Son vecinas desde que se fundó el Barrio Perón. Titi llegó a los 5 años, en el 50, con su familia. “Mi abuela y mi madre le dieron la carta en la mano a Eva y nos dio esta casa. Fui a la escuela Naciones Unidas, que antes se llamaba Presidente Perón. Recuerdo que vinieron Evita y Perón a bautizar a todos los chicos que no estaban bautizados, con el padre Benítez, confesor de Evita. Fue muy emocionante.” Susi llegó en el 53, con 15 años. “Cuando llegamos acá fue impresionante… me paré a ver la casa, era un sueño… Y después tuve la suerte de ser una de las primeras mujeres cadetas de la Fundación Eva Perón. El Parque General Paz era todo pasto, con los naranjos y los tilos recién plantados. Teníamos la misma calesita, la llevaba un caballito ¿te acordás, Titi?” “¡Sí! Y a mí me casó el Padre Lombardero, ‘Loco lindo’ le decíamos, hizo mucho por la gente.” Susi agrega “Cuando se descomponía el camión de mi hermano se levantaba la sotana para ayudarlo a empujar. Charlaba con todos… Acá teníamos la escuela, el Cine 17 de Octubre, la farmacia General San Martín, el correo, el restaurante La Calesita, la lechería Paterno, Vainillas Capri… no nos teníamos que ir de acá. Éramos 300 casas. Nuestra manzana tiene 24 casitas y del otro lado hay una manzana melliza. Las llamaban ‘las colectivas’ porque todas las casas tienen 2 puertas que las conectan entre sí. Nunca tuvimos un problema.” “Aunque hubo gente que no se portó bien. Las casas eran de un material excelente: los baños ingleses, las puertas de cedro… Mucha gente las destruyó…” “¡Qué lindas que eran las casitas de los jardineros que cuidaban el parque! Cuando agrandaron la General Paz las sacaron”, recuerda Susi, mientras suena la campana. “Esto es lo más lindo. Antes tocaban las 24 horas. Cuando falleció Evita hacíamos el Rosario todos los sábados. Cuando se moría alguien del barrio se tocaban las campanas de duelo e íbamos a rezarle en cuerpo presente. Hoy ni te enterás, ha cambiado, vino mucha gente nueva.” “Acá se formó Los Fantoches de Villa Urquiza. La inició mi hijo con otros chicos. Con otra mamá hicimos 110 trajes para la murga, una belleza, celestes y blancos”, cuenta Titi. “Este barrio es una belleza, ¿vos viste qué tranquilidad que hay? A la mañana me levanto temprano y miro el cielo, y a la noche las estrellas. No tiene precio. Tengo tanto que agradecer…”, concluye Susi emocionada.
Susi y Titi
Datos: Saavedra / 01/01/2018 /