Apasionado y orgulloso, Luis nos cuenta: “Mis tíos pusieron el negocio en el ‘56. Lo empezaron de abajo. Era un negocio familiar y ayudaba hasta mi abuela. Había un pastero italiano que era un gran amigo. Él trajo la borraja en la mochila. La borraja se usaba mucho en Italia, en España, para hacer tortillas y omelettes. Mis tíos la cultivaron en la quinta y se nos dio por ponerla en las pastas. Los ravioles de borraja son los especiales de la casa. Muchos clientes te dicen: “Estos son los mismos sabores que hacía mi abuela”. Excepto algún verdulero veterano, ahora no saben ni qué es. El boca a boca fue agrandando la clientela: de Núñez, de Palermo, de San Isidro… El otro día vino una señora y me dijo ¡Envolvémelos bien!”. ¿Hasta donde van? le pregunté. “A Lima” y yo pensé que era acá en Constitución, pero era Lima, Perú. Acá hay confianza. Nuestros empleados empezaron desde chiquitos. Somos una familia”. Se suma Alicia, vecina y empleada de Bologna: “Hoy Barracas es muy despareja. Es un barrio muy grande y muy diferente Está la división de lo que es el norte y el sur. Esta zona sigue siendo un barrio. Acá los vecinos todavía nos conocemos todos. Los chicos siguen jugando en la vereda. Hay toda buena gente, laburadora, sana, de familia. Salimos a tomar mate y nos ayudamos en lo que podemos. Como antes, cuando se inundaba todo hasta las rodillas, tenías que desarmar las máquinas y sacar los motores cada vez. Era una Patricios desnivelada, con escaleras. Había muchísima gente. Estaban las comparsas de todos los colores, los tangueros, los bailes. Los vecinos sacaban la silla a la calle y disfrutaban de los carnavales… me gustaba más esa época que esta”.
Alicia y Luis de Pastas “Bologna”
Este testimonio forma parte de la Colección Barrios y Vecinos de Asociación Civil Rumbo Sur.
Datos: Barracas / 22/03/2017 / Barracas, buenosaireshistoria, buenosairesvecinos, testimonios, historiaoral, porteños, pastas, bologna, borraja