En el barrio de Liniers, se encuentra un complejo de reparaciones ferroviarias que constituyen un valioso patrimonio industrial y ferroviario. Son parte esencial de la identidad del barrio.
El ayer (fragmento)
Nació junto a la estación
que fuera un apeadero;
cuatro calles en damero,
cinco familias y el Templo.
Del lado norte, un vergel,
del lado sur, grandes quintas
que luego fueron las fincas
de mil obreros del riel”.
“Liniers” de Lydia Gandón
LINIERS Y LOS TALLERES
Los acontecimientos políticos y la política económica impuesta desde el gobierno de Juárez Celman, van cambiando al país, en un vertiginoso camino hacia la crisis de 1890. El Ferrocarril del Oeste, no fue ajeno. Por el contrario, transitó hacia la privatización, justificada en un dudoso y casi escandaloso endeudamiento.
A pesar del desarrollo el Ferrocarril del Oeste, el gobernador de la Provincia, Máximo Paz, propone la venta en pública subasta, en mensaje a la Legislatura, en 1889. “El decreto del 16 de diciembre de 1889, saca a licitación pública el Ferrocarril del Oeste. Se fija un precio mínimo de 34.068.728 pesos o/s.… se cierra trato con H. G. Anderson, que compra el Ferrocarril del Oeste por cuenta de un sindicato, que se entendió era la Western Railway, en la suma de 8.134.920 libras, equivalente a 41.000.000 pesos o/s.” [1]
El 30 de junio de 1890, los concesionarios ingleses se hacen cargo de la administración. Concretada la venta del Ferrocarril del Oeste a capitales ingleses y repartidas las líneas ferroviarias, los talleres son trasladados del sur, de Tolosa al oeste, a la Villa Liniers. El terreno que ocupaban los talleres pertenecía a la familia Rodríguez Visillac. Los planos del conjunto de los talleres, fueron aprobados el 16 de noviembre de 1901. Ese mismo año se instalaron tres mesas giratorias tipo decauville. En estos primeros planos estaba incluida la sede administrativa. (Edificio de la Administración, Nº de Identificación Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado 4094).
El 28 de enero de 1902 se aprueba la construcción del edificio llamado taller de reparaciones (N º Ident. ONABE 4035) y el taller de pintura (Nº Ident. ONABE 4026). El 2 de julio de 1902, el aserradero, el taller de carpintería y de codos (Nº Ident. ONABE 4040).
La primera construcción que se elevó en el descampado que era Liniers, fue la Torre de agua, desde donde se obtuvo una foto, en 1903, donde pueden apreciarse los campos de los alrededores. Por aquel entonces, todo iba cambiando, hasta el Maldonado. “Aquel arroyo agreste debió comenzar a cambiar hacia los primeros años del 1900, puesto que fue por entonces, cuando las autoridades municipales comenzaron a ocuparse de su limpieza y rectificación”. [2] Se comenzó la construcción configurando la Playa Central de Maniobras. Esa playa o plaza es un gran espacio cuadrangular, enmarcado al este y al oeste por los primeros y principales galpones de estructura ladrillera y con el Edificio de Administración y el mástil como cabecera, por el lado sur. Está surcada por vías internas, que la atraviesan y recorren la calle central. Por estas vías circulaban las locomotoras y coches a reparar y la plataforma móvil que transportaba el material ferroviario.
Todos los talleres fueron construidos con ladrillos asentados en mezcla de cal, pisos de adoquines de pinotea asentados sobre un relleno de ceniza o escorial y techos de hierro galvanizado acanalado y vidrios, sobre armaduras y columnas de acero. En el interior de las oficinas, los muros revocados, y con pisos y cielorrasos de tablas de pinotea. El conjunto tiene un ropaje estilístico característico, tanto en los edificios principales como en los secundarios, incluso con detalles propios, como las originales ventanas afrancesadas del galpón de afilar sierras. (Nº Ident. ONABE 4051). El taller que fuera conocido como “Edificio Central” y que comprendía a los talleres de locomotoras, fundición, herrería, calderas, hojalatería y de ajuste, comenzó a ser construido, luego de la aprobación de sus planos el 5 de noviembre de 1903. (Nº Ident. ONABE 4084).
En 1904 en los talleres se estaba trabajando casi a pleno. Se completa el equipamiento de los talleres con la instalación de roscadoras dobles y sencillas y cepilladoras. “Cuando en 1904, nos trasladamos de Tolosa a Liniers, la población de éste, se concentraba a una pequeña agrupación de casas situadas al Norte de la Estación Liniers F.C. Oeste…sobre ese espacio, lo baldío superaba a lo edificado…En el año 1905, los obreros de los Talleres del F.C. Oeste, aprovechando las facilidades acordadas por la Empresa, fueron progresivamente construyendo sus viviendas y con ello Liniers cobraba nuevo aspecto y nueva vida. Las casas que continuamente se construían… servían de núcleo … hasta formar modestos barrios, que, bajo su incontenible avance, fueron desapareciendo quintas y baldíos”. [3] A partir de ese entonces, en Liniers se construye hacia el sur de las vías.
En 1907, se modifica y amplía el taller de locomotoras y se construyen 4 andenes de madera dando nacimiento a la estación interna para los obreros. Otras construcciones características de nuestro paisaje barrial, se van estableciendo. En 1909 se comienza a construir el puente de peatones, sobre las vías que sirve para el paso de los obreros desde la pequeña estación interna a los talleres. (Nº Ident. ONABE 9502)
“En 1910, en que las autoridades del F.C.O., ampliaron sus talleres de Liniers, desviando su antiguo lecho (del Maldonado) más al norte, colaboraron con las autoridades municipales en la rectificación y limpieza de toda la cuenca, hasta el límite del municipio”. [4] En ese mismo año, los talleres mejorarán el equipamiento, con la instalación de roscadoras dobles y sencillas. En 1912, son equipados con la maquinaria necesaria para fabricar bulones. El 12 de mayo de 1913, se aprueba la construcción en los Talleres, de la característica casa del Subjefe, una amplia casona de estilo inglés, sobre Fragueiro (hoy Avda. Reservistas Argentinos). “La construcción se hará con ladrillos asentados en mezcla de cal y arena oriental, y el techo será de tejas. En el exterior, las paredes serán con juntas tomadas y en el interior serán todas revocadas. La carpintería será de cedro y los pisos de pinotea, mosaicos o baldosas inglesas. La ejecución de la casa deberá concluirse dentro del plazo de diez meses de aprobado el plano”[5]. Posteriormente, cuando se nacionalizan los ferrocarriles, se convertirá en clínica para los empleados ferroviarios.
Tengamos en cuenta la importancia del personal ferroviario, en una Argentina surcada por los rieles. “El mayor número de obreros y empleados corresponde al año 1913 con 132.810 personas. Esta cifra es igual a la suma de todos los empleados de la Nación, los de cada una de las catorce provincias y el ejército nacional en armas…”.[6]
En 1913, el Ferrocarril del Oeste tenía 4550 empleados. De acuerdo a estos datos, entre 455 y 910 empleados, llegaron a trabajar en los Talleres de Liniers, en esa primera parte del siglo. De los cuales, un 61,14 % tenía un sueldo menor a los 100 $ m/n y un 35,98 %, entre 100 y 300 $ m/n.
En 1919, el edificio, sede de la administración de los Talleres del Ferrocarril del Oeste, se modifica, y mejora, adquiriendo el perfil que detenta en la actualidad, (Nº Ident. ONABE 4033). “…es un edificio de oficinas de construcción ladrillera…Organizado en dos niveles, posee pisos de pinotea, revestimientos interiores en cerámica esmaltada, carpintería de madera con celosías y escaleras de mármol. La cubierta, esta revestida en chapa y pizarra. Presenta dos fachadas principales, una hacia el espacio central y la otra hacia las vías, a la altura del puente para el personal. Como en toda arquitectura ferroviaria, el diseño de las fachadas está basado en esquemas clásicos, con acento en los detalles generados a partir del uso decorativo-estructural del ladrillo que se deja a la vista”. [7]
En los talleres se amplía el tinglado de la calderería y se aprueba e inicia la obra de un galpón para la sub-usina, un galpón para taller de moldes y un galpón para la bomba de incendios. Al pie de la Torre de Agua, se estableció el cuartel de bomberos de este complejo ferroindustrial. Para pertenecer al mismo, había que vivir a menos de diez cuadras del lugar. Parte de las calles, constituían el llamado “camino de bomberos”, que debía estar siempre despejado y del que se conservan los carteles señaladores.
El barrio seguía creciendo y los talleres también. En cinco meses se construyó el edificio para reparaciones de artefactos eléctricos. Se continuó con el equipamiento de los talleres, instalando un pilón de 2.000 kg. y un horno de hierro a petróleo, por lo que hubo que traer otra caldera a vapor, para fraguar piezas de herrería. Se levantó un galponcito para depósito de aceite y estopa, todo en 1923.
En los talleres, a partir de 1924 se construirá un comedor para los obreros del Depósito de Coches. Dos nuevos depósitos son aprobados: uno de cajas de fuego y otro de ladrillos refractarios. En 1926, se aprueban cuatro nuevas conexiones de agua.
Se construyeron dos nuevos galpones, uno para taller de metal blanco y otro para depósito de correas; se renovaron las claraboyas de los talleres; se modificó el techo del depósito de la estación de cereales del barrio; quedó aprobado el plano definitivo de agua en los Talleres, por Obras Sanitarias de la Nación y por el Cuerpo de Bomberos, todo en 1927.
Terminando la década del ‘20, los talleres transformaron el alumbrado a gas, en eléctrico, en 30 salones y se comenzó la ampliación de la ‘casilla’, para “equipar de alumbrado eléctrico a otros 309 salones”.[8] Se renovaron las mesas giratorias decauville, las roscadoras y las cepilladoras (1929). Mientras tanto, el barrio continuó luchando por su crecimiento, con una constante creación y participación de sus vecinos en clubes, sociedades de fomento y entidades dedicadas a mejorar la vida de la comunidad.
UN MISTERIO A RESOLVER
El placer intelectual que da la investigación de un tema como éste, se vio ampliamente superado por la conmoción, por el impacto del conocimiento vivencial: estar parado en el centro de la playa de maniobras, observar los edificios desde el puente de los obreros o caminar silenciosamente por las callecitas, entre los galpones. Mirando una y otra vez las diferencias, las similitudes, admirando este lugar único, olvidado.
El depósito de coches, (Nº Ident. ONABE 4045) nos llamó la atención por ser un galpón perimetral de chapa, con 40 metros de pared de mampostería en su lado sur. El techo es a dos aguas, de chapa, pero su frente presenta una ornamentación. Es una ornamentación que no condice con la función del galpón y que está rematada con una hoja de acanto[I]. A este detalle de simbología griega, hay que sumarle otros detalles. Observando con detenimiento el interior, se puede apreciar que, entre el techo y las paredes, se han agregado unos suplementos para dar mayor altura al galpón, lo que parece indicar que no era ésta su función original. Estos suplementos muestran claramente un menor grado de oxidación que el resto de la estructura metálica.
Otra característica distintiva es que el lado norte del perímetro, opuesto al de mampostería, presenta una curvatura propia de las estaciones ferroviarias e innecesaria para un depósito de este tipo. Hasta aquí llegó nuestra observación, que, sumada a los testimonios de ex trabajadores ferroviarios, plantean un misterio a resolver. Existe entre esos hombres una creencia transmitida de boca en boca a través de los años: “el depósito de coches es la estructura metálica de una importante estación, rearmada en los talleres”. Es sin duda, un misterio a resolver…
LOS TALLERES: PATRIMONIO BARRIAL
La época en que se trasladan los Talleres del Ferrocarril del Oeste al barrio de Liniers, es cuando se producen en el mundo, las mayores migraciones internacionales, siendo Europa el continente emisor, por motivos políticos, ideológicos, religiosos, raciales y principalmente socioeconómicos. Se redistribuye así la mano de obra, dentro de un proceso de expansión industrial. Sumado esto a los cambios en el transporte marítimo, se produjo el fenómeno de la gran emigración. Los países receptores, obtenían así mano de obra barata. Los expulsores ganaban con el transporte y se deshacían de los desocupados. Los países más débiles (los que hoy llamamos periféricos) no tenían mucho margen de maniobra. Los países sudamericanos, en tanto, actuaban como podían, dentro del marco internacional.
Nacen el liberalismo, el sindicalismo, el anarquismo, el socialismo. Hay una revolución en las ideas y en los resortes del poder. Si bien los principios fundamentales de los derechos individuales son anteriores a estos años, es ahora cuando pasan a formar parte de la estructura social, entre represión y huelgas sangrientas, abriendo el camino a la legislación obrera y al seguro social.
En nuestra Argentina, esa época es la de la construcción de las grandes obras públicas, es la de la transformación de la gran aldea, a la ciudad que aunó estilos tan diferentes, como los nuevos habitantes que arribaban al puerto de Buenos Aires. Ese puerto, con su sistema de diques y sus almacenes de ladrillos, con un estilo inglés portuario.
Como fue siempre… lejos, en el extremo oeste de la ciudad otras construcciones, también de ladrillos, de estilo inglés, pero ferroviario, quedan como testimonio de nuestra historia.
Los edificios de los talleres, fueron poblados por los sonidos de la vida de gente que le dio a Liniers la característica de “barrio gringo”. Eran esperanzados trabajadores, como tantos que formaron nuestro país. Los que llegarían a ser linierenses, eran en su gran mayoría, inmigrantes europeos, italianos, franceses, españoles, belgas, austriacos e ingleses, que se unieron, no en asociaciones de acuerdo a la nacionalidad de cada uno. Fueron más allá, en su apuesta a una nueva vida, más allá de sus nacionalidades, en el marco de los ideales de la época de equidad e igualdad[II].
Los Talleres, son nuestro patrimonio. Su presencia nos transmite información de valor histórico-cultural. Nos transmiten rasgos únicos de nuestra identidad y su importancia va allá del marco barrial. El complejo ferroindustrial los Talleres de Liniers, conforma un conjunto material que constituyen un legado para los linierenses y un testimonio único de la Edad del Riel, del esplendor de nuestro desarrollo ferroviario. Posee valor histórico cultural y constituye un testimonio directo y auténtico. Es indudable que los talleres son nuestra herencia, nuestra memoria. Liniers. una encrucijada de caminos, en el límite oeste de la ciudad los guarda en su seno.
Buenos Aires, 2002.
Agradecimiento al Sr. Director del Museo Ferroviario Don Carlos Alberto González, a la Arquitecta Laura Feinsilberg y a la Arquitecta Audrey Trotti, a la Junta de Estudios Históricos de Liniers, al Sr. Humberto Vizzani.
[I] Acanto: planta descrita por Dioscórides, de hojas anchas, flexibles y espinosas; es el adorno de los capiteles y columnas del estilo Corintio, en la parte inferior del ábaco, rodeado de dos hileras de hojas de Acanto. Simboliza lealtad y belleza.
[II] El 1 de marzo de 1905, se funda la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos, continuadora de una comisión obrera formada en Tolosa.
[1] Scalabrini Ortiz, Raúl, “Historia de los Ferrocarriles Argentinos”, Buenos Aires, 1967. p. 65.
[2] Ottone, José E., “Pequeña historia del barrio de Liniers”, Buenos Aires, 1973, p. 10
[3] Chiérico, Egidio, “Origen del resurgimiento de Liniers”, Buenos Aires, 1945, p. 12.
[4] Ottone, José E., Ob. Cit., p. 11.
[5] Museo Nacional Ferroviario, Archivo Documentación “Talleres de Liniers”, Caja 1.
[6] Bunge, Alejandro E., “Ferrocarriles Argentinos. Contribución al estudio del patrimonio nacional” Dirección Gral. De Estadísticas de la Nación, Buenos Aires, 1918, p. 311.
[7] Bisutti, Delia, Proyecto de Ley 2809-D-00, Legislatura de la CABA, 28-09-00, p. 20.
[8] Museo Ferroviario, Archivo Documentación “Talleres de Liniers”, Caja 2.
Información adicional
Bibliografía
BUNGE, Alejandro E., “Ferrocarriles Argentinos. Contribución al estudio del patrimonio nacional”, Dirección Gral. De Estadísticas de la Nación, Buenos Aires, 1918.
CUTOLO, Vicente Osvaldo, “Historia de los barrios de Buenos Aires”, Editorial Elche, Buenos Aires, 1996.
Chiérico, Egidio, “Origen del resurgimiento de Liniers”, Buenos Aires, 1945.
Díaz, H., Dimarco A., “Liniers, pasado y presente”, Editorial Plexo, Buenos Aires, 1999.
Garro, Alicia, Grillo Victoria y Di Candia Claudia, “Políticas de vivienda entre 1915-1930 en la Ciudad de Buenos Aires”, Revista del Notariado Nro. 837, Buenos Aires.
González, Joaquín V., “El juicio del siglo o Cien años de historia argentina”, La Facultad, Buenos Aires, 1913.
Ottone, José E., Buenos Aires, 1973.
Scalabrini Ortiz, Raúl, “Historia de los ferrocarriles argentinos”, Plus Ultra, Buenos Aires, 1967.
Saavedra Lamas, Carlos, “Los ferrocarriles ante la legislación positiva argentina”, Talleres Gráficos L. J. Rosso y Cía., Buenos Aires, 1918.
Valencia de Placente, Marta, “Ferrocarriles y tierras públicas”, en Quinto Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1987.
Vattuone, Emilio Juan, “Barrio de Liniers”, Fundación Banco Boston, Buenos Aires, 1989.
Otras fuentes
Messina, Ignacio S., “Historia del barrio de Liniers”, en “Historia del barrio”, en página de Internet: culturadeliniers.com.
Archivo del Museo Nacional Ferroviario.
Categorías: Fábricas y talleres, TEMA SOCIAL, Tranvías, trenes y subte, Hitos sociales
Palabras claves: talleres ferroviarios, Liniers, patrimonio, identidad
Año de referencia del artículo: 2020