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“Recuerdo caminar y sentir el olor a los azahares”

Saavedra

Retrato de Gisela

Su bisabuelo, un tornero mecánico italiano, llegó al barrio en 1925. Gisela creció con sus abuelos y su madre, en una las primeras casas de la cuadra, en la calle Tronador. “En esa casa pasé la mayor parte de mi infancia y de mi vida. Yo me subía al tanque en la terraza y veía pasar el tren de carga. Estaba despejado, no había edificios como ahora. Me acuerdo que en Balbín antes estaba Plaza Este y Plaza Oeste, del otro lado de la vía. Había un terreno baldío y en frente estaba lleno de naranjos, recuerdo caminar y sentir el olor a los azahares. Estaba el famoso Tren Mixto, que era un bar y restaurante típico, también Bramanti, otro clásico, y la mercería La Victoria. Hice el colegio en la República de Turquía, que antiguamente funcionaba en donde hoy está el Discepolín. Mi tío me enseñó a andar en bicicleta en las lomitas de General Paz, donde estaba la Philips. La vereda de la casa de mis abuelos era
puro juego, en los carnavales jugábamos con baldes de agua. Hacíamos asaltos con mis vecinas del barrio… Tuve vocación por la docencia desde muy chica. En diciembre estaban todos mis compañeritos preparándose en mi casa. Todavía nos seguimos viendo. Fui maestra en el Instituto Divina Providencia, y hace un año en la Centenera, pero como madre voy desde 2005, por mis 3 hijos. Mi vivencia del barrio a través del tiempo es que se trata de una comunidad muy unida. Todavía hay zonas en donde la gente tiene esa confianza: te conoce el de la panadería, el de la verdulería… Hay algo muy fraterno, pero el barrio está cambiando. Se está construyendo mucho, llega gente nueva. Fue muy difícil el tema del túnel. Más allá de que agilice el tránsito, se han ido muchos negocios tradicionales. Balbín tenía un boulevard y había conexión entre los negocios, la gente iba de un lugar a otro. El túnel hizo una gran separación y los viejos habitantes de Saavedra tienen miedo de todo esto, por eso hubo bastante resistencia y no fue muy aceptado. Yo siento a mi barrio como la familia. Mi lugar en el mundo es el parque con el mate y el sol, mientras mis hijos
juegan libremente, sin miedo a que les pase nada. Me encanta seguir trabajando en el barrio, ayudar a los niños de mi barrio, caminar 6 cuadras para ir al colegio, saludarme con madres, alumnos, y ex alumnos… Acá me siento segura. Tengo la sensación de estar en mi hogar.”

Gisela
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur.

Gisela, vecina de Saavedra

Datos: Saavedra / 22/03/2018 / Saavedra, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, vecino, vecina


Este testimonio es parte del libro
Saavedra, épica de barrio
Asociación Civil Rumbo Sur

Fotografía: Magdalena Siedlecki

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