Mi mamá era de Parque Patricios. Mi papá, frutero del mercado Pepín. Cuando se conocieron se mudaron a la misma casa en la que estoy hoy: San Antonio, esquina Vieytes. Vengo de una familia de napolitanos comerciantes. Los sábados mi papá cerraba el negocio y nos íbamos a lo de la abuela con mis primos, también de Barracas. Hacíamos todo juntos. Éramos muy familieros. En la escuela estaban el hijo del obrero, el del dentista, el del mozo del restorán y el de su dueño. Era un tiempo en el que la gente salía a la calle y se sentaba a charlar con sus vecinos. Los grupos de chicos nos juntábamos en la puerta de las casas. Los que podían pagar la pileta iban al Sportivo. En el Club Terremoto se hacían bailes y asaltos. No había TV, había tres cines. No te movías del barrio. Me acuerdo que para ir a Montes de Oca mi papá se ponía traje. Barracas era un barrio con mucha movida fabril. El mercado Pepín era enorme, tenía tres entradas en total. Mi papá tenía cola en la frutería. ¡Imaginate! Tenía negocios de telas, bazares, carnicería… La gente compraba en el barrio. Yo hoy eso lo mantengo, casi como una conducta. Los mercados del barrio tenían una dinámica en la que las vecinas se cruzaban y se charlaban todo. Hay vecinos de hoy que los conozco de siempre, pero el barrio cambió mucho. Cambiaron la vida, los tiempos, la predisposición a encontrarse y mantener un compromiso con la comunidad. En el ‘98 hice en mi escuela un evento homenajeando a la gente del barrio, que nos acompañó cuando mi hijo mayor se enfermó. Y en ese acto nació una energía… Se encontró gente que hacía 30 años que no se veía. Cuando se iban decían “¿Y? ¿Cuándo nos volvemos a ver?”. Propuse el salón Santa Lucía. Surgió la idea de juntarnos a comer. Así nació Ñoquis Solidarios. En el 2000 éramos 200 personas. Empezamos a hacer voluntariado a través de lo que sabía hacer cada uno. Yo no me iría jamás de Barracas. Amo mi casa. Todo lo que hago es para el barrio.
Chiche Maidana
Datos: Barracas / 01/01/2017 / Mercado