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“Nuestro lugar de joda eran los baldíos, saltar las tapias, las plazas, el Lezama”

La Boca

Gustavo dentro de su local en Olavarria 695

Gustavo nos cuenta: “Mi abuelo llegó hace 100 años de Molfetta (Bari), escapando de la guerra, de polizón y con sólo 14 años. Con un carro vendía verdura y pescado. Luego fue cocinero de a bordo en los barcos que hacían el Litoral. Mi viejo algo parecido. Desde los 8 años hacía reparto para esta lechería. Empezaba a las 4, terminaba a las 8 y ahí entraba al William Morris. Tenía 11 hermanos, vivían en Olavarría al 500. Mi vieja tucumana y ama de casa. En 1971 abrimos “5 y 5” (5 centavos de faina y 5 de muzzarella). La pizzería fue nuestra cuna. Con 6 años me ponía el delantal y ayudaba. Terminaba un partido y por ahí venían los árbitros, o el cuerpo técnico. O te caía Quinquela con su séquito! El viejo se sentaba en la punta, con los bolsillos llenos de carbonilla, y dibujaba en tu cuaderno o con carbonilla mojada sobre la mesa de fórmica blanca, y otro más allá seguía, todos pintores grosos de La Boca. Al final del día se limpiaba. Cerramos en el 1983. Cosme, el gallego de esta lechería le decía a mi viejo ¿cuando me comprás? Finalmente se pusieron de acuerdo. La Ribera era un lugar de laburo. Guinches, camiones, descargas. Todo lleno de mercaderías. Ahí no se podía jugar. Nuestro lugar de joda eran los baldíos, saltar las tapias, las plazas, el Lezama. A la mañana escuela, luego La Liga, jugábamos a la pelota y nos bajaban línea. Terminaban las clases y todos arrancábamos en Boca. Desde las 9, sandwiches al mediodía, hasta la noche. También jugábamos en la vía, nos subíamos al tren hasta antes que cruce el río o de vuelta bajábamos en Casa Amarilla. Mamá salía al balcón y gritaba “Chicos!!!. La hora se hacía cuando ya no se veía la pelota. Nos bañábamos en el fuentón, en la cocina de casa. Recién salíamos a bailar a los 17, 18, antes no nos dejaban. Ibamos a Plaza Matheu. Al toque paraba la 12. Eran los pibes de la otra esquina. Todos están muertos. Murieron de hepatitis… se pinchaban. Empezó en 1978, 79, 80. Hubo una generación que la chupó la dictadura. A la nuestra la droga. Siempre pienso mi vida en otros lugares del mundo, pero siempre me quedo acá. Es un imán. Muchos se fueron a Barracas porque no se bancaban la cumbia, pero están todo el día acá. Mi viejo nunca se fue. Nació, se crió, se casó, hizo todo en cuatro cuadras a la redonda. Yo voy a hacer lo mismo. Me quedé a pelearla, me gusta lo que hago, lo que tengo.”

Gustavo, cafetería la Chirilissima
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur

 

Datos: La Boca / 22/03/2014 / LaBoca, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, historia oral, comercio, vecino, cafetería

Colección Barrios y Vecinos / rumbosur.org
Este testimonio es parte del libro
La Boca, lo que fue sera
Asociación Civil Rumbo Sur

Fotografía: Pablo José Rey

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