En enero de este año, tras una pausa obligada por motivos de salud, retomé el hábito de la escritura sentado en uno de mis cafés preferidos, al que asisto por las mañanas. Tal vez influyó al respecto una nota que leí durante esos días en La Nación, donde se mencionaba una frase atribuida al escritor Michel Leiris: “Este es mi doble deseo: que el acontecimiento pase a ser escritura y que la escritura sea un acontecimiento”. Y en esta inmensa alegría de volver a escribir quiero rescatar la memoria de Miguel López, quien no era del barrio de Caballito pero contribuyó con creces a su difusión.
Miguel López (ya fallecido) fue uno de los dueños de la emblemática pizzería El Cuartito de la calle Talcahuano al 900. Allí compartió con los otros dueños, Antonio Vázquez y Manuel Diz, la intención de hacer “la buena pizza”, tal como reza el eslogan del lugar. También fue el artífice de engalanar sus paredes con parte de la historia de Buenos Aires, colocando imágenes y recuerdos de figuras destacadas del deporte, la cultura, la música, la literatura, el canto, el baile, el cine, el teatro y la televisión del país y el exterior. Poco a poco el comercio fue convirtiéndose en un verdadero museo porteño, junto a la pizza y la fainá. Esto fue situándolo como un ícono de la porteñidad, promoviendo la llegada de numerosos comensales, tanto locales como turistas.
Los comienzos de la pizzería se remontan al año 1934 en un “cuartito” en las inmediaciones de su ubicación actual, Talcahuano 937 (de allí su nombre). Así, el año próximo, este emprendimiento surgido de dos inmigrantes españoles y un argentino de padres de la misma nacionalidad, cumplirá sus primeros 90 años de existencia. En la década de 1980 la pizzería amplió su espacio al adquirir el local del restaurante Talcahuano, cuyo plato principal era el “ciervo a la Baden-Baden”. A modo anecdótico cabe mencionar que, quienes así lo solicitaban, recibían de obsequio un plato de cerámica decorado con la figura de un ciervo.
Mi amistad con Miguel López comenzó a principios de la década de 1960, cuando le acerqué un banderín de Ferro, el club de mis amores. El deterioro que sufrió con el paso del tiempo hizo que lo reemplazara hace poco por otro más grande y de formato rectangular. Por esos años solíamos ir juntos al inolvidable reducto tanguero Caño 14, que se encontraba a escasos metros de la pizzería, por la misma calle Talcahuano. Allí supimos disfrutar de las voces del Polaco Goyeneche, Rubén Juárez, Roberto Rufino y tantos otros.
A fines de la década de 1990, Miguel me autorizó para realizar en las instalaciones de El Cuartito mi taller de reflexión Puerto de Ilusiones, perteneciente al Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano, espacio que coordiné entre 1998 y 2008. Dicho taller continúa vigente bajo la guía eficaz de Zulma Fuentes, siendo uno de los más antiguos del Programa de Salud. Eso sí, ya no se reúne en El Cuartito, sino que, pandemia mediante, los encuentros se realizan de manera virtual. También aceptó de buen grado colocar en el lugar donde hacía mi taller la pintura de la acuarelista Lola Frexas que ilustra ese “puerto de ilusiones” (y que fuera, además, la tapa de mi libro homónimo).
Otra noche que pasé por la pizzería al regreso de una cena en la confitería de Ferro con el dibujante Guillermo Mordillo, Miguel me pidió que le regalara una de las copias que llevaba conmigo de la famosa “locomotora verdolaga” autografiada. Quería engalanar con ella una de las paredes de su museo, de manera que se la cedí con gusto. También sumó un trozo del tablón con el escudo de Ferro que perteneció a las viejas tribunas del estadio de Caballito. Y como si esto fuera poco, colocó la tapa de mi libro Roque Marrapodi: una historia de alto vuelo en una de las puertas de ingreso al local.
Indudablemente tuvo con Ferro y Caballito una generosidad manifiesta ya que contribuyó con la publicación de la revista Voces de Caballito, órgano de difusión gratuito de la Junta de Estudios Históricos de dicho barrio. También colaboró con la publicidad radial de algunos programas verdolagas en los que participé. Cuando me preguntaban: “¿Dónde cóme pizza el Angelito?”, yo respondía: “En El Cuartito”. Él no quería que estos actos trascendieran, y quizás deba pedirle disculpas por mencionarlo, pero siento que debo decirlo a manera de agradecimiento.
En el año 2014, al cumplir El Cuartito sus primeros 80 años de vida, fui invitado a recibir a la TV Pública junto con otro de sus dueños, Manuel Diz. La entrevista se emitió en directo por ese canal a la noche. Tal como mencionaba al comienzo, desde el año 1960 soy habitué semanal del lugar y por ello mantuve un trato respetuoso y cordial con los tres dueños y con la mayoría de los mozos y empleados de la pizzería. Una tarde, hablando con Rubén, el hijo de Miguel López, pudimos hacer manifiesto el mutuo afecto y estima que nos unió.
Este entorno siempre me acompañó en momentos inolvidables. El año pasado, por ejemplo, con motivo del festejo de mi cumpleaños, apagaron todas las luces del local y, tanto asistentes como familiares, cantaron al unísono el Feliz cumpleaños, lo que me emocionó mucho. Por otro lado, el día anterior a la final del Campeonato Mundial de Fútbol de Qatar, fui con mi hija Julia a almorzar a El Cuartito. En un momento ingresó un grupo de periodistas del noticiero del Canal France 2 y uno de ellos se dirigió a mí para preguntarme quién ganaba, si Francia o Argentina. Mi respuesta fue contundente: “Argentina, porque si bien se destaca Messi, esta vez está muy bien acompañado por un grupo de jóvenes y excelentes jugadores, de muy buena dinámica grupal”. Le avisamos a mi hija Gabi, residente en Francia, y por la noche de ese mismo día pudo verme y escuchar mi pronóstico en la tevé de ese país. En definitiva, pude compartir el día previo a lo que fue un hito histórico en el deporte argentino junto a mis dos hijas, una desde Argentina y la otra desde Francia.
Vaya entonces mi más profundo agradecimiento a Miguel López y a toda la gente de El Cuartito por permitirme difundir a Ferro y Caballito, “mi lugar en el mundo”. Ojalá este recuerdo ayude también a cumplir aquel doble deseo que manifesté al comienzo de la nota: Que el acontecimiento de este hombre de bien pase a ser escritura y que la escritura sea un acontecimiento.
Angel Contela
Información adicional
Vecinos y personajes, Cantinas y restoranes, Popular / Pizzerías porteñas, El Cuartito, Ferrocarril Oeste, Hospital Pirovano
2023 /
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