Mi familia, de origen italiano, ya tenía raíces firmes en el barrio. Mi abuelo materno trabajó en la Italo Argentina, donde hoy está la Usina del Arte. Mi abuelo paterno era capataz de Alpargatas y mi padre era comerciante. Durante los años ‘50 y ‘60 tuvo un negocio de artículos del hogar sobre Montes de Oca. Vendía discos de pasta y tenía dos cabinas para escucharlos. ¡Para mis compañeros de escuela una novedad! Toda mi vida transcurría entre Hornos y Rocha hasta Suárez y Arcamendia. Hice el secundario en el Normal 5 y me recibí en 1964 de Maestra Normal Nacional. La gran mayoría éramos de Barracas o de zona sur. Son las mismas amistades que cultivo hoy. Desde hace 52 años nos seguimos reuniendo una vez al año y pasamos juntas el día de la egresada, hacemos un acto, izamos la bandera y almorzamos. ¡Llegué a reunir a 50 compañeras! En mi infancia, Barracas era mucho más barrio. Por la calle Hornos había lechería y almacén, pasaba el sodero. Con los hijos de los comerciantes vecinos jugábamos en la vereda, en los sótanos del negocio de mi padre, en el Bazar Perotti. Al ser hija única, siempre que podía cargaba 3 o 4 amiguitas en el estanciero de mi papá y las noches de verano nos íbamos a la Costanera Sur con sándwiches y gaseosa. Las familias del barrio se relacionaban mucho más que hoy. En el ‘70 me casé y me fui a Parque Patricios. Al dejar Barracas dejaba todo: mi familia, mis amigos. Seguí volviendo al barrio a visitarlos, a tomar un café en los bares, a la peluquería o simplemente a caminar y ver las vidrieras de Montes de Oca. Yo tenía que volver a Barracas. Siempre fue mi ilusión volver al barrio. Me lo repetía mucho: “Yo quiero poder tirarle los jazmines a Santa Lucía desde mi balcón…”. Un domingo a la tarde vimos este departamento y nos quedamos. Hoy vivo en un edificio y la dinámica es diferente. Acá no puedo reunir un asado para 35 personas como antes, pero 20 entramos, Alicia sigue entre risas. Mi marido me dice: “¡Con vos no se puede salir!”, porque con cada uno que me encuentro me quedo 20 minutos charlando. A mí eso me encanta. Apenas regresé a Barracas, volví a ser voluntaria de Casa Cuna, como cuando estaba en la secundaria. Barracas es el lugar donde tengo que estar.
Alicia De Luca, voluntaria de Casa Cuna
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur.
Datos: Ciudad de Buenos Aires / 22/03/2017 / Barracas, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, Casa Cuna, voluntaria