamos los pibes. También íbamos al Parque Lezama. Había una pista de patinaje de una cuadra, de quince metros de ancho, donde todos aprendimos. Y en Paseo Colón, desde arriba de la montaña, nos deslizábamos con la banda de pibes… ¡Qué lindo era eso! Era en un barrio muy mezclado. Mis padres comían todo típico árabe, pero también se reunían con 4 o 5 vecinos a tomar mate y a charlar. La gente antes era más solidaria, pasaba algo y estaban todos en la casa del otro. Yo trabajé en la tienda los Muchachos, en Patricios y Suárez. En el ‘57 terminé el servicio militar y me fui de Barracas. Hace más de diez años, cuando volví al barrio, hablé con el rabino y me dijo que podía tomar este trabajo. Es en un colegio que se hizo solo para gente de la colectividad judía. Antes no era un barrio tan practicante, ahora hay más sinagogas. Son los hijos de aquellos que nacieron acá. Hoy, la gente conocida, se fue toda. Acá hay gente que ni se acuerda de mí. De todos con los que yo jugaba de chico, no queda nadie. Está todo lleno de edificios. Se fueron a Once, a Flores, a Lomas de Zamora. Pero yo añoraba estar acá. En Barracas pasé mi infancia. Es un lugar muy querido.

Simon
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de la Asociación Civil Rumbo Sur.

 

Datos: Barracas / 22/03/2017 / Barracas, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, mezquita, judios


Este testimonio es parte del libro
Barracas, raíces al sur
Asociación Civil Rumbo Sur

Fotografía: Pablo José Rey

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